martes, 1 de noviembre de 2011

Mi demonio y mi angel estan dentro mío Leonardo Boff Angels and Demons inside of me

 

 

De: Eladio Gonzalez [mailto:museocheguevara@fibertel.com.ar]
Enviado el: Martes, 01 de Noviembre de 2011 05:43 p.m.
Asunto: Mi demonio y mi angel estan dentro mío

 

Mi querida familia. Les envío algo que es difícil de leer y de entender pero les aseguro que todos nosotros

llevamos en nuestro interior ángeles y demonios.  Nuestro demonio ó “parte negativa” nos decidirá a actuar

de una forma en la que nos veremos perjudicados.  Nuestra parte positiva ó “angel” es la saludable, la que

considera que somos valiosos, la que da pasos firmes (cuando nosotros nos valoramos, respetamos, apreciamos y

queremos a nosotros mismos.)  El cerebro obedece a veces al ángel y otras al demonio.  A cualquiera de ustedes

hijos, nueras ó nietos que deseen interiorizarse más en este artículo, porque no llegan a entenderlo en su totalidad

(a mi me cuesta hacerlo pero la experiencia propia me ha ayudado) pueden proponerme que juntos lo estudiemos,

discutamos, compartamos.  Es el secreto del buen vivir el aprender a manejarnos nosotros mismos, a tener cuidado

con nuestras pasiones, enojos y arranques.

Por lo menos de cada cien oportunidades bueno sería poder controlar y perfeccionar nuestras decisiones en ochenta

de los casos.    Un abrazo enorme para todos. Los quiero mucho.     El abuelo  Eladio González toto.

Como lidiar con nuestros ángeles y demonios interiores

2011-10-28

El ser humano es una unidad compleja: es simultáneamente hombre-cuerpo, hombre-psique y hombre-espíritu. Detengámonos un momento en el hombre-psique, es decir, en su mundo interior, urdido de emociones y pasiones, luces y sombras, sueños y utopías. Así como hay un universo exterior universo exterior, hecho de órdenes-desórdenes-nuevos órdenes, de horribles devastaciones y de emergencias prometedoras, así también hay un mundo interior, habitado por ángeles y demonios. Ellos revelan tendencias que pueden llevarnos a la locura y a la muerte, y energías de generosidad y de amor, que nos pueden traer autorrealización y felicidad.

Como observaba el gran conocedor de los meandros de la psique humana C.G. Jung: el viaje rumbo al propio Centro, debido a estas contradicciones, puede ser más peligroso y largo que el viaje a la Luna y las estrellas.

Entre los pensadores de la condición humana, hay una cuestión nunca resuelta satisfactoriamente: ¿cuál es la estructura de base de nuestra interioridad, de nuestro ser psíquico? Son muchas las escuelas de interpretación.

Resumiendo, sostenemos la tesis de que la razón no aparece como la realidad primera. Antes de ella hay todo un universo de pasiones y emociones que agitan al ser humano. Por encima de ella está la inteligencia, por la cual intuimos la totalidad, nuestra apertura al infinito y el éxtasis de la contemplación del Ser. Las razones comienzan con la razón. La razón en sí misma es sin razón. Ella simplemente está ahí, indescifrable.

Pero ella remite a dimensiones más primitivas de nuestra realidad humana, de las que se alimenta y que la atraviesan en todas sus expresiones. La razón pura kantiana es una ilusión. La razón viene siempre impregnada de emoción y de pasión, hecho aceptado por la moderna cosmología. La cosmología contemporánea incluye en la idea de universo no solo energías, galaxias y estrellas, sino también la presencia del espíritu y de la subjetividad.

Conocer es siempre entrar en comunión interesada y afectiva con el objeto del conocimiento. Apoyado por una pléyade de otros pensadores, siempre he sostenido que el estatuto de base del ser humano no reside en el cogito cartesiano (en el yo pienso, luego existo), sino en el sentido platónico-agustiniano (en el siento, luego existo), en el sentimiento profundo.    Este nos pone en contacto vivo con las cosas, percibiéndonos parte de un todo mayor, siempre afectando y siendo afectados. Más que ideas y visiones de mundo, son las pasiones, sentimientos fuertes, experiencias germinales, el amor y también sus contrarios, los rechazos y los odios avasalladores, lo que nos mueve y nos pone en marcha.

La razón sensible hunde sus raíces en el surgimiento de la vida, hace 3 mil millones de años, cuando irrumpieron las primeras bacterias y comenzaron a dialogar químicamente con el medio para poder sobrevivir. Ese proceso se profundizó a partir del momento en que surgió el cerebro límbico de los mamíferos, hace más de 125 millones de años, cerebro portador de cuidado, de ternura, cariño y amor por la cría. Es la razón emocional que alcanzó nivel autoconsciente e inteligente con los seres humanos, pues también somos mamíferos.

El pensamiento occidental es logocéntrico y antropocéntrico y puso siempre bajo sospecha la emoción, por miedo a perjudicar la objetividad de la razón. En algunos sectores de la cultura se creó una especie de lobotomía, es decir, una gran insensibilidad ante el sufrimiento humano y los padecimientos por los cuales ha pasado la naturaleza y el planeta Tierra.

En los días actuales nos damos cuenta de que es urgente, al lado de la razón intelectual irrenunciable, incluir decididamente la razón sensible y cordial. Si no volvemos a sentir con afecto y amor a la Tierra como nuestra Madre y a nosotros como la parte consciente e inteligente de ella, difícilmente nos moveremos para salvar la vida, sanar heridas e impedir catástrofes.

