lunes, 3 de octubre de 2011

Cuba la otra cara de la luna atrevete a mas crecé sé revolucionario Juan Gelman Amazonía

 

 

 

 

Entorno con emisiones periódicas centra su información en el acontecer internacional. Contiene espacios noticiosos y de opinión, seleccionados de medios de prensa internacional o generados desde nuestro país.  ISSN 1819-4052

 

 

 

Año 9 Número 77 | Fecha 2011-09-29

TITULARES

Opinión

OCCIDENTE Y DEMÁS EN UN MUNDO DE "TALLA ÚNICA” por Pepe Escobar

ESPERANDO ESPERANZA por David Brooks

LOS HOMBRES DE NEGRO por Juan Gelman

LAS ONG EQUIVOCADAS RESPECTO A MORALES Y LA AMAZONÍA por Federico Fuentes

AMÉRICA LATINA Y UNA PUNTUALIZACIÓN A PEPE ESCOBAR por Angel Guerra Cabrera

Opinión

OCCIDENTE Y DEMÁS EN UN MUNDO DE "TALLA ÚNICA”

por Pepe Escobar

Hace más de 10 años, antes del 11-S, Goldman Sachs predecía que los países del BRIC (Brasil, Rusia, India, China) alcanzarían a las 10 mayores economías mundiales, pero no hasta 2040. Pasó una década y la economía china ya ocupa solita el número dos, Brasil es número siete, India 10, e incluso Rusia va llegando cerca. En paridad de poder de compras, o PPP en inglés, las cosas se ven aún mejores. Desde ese punto de vista, China está en segundo lugar, India es ahora cuarta, Rusia sexta y Brasil séptimo.

No es sorprendente que Jim O’Neill, quien acuñó el neologismo BRIC y es ahora presidente de Goldman Sachs Asset Management, haya estado subrayando que “el mundo ya no depende del liderazgo de EE.UU. y Europa”. Después de todo, desde 2007, la economía de China ha crecido un 45%, la economía estadounidense menos de 1%, cifras suficientemente asombrosas como para hacer que cualquiera retire sus predicciones.

La ansiedad y el desconcierto estadounidense alcanzaron nuevas alturas cuando las últimas proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) indicaron que, por lo menos según ciertas mediciones, la economía china sobrepasaría a EE.UU. en 2016. (Hasta hace poco Goldman Sachs apuntaba a 2050 para ese cambio del primer lugar.)

Dentro de los próximos 30 años, los máximos cinco serán probablemente, según Goldman Sachs, China, EE.UU., India, Brasil y México. ¿Europa occidental? ¡Adiós!

Un sistema despojado de su esencia

Cada vez más expertos están de acuerdo en que Asia es ahora el ejemplo para el mundo, incluso mientras pone al desnudo vacíos manifiestos en la narrativa de la civilización de Occidente. Pero hablar de “la decadencia de Occidente” es una propuesta inconcebible. Una referencia histórica es el ensayo de Oswald Spengler de 1918 con ese título. Spengler, un hombre de su época, pensó que la humanidad funcionaba por medio de sistemas culturales únicos, y que las ideas occidentales no serían pertinentes o transferibles a otras regiones del planeta. (Id con ese cuento a los jóvenes egipcios de la Plaza Tahrir.)

Spengler capturó el Zeitgeist [espíritu del tiempo] de otro tiempo dominado por Occidente. Veía las culturas como organismos que viven y mueren, cada una con su alma insustituible. El Este u Oriente era “mágico” mientras Occidente era “faustiano”. Misántropo reaccionario, estaba convencido de que Occidente ya había alcanzado el estatus supremo disponible de una civilización democrática, y por ello estaba destinado a constatar la “decadencia” de su título.

Si piensas que esto suena como precursor del “choque de civilizaciones” de Huntington, te pueden perdonar, porque fue exactamente eso.

Hablando de choques de civilizaciones, ¿notó alguien ese “maybe” [tal vez] en un reciente artículo de portada de Time que retomaba temas "spenglerianos" y llevaba el título “La decadencia y caída de Europa (y Tal vez de Occidente)”? En nuestro momento neo-spengleriano, “Occidente” es seguramente EE.UU., ¿y cómo podía equivocarse hasta tal punto esa revista? ¿Tal vez?

Después de todo, una Europa que ahora está en una profunda crisis financiera estará “en decadencia” mientras siga inextricablemente entrelazada con "Occidente" y se siga ajustando a éste, es decir, Washington, incluso mientras presencia el ascenso económico simultáneo de lo que a veces se llama burlonamente “el Sur”.

Hay que pensar en el actual momento capitalista global no como un “choque”, sino como un “cobro de civilizaciones”.

Si Washington está ahora conmocionado y va con el piloto automático es en parte porque, históricamente hablando, su momento como “única superpotencia” del globo o incluso “híper-potencia” apenas duró los tristemente célebres 15 minutos de fama de Andy Warhol, desde la caída del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética al 11-S y la doctrina de George W Bush. El nuevo siglo estadounidense fue rápidamente estrangulado en tres etapas llenas de arrogancia 11-S (reacción); la invasión de Iraq (guerra preventiva); y la catástrofe de 2008 en Wall Street (capitalismo de casino).

Mientras tanto, se puede argumentar que Europa todavía tiene sus oportunidades no occidentales, que, en los hechos, la periferia sueña cada vez más con subtítulos europeos, no estadounidenses. La Primavera Árabe, por ejemplo, fijó su atención en las democracias parlamentarias al estilo europeo, no en un sistema presidencial estadounidense. Además, por ansiosa que esté desde el punto de vista financiero, Europa sigue siendo el mayor mercado del mundo. En una serie de campos tecnológicos, rivaliza ahora o sobrepasa a EE.UU., mientras las regresivas monarquías del Golfo Pérsico se dan el lujo de comprar euros (y bienes raíces de primera en París y Londres) para diversificar sus portafolios.

Sin embargo, con “líderes” como el neo-napoleónico presidente Nicolas Sarkozy, el primer ministro David (de Arabia) Cameron, el primer ministro Silvio (“bunga bunga”) Berlusconi, y la canciller Angela (“Querida Prudencia”) Merkel, que en gran parte carecen de imaginación o de sobresaliente competencia, Europa ciertamente no necesita enemigos.

