martes, 9 de agosto de 2011

Cuba transparente libérrima revolucionaria DIGNA DE IMITAR

 

 

 

Por Cuba con emisiones periódicas le lleva la información del acontecer internacional relacionado con nuestro país y las batallas que libra por su pueblo y su soberanía; contiene espacios noticiosos y de opinión, seleccionados de medios de prensa internacional o generados desde nuestro país.  ISSN 1819-4044

 

 

 

Año 9 Número 63 | Fecha 2011-08-09

TITULARES

Opinión

LA CONCENTRACIÓN DE LOS MEDIOS Y LA REPRESENTACIÓN DE CUBA por Salim Lamrani

QUINCE CONSIDERACIONES SOBRE EL RACISMO EN CUBA (I) por Juan Nicolás Padrón

¿QUÉ HA SUCEDIDO ENTRE MARZO Y AGOSTO? por Arnold August

ANEXIONISMO CUBANO EN EL CONGRESO DE EEUU por Manuel E. Yepe

Opinión

LA CONCENTRACIÓN DE LOS MEDIOS Y LA REPRESENTACIÓN DE CUBA

por Salim Lamrani

En Francia la gran prensa, sea de derecha, de izquierda, o incluso comunista como es el caso del periódico l'Humanité, es propiedad de los grandes grupos económicos y financieros. Dos multinacionales –los grupos Dassault y Lagardère– cuya principal actividad es la venta internacional de armas y cuyo comercio es la guerra, controlan el mundo de la prensa y de la edición. El grupo Dassault posee más de 70 periódicos y el grupo Lagardère cerca de cincuenta.

¿Por qué el gran capital económico y financiero invierte en el sector de la prensa escrita que es estructuralmente deficitario? Económicamente es absurdo, pero ideológicamente primordial. El objetivo de esos inversores ya no es generar ganancias, sino reducir el marco del debate permitido, el cual sólo acepta el pensamiento convencional.

Las elites mundiales, gracias al control que ejercen sobre las transnacionales de la información, imponen a la humanidad una visión de la realidad regida por determinado marco ideológico. Las barreras doctrinales se destinan a descartar cualquier pensamiento alternativo que pueda poner en tela de juicio el orden global actual. Así, el papel de los medios ya no es brindar una información objetiva a los ciudadanos, sino defender el orden establecido mediante la desinformación y la censura.

Tomemos el ejemplo de las sanciones económicas contra Cuba para ilustrar esta realidad.

Como subraya el profesor Paul Estrade, la prensa menciona, a veces, la existencia de un "embargo" en sus comentarios sobre las dificultades que sufre el pueblo cubano. Siempre del mismo modo: lo más brevemente posible. No puede negar su existencia, pero en sus análisis actúa como si el embargo no existiese. Así, no es necesario para esa prensa recordar los orígenes, sus motivaciones cambiantes, su carácter ilegal, sus modalidades perversas, su duración insoportable, sus efectos deplorables.

Desde 1960 Estados Unidos impone sanciones económicas unilaterales a Cuba, las cuales afectan a todos los sectores de la sociedad así como a todas las categorías de la población. Son totales desde el 3 de febrero de 1962 tras la decisión del presidente John F. Kennedy de aislar completamente a la isla. Esta red de sanciones no tiene equivalente por su duración, densidad y sofisticación. Es a la vez retroactiva –se aplica a hechos que ocurrieron antes de la aprobación de la legislación– y extraterritorial, se extiende a otras naciones y entra entonces en conflicto con las normas del derecho internacional.

Las sanciones se establecieron en plena Guerra Fría con el objetivo de derrocar al gobierno revolucionario liderado por Fidel Castro y siguen vigentes más de medio siglo después.

El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y la llegada al poder de Fidel Castro suscitaron la inmediata hostilidad por parte de Estados Unidos, cuyo fiel aliado, el dictador Fulgencio Batista, acababa de ser derrocado. La administración de Eisenhower había hecho todo lo posible para mantener al autor del golpe de Estado del 10 de marzo a la cabeza de la nación e impedir que los revolucionarios tomaran el poder. El 23 de diciembre de 1958, a pocos días de la huida del general Batista, el Consejo de Seguridad Nacional, que constató el ineludible progreso de la ofensiva de los insurrectos de la Sierra Maestra sobre La Habana, había proyectado, a través de las palabras del presidente Dwight D. Eisenhower, "una acción militar que podría ser necesaria en Cuba". Allen Dulles, director de la CIA , precisó el objetivo: "Tenemos que impedir la victoria de Castro". Pero era demasiado tarde.