Uno de los méritos innegables de la tradición psicoanalítica, a partir de su maestro fundador Sigmund Freud, fue el haber establecido científicamente la pasionalidad como la base, en grado cero, de la existencia humana. El psicoanalista trabaja no a partir de lo que el paciente piensa sino a partir de sus reacciones afectivas, de sus ángeles y de sus demonios, buscando establecer cierto equilibrio y una serenidad interior sostenible.

Toda la cuestión es cómo enseñorearnos creativamente de nuestra pasionalidad de naturaleza volcánica. Freud se centra en la integración de la libido, Jung en la búsqueda de la individuación, Adler en el control de la voluntad de poder, Carl Rogers en el desarrollo de la personalidad, Abraham Maslow en el esfuerzo de autorrealización de las potencialidades latentes. Se podrían citar otros nombres como Lacan, Reich, Pavlov, Skinner, la psicología transpersonal y la cognitiva comportamental, y otros.

Lo que podemos afirmar es que independientemente de las distintas escuelas psicoanalíticas el hombre-psique se ve obligado a integrar creativamente su universo interior siempre en movimiento, con tendencias diabólicas y simbólicas, destructivas y constructivas. Por aciertos y equivocaciones vamos procesualmente descubriendo nuestro camino.

Nadie podrá sustituirnos. Estamos condenados a ser maestros y discípulos de nosotros mismos.

 

 

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How to Deal With our Inner Angels and Demons

Leonardo Boff

Theologian

Earthcharter Commission


The human being is a complex unit: it is simultaneously man-body, man-psyche and man-spirit. Let's dwell for a moment on the man-psyche, that is, his inner world, made up of emotions and passions, light and shadows, dreams and utopias. Just as there is an outer universe, made up of order-disorder-new orders, of horrible devastations and of promising emergencies, there is also an inner world, inhabited by angels and demons. They display tendencies that can take us to madness and death, and impulses of generosity and love that can bring us self-realization and happiness.

As observed by C. G. Jung, who well knew the pathways of the human psyche: the journey to our own Center, due to these contradictions, can be longer and more dangerous than a trip to the Moon and the stars.

Among the philosophers of the human condition, there is a question that has never been satisfactorily resolved: what is the basic structure of our interior, of our psychic being? There are many schools of thought.

In short, we affirm the thesis that reason is not the first reality. Before it, there is a whole universe of passions and emotions that arouse the human being. Above reason there is intelligence, through which we sense totality, our openness to the infinite and the ecstasy of contemplating the Being. Reasons start with reason. Reason itself is without reason. Reason is simply there, indecipherable.

But reason carries us to the more primitive dimensions of our human reality, those that nourish reason and that run through all its expressions. Kantian pure reason in an illusion. Reason always comes saturated of emotion and passion, a fact accepted by modern cosmology. Contemporary cosmology includes in the concept of the universe not only energies, galaxies and stars, but also the presence of the spirit and of subjectivity.

To know always involves entering into an interested and affective communion with the object of knowledge. Supported by many other thinkers, I have always maintained that the basic form of the human being does not reside in the Cartesian cogito (in the, I think, therefore I am), but in the Platonic-Augustinian sense (in the I feel, therefore I am), in the profound feeling. This puts us in live contact with things, making us aware of being part of a larger whole, always affecting and being affected. More than world ideas and visions, it is the passions, strong feelings, germinal experiences, love, and their opposites as well, the rejections and the overwhelming hatreds, that move us and propel us forward.

Sensible reason finds its roots in the moment life appeared, some 3.8 thousand million years ago, when the first bacteria erupted and started to dialogue chemically with the environment, in order to survive. That process deepened when, more than 125 million years ago, the organized brain of the mammals appeared, a brain that carried caring, tenderness, affection and love for the newly born. The emotional reason reached a level of self consciousness and intelligence in the human being, because we also are mammals.

Western thought is logic-centric and anthropocentric, and always held emotion under suspicion, for fear of harming the objectivity of reason. In some sectors of culture, a sort of lobotomy was created, that is, a great insensibility for human suffering and for the problems which nature and planet Earth have endured.

We now realize that it is urgent to definitively include sensible and cordial reason, in addition to intellectual reason, which cannot be replaced. If we cannot get back to feeling, with affection and love for the Earth as our Mother and for us as her conscious and intelligent organ, it will be difficult for us to mobilize to save life, heal the wounds, and prevent catastrophes.

One of the undeniable values of the psychoanalytical tradition, starting with Sigmund Freud, its founding master, was to have scientifically established passion as the basis, at level zero, of human existence. The psychoanalyst works not from what the patient thinks but from his affective reactions, from his angels and demons, seeking to establish a certain equilibrium and a sustainable inner serenity.

The question is how to creatively take control of our volcanic passions. Freud dwells on the integration of the libido, Jung in the search for individuation, Adler in will power control, Carl Rogers in the development of personality, Abraham Maslow in the effort of self realization of latent potentialities. Other names could be mentioned, such as Lacan, Reich, Pavlov, Skinner, transpersonal psychology and cognitive behaviorism, among others.

What we can affirm is that independently of the different psychoanalytical schools, the man-psyche sees himself as forced to creatively integrate his inner universe, always in motion, with the diabolic and symbolic tendencies, destructive and constructive. Through a process of successes and mistakes, we discover our path.

No one could take our place. We are condemned to be the teachers and disciples of ourselves.

Leonardo Boff

10-28-2011

Free translation from the Spanish sent by

Melina Alfaro, alfaro_melina@yahoo.com.ar,

done at REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas, EE.UU.

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