Decadencia o no, podría encontrar un nuevo período de vida marginando su atlantismo y apostando audazmente por un destino euro-asiático. Podría abrir sus sociedades, economías y culturas a China, India y Rusia, mientras empuja a Europa del sur a que se conecte de modo más profundo con una Turquía en ascenso, el resto de Medio Oriente, Latinoamérica y África (y tampoco por medio de más bombardeos “humanitarios” de la OTAN.

De otra manera, los hechos sobre el terreno indican algo que va mucho más allá de la decadencia de Occidente: es la decadencia de un sistema en Occidente que, en estos últimos años, está siendo despojado de su cruel esencia. El historiador Eric Hobsbawn capturó el estado de ánimo del momento cuando escribió en su libro Cómo cambiar el mundo que “el mundo transformado por el capitalismo” que Karl Marx describió en 1848 “en pasajes de oscura, lacónica elocuencia es de manera reconocible el mundo de principios del Siglo XXI”.

En un paisaje en el que la política se está reduciendo a un espejo (roto) que refleja las finanzas, y en el cual producir y ahorrar han sido suplantados por el consumo, salta a la vista algo sistémico. Como en la famosa línea del poeta William Butler Yeats: “El centro no se sostiene”, y tampoco lo hará.

Si Occidente deja de ser el centro, ¿qué fue exactamente lo que anduvo mal?

¿Estás conmigo o contra mí?

Vale la pena recordar que el capitalismo fue “civilizado” gracias a la incesante presión de valientes movimientos de la clase trabajadora y a la permanente amenaza de huelgas e incluso de revoluciones. La existencia del bloque soviético, un modelo alternativo de desarrollo económico (aunque deformado), también ayudó.

Para contrarrestar a la URSS, Washington y los grupos gobernantes de Europa tuvieron que comprar el apoyo de sus masas defendiendo lo que nadie se sonrojó al llamarlo “el modo de vida occidental”. Se forjó un complejo contrato social, que involucró concesiones del capital.

Ya no. No en Washington obviamente. Y cada vez más, tampoco en Europa. Ese sistema comenzó a deshacerse en cuanto –¡y hablen de triunfo ideológico total!– el neoliberalismo se convirtió en la única opción. De ahí partió una sola súper-autopista y barrió directamente a los sectores más frágiles de la clase media hacia un nuevo proletariado postindustrial, o simplemente a la condición de "inempleables".

Si el neoliberalismo es el vencedor por el momento, es porque no existe ningún modelo realista, alternativo de desarrollo, y a pesar de ello lo que ha logrado está cada vez más cuestionado. Mientras tanto, excepto en Medio Oriente, los progresistas en todo el mundo están paralizados, como si esperaran que el viejo orden se disuelva por sí solo. Por desgracia, la historia nos enseña que, en encrucijadas semejantes del pasado, es probable que se encuentren las uvas de la ira, la derecha al estilo populista, o cualquier otra cosa, o peor todavía, el fascismo total.

“Occidente contra el resto” es una fórmula simplista que ni comienza a describir un mundo semejante. Hay que imaginar, en su lugar, un planeta en el cual “el resto” trata de ir más allá de Occidente de diversas maneras, pero que también ha absorbido ese Occidente de maneras más profundas de lo descriptible. Esa es la ironía, entonces: sí, Occidente “decaerá”, incluido Washington, y a pesar de ello dejará por doquier detrás de sí algo de su legado.

Perdonad, vuestro modelo apesta

Supón que eres un país en desarrollo, que hace compras en el supermercado del desarrollo. Miras hacia China y piensas que ves algo nuevo –un modelo de consenso que causa admiración por doquier– ¿o será así? Después de todo, es posible que la versión china de un auge económico sin libertad política no resulte ser un gran modelo a seguir para otros países.

De muchas maneras, podría ser más una especie de artefacto letal inaplicable, una bomba de racimo hecha de fragmentos del concepto occidental de modernidad casado con una fórmula de base leninista donde un solo partido controla lo personal, la propaganda, y –crucialmente- el Ejército Popular de Liberación.

Al mismo tiempo, es un sistema que evidentemente trata de demostrar que, incluso aunque Occidente unificó el mundo –del neocolonialismo a la globalización– eso no debe implicar que vaya a dirigir para siempre en términos materiales o intelectuales.

Por su parte, Europa pregona un modelo de integración supranacional como medio de solucionar problemas y conflictos de Medio Oriente a África. Pero cualquier consumidor puede ver ahora la evidencia de una Unión Europea al borde de la ruptura en medio de interminables riñas inter-europeas que incluyen revueltas nacionales contra el euro, descontento por el papel de la OTAN como Robocop global, y un estilo de continua arrogancia cultural europea que la incapacita para reconocer, por ejemplo, por qué el modelo chino tiene tanto éxito en África.

O digamos que nuestro consumidor mira hacia EE.UU., ya que ese país todavía es, después de todo, la economía número uno del mundo, su dólar es todavía la moneda de reserva del mundo, y sus fuerzas armadas siguen siendo número uno en poder destructivo y que todavía tiene efectivos militares repartidos por gran parte del globo.

Eso ciertamente parecería impresionante, si no fuera por el hecho de que Washington está visiblemente en decadencia, oscilando a diestro y siniestro entre un populismo poco convincente y una ortodoxia rancia, promocionando el capitalismo de casino en un callejón durante su tiempo libre. Es una gigantesca potencia envuelta en una parálisis política y económica a la vista de todo el mundo, y de modo no menos visible incapaz de encontrar una estrategia de salida.

Realmente, ¿le comprarías un modelo a alguno de ellos? De hecho, ¿hacia dónde vamos a mirar estos días en busca de modelos en un mundo en creciente confusión?

Uno de los motivos cruciales de la Primavera Árabe fueron los precios fuera de control de los alimentos, impulsados en gran parte por la especulación. Protestas y disturbios en Grecia, Italia, España, Grecia, Francia, Alemania, Austria y Turquía fueron consecuencias directas de la recesión global. En España, casi la mitad de los jóvenes de entre 16 y 29 años –una “generación perdida” superformada– está ahora sin trabajo, un récord europeo.

