lunes, 20 de junio de 2011

ADN a los Noble es victoria de Abuelas Plaza de Mayo argentinas rad3

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ble_es_victoria_de_abuelas-62529-111.html

LA SEMANA POLÍTICA
Más allá del resultado final, ADN a los Noble es victoria de Abuelas

La sorpresiva aceptación de los hijos de la dueña de Clarín a hacerse
el análisis de ADN fue una victoria de Abuelas de Plaza de Mayo. Ahora
tiene la palabra el Banco Nacional de Datos Genéticos.
EMILIO MARÍN

Durante diez años Marcela y Felipe Noble se negaron a una pequeña
extracción de sangre para cotejar sus datos con los del Banco Nacional
de Datos Genéticos, tal como pedían las Abuelas y buena parte de la
sociedad.
No sólo rechazaron esos análisis. Cuando la jueza Arroyo Salgado,
cansada de tantas dilaciones y chicanas jurídicas, ordenó la requisa
de prendas íntimas, los hermanos entregaron ropa contaminada.
Peor aún, junto a sus abogados y los de su madre adoptiva, Ernestina
Herrera de Noble, acusaron a los organismos de derechos humanos, las
familias demandantes de la información y al propio gobierno, de
fogonear una campaña de persecución.
Clarín y La Nación fueron las naves insignias de esa teoría tan falaz.
Lo que mueve a Abuelas y demás organismos es el derecho a conocer la
verdad y disipar las dudas sobre si Marcela y Felipe fueron o no niños
apropiados durante la dictadura. Cada obstrucción no hacía más que
agrandar esas dudas hasta convertirlas casi en certeza.
Para aquellos medios que apoyaron a la dictadura militar-cívica el
drama de los bebés robados a sus madres desaparecidas en los campos de
concentración, es un tema menor. No lo es para una mayoría de los
argentinos. Incluso los que capitularon ante la presión militar en los
´80 y dispusieron las leyes de la impunidad, ese delito era tan
aberrante que no quedó protegido por éstas.
Se han recuperado 104 jóvenes fruto del trabajo de la entidad
presidida por Estela de Carlotto. Y se siguen buscando 400 que aún
tienen su identidad cambiada, un delito de lesa humanidad que no cesa
con el correr del tiempo.
¿Qué podía tener de extraño que la búsqueda de los nietos continuara
en estos años? Y, como la cronología no deja mentir, la primera
denuncia de Carlotto contra la propietaria de Clarín data de 2001,
cuando Néstor Kirchner no tenía la menor chance de ser presidente.
Hasta la semana anterior, Gabriel Cavallo, defensor de la señora de
Noble, declaraba no aceptar el fallo de Casación que ordenaba los
análisis aunque limitando el universo de las familias a cotejar. Otro
tanto hacía Alejandro Carrió, letrado de los dos hijos de Noble.
Habían confirmado sus recursos para ir hasta la Corte Suprema de
Justicia a fin de bloquear dichos análisis.
De pronto el viernes Marcela y Felipe entregaron a la jueza un escrito
donde se allanan a los estudios con todos los familiares que reclaman
por sus nietos y que han dejado sus muestras en el Banco. Es un gesto
positivo, objetivamente mirado, más allá de sus equívocas
consideraciones de que deponen "derechos constitucionales" y para que
finalice la "persecución política y mediática de que son objeto". Las
víctimas son las madres asesinadas y sus hijos apropiados, más las
familias que no tienen ni un lugar donde dejarles una flor porque los
asesinos hicieron desaparecer sus cuerpos.

