Hola Irene,
Pues a las 7:15 de la mañana leía tus correos. Gracias por esa solidaridad con mi país, con los Cinco.
Sabes, el padre de René y yo trabajamos juntos en la recién creada y aún no inaugurada fábrica de plásticos
denominada por el Che, que a la sazón era Ministro de Industrias, Plásticos Habana. Cándido René, que es
su nombre, formaba parte del grupo de los repatriados que se insertaron a las labores de la Revolución.
Yo solo tenía 19 años y éramos 2 compañeras en aquel gran colectivo masculino. Sí y algunos nos recibieron
bien, otros no tanto. Y yo era la única muchachita que pertenecía a las Milicias Universitarias y hacía, además
de mis guardias en la Universidad, guardia junto a los hombres cuidando el objetivo. Él siempre fue muy deferente
conmigo, amable y paciente. Y me convenció de que, como era la única mujer que hacía guardias y, además
estudiaba, podía hacerla los sábados al concluir mi jornada laboral a mediodía y/o los domingos, día en que no
tenía clases.
Dejamos de vernos, perdimos el contacto. Muchos años más tarde lo llamé porque era la única persona en ese
lugar, mi primer centro de trabajo, que podía dar referencias sobre mi para el proceso al Partido. Pensé que no
me recordaría. Cabía dentro de lo posible. Al preguntarle al respecto, su respuesta fue una carcajada y me dijo
que sí, que me recordaba.
No nos hemos vuelto a poner en contacto. Me duele mucho verlo así, tan abrumado por la situación de su hijo.
Y siempre he pensado que a él lo llaman tantas personas que, tal vez, yo sería hasta una molestia.
Por eso no lo importuno. Pero sí estoy a su lado.
Un abrazo,
Gladys