martes, 8 de febrero de 2011

Nuestra Stella Calloni mujer Tricontinental Tricontinental - Tubal Páez





 

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En Cuba es honrada, porque honor merece nuestra querida Stella Calloni. 

 

Los medios hegemónicos de incomunicación argentinos llevan décadas ocultándonosla.

 

La Habana y su periodismo la rescata para los compatriotas del Che Guevara.    toto

 

 

(Palabras de Tubal Páez, Presidente de la Unión de Periodistas de Cuba, en la presentación del número 45 de la Revista “Tricontinental”, en la sede de la OSPAAAL, en La Habana, el martes 8 de febrero de 2011) 

 

Compañeros y compañeras de la OSPAAAL

Colegas de la Revista Tricontinental

Invitadas e invitados:

 

Por trabajos inaplazables no pude compartir los momentos felices de la celebración del 45 aniversario de la Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina, a los que gentilmente fui invitado.

 

Permítaseme entonces, ya que esta presentación se hace con motivo de la efemérides, felicitar a esta organización en nombre de todos los periodistas cubanos, quienes desarrollan su trabajo dentro de Cuba o en otras tierras, como los que trasmiten cada día desde Haití la dura realidad en ese hermano, sufrido y noble pueblo.

 

Quizás allí, como en ninguna otra parte, se expresan con gran nitidez los anhelos de liberación social y de solidaridad internacionalista que dieron origen a la OSPAAAL, y que han quedado plasmados, como prueba de eso, en las páginas de la Revista Tricontinental y, por supuesto, en los carteles que nunca se le han separado, y que son objeto de análisis en este número, por un extrañable amigo suizo.

 

Porque un rasgo respetado y enriquecido en esta revista desde que vio la luz es esa comprensión de la necesidad de dotar a las ideas revolucionarias de una estética propia, elaborada y defendida por diseñadores y afichistas de gran prestigio, cuyo discurso visual encontró en este colectivo una forma eficaz de engarzarse con la profundidad de los textos.

 

En este tipo de presentaciones no suelen detallarse los contenidos; sin embargo es imposible reprimir comentarios que me motiva la lectura de este número. Por ejemplo, ingresé en el diario Granma a mediados de los sesentas, cuando se vivía la repercusión de la Primera Conferencia Tricontinental y la indignación en todo el mundo por el crimen de Ben Barka.

 

La nota inicial “Al Lector” y el artículo de Reinaldo Morales me hicieron recordar los días del juicio a los asesinos en París y las palabras acusatorias allí de Osmany Cienfuegos, quien llevó como intérprete a Jacques Brouté, jefe del departamento de Diseño del diario Granma, en el que trabajábamos juntos. Brouté, quien falleció hace solo unos años, tuvo que sortear importantes  escollos para ingresar a su país, donde se le perseguía por evadir el servicio militar cuando la sangrienta guerra de Argelia por su independencia.

 

El artículo de Stella Calloni y las conversaciones entre Fidel y Michel Chossudovsky, guardan tanta relación que denotan una unidad de análisis en el cual, la guerra, el peligro de la desaparición de la especie humana, como consecuencia del daño colateral por el uso del arma atómica, nos dan un argumentación formidable para la lucha de los pueblos por la paz y el desarme general y completo.

 

¿Quién no conoce a Stella? Nosotros los periodistas latinoamericanos que la tenemos cerca en FELAP como una incansable luchadora en defensa de las organizaciones de los periodistas comprometidos, descubrimos poco a poco los mil y un lugares en los que ha estado siempre al lado de las causas justas. 

Hace unos días, Martínez Pírez me hizo llegar un mensaje de Stella, a raíz de un trabajo publicado en La Jornada sobre su compañero y valeroso combatiente panameño Chucho Martínez. “Nunca voy a olvidar algunas cosas, ni ese momento (se refiere a la invasión yanqui a Panamá) ni los otros trágicos en El Salvador, cuando nos quedamos encerrados en la Catedral con el ataúd de Monseñor Romero  y el Ejército tirando desde afuera. Si hubiera decidido tirar un morterazo a la Catedral hubieran muerto varios obispos y también el canciller D´Escotto, quien tuvo la capacidad de reaccionar y buscar una forma de salida a la tragedia que podría venir. En la Catedral después que el ejército, parapetado en edificios de alrededor, atacó a la multitud que en la plaza despedía los restos de Romero cuyo cajón debió ser entrado en medio del tiroteo brutal, todos buscaron refugio, en esa iglesia tan tan pequeña donde se amontonó tanta gente apretada de tal manera que no se podía mover un brazo. Algunos muy  pequeñitos se asfixiaron porque nadie se podía mover y eso fue terrible. Bueno, todo eso regresa, cada vez que hablamos de esos temas, como la muerte de Chuchú, nos lleva a la historia centroamericana, a la invasión, al pecho roto y a la inevitable solidaridad. Yo la encontré en Prensa Latina, donde creo que nunca olvidaremos los sucesos terribles de aquellos días.”

 

Les cuentos estas cosas que no están recogidas en el número de la revista que ustedes leerán, pero que dan legitimidad a la autora, que forman parte de la larga marcha de nuestros pueblos por su liberación definitiva y denuncian el extraordinario poder militar y la historia sucia de los Estados Unidos, tan interesado en borrar de nuestra memoria su historial sucio y despiadado. 

 

Haciendo un símil con el rescate de los mineros chilenos, Fidel Castro, con la contundencia de ese campeón peso completo de las ideas, exhorta a librar una batalla impostergable en la opinión pública para salvar a casi 7 mil millones de habitantes que están a 800 metros de profundidad  en cuanto a la conciencia imprescindible en todos, sin exclusiones de ningún tipo, para conjurar el desastre universal.