Podrá ser lo peor en Europa, pero en Gran Bretaña un 20% de los jóvenes entre 16 y 24 años carecen de empleo, aproximadamente el promedio del resto de la Unión Europea. En Londres, casi un 25% de las personas en edad de trabajar están desocupadas. En Francia, un 13,5% de la población es ahora oficialmente pobre, es decir, vive con menos de 1.300 dólares al mes.

Desde el punto de vista de muchos en Europa occidental, el Estado ya ha roto el contrato social. Los indignados de Madrid percibieron perfectamente el espíritu del momento: “No estamos contra el sistema, el sistema está contra nosotros”.

Esto aclara la esencia del abyecto fracaso del capitalismo neoliberal, como explicó David Harley en su último libro: The Enigma of Capital. Deja claro cómo una economía política de “desposeimiento masivo, de prácticas depredadoras hasta el punto del robo a plena luz del día, particularmente a los pobres y los vulnerables, a los poco sofisticados y a los que carecen de protección legal, se ha convertido en la orden del día”.

¿Salvará Asia al capitalismo global?


Mientras tanto, Pekín está demasiado ocupado volviendo a mezclar su destino como Reino del Medio global –desplegando ingenieros, arquitectos, y trabajadores de la infraestructura, del tipo que no bombardea, de Canadá a Brasil, de Cuba a Angola– como para ser distraído por afanes atlanticistas en MENA (es decir la región que incluye a Medio Oriente y el Norte de África).

Si Occidente tiene problemas, el capitalismo global ha recibido un respiro –cuán breve no lo sabemos– por la emergencia de una clase media asiática, no solo en China e India, sino también en Indonesia (240 millones de personas en un modo de auge) y Vietnam (85 millones). Nunca termino de maravillarme al comparar los milagros instantáneos y la burbuja inmobiliaria actual en Asia con mis primeras experiencias al vivir allí en 1994, cuando esos países todavía estaban en los años del “Tigre Asiático”, anteriores a la crisis financiera de 1997.

Solo en China, 300 millones de personas –“solo” un 23% de la población total– vive actualmente en áreas urbanas medianas o grandes y gozan de lo que siempre se llama “rentas disponibles”. Ellos, en los hechos, constituyen de por sí una nación, una economía que ya es dos tercios de la de Alemania.

El McKinsey Global Institute señala que la clase media china comprende ahora un 29% de los 190 millones de grupos familiares del Reino del Medio, y llegarán a un asombroso 75% de 372 millones de grupos familiares en 2025 (si, claro está, el experimento capitalista de China no ha caído a algún precipicio para entonces y su potencial burbuja inmobiliaria/financiera no se ha reventado y ahogado a la sociedad).

En India, con su población de 1.200 millones, ya hay, según McKinsey, 15 millones de grupos familiares con un ingreso anual de hasta 10.000 dólares; en cinco años, se proyecta que 40 millones de grupos familiares, o sea 200 millones de personas, estarán en ese grupo de ingresos. Y en India en 2011, como en China en 2001, el único camino va hacia arriba (de nuevo mientras ese respiro dure).

Los estadounidenses tal vez lo consideren irreal (o comiencen a hacer sus maletas de expatriados), pero una renta anual de menos de 10.000 dólares significa una vida confortable en China o Indonesia, mientras que en EE.UU., con un ingreso familiar mediano de unos 50.000 dólares, uno es prácticamente pobre.

Nomura Securities predice que en solo tres años, las ventas minoristas en China sobrepasarán las de EE.UU. y que, de esa manera, la clase media asiática ciertamente puede “salvar” por un tiempo al capitalismo global, pero a un precio tan elevado que la Madre Naturaleza está urdiendo una venganza catastrófica seria a través de lo que solía ser llamado cambio climático y que ahora es conocido de un modo más vívido como “tiempo extraño”.

De vuelta a EE.UU.


Mientras tanto, en EE.UU., el presidente Barack Obama, premio Nobel de la Paz, sigue insistiendo excepcionalmente en que vivimos en un planeta estadounidense. Si esa línea sigue resonando en el interior, sin embargo, es aún más difícil de ‘vender’ en un mundo en el cual el primer caza jet stealth (oculto) chino realiza un vuelo de prueba mientras el secretario de Defensa de EE.UU. visita China.

O cuando la agencia noticiosa Xinhua, haciéndose eco de su amo Pekín, se enfurece contra los políticos “irresponsables” de Washington que fueron las estrellas del reciente circo del techo de la deuda, y apunta a la fragilidad de un sistema “salvado” de la libre caída por la promesa de la Reserva Federal de hacer llover dinero gratuito sobre los bancos durante por lo menos dos años.

Tampoco muestra Washington algo que se parezca a ingenio en su enfrentamiento con la dirigencia de su mayor acreedor, que tiene 3,2 billones (millones de millones) de dólares de reservas en moneda estadounidense, un 40% del total global, y siempre se intriga ante la continua exportación letal de “democracia para tontos” de las costas estadounidenses a las zonas de guerra Af-Pak, Iraq, Libia y otros puntos álgidos en el Gran Medio Oriente. Pekín sabe perfectamente que cualquier otra turbulencia en el capitalismo global generada por EE.UU. podría reducir drásticamente sus exportaciones, llevar al colapso de su burbuja inmobiliaria y lanzar a las clases trabajadoras chinas a un modo revolucionario bastante duro.

Esto significa –a pesar de recientes voces de la variedad Rick Perry/Michele Bachmann en EE.UU.– que no hay ninguna “maligna” conspiración china contra Washington u Occidente. De hecho, tras al salto de China más allá de Alemania como principal exportador del mundo y su denominación como fábrica del mundo, yace un cantidad significativa de producción que está controlada en realidad por compañías estadounidenses, europeas y japonesas.

De nuevo, decadencia de Occidente, sí, pero Occidente ya está tan profundamente involucrado en China que no va a desaparecer tan pronto. Quienquiera suba o baje, queda, desde ahora, solo un sistema de desarrollo de fuente única en el mundo, que se deshilacha en el Atlántico, y vive un auge en el Pacífico.

Si alguna esperanza de Washington sobre “cambios” en China constituye un espejismo, cuando tiene que ver con el monopolio global del capitalismo, ¿quién sabe cuál será finalmente la realidad?