Las primeras medidas económicas y sociales del gobierno revolucionario no fueron del agrado de Washington. En efecto, el dominio de las multinacionales estadounidenses sobre todos los sectores de la economía cubana era tal que resultaba imposible emprender cualquier política de reforma sin afectar a sus intereses. No obstante, como recordaría Ernesto Che Guevara, salvo la reforma agraria, todas las medidas económicas y sociales de envergadura que tomó el gobierno revolucionario sólo constituían respuestas a la agresión estadounidense.

La reforma agraria del 17 de mayo de 1959 se basaba en los fundamentos jurídicos de la Constitución de 1940. En efecto, el Artículo 24 autorizaba la expropiación por razones de utilidad pública, con una indemnización, y el Artículo 90 prohibía los latifundios y limitaba sustancialmente la concentración de tierras.

Estados Unidos no era el único país afectado por las nacionalizaciones. La mayor parte de las naciones europeas también tenían intereses en Cuba. Dichas nacionalizaciones se realizaron conforme al derecho internacional, que estipula que todo Estado soberano dispone del derecho a nacionalizar las empresas presentes en su territorio nacional a cambio de una indemnización. Los importes de las compensaciones se fijaron a partir de las últimas declaraciones fiscales de las empresas las cuales, por razones obvias, a menudo eran inferiores al valor real de los bienes.

Todas las naciones afectadas por el proceso de expropiación negociaron con el gobierno cubano y aceptaron los acuerdos globales de compensación, con la excepción de Estados Unidos.

El 17 de marzo de 1960, un mes antes de la reanudación de las relaciones entre La Habana y Moscú, la administración de Eisenhower tomó la decisión formal de derrocar al gobierno cubano. La nueva política exterior estadounidense se basaría en varios pilares: la cancelación de la cuota azucarera cubana, la ruptura de los suministros de combustibles tales como el petróleo, el mantenimiento del embargo sobre las armas impuesto en marzo de 1958, y la elaboración de una campaña de terrorismo y sabotaje así como la organización de una fuerza paramilitar destinada a invadir la isla y derrocar a Fidel Castro.

El 5 de julio de 1960, Washington impuso las primeras medidas coercitivas y Eisenhower canceló la cuota de exportaciones de azúcar cubano.

En 1961, Washington rompió sus relaciones con La Habana. En 1962 el presidente Kennedy decretó un embargo total sobre Cuba, incluyendo las medicinas y los productos alimenticios, violando el derecho internacional.

Durante treinta años, la retórica diplomática estadounidense estigmatizó la alianza entre La Habana y Moscú para justificar el estado de sitio económico impuesto a la Isla del Caribe. En 1992, tras la desintegración de la Unión Soviética , en vez de normalizar las relaciones con el gobierno de Fidel Castro, la administración de George H. W. Bush ratificó la Ley Torricelli, que agrava las sanciones contra Cuba, y demostró así que era imposible explicar el conflicto entre ambas naciones mediante el marco de la Guerra Fría.

Así, por ejemplo, a todos los barcos que entran en un puerto cubano se les prohíbe entrar en Estados Unidos durante los 180 días siguientes a la fecha del desembarco, otorgando así, otra vez, un carácter extraterritorial y por consiguiente contrario al derecho internacional, a las sanciones contra Cuba.

La Ley Torricelli también prevé sanciones a los países que aportan una asistencia a Cuba. Así, si España concede una ayuda de 100 millones de dólares a Cuba, Estados Unidos disminuye su propia ayuda a la altura de la misma suma.

En 1996 se aprobó la Ley Helms-Burton, una aberración jurídica por su carácter extraterritorial y retroactivo. Así, el Título III, y más precisamente el artículo 302, permite que los tribunales estadounidenses persigan a las empresas extranjeras que se instalen en las propiedades nacionalizadas que pertenecían a personas que, en el momento de la estatización, disponían de la nacionalidad cubana. En efecto, sólo adquirieron la ciudadanía estadounidense después del proceso de expropiación y su exilio a Estados Unidos. No obstante, el derecho estadounidense es claro al respecto: las demandas judiciales sólo son posibles si la persona afectada por un proceso de nacionalizaciones es ciudadana estadounidense durante la expropiación y que ésta se haya desarrollado violando el derecho internacional. Ahora bien, ninguna de estas dos condiciones se cumplió.

