jueves, 20 de octubre de 2011

Deseo infinito como manejarlo Leonardo Boff teólogo brasileño asa1

 

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¿Cómo manejar el deseo infinito???

2011-10-07


El deseo no es un impulso cualquiera. Es un motor que pone en marcha toda la vida psíquica. Goza de la función de un principio, traducido por el filósofo Ernst Bloch como principio esperanza. Por su naturaleza no conoce límites, como ya observaron Aristóteles y Freud. La psique no desea solamente esto o aquello, desea la totalidad. No desea la plenitud del hombre, busca el superhombre, aquello que sobrepasa infinitamente lo humano, como afirmaba Nietzsche.?

El deseo vuelve dramática, y a veces trágica, la existencia. Pero también, cuando se realiza, produce una felicidad sin igual. Estamos siempre buscando el objeto adecuado a nuestro deseo infinito y no lo encontramos en el ámbito de la experiencia cotidiana. Aquí solamente encontramos finitos.? Cuando el ser humano identifica una realidad finita como el objeto infinito buscado se produce una profunda desilusión. Puede ser la persona amada, una profesión muy deseada, un sueño. Llega el momento, y generalmente no tarda mucho, en que se percibe una insatisfacción de base y se siente el deseo de algo mayor.

¿Cómo salir de este impase provocado por el deseo infinito? ¿Mariposear de un objeto a otro sin encontrar nunca reposo? Tenemos que ponernos a buscar seriamente el verdadero objeto de nuestro deseo. Entrando in medias res, voy respondiendo: es el Ser y no el ente, es el Todo y no la parte, es el Infinito y no lo finito. Tras mucho peregrinar, el ser humano es llevado a hacer la experiencia del cor inquietum (corazón inquieto) de san Agustín: Tarde te amé, oh Belleza tan antigua y tan nueva. Tarde te amé. Mi corazón inquieto no descansará mientras no repose en Ti. Sólo el Ser Infinito se adecúa al deseo infinito del ser humano y le permite descansar.

El deseo envuelve energías volcánicas poderosas. ¿Cómo manejarlas? Ante todo, se trata de acoger, sin moralizar, esta condición deseante. Las pasiones empujan al ser humano hacia todos los lados. Algunas lo impulsan a la generosidad, otras al egocentrismo. Integrar sin reprimir tales energías exige cuidado y no pocas renuncias.

La psique está llamada a construir una síntesis personal que es la búsqueda del equilibrio de todas las energías interiores. Ni hacerse víctima de la obsesión por una determinada pulsión, como por ejemplo, la sexualidad, ni reprimirla como si fuese posible debilitarle su vigor. Lo que importa es integrarla como expresión de afecto, de amor y de estética, y mantenerla bajo vigilancia, pues estamos tratando con una energía vital no totalmente controlable por la razón, sino es por vías simbólicas de sublimación y para otros propósitos humanitarios. Cada persona debe aprender a renunciar en el sentido de realizar una ascesis que libera de dependencias y crea libertad interior, uno de los dones más apreciables.

Otra forma de tratar con el deseo infinito es mediante la precaución, que nos previene de las celadas de la propia vulnerabilidad humana. No somos omnipotentes, ni dioses a los que el fracaso no puede tocar. Podemos mostrarnos débiles y, a veces, cobardes. Pero debemos precavernos contra situaciones que nos pueden hacer caer y perder el Centro.

Tal vez una clave inspiradora nos la ofrece C.G.Jung con su propuesta de construir a lo largo de la vida un proceso de individuación. Éste tiene una dimensión holística: asume sin temor y con humildad todas las pulsiones, imágenes, arquetipos, luces y sombras. Oye el rugir de las fieras que lo habitan pero también el canto del tordo sabiá, que lo encanta. ¿Cómo crear una unidad interior cuyo efecto sea el equilibrio de los deseos, la vivencia de la libertad y la alegría de vivir???

C. G. Jung sugiere que cada cual procure crear un Centro fuerte, un Self unificador que tenga la función que el sol tiene en el sistema solar. Él atrae a su alrededor a todos los planetas. Algo similar debe ocurrir con la psique: alimentar un Centro personal que integre todo, con reflexión y con interiorización, y no en último lugar, con el cultivo de lo Sagrado y de lo Espiritual. La religión, como institución, no es raro que cercene la vida espiritual por exceso de doctrinas y de normas morales demasiado rígidas. Pero la religión como espiritualidad desempeña una función fundamental en el proceso de individuación. A ella le corresponde ligar y re-ligar a la persona con su Centro, con todas las cosas, con el universo, con la Fuente originaria de todo ser, dándole un sentimiento de pertenencia.

La falta de integración de la energía del deseo se manifiesta por el desgarro de las relaciones sociales, por la violencia asesina practicada en escuelas o en las matanzas de personas negras, pobres y homosexuales.?