Vuelta al páramo


Los "cocos" proverbiales de nuestro mundo –Osama bin Laden, Sadam Hussein, Muamar Gadafi, Mahmud Ahmadineyad (¡qué raro, todos musulmanes!)– tienen el propósito evidente de actuar como otros tantos mini agujeros negros que absorben todos nuestros temores. Pero no salvarán a Occidente de su decadencia, o a la única superpotencia del castigo merecido.

Paul Kennedy, de Yale, ese historiador de la decadencia, indudablemente nos recordaría que la historia barrerá con la hegemonía estadounidense con la misma seguridad que el otoño reemplaza al verano (con la seguridad con la que se barrió con el colonialismo europeo, a pesar de las guerras “humanitarias” de la OTAN).

Ya en 2002, en los preparativos para la invasión de Iraq, el experto en el sistema mundial Immanuel Wallerstein colocó el debate de esta manera en su libro La decadencia del poder estadounidense: La cuestión no es si EE.UU. está en decadencia, sino si encontrará un camino para caer airosamente, sin demasiado daño para sí mismo o el mundo. La respuesta desde entonces ha sido bastante clara: no.

¿Quién puede dudar de que, 10 años después de los ataques del 11-S, la gran historia global de 2011 haya sido la Primavera Árabe, que en sí es ciertamente una trama secundaria de la decadencia de Occidente? Mientras Occidente se revolcaba en un lodazal de miedo, islamofobia, crisis financiera y económica, e incluso, en Gran Bretaña, en disturbios y saqueos, desde el Norte de África a Medio Oriente, la gente arriesgó sus vidas para intentar la democracia occidental.

El sueño ha sido desbaratado, por lo menos en parte, gracias a que la medieval Casa de Saud y sus acólitos del Golfo Pérsico intervinieron groseramente, entrometiéndose con una implacable estrategia de contrarrevolución, mientras la OTAN ayudaba al cambiar la narrativa a una campaña de bombardeo “humanitario” con el fin de reafirmar la grandeza occidental.

Como dijo brutalmente el secretario general de la OTAN Anders Fogh Rasmussen: “Si no se es capaz de desplegar tropas más allá de las fronteras propias no se puede ejercer influencia en el campo internacional, y entonces esa brecha será colmada por potencias emergentes que no comparten necesariamente los mismos valores y pensamientos”.

Por lo tanto, resumamos la situación mientras 2011 se orienta hacia el invierno. En lo que respecta a MENA, el propósito de la OTAN es mantener a EE.UU. y a Europa dentro del juego, a los miembros del BRICS afuera, y a los “nativos” en sus sitios. Mientras tanto, en el mundo Atlántico, las clases medias apenas subsisten en silenciosa desesperación, incluso mientras, en el Pacífico, China está en auge, y globalmente todo el mundo retiene el aliento a la espera de que el próximo zapato económico caiga en Occidente (y luego el siguiente).

Es una lástima que no haya un TS Eliot para que describa este destartalado páramo medieval que se apodera del eje atlantista. Cuando el capitalismo entre a la unidad de cuidados intensivos, los que paguen la cuenta del hospital serán siempre los más vulnerables, y la cuenta se paga invariablemente con sangre.

Fuente: Asia Times On Line

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares

ESPERANDO ESPERANZA

por David Brooks

Todos desean que sea la plaza Tahrir de Estados Unidos, que sea la Puerta del Sol, o Atenas, o Santiago, y todos -autoridades, medios masivos, izquierdistas- suponen que algo podría o debería estallar en este país ante las crisis, la avaricia empresarial, la severa desigualdad y el desempleo. Tal vez por esto ocurrió algo curioso en el camino para ocupar Wall Street esta última semana.

A través de las redes sociales de Internet, activistas independientes convocaron a 20 mil personas a ocupar Wall Street el 17 de septiembre y denunciar la desigualdad económica, la avaricia empresarial y la corrupción política provocadas por los dueños del dinero y proclamaron su objetivo de crear una plaza Tahrir en el centro financiero de Nueva York. Afirmaron que estaban inspirados tanto por los movimientos árabes como por los indignados de España y el movimiento estudiantil en Chile, entre otros.

El 17 de septiembre se presentaron entre 400 y 500.


Durante la última semana no han logrado su objetivo de ocupar Wall Street, aunque algunos medios progresistas reportaron, y repiten, que llegaron miles y que tenían cercado Wall Street.

Tenían cierta razón, pero al revés. Quien ocupó Wall Street el 17 de septiembre fue la policía. Selló toda la zona alrededor de la Bolsa de Valores de Nueva York y hasta a los turistas les fue negado el acceso durante todo el día (aunque a los manifestantes les permitieron entrar un ratito para expresarse).

Esa imagen de Wall Street vacío y custodiado por policías, junto a la escena de la famosa estatua del toro en Broadway (símbolo de un Wall Street viril), acorralado por vallas de metal y agentes de policía, fue casi teatral: el Estado protegiendo al capital.

Al final de ese primer día, los manifestantes, en su gran mayoría jóvenes blancos y con estudios universitarios, decidieron permanecer en una pequeña plaza a tres cuadras de Wall Street, que fue bautizada Plaza Libertad, y unos 200 activistas han estado ahí toda la semana. El sábado más de 80 fueron arrestados cuando marchaban por la zona de Union Square, algo que la policía llevó a cabo con fuerza excesiva (lo cual, como siempre, elevó el perfil de las protestas al sernota en los medios, cuando hubieran pasado casi inadvertidas).

Dicen que no se moverán hasta que… bueno, eso lo siguen discutiendo en sus asambleas generales diarias, en las cuales afirman que practican la democracia en las calles ante un sistema político corrompido que excluye los intereses de 99 por ciento de este pueblo.

Esta gente de Wall Street juega con nuestro futuro, comentó un participante. Otros dan decenas de variaciones sobre el mismo tema, de cómo Wall Street ha secuestrado la democracia y dejado en su lugar desempleo, deudas y desastre para las grandes mayorías.