En 2004, la administración de Bush aprobó el primer informe de la Comisión de Asistencia para una Cuba Libre. Así, entre 2004 y 2009, los cubanos que vivían en Estados Unidos no tenían derecho a visitar a sus familiares más de catorce días cada tres años. Cuestionado sobre el carácter cruel de estas medidas que dividen a las familias, Daniel W. Fisk, subsecretario de Estado para los Asuntos Interamericanos, dijo a guisa de respuesta: "Cada individuo puede decidir el momento en el que quiere viajar una vez cada tres años y le toca a él tomar la decisión. Entonces, si tiene un miembro de su familia que se está muriendo, le toca a él elegir el buen momento para viajar".

En 2006 la Comisión de Asistencia para una Cuba Libre publicó un segundo plan, complementario del de 2004. El nuevo plan prevé aplicar los títulos III y IV de la ley Helms-Burton a algunos países. Washington incluso ha designado su blanco prioritario: Venezuela y su presidente Hugo Chávez, primer socio comercial de Cuba, mencionado quince veces en el informe.

Una cifra para ilustrar la obsesión de EE.UU. contra Cuba: Tras las solicitudes de Max Baucus, senador de Montana, el Departamento del Tesoro admitió haber realizado, desde 1990, sólo 93 investigaciones relacionadas con el terrorismo internacional. En el mismo tiempo efectuó otras 10.683 "para impedir que los estadounidenses ejerzan su derecho de viajar a Cuba" . Luego de las 93 investigaciones sobre el terrorismo, el Departamento del Tesoro impuso un total de 9.425 dólares de multa a los inculpados. En cambio demandó un total de 8 millones de dólares a los turistas estadounidenses que habían visitado la Isla.

Desde el 30 de septiembre de 2004 y la aplicación estricta de las Reglas de Control de los Bienes Cubanos de la OFAC, si un fabricante de automóviles japonés quisiera comercializar sus productos en el mercado estadounidense debería demostrar al Departamento del Tesoro que sus carros no contienen un gramo de níquel cubano. Del mismo modo, un chef francés que deseara invertir en el primer mercado económico mundial debería demostrar a esa misma entidad que su producción no contiene un gramo de azúcar cubano.

A veces la aplicación de esas sanciones toma un giro menos racional. Así, todo turista estadounidense que consumiera un cigarro cubano o un vaso de ron Havana Club durante un viaje al extranjero se arriesgaría también a una multa de un millón de dólares y diez años de prisión. Otro ejemplo: un cubano que resida en Francia no puede, en teoría, comerse una hamburguesa en McDonald's.

La retórica diplomática para justificar la hostilidad de Estados Unidos hacia Cuba cambió según las épocas. En un primer tiempo, las nacionalizaciones y sus indemnizaciones constituyeron la manzana de la discordia. Luego fue la alianza con la Unión Soviética la que se convirtió en el principal obstáculo para la normalización de las relaciones entre ambos países. Después, en los años 1970 y 1980, fue la intervención cubana en África, en Angola y en Namibia, más precisamente para ayudar a los movimientos de liberación nacional a conseguir su independencia y para luchar contra el apartheid en Sudáfrica, la que suscitó la ira de Washington. Finalmente, desde el desmoronamiento de la Unión Soviética, Washington esgrime el argumento de los derechos humanos y de la democracia para mantener el estrangulamiento económico de la nación cubana.

En realidad, para entender el verdadero objetivo de Washington en sus relaciones con Cuba, resulta necesario remontarse al siglo XIX y prestar atención a las advertencias de José Martí, quien había denunciado "el Norte revuelto y brutal que nos desprecia" que anhelaba anexar la isla del Caribe.

