viernes, 16 de marzo de 2012

Cuba Oaxaca informe actual de Fernando Martinez Heredia Mexico solidario a9

solidaridadconcuba-bounces@listas.mmsc.laneta.apc.org
[mailto:solidaridadconcuba-bounces@listas.mmsc.laneta.apc.org] En nombre de
MMSC
Enviado el: Viernes, 16 de Marzo de 2012

Situación actual de Cuba y sus perspectivas
Fernando Martínez Heredia

Conferencia Magistral en el XVII Encuentro Nacional de Solidaridad con Cuba.
Oaxaca, México, marzo 2012.

Ante todo quiero expresar mi agradecimiento a los organizadores que tanto
han trabajado para que pueda ser una realidad este hermoso XVII Encuentro
Nacional de Solidaridad con Cuba y a las oaxaqueñas y oaxaqueños que han
contribuido tanto. Saludar a las mexicanas y los mexicanos que han venido
desde tantos lugares de la República, a mis paisanos de la Embajada y del
Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Y saludar la presencia del
compañero embajador de Cuba, Manuel Aguilera de la Paz, de las autoridades y
de las personalidades sociales y políticas que aquí se han reunido. El
Encuentro constituye un paso más de avance de la solidaridad entre los
pueblos, cualidad humana que crece, y que es un anuncio del porvenir que
tendrá que conquistar la Humanidad.

La clave general del tema que debo abordar hoy está, para Cuba como para la
mayoría de los pueblos, en la existencia del colonialismo, el
neocolonialismo y los grupos de explotadores y dominantes que en muchos
países son sus cómplices y aliados, y está en las resistencias y las
rebeldías de los oprimidos contra el sistema de dominación que el
capitalismo ha desarrollado y que se erigió en América desde hace cinco
siglos. Ese proceso histórico ha sido el causante del llamado subdesarrollo,
de mal gobierno como regla en esos países y de todas las agresiones que los
imperialistas consideren "necesarias" contra resistentes y rebeldes. El
bloqueo y las agresiones sistemáticas de Estados Unidos contra Cuba liberada
son un ejemplo de ese rasgo. No puedo entonces dejar de situar al inicio que
la situación cubana guarda una estrecha relación con la existencia y los
actos del capitalismo imperialista.

Las raíces de la situación actual de Cuba se remontan a la solución
revolucionaria que le dio la insurrección triunfante en 1959 a la necesidad
de destruir el sistema de explotación, dominación y opresión que regía en el
país, al mismo tiempo que la dominación extranjera. Desde 1959 en adelante,
la Revolución formó a los actores de los cambios colosales que sucedieron,
llevó a cabo esos cambios, aseguró la permanencia y la fuerza de un poder
revolucionario, y logró muy profundas transformaciones de las personas y las
relaciones sociales.

El pueblo ha sido y siguiendo el protagonista de los hechos, es la expresión
social de los seres humanos que crecen y es un concepto central. El poder
revolucionario es su mayor creación, y su naturaleza y su actuación
constituyen la vía y la garantía de las conquistas fundamentales y de la
permanencia de la Revolución. Siempre ha sido indispensable que el poder sea
muy fuerte, pero nunca olvidamos que este poder tiene dos rasgos
fundamentales: a) es el fruto de los instrumentos y las grandes jornadas de
la Revolución, como el Ejército Rebelde, la revolución agraria, la
alfabetización, el control total sobre la economía nacional y el armamento
general del pueblo; y b) se guía por un proyecto de liberación que nos
trasciende y nos gobierna a todos. Por eso es un poder popular
revolucionario. La economía, como las demás dimensiones de la sociedad
cubana, se rige por: el bienestar de la mayoría; planes socialistas de
viabilidad de las relaciones sociales económicas; y una estrategia nacional
de país soberano.

Esas son las bases intangibles de la Cuba actual. Es imprescindible partir
de ellas para comprenderla, utilizarlas como conceptos rectores y como
brújula de los análisis que hagamos de la situación y las perspectivas.

Al examinar la situación actual no los agobiaré con muchas cifras. Existe
una buena disponibilidad de ellas en los medios digitales cubanos, y también
en publicaciones periódicas y algunos libros valiosos.

La gran crisis de los años noventa fue la variante cubana del curso de dos
procesos: el final sin éxito de los esfuerzos e ideales del desarrollo del
Tercer Mundo que habían llenado la segunda mitad del siglo XX; y el inicio
por el gran capital de una recolonización selectiva a escala mundial. Como
los cubanos somos los dueños de nuestro país, seguimos gobernando nuestras
relaciones internacionales, pero como somos "subdesarrollados", nos
enfrentamos a muchas variables que están fuera de nuestro control. Una
consecuencia fue la pérdida de las relaciones económicas con la URSS y
algunos de sus aliados, en las cuales habíamos basado la mayor parte de la
reproducción material y el sistema económico. Fue un golpe tremendo para un
país como Cuba, pero lo más impresionante es que a pesar de reunirse en el
tiempo dos procesos tan adversos, incluida la unipolaridad, la nueva
sociedad y el poder cubanos no cayeron.