Muchos tienen lo que se considera una buena educación, pero enfrentan un futuro cada vez más oscuro y por ahora, sin empleo. Nuevas cifras de la oficina del censo revelan que los adultos jóvenes ahora padecen del nivel de empleo más bajo desde la Segunda Guerra Mundial (sólo 55.3 tiene empleo); algunos analistas ya hablan de ésta como la generación perdida. Muchos expresan desilusión con el sistema político. Uno comentó: yo trabajé por la elección de Obama durante meses, pero no lo haría de nuevo. Muy parecidos a sus contrapartes en la Puerta de Sol o El Cairo en ese sentido.

No hay contingentes que representen organizaciones. Hay poco contacto con otros sectores sociales, como sindicatos, organizaciones civiles, inmigrantes o de estudiantes. Muchos se sorprendieron de que no hubiera más gente, ya que en Internet y las redes sociales miles habían expresado apoyo y se habían comprometido a participar. Nadie explica cómo toda esa participación cibernética de los últimos meses (el primer llamado, por la revista canadiense Adbusters, fue emitido en junio, y el mes pasado se sumó Anonymous, la comunidad de hacktivistas) no se tradujo en una presencia física más amplia en las calles. Pero tal vez lo más notable de todo no es la dimensión ni las acciones de estas protestas, sino la reacción que provocan.

Esta concentración tan pequeña ha logrado obtener sorprendente espacio en los medios, casi todo positivo, y figuras como Michael Moore, la comediante Roseanne Barr y el satirista Stephen Colbert la han visitado y/o apoyado.

Por otro lado, un gran éxito de este esfuerzo de protesta fue mostrar qué tan amplio es el temor de las autoridades ante la posibilidad de un estallido de ira popular contra el capital financiero. De hecho, el alcalde Michael Bloomberg, el hombre más rico de esta ciudad, al preguntarle su opinión sobre las protestas en un programa de radio, la semana pasada, comentó que hay muchos jóvenes egresados de la universidad que no pueden encontrar empleo. Eso es lo que ocurrió en El Cairo. Eso ocurrió en Madrid. Uno no desea tener ese tipo de alborotos aquí.

Tanto medios masivos como progresistas enviaron reporteros y cubrieron el acto con inusitada generosidad (en el pasado ha habido marchas de decenas de miles que casi nunca reportan los principales medios del país). Fue como si los medios también desearan, junto con los activistas, que algo grande sucediera, que aquí estallara una versión de la plaza Tahrir.

“Los ricos inteligentes saben que sólo pueden construir las rejas hasta cierta altura… la historia comprueba que la gente, cuando se harta, ya no acepta las cosas…”, comentó Michael Moore sobre esta protesta en una entrevista reciente con un programa de televisión. Llamó a que comunidades de todo Estados Unidos hagan sus propias versiones de ocupar Wall Street. Afirmó que “hay mucha rebelión burbujeando bajo la superficie de este país… y va a crecer. Esta gente (Wall Street) nos está robando nuestro futuro”.

Pero persiste la gran pregunta: cómo es posible que aún no haya ocurrido aquí algo parecido a lo que se percibe en países árabes, en Madrid y Barcelona, en Santiago de Chile, y más en medio de la peor crisis desde la gran depresión y con una cúpula política reprobada por la gran mayoría de los ciudadanos.

Por ahora no se ha logrado la ocupación de Wall Street. Algunos dicen que esta acción es un primer llamado a lo que podría convertirse en algo más grande.

Muchos están a la espera, tanto los poderosos como los que podrían hacerlos temblar.

Fuente: La Jornada

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares

LOS HOMBRES DE NEGRO

por Juan Gelman

Actúan en 70 naciones del mundo –por ahora– y no precisamente en la TV. Son comandos de las fuerzas de operaciones especiales de los EE.UU. que así visten y en este minuto mismo están haciendo algo de lo suyo en alguna parte: ejecuciones extrajudiciales, secuestros, espionaje, construcción de bases y prisiones secretas, financiación y entrega de armas y entrenamiento en prácticas idénticas a nacionales de numerosos países del planeta. Entre otras cosas, enseñan cómo matar a civiles paquistaníes o somalíes con aviones no tripulados (www.nationinstitute.org, 12.7.11). El manto de clandestinidad que los envuelve empezó a rasgarse con el operativo que terminó con Osama bin Laden.

El Comando de Operaciones Especiales de EE.UU. (Socom, por sus siglas en inglés) se estableció en 1987, su misión consiste en combatir al terrorismo en todo el mundo y es una fuerza combinada de marines, comandos de la fuerza aérea, boinas verdes, rangers, asesores y militares de otras ramas. No ha cesado de crecer desde su creación: de 37.000 efectivos a comienzos de los ‘90 pasó a unos 60.000, su presupuesto se ha cuadruplicado y asciende hoy a 9800 millones de dólares y, sobre todo, se ha convertido en una suerte de Pentágono dentro del Pentágono. Goza de independencia para adquirir armas y puede organizar sus propios equipos de tareas, prerrogativas en general reservadas a instancias de mayor jerarquía, como el Departamento de Marina y el Departamento de Ejército.

El almirante Eric T. Olson, ex jefe del Comando, lo dijo con todas las letras: “El Socom es un microcosmos del Departamento de Defensa, lo integran componentes de tierra, mar y aire, y tiene una presencia global y facultades y responsabilidades semejantes a las de los departamentos, servicios y organismos militares” . La criatura preferida de ese hijo preferido del Pentágono es el Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC, por sus siglas en inglés): su misión fundamental es perseguir y asesinar a sospechados de terrorismo. Informa y responde directamente a Obama, como la SIDE a Videla, y en su lista de candidatos a difunto figuran ciudadanos estadounidenses  Para John Nagel, ex asesor de contrainsurgencia del próximo director de la CIA, el general David Petraeus, el JSOC es “una máquina contraterrorista de matar casi a escala industrial” .

Centenares de yemenitas que protestaban para liberarse de la tiranía de Abdullah Saleh fueron asesinados gracias a la ayuda militar, el entrenamiento del ejército del país, las armas y los ataques con aviones no tripulados de EE.UU. y resulta difícil sospecharlos de terrorismo. Más bien son víctimas del terrorismo de Estado que Washington fomenta en la región según sus intereses. No es curioso que “el arco de inestabilidad”, como lo bautizara W. Bush, que según él abarcaría a 97 países del Medio Oriente, Asia, África y aun del sur de América Latina, coincida en gran medida con territorios de grandes reservas petrolíferas. La extendida presencia de los hombres de negro es otra expresión de la voluntad del gobierno estadounidense de imponer su dominio en todo el mundo.