El estado de sitio económico del cual es víctima el pueblo cubano recuerda que Estados Unidos –que aplica así medidas de guerra en tiempos de paz contra una nación que jamás ha representado una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos– no ha renunciado a su vieja aspiración neocolonial de integrar a Cuba en su Unión. Washington se niega a admitir la realidad de una nación latinoamericana definitivamente emancipada de su tutela y no acepta el hecho de que la soberanía nacional en Cuba constituye el patrimonio único y exclusivo del pueblo cubano. Las sanciones económicas demuestran también que la lucha por la autodeterminación, iniciada en 1868 por Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, es una batalla cotidiana inacabada. Martí, a la vez visionario y hombre de su tiempo, lo había dicho: "La libertad cuesta muy cara y es necesario o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio".


Salim Lamrani es Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne, periodista francés, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

Fuente: Cubadebate

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QUINCE CONSIDERACIONES SOBRE EL RACISMO EN CUBA (I)

por Juan Nicolás Padrón

1. Después de la invasión de Europa en 1492, el racismo de los colonialistas españoles trajo tres variantes a América: la aplicación de la "limpieza de sangre" para los súbditos de la Corona, la discusión de si los indígenas americanos poseían o no alma y una oprobiosa discriminación racial hacia los esclavos africanos. El sistema de castas impuesto garantizaba el poder a una aristocracia peninsular y, posteriormente, a la criolla con vínculos con la metrópoli; las encomiendas de indios establecieron un sistema de  servidumbre que en Cuba duró poco, pues los arahuacos, acostumbrados a un arcadismo insular antes de la llegada de los invasores, no resistieron los abusos y maltratos, las enfermedades y el régimen de trabajo impuesto; el esclavo africano, que ya se había utilizado en Portugal y en España, fue víctima de la más vergonzosa discriminación en América, especialmente en el Caribe, una de las más brutales e inhumanas de todas las prácticas discriminatorias que se hayan emprendido contra la especie en cualquier tiempo.

2. Los peninsulares, que ya traían prejuicios arraigados contra moros y judíos, evidenciaron igualmente con los criollos cubanos una discriminación mantenida durante siglos por las diferencias entre la "sangre pura" y el mestizaje americano de sangre muy mezclada; esta pugna propició una colosal hipocresía social para ocultar la descendencia o cambiar el linaje, especialmente a partir del siglo XVIII cuando a los criollos de la Isla comenzaron a otorgárseles con frecuencia títulos nobiliarios.

Los esclavos sufrían el peor de todos los racismos y el oprobioso reglamento de rigurosos castigos que se le aplicaba fue "la gran pena del mundo". El racismo contra el esclavo no solo resultaba inaceptable e inmoral, sino despiadado, cruel y repugnantemente injusto. Las rebeliones y el cimarronaje de los palenques inauguraron en Cuba la cultura de la resistencia y antecedieron las revoluciones encaminadas no solo a liquidar la sociedad esclavista, sino también la dependencia de la metrópoli. El racismo colonialista tenía dos dimensiones, pero el ejercido contra los criollos no podía ser comparado con el aplicado a los esclavos, que también procedía de la propia sociedad criolla. 

3. Dos formas diferentes de rebelarse se gestaron en 1811: una conspiración liderada por los abogados blancos Román de la Luz y José Joaquín Infante, y otra protagonizada por el negro libre, carpintero y tallador José Antonio Aponte, de gran prestigio entre los negros y mulatos habaneros de su condición. En el primer caso, el referente era Europa y el enfrentamiento a España se traducía en la aspiración de promulgar la Constitución de Infante; en el segundo, el ejemplo fue Haití, y este intento de rebelión exigía abolir la esclavitud y suprimir la trata, y se proponía derrocar el colonialismo español y crear una sociedad libre de discriminación, había sido la primera en lograr un alcance nacional, pues tuvo vínculos con conspiradores de Remedios, Puerto Príncipe y Bayamo. En la primera, Infante escapó; en la segunda, Aponte fue ahorcado en 1812 y su cabeza se exhibió en una jaula de hierro en La Habana. Aún en la primera mitad del siglo xix se mantenía el terror de la sociedad colonial esclavista cubana a sucesos como los ocurridos en Haití en 1791, y se recrudecieron las injusticias contra la población esclava en la Isla.
  