"Gaceta Ganadera" muge
En este asunto como en otros, "La Nación" miente. Su columnista
dedicado al tema, Adrián Ventura, presenta las cosas como si los
hermanos Noble hubieran querido siempre dar sangre, y las Abuelas y
los familiares se hubieran opuesto. "Abuelas de Plaza de Mayo y las
dos familias querellantes dilataron sucesivamente el desenlace con
nuevas medidas", afirmó. El expediente judicial y la realidad, que es
más contundente, indican que Ventura falta a la verdad. Para él lo que
hizo Carlotto fue una "caza de brujas". La única cacería, debería
saberlo, fue en 1976, y la practicaron los militares que además
regalaron Papel Prensa al diario citado y a Clarín.
Al saberse que por fin los Noble dejarán sus muestras en el BNDG, los
monopolios de la comunicación presentaron la novedad como que así se
terminará una persecución política, que nunca existió. Y que en caso
de haber existido, pudieron desmontar en un segundo, aceptando el
cotejo de ADN.
La intoxicación de la opinión pública continúa con la teoría de que
los análisis van a dar negativo y el gobierno nacional saldrá
perdidoso. Eso es dar vuelta las cosas. Quienes han peleado por el ADN
han sido las Abuelas y demás organismos de Derechos Humanos. El
gobierno ha alentado ese reclamo justo, tratándose de una demanda tan
importante que dio la vuelta al mundo con el "devuelvan a los nietos"
en Twitter. Y quienes se obstinaron en la negativa a dar sangre fueron
los Noble Herrera y sus caros abogados.
Ahora han cambiado de posición. Perfecto. Es un triunfo de los
organismos humanitarios. La ciencia dirá su palabra y ambas partes
deberán aceptarla, aunque el resultado podría no ser el definitivo. Es
que puede haber familias de desaparecidos que aún no dieron sus
muestras y que eso ocurra en el futuro, dando lugar a nuevos cotejos.
La campaña de esa oposición mediática, muy acoplada con la oposición
política a la que marca la agenda, tuvo en las últimas semanas su
punta de lanza contra Madres de Plaza de Mayo. Aprovechó intensamente
los flancos vulnerables que abrió con sus negociados Sergio
Schoklender en la Fundación presidida por Hebe de Bonafini.
Todos los indicios colectados por el fiscal Jorge Di Lello y Raúl Pleé
arrojan conclusiones incriminatorias contra el ex apoderado, acusado
de delitos como administración fraudulenta y lavado de dinero.
Todo parece indicar que Schoklender defraudó a la entidad y a quien lo
acogió como a un hijo. Al margen de que Hebe de Bonafini tenga su
cuota de culpa en la falta de controles sobre el ex apoderado, es
impensado que la mujer haya cometido delito alguno.
Pero la prensa monopólica y parte de la oposición ponen a la titular
de Madres como si fuera una delincuente, con el propósito
electoralista de cañonear su figura y por elevación dañar a la Casa
Rosada.
Un editorial de "La Nación" sostuvo: "la tesis del Gobierno y de la
titular de las Madres, Hebe de Bonafini, es que la fundación fue
víctima de los Schoklender.
Es lógico que Bonafini y las autoridades de la asociación civil
sostengan esa opinión eminentemente defensiva y falaz porque, en
verdad, las principales víctimas han sido el Estado y los sectores
carecientes que no accedieron a sus viviendas".
La verdad es otra. Muchos carecientes tuvieron sus viviendas con las
Madres. Hebe sigue siendo un símbolo de los derechos humanos. Y las
Madres han pedido ser querellantes contra Schoklender, porque han sido
sus víctimas.

Genuflexos y arrodillados
Las grandes causas nacionales, como Malvinas, sirven para distinguir
quién está de un lado y quién del otro.
A principios de semana estuvo en Buenos Aires el secretario general de
la ONU, Ban Ki moon, entrevistándose con Cristina Fernández. La
anfitriona reiteró la posición argentina, de que la ONU debería
insistir ante Gran Bretaña para que acepte negociar con nuestro país
el destino de las islas.
Dos días después se conocieron las provocadoras declaraciones del
primer ministro británico, David Cameron, descartando cualquier
negociación con Argentina. "Punto final", dijo en el parlamento,
cerrando con candado y pasador las puertas de un diálogo entre los dos
países.
El jueves la presidenta replicó desde un acto político en Misiones,
deplorando aquella cerrazón imperial y calificando al Reino Unido como
"una burda potencia colonial en decadencia".
En vez de apoyar la posición del país en esta sensible materia, los
columnistas de la "tribuna de doctrina" de la Sociedad Rural,
escribieron que Cristina Fernández había incurrido en "oportunismo y
sobreactuación". Peor aún, interpretaron que "con la escalada verbal
hacia Londres la Presidenta buscó tapar el escándalo de Schoklender y
de las denuncias de corrupción en el Inadi, de impacto negativo para
su campaña". Ni Cameron se atrevió a tanto.
Dicho en otros términos, esos medios jugaron a favor de Londres. Una
postura idéntica tuvieron en el conflicto diplomático con Estados
Unidos, a propósito del avión C-17 que en febrero último fue detenido
en Ezeiza cuando los militares visitantes pretendían entrar armas y
drogas no declaradas.
La postura del gobierno argentino fue correcta, destacándose la
firmeza del canciller Héctor Timerman. Al cabo de cuatro meses y luego
de ingentes reclamos de Washington, incluyendo uno que hizo el propio
Barack Obama en un reportaje del Miami Herald, el gobierno argentino
decidió devolver los equipos incautados.
Lo más correcto pudo haber sido la destrucción de aquéllos, en vez de
su devolución, como había deslizado Aníbal Fernández. Hubiera sido una
lección para que los militares norteamericanos no hagan eso otra vez.
De cualquier modo fue un cuatrimestre de tironeos con el imperio, que
los medios monopólicos y los partidos afines calificaron de "papelón
internacional" del gobierno cristinista.
No hubo tal cosa. El comunicado de la embajada norteamericana en
Buenos Aires reconoce que se ha resuelto satisfactoriamente el caso de
materiales "que por fallas administrativas involuntarias debieron ser
incautados".
El papelón, entonces, no lo hizo Argentina. Pero desde la óptica de
quienes son genuflexos y están de rodillas ante las potencias
mundiales, la razón la tienen los otros. Siempre dirán eso, sobre todo
en tiempos electorales.
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