 

Este número de Tricontinental no puede reflejar, ni lo pretende todos los problemas del mundo de hoy que son cada vez más numerosos, complejos y serios, sin embargo, trata los principales, como la crisis económica y los dilemas de Obama; la persistente indocilidad del pueblo puertorriqueño en su combate por sacudirse su condición de colonia; la no menos heroica aspiración a su territorio del pueblo palestino, agredido y engañado por la colusión de las grandes potencias capitalistas e Israel; la inmensidad de la lucha del pueblo saharaui;  un valiosísimo análisis de Evo Morales sobre las pretensiones de los países ricos de convertir en mercancía la naturaleza y los pueblos indígenas; el justo homenaje a Néstor Kirchner, y un argumentado análisis sobre la situación de nuestros cinco compatriotas antiterroristas presos en Estados Unidos y de la libertad que disfruta Luis Posada Carriles, autor de abominables asesinatos a sangre fría.

 

Un hilo nada invisible une casi todo el contenido del número, y es el papel de los monopolios informativos, articulados con las industrias del entretenimiento y de las armas, para mantener un orden de privilegios, en función de los grandes intereses económicos que representan, para los cuales la lucha de los pueblos por la justicia social y la defensa de sus recursos naturales y humanos, en cualquier parte del planeta, son obstáculos que deben ser barridos mediante el terrorismo mediático en todas su vertientes y manifestaciones.

 

En más de un trabajo, en este número se recuerda el proceso de Nuremberg, como lo rememora Amy Goodman en su trabajo sobre los horribles experimentos médicos de Estados Unidos en su propio territorio y en Guatemala. Ella escribe sobre los médicos nazis condenados a la pena de muerte por los ensayos macabros a lo que sometieron a miles de prisioneros. Igualmente el compañero Fidel menciona al histórico tribunal y nos recuerda que declaró a la guerra como el mayor de los crímenes.

 

Pero en Nuremberg se juzgaron también a los que utilizaron la propaganda como instrumento de la agresión en la Segunda Guerra Mundial. Y fue precisamente el fiscal estadounidense Drexel Sprecher quien más se detuvo en estos aspectos de la acusación contra los grandes criminales de guerra. Ante el tribuna el propio Sprecher dijo:

 

“El uso dado por los conspiradores nazis de la guerra sicológica es bien conocido. Antes de cada agresión, con algunas pocas excepciones basadas en la conveniencia, ellos comenzaron una campaña de prensa calculada para debilitar a sus víctimas y preparar sicológicamente al pueblo alemán para el ataque. Usaron la prensa después de sus primeras conquistas, como medio para posterior influencia política externa y maniobra para la siguiente agresión”.

 

El principal acusado por este delito fue Hans Fritzsche, quien dirigió durante cuatro años la División de Prensa Alemana en el Ministerio de Propaganda del Tercer Reich. En su comparecencia ante el jurado, Fritzsche declaró cómo la víspera de la invasión a la Unión Soviética, en junio de 1941, Joachim von Ribbentrop, ministro hitheriano del Exterior, le informó que (cito): 

 

  “La guerra contra la Unión Soviética empezaría ese mismo día y pediría a la prensa alemana presentarla como una guerra preventiva para la defensa de la Patria, como una guerra en la cual fuimos forzados por el peligro inmediato de ataque de la Unión Soviética (…)

 

“La pretensión de que esa era una guerra preventiva se repitió después por los diarios que recibieron mis instrucciones (…) y yo mismo he dado esa presentación de la causa de la guerra en mis trasmisiones radiales regulares” (fin de la cita de lo que dijo el alto funcionario nazi en el juicio).

 

Cuando vemos cómo se repite el uso de la mentira organizada, que  cae sin piedad sobre las naciones para justificar la rapiña, y cuando se lanzan, unas tras otras,  las campañas para demonizar los procesos de independencia y de cambios a favor de los intereses de las mayorías, albergamos la esperanza de que algún día serán juzgados y sancionados ejemplarmente los que tienden la cama al agresor y los que engañan miserablemente al planeta para favorecer el saqueo de un orden injusto e insostenible.

 

Mientras ese día no llegue, el combate de las ideas no puede cesar. El propio Fidel lo expresó un día:

 

“El desafío es muy grande –nos dijo-- y el enemigo dispone de una fuerza descomunal; pero si ante ella nuestro pueblo nunca ha temblado, ahora, frente a su sofisticado armamento ideológico, ni nos arrodillaremos ni nos cruzaremos de brazos”.

 

Ese día soñado y que se va haciendo realidad concreta en muchas partes, no sin avances ni retrocesos, y con resistencias y combates de vida o muerte, será también el día en que se colocarán en justo lugar las publicaciones alternativas al sistema dominante, cuyos periodistas están pagando un precio de sangre muy alto por decir la verdad.

 

Compañeras y compañeros:

 

Comparto el deseo de todos los reunidos aquí de que esta presentación de hoy sea un homenaje a la revista Tricontinental, que tanto ha hecho y hace por dar a conocer las luchas de nuestros pueblos y por llamar a la solidarizad con ellas.

 

¡Felicidades por el cumpleaños de la OSPAAAL y por esta excepcional edición que se presenta hoy, la cual merece ser atesorada como parte de la riqueza política y cultural que se incrementa con el combate heroico de cientos de millones de hermanas y hermanos de todo el mundo!