4. La opresión a las clases criollas continuó ―baste recordar los destierros de Félix Varela, José Antonio Saco, Domingo del Monte…―, y esa forma del racismo hispánico contra la colonia, una de las expresiones del sustrato económico y político de la confrontación, acompañó a la represión de los esclavos; numerosas sublevaciones fueron ahogadas en sangre como la famosa Conspiración de la Escalera ―el poeta mulato Gabriel de la Concepción Valdés, Plácido, fue una de las numerosas víctimas del colonialismo y del racismo.

Sin embargo, en 1868 los caminos para la independencia y la libertad ―separatismo y abolicionismo― se unieron en la luz de Yara; en diez años de contienda contra la metrópoli, ricos blancos terratenientes habían compartido las penurias de la manigua con exesclavos; los blancos dejaron de ser dueños de esclavos y se unieron a otros blancos pobres, mientras los negros dejaron de ser extranjeros y se convirtieron en ciudadanos; sobresalieron como jefes militares los blancos Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, el dominicano-cubano Máximo Gómez, Calixto García, Vicente García… y negros de la talla de Antonio y José Maceo, Flor Crombet, Guillermón Moncada y Quintín Bandera, entre otros. Después de sentir a Cuba desde lo más profundo del sentimiento y la emoción, entre todos comenzaron a pensarla como una nación independiente y libre de opresiones coloniales y raciales.
 
5. Otras ideologías racistas continuaron llegando a la Isla desde Europa y Estados Unidos en el siglo XIX: una de ellas el racismo religioso, desarrollado en la culta Europa bajo una interpretación racista de la Biblia cristiana para justificar el colonialismo y la discriminación a la "raza maldita" de los negros. Se desempolvaron las maldiciones de Canaán, presentes desde la Edad Media, que afirmaban que de las tres razas humanas, descendientes de los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, la del negro Cam había sido maldecida por el propio Dios, quien dispuso la servidumbre de sus hermanos; la afirmación de que los negros estaban condenados a servir a los blancos por mandato divino, fue repetida por las autoridades de las iglesias y los misioneros católicos y protestantes en la primera mitad del siglo XIX en todas las colonias. Otras variantes racistas que influyeron en el pensamiento de la intelectualidad ilustrada cubana finisecular fueron el racismo biológico seudo científico de Joseph Arthur Gobineau, y a finales del XIX la voluntad de poder del superhombre de Friedrich Nietzsche y las falsas interpretaciones de la teoría evolutiva de selección natural de las especies de Charles Darwin, el llamado darwinismo social.

6. Diez años después de la abolición de la esclavitud y todavía cuando España estaba perdiendo la guerra iniciada en 1895, Antonio Cánovas del Castillo, quien había sido presidente del gobierno español en reiteradas ocasiones y artífice de la Restauración, aseguraba en una entrevista publicada en el periódico francés Le Journal en noviembre de 1896: "Los negros en Cuba son libres; pueden contratar compromisos, trabajar o no trabajar… y creo que la esclavitud era para ellos mucho mejor que esta libertad que solo han aprovechado para no hacer nada y formar masas de desocupados. Todos los que conocen a los negros os dirán que en Madagascar, en el Congo, como en Cuba son perezosos, salvajes, inclinados a actuar mal, y que es preciso conducirlos con autoridad y firmeza para obtener algo de ellos. Estos salvajes no tienen otro dueño que sus propios instintos, sus apetitos primitivos". Estas posiciones cavernarias del racismo colonial ya derrotado en América daba "el pataleo de los ahorcados" con figuras como Marcelino Menéndez y Pelayo, y Miguel de Unamuno, entre otros, con la reafirmación de la "raza hispánica". Aunque parezca increíble, todavía estos ecos se escuchan.    

7. El Apóstol de la independencia y la libertad de Cuba, José Martí, con su coherente y totalizador pensamiento, en varios discursos, ensayos y cartas, había dejado expresado su concepto de raza. Desde los primeros años de la década de los 80 en los Estados Unidos, cuando ya el mundo usaba el vocablo raza casi siempre de manera racista, el Apóstol se aproximaba a un uso poco frecuente, apto para identificar la condición humana y no las características biológicas; la aceptación o rechazo hacia el empleo del término se centraba en la calidad de los individuos, en su generosidad o en su egoísmo; el referente se centraba en la exaltación de la grandeza humana por el desinterés personal en aras de un ideal patriótico o de beneficio social, o para evidenciar la miseria espiritual encarnada en las bajas pasiones del individualismo; lo único que podía dividir al ser humano era su sentido de la justicia.