El Socom tenía presencia en 60 países al concluir la era W. Bush y Obama aumentó su despliegue a 75. El 85 por ciento de sus efectivos opera en veinte países del Gran Medio Oriente, desde Afganistán, Yemen y Egipto, hasta Siria, Jordania y Turkmenistán . El resto, desde el sudeste asiático hasta el Cono Sur pasando por Centroamérica. Pero esto no ha de quedar así: el coronel Tim Nye, vocero del Socom, anunció que los hombres de negro estarán a fines de este año operando en 120 países, el 60 por ciento de las naciones de la Tierra. En fin, no es el mundo entero todavía.

El periodista Ron Suskind recuerda en su libro The One Percent Doctrine (Simon & Schuster, Nueva York, 2006) el plan destinado a llevar a cabo “operaciones detalladas contra terroristas en 80 países” que preparó la CIA en el 2001. Casi al mismo tiempo, el entonces jefe del Pentágono Donald Rumsfeld declaró que EE.UU. estaba embarcado en “un amplio esfuerzo conjunto que probablemente englobe a 60 países”. Obama, por lo visto, le duplica la apuesta.

El mandatario estadounidense ha aumentado además el número de bases militares, secretas y no, en la región del “arco de inestabilidad”, que llega hasta las fronteras con China. Se ha convertido en un eficaz vendedor de armas a esos países y “documentos del Pentágono y de otras fuentes públicas indican que los organismos militares y de inteligencia de EE.UU. operan en todas las naciones del arco, sin excepción”. En este campo, Obama no sólo ha vencido a W. Bush: también se ha derrotado a sí mismo, al Obama que se opuso a la guerra de Irak aú antes de que comenzara.

Fuente: Pagina 12, Buenos Aires

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares

LAS ONG EQUIVOCADAS RESPECTO A MORALES Y LA AMAZONÍA

por Federico Fuentes

Declaraciones, artículos, cartas y peticiones han estado circulando en Internet durante el pasado mes pidiendo un fin a la “destrucción de la Amazonía”.

El objetivo de esas iniciativas no han sido las corporaciones transnacionales ni los poderosos gobiernos que las respaldan, sino el gobierno del primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales.

Al centro del debate está la controvertida propuesta del gobierno boliviano de construir una carretera a través del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).

El TIPNIS, que cubre más de 1 millón de hectáreas de bosques, obtuvo el estatuto de territorio indígena del gobierno de Evo Morales en 2009. Cerca de 12.000 personas de tres grupos indígenas diferentes viven en 64 comunidades dentro del TIPNIS.

El 15 de agosto, representantes de la Subcentral del TIPNIC que une a esas comunidades, así como a otros grupos indígenas, iniciaron una marcha a la capital, La Paz, para protestar contra el plan de la carretera.

Se han iniciado peticiones inerncionales declarando su apoyo para esta marcha y condenando al gobierno de Morales por debilitar los derechos indígenas.

La gente del TIPNIS tiene preocupaciones legítimas sobre el impacto de la carretera. Tampoco cabe duda de que el gobierno haya cometido errores en su manejo del tema.

Por desgracia, peticiones como la iniciada por el grupo de lobby internacional Avaaz y una carta del 21 de septiembre a Morales, firmada por más de 60 grupos ecologistas, en su mayoría de afuera de Bolivia, distorsionan los hechos y dan una dirección errónea a su ataque.

Podrían, sin quererlo, ayudar a los oponentes a la lucha global por la justicia climática.


Avaaz advierte que la carretera permitiría “que empresas extranjeras se repartan la Amazonía: …disparará aún más la fiebre depredadora sobre una de las selvas más importantes del mundo”. Pero no menciona que la destrucción ya tiene lugar en el área, en algunos casos con la complicidad de comunidades indígenas locales.

Por otra parte, el gobierno de Morales ha prometido introducir una nueva ley, en consulta con comunidades dentro del TIPNIS, para agregar nuevas protecciones para el parque nacional.

La ley propuesta fijaría penas de cárcel de entre 10 y 20 años por asentamientos ilegales, el cultivo de coca o tala de árboles en el parque nacional.

Avaaz también afirma que “inmensos intereses económicos” motivan el apoyo de Morales a la carretera. Pero Avaaz omite los beneficios que una carretera semejante (pase finalmente o no por el TIPNIS) producirá para Bolivia y sus pueblos.

Por ejemplo, esa carretera de 306 kilómetros que vincula los departamentos de Beni y Cochabamba (y solo una parte pasa por el TIPNIS) expandiría el acceso a la atención sanitaria y a otros servicios básicos para comunidades locales aisladas que ahora viajan días enteros para recibir atención médica.

La carretera también permitiría a productores agrícolas locales un mayor acceso a los mercados para vender sus productos. Actualmente, tienen que pasar por Santa Cruz hacia el este antes de poder transportarlos hacia el oeste.

En vista del estatus de Beni como el mayor departamento (estado) productor de carne, eso rompería el control que tienen los mataderos basados en Santa Cruz sobre la imposición de precios de la carne.

La carretera también permitiría que el Estado ejerciera su soberanía sobre áreas remotas, incluidas algunas donde tienen lugar talas ilegales.

Son hechos como estos los que han convencido a más de 350 organizaciones bolivianas, incluidas muchas de las organizaciones sociales que han dirigido las inspiradoras luchas del país contra el neoliberalismo, a apoyar la carretera propuesta.

Numerosas organizaciones y comunidades indígenas (incluso dentro del TIPNIS) apoyan la carretera. Es por lo tanto falso describir lo que ocurre como una disputa entre el gobierno y la gente indígena.

Tampoco es un simple conflicto entre partidarios del desarrollo y defensores del medioambiente.

Todas las partes en la disputa quieren mayor desarrollo y una mejora del acceso a los servicios básicos. Lo que está en juego es cómo el segundo país más pobre en América, ante una intensa presión de gobiernos más poderosos y fuerzas corporativas, puede enfrentar las necesidades de su pueblo mientras protege el medio ambiente.

Considerando este hecho, seguramente tiene más sentido que los que deseen defender el proceso de cambio de Bolivia apoyen pasos hacia el diálogo, en lugar de profundizar las divisiones.