Aprender a tratar con las fuerzas del deseo implica, pues, una preocupación por la salud social. Una educación humanística, ética y ciudadana no deberá dejar de lado la educación del deseo. El gran obstáculo reside en la lógica misma del sistema imperante, centrada en el deseo de tener, descuidando los valores civilizatorios de la gentileza, del buen trato y del respeto a la persona. Por el contrario, los medios de comunicación de masas exaltan el deseo individual y la violencia para resolver los conflictos humanos.

La globalización como fenómeno humano nos obligará a moderar los deseos personales en beneficio de los colectivos y así volver más equilibrada y amigable la coexistencia humana.

¡Cómo deseamos tiempos favorables!

Leonardo Boff

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                    How to Handle the Infinite Desire???

Leonardo Boff

Theologian

Earthcharter Commission


Desire is not just another impulse. It is a motor that sets in motion all psychic life. It is the function of a principle, defined by philosopher Ernst Bloch as the hope principle. By its nature, it knows no limits, as Aristotle and Freud already observed. The psyche not only desires this or that, it desires the totality. It does not desire the fullness of man, it seeks the superman, as Nietzsche explained, that which infinitely surpasses the human.?

Desire makes existence dramatic, and sometimes tragic. But also, when realized, it produces a happiness without equal. We are always seeking the object which would fulfill our infinite desire, and fail to find it in the realm of everyday experience. In the everyday, we only find finites.? When the human being identifies a finite reality as the infinite object it seeks, a profound disillusionment results. Can the beloved person, a very desired profession, be the dream? A moment comes, and often very quickly, when a fundamental dissatisfaction is perceived and the desire for something more is felt.

How does one escape the impasse caused by infinite desire? By fluttering from one object to another, without ever finding repose? We must start to seriously seek the true object of our desire. I respond as follows: it is the Being and not the entity, the Whole and not the part, the Infinite and not the finite. After so much traveling, the human being is left with the cor inquietum (restless heart) experience of Saint Augustine: Late I loved you, oh Beauty so ancient and so new. Late I loved you. My restless heart will not rest until it rests in You. Only the Infinite Being can fulfill the infinite desire of the human being, and let him rest.

Desire involves powerful volcanic energies. How can one handle them? Above all, it is about welcoming the condition of desire, without moralizing. Passions push the human being in all directions. Some passions push towards generosity, others to egocentrism. To integrate such energies without repressing them requires caring, and more than a few renunciations.

The psyche is called upon to build a personal synthesis, that is the search of equilibrium of all interior energies. Neither to be victimized by an obsession for a specific desire, as for example, sexuality, nor to repress it. as if it were possible to debilitate its vigor. What is important is to integrate it as expression of affection, of love and of aesthetics, and watch it carefully, because we are dealing with a vital energy that cannot be fully controlled by reason, but through symbolic means of sublimation and redirection to other humanitarian purposes. Each person must learn how to renounce, in the sense of realizing an ascetic act that liberates one from dependencies, and creates an inner freedom, one of the most valuable gifts.

Another way of dealing with infinite desire is by taking precautions, that help us avoid the traps of the very human vulnerability. We are neither omnipotent, nor gods who cannot be touched by failure. We can find ourselves weak and, sometimes, cowards. But we must take precautions against situations that could make us fall and lose the Center.

C.G.Jung offers us perhaps an inspiring key, with his proposal of building a process of individuation along life's trajectory. This process has a holistic dimension: accept without fear and with humility all the pulsations, images, archetypes, lights and shadows. Listen to the roar of the beasts that inhabit it, but also to the enchanting song of the thrush. How can one create an interior unity, resulting in the equilibrium of our desires, the experience of freedom and the joy of living???

Jung suggests that everyone strive to create a strong Center, a unifying Self that would function as the sun does in the solar system. The sun attracts all the planets around it. Something similar must occur with the psyche: one must nourish a personal Center that integrates everything, with reflection and internalizing, and not last, by nourishing the Sacred and the Spiritual. It is not uncommon that religion, as an institution, cuts off our spiritual life, with an excess of doctrines and too rigid moral norms. But religion as spirituality performs a fundamental function in the process of individuation. Religion has the function of linking and re-linking the person with his Center, with all things, with the universe, with the original Source of all beings, giving it a sense of belonging.

The lack of integration of the energy of desire manifests itself through the rupture of social relations, the murderous violence in the schools, or in the murders of the Blacks, the poor and homosexuals.?

Consequently, learning to handle the forces of desire implies a concern for social health. A humanistic, ethical and civic education must not neglect educating the desire. The greatest obstacle lies in the very logic of the prevalent system, centered in the desire to have, not thinking of the civilizing values of gentleness, good treatment and respect for the person. To the contrary, the mass media extol individual desire and violence as the means of solving human conflicts.

Globalization as a human phenomenon will force us to moderate personal desires for the benefit of the collective ones, thus making human coexistence more equilibrated and friendly.

Oh, how we desire more favorable times!

Leonardo Boff

10-07-2011

Free translation from the Spanish by

Servicios Koinonia, http://www.servicioskoinonia.org.

Done at REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas, EE.UU.