En 1891, en el ensayo "Nuestra América", afirmaba: "No hay odio de razas, porque no hay razas. […] Peca contra la humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas". Y argumentaba en 1894 en su discurso en honor a Fermín Valdés Domínguez: "El egoísmo es la mancha del mundo, y el desinterés su sol. En este mundo no hay más que una raza inferior: la de los que consultan, antes que todo, su propio interés, bien sea el de su vanidad o el de su soberbia o el de su peculio: ―ni hay más que una raza superior: la de los que consultan, antes que todo, el interés humano". Sus sueños de independencia y libertad del pueblo cubano en la república que se fundaría después de la guerra, quedarían sintetizados en el artículo "Mi raza", de 1893: "Esa de racista está siendo una palabra confusa, y hay que ponerla en claro. El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra; dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos […]. Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro. Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro".

8. A los prejuicios racistas tradicionales de España introducidos en la sociedad cubana, se les sumó el racismo implantado con fuerza directa por la intervención de los Estados Unidos en la Isla: padecimos el cambio del racismo colonial español ―éramos mestizos y negros― al racismo neocolonial e imperial norteamericano ―éramos latinos y negros. En textos como los de Thomas Dixon ―El hombre del clan, 1900― y películas como las de David Wark Griffith  ―El nacimiento de una nación, 1915―, se glorificó al Ku Klux Klan y en los primeros años de siglo se cometieron crímenes monstruosos en la nación norteamericana. En los desarrollados Estados Unidos de aquellos años el racismo fue tan despiadado que en 1906 fue expuesto en un zoológico del Bronx, junto a un orangután, un pigmeo llamado Ota Benga, apresado dos años antes en el Congo; se quemaron negros en público ―e incluso fueron filmados―, solamente por sospechas derivadas de la acusación de un blanco, y los perros se entrenaban para mantener alejados a los negros de las propiedades de los blancos. El sistema segregacionista norteamericano impuso normas bárbaras y humillantes de exclusión y negó casi todos los derechos civiles de los negros; tales reglas se intentaron llevar a la subdesarrollada Cuba sin mucho éxito, aunque dejaron algunas secuelas espantosas. 

(Continuará...)

Nota: Juan Nicolás Padrón es filólogo, poeta, ensayista. Labora en Casa de las Américas. Este  artículo está publicado en el foro El engaño de las razas (www.foroscubarte.cult.cu) organizado por la UNEAC y Cubarte.               

Fuente: Periódico Cubarte

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¿QUÉ HA SUCEDIDO ENTRE MARZO Y AGOSTO?

por Arnold August

El cinco de agosto se anunció que la sentencia de quince años pronunciada el cuatro de marzo por el Tribunal Provincial de La Habana contra Alan Gross, contratado por la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (U.S. AID, sus siglas en inglés), fue ratificada por el Tribunal Supremo Popular. El ciudadano norteamericano apeló la sentencia del Tribunal Provincial Popular a la máxima instancia de justicia en Cuba el 22 de junio, y el resultado fue dado a conocer el cinco de agosto.

En relación con este asunto, desde el cuatro de marzo los medios de prensa internacionales, especialmente los radicados en Miami, Washington y Madrid, están concentrados en La Habana, los juicios de Gross y las apelaciones legales.

Para aquellos que puedan resultar confundidos por la decisión del Tribunal Supremo Popular, sería útil examinar brevemente qué ha ocurrido en los Estados Unidos — no en Cuba — entre el cuatro de marzo y la fecha de hoy, y así quizás arrojar algo de luz acerca de la decisión del Tribunal Supremo, confirmando la del Tribunal Popular Provincial, la instancia inmediata inferior. Durante estos cinco meses, la administración de Obama ha continuado repitiendo en muchas ocasiones sus acciones como parte de la política de injerencia en los asuntos internos de Cuba, con el pretexto de "promover la democracia".

Por ejemplo, recientemente el Congreso ratificó una vez más la decisión de gastar 20 millones de dólares durante el próximo año, explícitamente dedicados a la subversión en Cuba, incluyendo actividades de las del tipo a que Gross se había dedicado, por las cuales había sido arrestado, juzgado, encontrado culpable y sentenciado. En muchas ocasiones la administración de Obama en colaboración con sus mercenarios dentro y fuera de la isla, en modo alguno ha reducido, sino han incrementado sus actividades provocadoras contra la soberanía de Cuba, uno de los principios legales violados por Gross como agente contratado por los EEUU.