Se puede ejercer una crítica legítima del manejo por parte del gobierno del proceso de consulta. Pero la petición de Avaaz y la carta de grupos ecologistas simplemente ignoran los repetidos intentos del gobierno de iniciar discusiones con los manifestantes.

La mitad de los miembros del gabinete ministerial de Morales, junto con muchos viceministros y jefes de instituciones estatales, han viajado a la ruta de la marcha para hablar con los manifestantes.

Los peticionarios no mencionan el compromiso público del gobierno de Morales de realizar un proceso de consulta dentro del marco de la constitución boliviana, aprobada por el pueblo en 2009. Tampoco mencionan su oferta de que el proceso de consulta sea supervisado por observadores internacionales seleccionados por los propios manifestantes.

El gobierno también se ha mostrado abierto a discutir la factibilidad económica y medioambiental de cualquier ruta alternativa que pueda soslayar el TIPNIS. Hasta ahora no se ha presentado una alternativa semejante.

Como resultado de estas iniciativas, una serie de comunidades del TIPNIS que se habían sumado a la marcha, así como representantes de la Asamblea del Pueblo Guaraní, han decidido volver a casa. Mantendrán las discusiones con el gobierno.

Lamentablemente, los oponentes cruciales del proceso de consulta propuesta están entre los dirigentes de la marcha, que incluye a organizaciones basadas fuera del TIPNIS.

Esas organizaciones fueron también los principales proponentes de otras 15 demandas presentadas al gobierno el día del inicio de la marcha.

Muchas de esas demandas son legítimas, pero es alarmante que algunas de las demandas más peligrosamente retrógradas hayan sido ignoradas o descartadas por grupos medioambientales internacionales.

Por ejemplo, la carta a Morales presenta preocupaciones respecto a la declaración del presidente boliviano de que “la perforación petrolera en el Parque Nacional Aguaragüe ‘no será negociada’”

Esos yacimientos representan un 90% de las exportaciones de gas de Bolivia y constituyen una fuente vital de fondos que el gobierno de Morales ha estado utilizando para encarar la pobreza y desarrollar la economía de Bolivia.

El hecho de que el grueso de los ingresos del gas esté controlado por el Estado boliviano en lugar de por corporaciones transnacionales es el resultado de años de luchas de las masas bolivianas, que creen legítimamente que este recurso debe ser utilizado para desarrollar su país.

Las preocupaciones de las comunidades locales deben ser, y han sido, tomadas en consideración. Pero el hecho de que Bolivia cerrara esta fuente de ingresos tendría consecuencias dramáticas para el pueblo de una de las naciones más pobres de América.

Sería, sin exagerar, un suicidio económico.


Inicialmente, los manifestantes también demandaban la interrupción de la extracción de gas en Aguaragüe. Han dado un paso atrás en esto y ahora se concentran en la cuestión del bloqueo de pozos petrolíferos en desuso debido a la contaminación que podría causar a suministros locales de agua.

De la misma manera, ninguna de las declaraciones en Internet menciona el apoyo de los manifestantes al Programa de Reducción de Emisiones de Carbono causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD, por sus siglas en inglés).

REDD es un programa burdamente antiecológico de las Naciones Unidas que apunta a privatizar bosques convirtiéndolos en “bonos de carbono” que permiten que los países ricos desarrollados sigan contaminando.

Algunos de los mayores proponentes de esta medida se encuentran entre las ONG que promueven la marcha. Muchas de ellas han recibido financiamiento directo del gobierno de EE.UU., cuyo embajador en Bolivia fue expulsado en septiembre de 2008 por apoyar un intento de golpe derechista contra el gobierno elegido de Morales.

En lugar de defender la soberanía de Bolivia contra la interferencia de EE.UU., la carta denuncia al gobierno boliviano por sacar a la luz las conexiones entre los manifestantes e “intereses oscuros”.

Esos “intereses oscuros” incluyen a la Liga por la Defensa del Medio Ambiente (LIDEMA), que se estableció con fondos del gobierno de EE.UU. Sus patrocinadores incluyen a la agencia de ayuda del gobierno de EE.UU., USAID, y a la Fundación Konrad Adenauer que frecuentemente financia acciones contra gobiernos como Cuba a los que se oponen EE.UU. y gobiernos europeos.

Cables diplomáticos secretos de EE.UU., publicados recientemente por WikiLeaks y archivos desclasificados del gobierno de EE.UU. han mostrado concluyentemente que USAID apunta directamente a comunidades indígenas en un intento de apartarlas del apoyo a Morales y para que apoyen intereses estadounidenses.

Detrás de esos intereses muy reales yace una campaña de naciones ricas y grupos ecologistas conservadores de promover políticas que representan una nueva forma de “imperialismo verde”.

Después de siglos saqueando los recursos de otros países, aniquilando poblaciones indígenas y creando una espantosa crisis ecológica, los gobiernos de las naciones ricas utilizan ahora las preocupaciones medioambientales para promover políticas que niegan a naciones subdesarrolladas el derecho a controlar y administrar sus propios recursos.

Si se salen con la suya, esos grupos reducirán a los pueblos indígenas a simples “guardabosques”, pagados por países ricos para proteger áreas limitadas, mientras las corporaciones multinacionales destruyen el medioambiente en otros sitios.

La mayoría indígena de Bolivia ha elegido un camino muy diferente. Apunta a crear un nuevo Estado en el cual no los sigan marginando o tratando como grupos minoritarios que requieren protección especial.

Aliados a otros sectores oprimidos, quieren dirigir su país en función del beneficio colectivo de la mayoría.

Las masas bolivianas han arrebatado exitosamente el poder gubernamental a las elites tradicionales, han conquistado el control sobre el gas y otros recursos, y han adoptado una nueva constitución.

Se han cometido errores, y son probables en el futuro. Pero son los errores de un pueblo de un país pequeño, sin salida al mar y subdesarrollado, que combate contra constantes ataques imperialistas.

Clave para la lucha de los pueblos bolivianos es el frente mundial por la justicia climática, en el cual Bolivia juega un papel vital de liderazgo.

