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Enviado el: Martes, 21 de Diciembre de 2010
“Cura más el amor que las frías fórmulas medicinales” J. Martí.
Dr. Emiliano Mariscal
Médico Argentino egresado en LA ELAM
Miembro de P. Tatu en Haiti.
Existen vivencias difíciles de reflejar con palabras, hoy me toca intentarlo, quisiera que transmitan al menos fragmentos de estos días tan intensos, en que la valoración de la realidad se trastoca por completo, las prioridades de la vida se acentúan hacia la seguridad de que vale la pena batallar. La lucha, hoy y aquí, es contra el Cólera, enfermedad propagada producto de condiciones de extremo subdesarrollo, cuya causa subyace en la esencia del sistema capitalista, y que ya ha cobrado 2405 víctimas.
Luego de casi dos meses de luchar contra la enfermedad en toda la geografía del país la Brigada Médica Cubana continúa su paso hacia delante, no se conforma con haber atendido a casi el 40 % de los casos de Cólera ni con tener la tasa más baja de letalidad (0,72 %).
En esta etapa en que la enfermedad se ha propagado por todo el país la acción de mayor efectividad consiste en aumentar la accesibilidad a los servicios de salud, o sea que tengan lugares cercanos donde puedan ser atendidos, incluso encontrarlos en sus propios hogares, a si mismo, llevar a cada recóndito lugar materiales educativos y la presencia, el intercambio con los líderes formales e informales, audiencias sanitarias en iglesias, escuelas, se trata de una verdadera invasión sanitaria, atravesar lomas, ríos, montañas llevando educación sanitaria, pero con un aspecto distintivo, ese humanismo a flor de piel que todo el que se haya formado en Cuba ostenta como parte indivisible de su manera de ejercer la profesión. El desafío es claro: Controlar la transmisión de la enfermedad de Cólera en este país.
De este modo comienzan a organizarse los primeros grupos de Pesquisa Activa “Subcomuna adentro” y pude ser parte de una expedición en el Departamento Oeste. A partir del día 6 de diciembre empieza a registrarse un alza en el número de casos atendidos con Cólera en el Hospital Comunitario de Referencia (HCR) de Thomazeau (convertido en una UTC), la mayoría de ellos provenientes de la Subcomuna de Trou D´Eau, por lo cual se decide realizar la pesquisa en el mencionado lugar.
El camino sinuoso y estrecho, con pronunciadas pendientes y curvas angulosas obliga a avanzar lentamente, luego de 33 Km decidimos continuar a pie, mientras el carro continúa el ascenso pero ya sin el peso de las ocho personas que componen el grupo (cuatro médicos y cuatro enfermer@s). La vegetación que rodea al camino es escasa, algunos árboles, palmas. En el transcurso del camino llama la atención la admiración de la gente, rostros de sorpresa, otros de emoción, gente que saluda y comentan entre ellos. Entre esa gente encontramos a Jean Claude, un agricultor que dice tener 28 años, de pequeño tamaño y rostro de bondad, con un sombrero de color negro. Se presenta diciendo que va a acompañarnos hasta la Iglesia de Trou D´Eau. Jean Claude tiene una mirada llena de ansiedad y una risa muy particular.
Caminamos durante 1 hora y 35 minutos una distancia de 6 Km hasta llegar a la mentada iglesia. Ésta se encuentra en una pequeña llanura entre montañas, donde se localiza también una pequeña casa que pertenece al cura. Al llegar a la misma, nos entrevistamos con el padre, con quien recogemos algunas informaciones del lugar: habitan el área alrededor de 4 mil personas, existen otras iglesias en la zona, allí no llueve hace 2 meses, refiere que recogen el agua en un pequeño río que transcurre en el dorso de una montaña, así como de una pequeña laguna que se encuentra próxima a la iglesia, que en el lugar no hay gran cantidad de casos de cólera, pero sí en los demás poblados más abajo, dice también que han existido 6 fallecidos pertenecientes a esos poblados de zonas bajas. Visitamos al líder de la zona, así como al cura de la iglesia Bautista, explicando el por qué de nuestra ubicación en la Iglesia Católica (condiciones del terreno, espacio).
Definimos dos cosas, en primer lugar todos los líderes comunitarios saldrían a los poblados aledaños a informar de nuestra presencia, de este modo todas las personas con diarreas y/o vómitos acudirían a nosotros, preparando condiciones en la iglesia para recibir pacientes que requieran hospitalización o terapia de rehidratación oral. La segunda definición fue comenzar inmediatamente con las actividades de educación para la salud.
Acudimos a las cuatro iglesias del lugar ya que por ser domingo confluían muchas personas, además durante el recorrido pudimos hallar una valla de gallos con muchas personas que por unos minutos oyeron las palabras pronunciadas por Ibrahim, un enfermero cubano con dominio del Creole, quien les habló del Cólera y los hizo reír con esa empatía instantánea que caracteriza a los cubanos. Se visitaron familias en las casas, conversando sobre la enfermedad, conociendo sobre la existencia de personas enfermas o la fuente mediante la cual extraen el agua que consumen.
¿Qué dicen los fríos pero importantes números? 66 pacientes atendidos con Cólera, muchos de ellos en su primer día de enfermedad, se contactó con 963 personas y se visitaron 84 casas, se hospitalizaron 3 pacientes de ellos dos con deshidratación moderada y uno severa, todos recibieron tratamiento endovenoso. La mayoría de los pacientes estaban en los primeros estadios de la enfermedad, lo que reafirma la importancia de la acción. Se entregaron Sales de Hidratación, así como se realizó tratamiento profiláctico a contactos.
Inclemencias del tiempo imposibilitaron el regreso, planificado para el día siguiente, en cuyo descenso abarcaríamos el resto de los poblados. Presurosos comenzamos a evaluar las reservas de alimentos y agua, las cuales eran suficientes para que el grupo pudiera alimentarse adecuadamente durante unos cuantos días. Con esa tranquilidad, nos dispusimos a dejar todo de nosotros por cumplir el cometido de arremeter desde lo más recóndito de la geografía de este país contra una enfermedad que ya ha cobrado demasiadas vidas humanas. Es difícil graficar en palabras todo el cariño y la solidaridad ofrendada por la gente, desde el cura que nos brindó su propio hogar hasta los pequeños que saludaban al pasar.
Vimos muchos rostros de alegría, de sorpresa, de admiración, de satisfacción, para muchos era la primera vez en que alguien se preocupaba por ellos y eso podíamos sentirlo en sus miradas, en sus saludos llenos de amor y ternura. El frío intenso de la noche se desvanecía en la satisfacción de ser verdaderos ángeles, guardianes de la salud y de la vida.