Mientras que Obama visitaba a Chile en 21 de marzo del 2011, no mucho después que el juicio y la sentencia de Gross, el Presidente de los EEUU habló acerca de la necesidad de defender la "democracia y los derechos humanos dentro de nuestras fronteras [EEUU y Chile], y de ratificar nuestro compromiso de defenderlos en toda la extensión del hemisferio....Y sí, eso incluye al pueblo de Cuba." ¿Cómo pueden pensar los lectores que el gobierno Cubano y la justicia haya tomado esto? Añadiendo insulto a la ofensa, Obama declaró en una entrevista a un diario chileno, como preludio a su visita a Santiago de Chile, que "la experiencia chilena, y más particularmente su exitosa transición democrática y su sostenido crecimiento económico, son un modelo para la región y el mundo."

La noticia acerca de la decisión del Tribunal Supremo Popular de Cuba fue difundida el 5 de agosto, el mismo día en que aquellos de nosotros que seguimos las noticias a través de Telesúr y otros medios alternativos pudimos ser testigos de cómo la policía chilena atacó violentamente a los estudiantes y profesores chilenos que manifestaban en demanda de sus derechos a la educación y sus derechos económicos y políticos. De acuerdo a fuentes oficiales fueron arrestados 874 y cientos fueron heridos.

¿Es este el ejemplo de lo que Obama entiende como el Chile modelo de democracia y desarrollo económico para Cuba? Las escenas de la brutalidad estatal chilena se parecían más a las de la emblemática Escalinata de la Universidad de la Habana antes del 1 de enero de 1959, antes del triunfo de la Revolución, cuando la dictadura de Batista, respaldada por el gobierno de los EEUU, desataba su fuerza represiva muchas veces contra la juventud, los profesores y los trabajadores. Fueron muchos los estudiantes asesinados en estos actos en La Habana. Por lo menos hasta el momento de escribir estas líneas no han ocurrido muertes en Chile durante estas confrontaciones.

Pese a las demandas que han llegado a Obama de todos los rincones del planeta, procedentes de ganadores de premios Nobel, parlamentarios individuales, parlamentos y personalidades, pidiéndole liberar a los cinco cubanos presos en cárceles de Estados Unidos, como resultado de un juicio amañado, sin pruebas, ¿qué ha hecho Obama entre el cuatro de marzo y el día de hoy?. No ha hecho nada, y nos estamos acercando al período crucial del proceso de hábeas corpus próximo a concluir para Gerardo Hernández Nordelo, sin que se aprecie nada positivo hasta el momento. Los Cinco Cubanos están en prisión desde 1998 porque trataron de frenar la injerencia terrorista en los asuntos internos de Cuba, apoyada por los EEUU.

Si tenemos en cuenta todas estas provocaciones y la confirmación desde la Casa Blanca y el Congreso de los EEUU de sus intenciones de continuar su programa de subvertir el orden constitucional en Cuba, ¿de qué otro modo podían reaccionar el gobierno cubano y la justicia cubana? Ellos no tenían otra alternativa que reafirmar que van a continuar defendiendo su soberanía, como es un derecho para cualquier país del mundo, grande o pequeño.

Alan Gross y su familia deben culpar a su propio gobierno por lo que él promueve. Son ellos en primer lugar quienes lo han involucrado, y al continuar con las mismas políticas contra Cuba desde el cuatro de marzo hasta el presente, no le han dado argumento alguno a la justicia cubana para pronunciarse de modo diferente a como lo ha hecho.

Fuente: Rebelión

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ANEXIONISMO CUBANO EN EL CONGRESO DE EEUU

por Manuel E. Yepe

Es notable el hecho de que poco más de un millón y medio de cubanos en Estados Unidos (no todos tienen derecho al sufragio) tengan dos senadores y cuatro representantes en el Congreso de Washington, proporción que sobrepasa la de mexicanos y boricuas, que por su número incomparablemente mayor, en el primer caso, y por el status colonial que sufren, en el segundo, debían tener una representación más numerosa.