Un ejemplo fue la Cumbre de los Pueblos sobre el Cambio Climático, con la participación de 35.000 personas, organizada por el gobierno de Morales en Cochabamba en abril de 2010.

La declaración final identificó a los países desarrollados como “causa principal del cambio climático”. Insistió en que esos países deben “reconocer y asumir su deuda climática”, redirigiendo fondos de la guerra a la ayuda a naciones más pobres a desarrollar sus economías “para producir bienes y servicios necesarios para satisfacer las necesidades fundamentales de su población”.

Para lograr eso, el movimiento internacional por la justicia climática debe concentrar sus esfuerzos en forzar a las naciones ricas a aceptar sus responsabilidades.

El movimiento global debe rechazar explícitamente la intervención imperialista en todas sus formas, incluidas las políticas de “imperialismo verde” de las ONG financiadas por EE.UU.

Solo a través de una campaña semejante podemos apoyar los esfuerzos de países más pobres para planificar un camino de desarrollo que respete el medio ambiente.

Por desgracia, Avaaz y las organizaciones que han firmado la carta contra Morales dejan libres de responsabilidades a los verdaderos culpables.

Su campaña debe ser rechazada por todos los ecologistas y antiimperialistas que luchan por un mundo mejor.

Fuente: Rebelión

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares

AMÉRICA LATINA Y UNA PUNTUALIZACIÓN A PEPE ESCOBAR

por Angel Guerra Cabrera

Sendas cartas enviadas por el presidente venezolano Hugo Chávez a la Asamblea General (AG) de la ONU evidencian los vigorosos vientos de rebeldía contra el orden mundial que soplan en América Latina y el Caribe. La primera argumenta lúcidamente las razones por las que Palestina debe ser reconocida como Estado con plenitud de derechos por el organismo internacional.

La segunda denuncia el nuevo ciclo de guerras coloniales permanentes iniciado por Estados Unidos a partir del 11/s, la inutilidad de la ONU ante este y otros problemas como el hambre en el cuerno de África, la gravedad de la criminal intervención de la OTAN en Libia facilitada por el Consejo de Seguridad del organismo internacional, y hace un llamado a constituir una gran alianza por la paz mundial. Ambas misivas me recordaron la telúrica comparecencia de Fidel Castro en la ONU (1960). También fue muy valiente el discurso de Evo Morales en la AG, contundente riposta al cinismo de Obama. Pero más allá de las excepcionales cualidades de líderes como los mencionados, lo que interesa destacar ahora es su carácter de expresiones de grandes movimientos de trasformación social nacidos en América Latina y el Caribe.

Ellos y otros mandatarios latinoamericanos, algunos de los cuales pronunciaron en la AG discursos insólitos, por insumisos, hasta hace muy pocos años, llegaron a ser líderes -excepto Fidel, que surge de un vendaval social anterior- en la cresta de la ola popular que en fin de cuentas produjo el singular vuelco de nuestra región en los últimos doce años hacia la ruptura con el Consenso de Washington, sobre todo en Suramérica. Traducido en la recuperación del papel del Estado como rector de la economía, de la soberanía sobre los recursos naturales, la unidad e integración regional y el establecimiento de lazos solidarios entre pueblos. Obedecen a esas trasformaciones el surgimiento de mecanismos regionales al margen de Estados Unidos como la Alba, Unasur, Petrocaribe, y en diciembre próximo, en Caracas, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños(Celac), concreción de los sueños de Bolívar y Martí.

Por eso me ha llamado enormemente la atención que un analista de la solvencia y brillantez de Pepe Escobar pase por alto este importantísimo fenómeno, no obstante su especialización en los temas de Asia y Medio Oriente. En un espléndido cuadro, por lo demás, sobre la crisis capitalista y su impacto en las distintas regiones del planeta, Escobar omite el fenómeno latinoamericano cuando afirma: “excepto en Medio Oriente los progresistas en todo el mundo están paralizados como si esperaran que el viejo orden se disuelva por sí solo” (”Occidente y los demás en un mundo de talla única“, Rebelión, 29/9/11). Nada más lejos de mi ánimo que regatear el promisorio horizonte de esperanza abierto por las rebeliones árabes y norafricanas, que he saludado en varias entregas desde febrero de este año, sin contar numerosas anteriormente publicados sobre las luchas árabes, en particular la palestina y la saharahuí.

La cuestión es que excluir el dato de los movimientos populares y gobiernos independientes de América Latina como precursores -y protagonistas actuales- de la pelea contra las políticas neoliberales y las trasformaciones logradas hacia su independencia y unidad no contribuye a ofrecer una visión acertada del panorama actual de la crisis y las fuerzas capaces de generar alternativas para enfrentarla. Toda la evidencia demuestra que desde fines de los ochentas y principios de los noventas, América Latina se levantó contra las políticas neoliberales, justo por haber sido aplicadas aquí con la mayor ortodoxia y, también, debido al ejemplo de Cuba, que solita y bloqueada por el imperio, no las aceptó. Lo demuestran elcaracazo(1989), el levantamiento indígena de Chiapas(1994) y los potentes movimientos sociales que derrocaron gobernantes neoliberales en Argentina, Bolivia y Ecuador y colocaron líderes populares al frente de esos países. Más tarde la derrota del recolonizador Alca en Mar del Plata con una intervención fundamental de Néstor Kirchner, Hugo Chávez y Lula da Silva. Y hoy no hay más que mirar a Chile, alzado, con sus estudiantes al frente, contra el modelo opresor implantado por Pinochet.

No deseo polemizar con Pepe Escobar, a quien leo habitualmente y con quien coincido en muchas cuestiones fundamentales del mundo actual, incluyendo el peligro del fascismo, pero esta puntualización es indispensable.

 

(Tomado de La Jornada, México)

Fuente: La Jornada

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares


Estos textos pueden ser reproducidas libremente (siempre que sea con fines no comerciales) y se cite la fuente.
Las opiniones del Autor no tienen que coincidir necesariamente con las del Consejo Editorial del Boletín.

Si no desea continuar recibiendo este boletin visite esta dirección.


Cubarte, 2008.

Se certificó que el correo entrante no contiene virus.
Comprobada por AVG - www.avg.es
Versión: 9.0.914 / Base de datos de virus: 271.1.1/3935 - Fecha de la versión: 10/03/11 03:34:00