Jueves 02 de Diciembre de 2010 08:06 - Escrito por Juan Pedro Manghera
El poder oligárquico, liderado por los medios de comunicación hegemónicos, tomaron como blanco de fuego a la persona de la Presidenta, aprovechando el tiempo de duelo para quebrar su integridad, subestimando su capacidad militante y su compromiso con la causa nacional. Se quiere instalar a cualquier costo la idea de una mujer “vencida”, ocultando y borrando, por elevación, la causa latinoamericana y el empeño de una causa nacional. Continente y país unidos en un proyecto ideológico territorial, en donde lo que pesa es la dirección comunitaria de un pueblo que va, progresivamente, destapando vendas y corriendo sombras de esta cansadora lucha antipopular. Es tan necesario identificar al enemigo del pueblo con sus incansables bajezas estratégicas y su actuación sincronizada desde el frente tecno-informático, para el bien de la verdad y desenmascarar estas operaciones de prensa.
La última picardía
Fue lanzar “sospecha” sobre la salud mental de la Presidenta para poner en “stand by” el proyecto económico nacional. Centralizar, puntualmente, la enfermedad (no cualquier enfermedad), en este caso sobre su equilibrio síquico-emocional, es apuntar los cañones sobre la humanidad personal individual de la primera investidura, encubriendo su proyecto y acción política, más al fiel grupo de corresponsables que participan de la gobernabilidad.
Es un equipo de trabajo aceitado, no un rejunte de buenas intenciones. Es un gabinete de trabajo, no una sumatoria de roles desperdigados. Un grupo de tarea común con la centralidad del mando, es decir que la Presidenta no está papando moscas, sino asumiendo su rol conductor y comandante de la gestión.
Lo que molesta al poder hegemónico, es precisamente, la apertura de una economía nacional en donde entran los excluidos y marginados de siempre, que no es otro que el interior del país (entiéndase NOA/NEA) contra el centralismo reiterado de la pampa húmeda y sus chacareros ricos. Que haya riqueza está bien, lo que no está bien es que esa riqueza esté reducida a escasísimos sectores que se disfrazan con las necesidades del país grande, objetivo inexcusable del proyecto nacional.
¿Qué es la salud mental?
Es una categoría de abordaje. Para abordar el tema de la salud mental: lo “normal” o lo “patológico”, de las “formas de adaptación” nos parece entrar en un terreno ambiguo (esquivo), lleno de indefiniciones o definiciones contradictorias; en realidad se trata de la ocultación ideológica de las características del problema, para escamotear las condiciones de producción, los criterios de salud y enfermedad mental (normalidad/anormalidad) y la función que el aparato u organización de salud cumple en una sociedad de clases.
Toda teoría de la salud y enfermedad implica y reenvía a una concepción del sujeto, del mundo, y de la historia que lo fundamenta. Estos criterios son expresiones concretas del poder. El criterio de salud vigente, criterio de competencia social, es la condensación de ideas de la clase dominante, funcional con sus intereses objetivos, y como condensación de la ideología dominante, tendrá el carácter ocultante y mistificador que le confiere a esa ideología su papel en la lucha de clases.
La sanción ideológica del poder
La Presidenta está rompiendo una modalidad de poder, y éste responde sancionándola en el lugar en que la masa no entiende . Son muy pocos aquellos que conocen la interrelación entre economía (centralizada)-ideología-condiciones de producción históricas y criterio de salud. El común identifica enfermo/loco/reclusión/sanción social, es decir, que un loco no puede gobernar.
En realidad, con esta estrategia dominante, se intenta ocultar el proyecto nacional de apertura e inclusión global de un país, con territorios marginados y olvidados históricamente por el gobierno central. Aprovechan, despiadadamente, la situación de duelo, para presentarla como un ser humano desquiciado, contra la imagen que devuelve la figura presidencial de mujer dolorida, pero decidida a cumplir con su mandato histórico y la representación popular delegada, con absoluta garantía de inquebrantabilidad. Quizás frágil, pero que no se rompe porque tiene una misión nacional histórica,decidida a cumplir, íntegra en su capacidad para liderar el cambio propuesto. El mayor enemigo es el enemigo interno nativo que defiende intereses ajenos a la nación.
Arremeter contra la Presidenta es la estrategia de los enemigos locales, que, desde siempre, se miran sus bolsillos sin reparar en el resto de la nación y que responden, históricamente,con una obscena mezquindad,a los límites marcados por la General Paz.. El resto del país, preferentemente el norte profundo, es parte de los cabecitas negras, los originarios, el peronismo militante, la dirigencia combativa, etc.
El loco no propone, no tiene objetivos ; en tanto que la Presidenta tiene una meta social colectiva muy clara, pensando en una sociedad mejor. Su lectura de la situación social es realista, no estereotipada, activa, competente,solidaria, no contradictoria,crítica,integradora, constructiva, no alienante; todo lo contrario de un loco que tiene sus realidad fragmentada, transitoria, enferma, aislada. Tiene un rol fijo: el de enfermo.
El loco no sabe actuar más que de loco. A la Presidenta le sobran condiciones personales de talento y, para colmo de los envidiosos y mezquinos,derrocha femineidad y belleza /humor/gracia/alegrías… ¡¡¡qué más le quieren pedir!!!