Los cubanos tienen mayor representación en Congreso que los pobladores de los estados de Wyoming, Montana, Idaho, Nevada, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Utah, Alaska, Rhode Island, Maine, Hawái y Nuevo México.

Igual que el independentismo, el anexionismo en Cuba tiene en sus raíces la inconformidad de los cubanos con el colonialismo español.

Ambas corrientes competían con la reformista que se contentaba con un alivio del yugo colonial.

Cuando el resto de las provincias hispanas de América habían accedido a la independencia, Cuba seguía obligada a  permanecer como "la siempre fiel", junto a Puerto Rico.

Los anexionistas cubanos que emigraron a Norteamérica en el siglo XIX tienen en común con las élites económicas que lo hicieron en los años 60 del siglo XX su incompatibilidad con las ideas independentistas de los revolucionarios cubanos.

Cuando en 1959 llegaron a Miami centenares de deshonestos funcionarios de la tiranía de Fulgencio Batista con sus maletas llenas de dólares robados al tesoro público, también huían cientos de represores militares, torturadores y asesinos con las manos ensangrentadas. Unos evadían la justicia criminal, otros la justicia social. Ambos fueron germen de lo que llegó a ser la mafia cubana de Miami que tanto ha pesado, durante más de medio siglo y bajo el gobierno de once inquilinos de la Casa Blanca, en las relaciones de Estados Unidos con Cuba.

Incorporando su vasta experiencia delictiva al entrenamiento recibido de la CIA para misiones militares y terroristas contra la revolución cubana, esos truhanes impusieron métodos pandilleros de control sobre el conjunto de la población de inmigrantes cubanos en la Florida, adquiriendo una autoridad sobre el voto electoral de éstos que agregó, a su poder económico de espurio origen, un poder político que se disputan los dos partidos que se distribuyen los cargos electivos en Estados Unidos.

El hegemonismo estadounidense, amenazado por la decisión de los dirigentes revolucionarios de asumir el poder real del país en nombre de los intereses populares y en favor de las reivindicaciones más estratégicas y urgentes de la población, optó por la violencia para recuperar el control de la isla. Para ello, le eran más útiles los experimentados represores preparados por asesores del Pentágono durante la tiranía de Batista que los burgueses que demandaban a Estados Unidos que les recuperara sus latifundios y negocios nacionalizados por la revolución.

Pero sucesivos fracasos de los planes violentos llevaron a la extrema derecha estadounidense, en especial durante los gobiernos de Bush padre y su hijo, a acometer la alternativa de empoderar a la extrema derecha cubana del Sur de la Florida ofreciéndole, turbios manejos mediante, una representación política sobredimensionada.

Los políticos de origen cubano en Estados Unidos –una buena parte de ellos descendientes familiares de homólogos en la política cubana o de agentes represivos policiales de la tiranía de Fulgencio Batista (1952-1959)- comenzaron casi todos sus carreras políticas bajo auspicios de las agresiones de Washington contra Cuba, en los grupos extremistas armados por la CIA y otras agencias de espionaje y subversión, en Miami y Nueva Jersey, principalmente.

En los congresistas de origen cubano y en la cúpula del poder político de la comunidad isleña sigue primando la línea que rechaza el contacto con Cuba. En la base, sin embargo, se aprecian ya grandes cambios que no reflejan los medios corporativos.

Una reciente polémica epistolar entre Hillary Clinton e Ileana Ros-Lethenien, muestra a la congresista "batistiana" más agresiva contra los intereses de los inmigrantes cubanos que la canciller estadounidense.

Hago notar, no obstante, que el pensamiento anexionista no es algo que caracterice a la emigración cubana en Estados Unidos, ni antes ni ahora. Solo una parte relativamente menor ha estado o está dispuesta a renunciar a la identidad cubana para satisfacer sus ambiciones propias aprovechando los apetitos históricos de EEUU respecto a Cuba.

José Martí, primero, y Fidel Castro, hace algo más de medio siglo, fueron capaces de promover movimientos basados en la ideología de la lucha independentista en la emigración cubana en Estados Unidos cuyas raíces no han podido hacer desaparecer las campañas de odio y mentiras.

El autor es periodista cubano, especializado en temas de política internacional

Fuente: Cubainformación noticias

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Cubarte, 2008.

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