Un aspecto importante del dominio ideológico totalitario imperialista sobre
la mayor parte de la información y la formación de opinión pública que se
consume cotidianamente es la decisión de cuáles temas existen y se divulgan,
cuáles son sus datos, cómo se deben entender y qué opinión debe tener la
gran mayoría, que es reducida a un público consumidor. Del mismo modo, se
manipulan los que no les son convenientes, con campañas de mentiras y
distorsiones, y se decreta la desaparición de otros temas, cada vez que les
es posible hacerlo. Por eso durante décadas rigió un sistema de mentiras
acerca de la supuesta incapacidad de Cuba de valerse por sí misma, un
alimento típico de la condición colonizada que ellos necesitan imponer a las
mentes y los corazones. Pero ante las realidades de la resistencia
victoriosa de Cuba en los años noventa, ese sistema fue retirado en
silencio, sin que los imperialistas se hayan visto obligados a reconocer que
mintieron con tanto entusiasmo y contumacia. La última forma referida, el
control ideológico con empleo del silencio mediático, es la que se emplea
contra los cinco héroes cubanos presos en Estados Unidos desde hace casi
catorce años, y por eso es tan importante la solidaridad mundial de los que
exigen su liberación, que al mismo tiempo que se movilizan y se hacen más
concientes luchando por una causa justa, denuncian la maquinaria criminal
que pretende unir a su insondable maldad la capacidad de extirpar el
altruismo, la capacidad de pensar y las cualidades humanas de las mayorías
del mundo.

Los que estamos concientes y nos oponemos al sistema poderoso de mentiras
tenemos el deber de ayudar a extender y profundizar esa conciencia, a que la
asuman tantas personas modestas que todavía son engañadas y manipuladas por
aquel poder.

Los tres retos de estos últimos de estos últimos veinte años en Cuba han
sido: lograr la sobrevivencia; conseguir la viabilidad económica; cuál será
finalmente la naturaleza del régimen que ha ido emergiendo de la crisis de
los años noventa. En el momento más agudo de la crisis, fueron decisivos
tres saberes populares: debemos defender sin concesiones la soberanía y la
justicia social, y el poder revolucionario es el verdadero defensor de
ambas.

Le hemos sacado mucho provecho a la coyuntura tan difícil y riesgosa que
vivimos hace veinte años. Entonces quedó claro lo que no es socialismo, la
necesidad de confiar por sobre todo en nuestros principios, convicciones y
fuerzas propias, y lo acertado de mantener y desarrollar el socialismo
cubano.

En las dos últimas décadas se han producido cambios grandes e importantes.
La crisis, y algunas de las medidas aplicadas para enfrentarla, han
implicado retrocesos respecto a la nueva sociedad y a sus proyectos. Pero la
estrategia general, la mayor parte de las medidas y la voluntad
revolucionaria han sido positivas y han resultado decisivas. La unidad
política del pueblo y de este con su poder es el factor principal de lo
político. El poder político de la Revolución se ha mantenido incólume, y
controla la economía nacional y sus relaciones internacionales. La
estrategia y las acciones principales son dirigidas o controladas por ese
poder. La utilización de los recursos se rige por la política
revolucionaria. Los servicios sociales básicos del socialismo cubano se
mantienen, a pesar de las dificultades de tipo diverso que confrontan, y
constituyen al mismo tiempo una de sus representaciones ideales
fundamentales. La redistribución sistemática de la riqueza a favor de las
mayorías sigue por tanto siendo fundamental. Se lucha por mantener las
oportunidades para todos como una tendencia principal, mediante diferentes
iniciativas e instrumentos impulsados y controlados por el Estado.

Paso a referirme a elementos importantes de la situación actual y las
medidas en curso, sin pretender tratarlos todos ni detallar, lo que sería
imposible aquí. Mi intención es ilustrar con esas referencias el momento en
que estamos y contribuir modestamente a los trabajos que desarrollará este
Encuentro de Solidaridad.

La dimensión económica de la sociedad está en el centro de la actividad, los
afanes, las normas y otras medidas, y los debates cubanos actuales. Se ha
emprendido una profunda reorganización de la formación económica, que afecta
de un modo a todos y recibe la atención priorizada de la máxima dirección
del país, del Partido, el Estado, las organizaciones sociales y los medios
de comunicación. Desde las magnas reuniones del Partido y la Asamblea
Nacional del Poder Popular hasta las de las bases y las instituciones
locales --un ejercicio democrático sistemático que abarca a todo el país--,
en todos esos ámbitos se examinan las directivas, las opiniones y los
problemas. La población entera vive envuelta de un modo u otro en esta
coyuntura.

En el período reciente, 150 mil agricultores han recibido en usufructo casi
1,4 millones de hectáreas. Se han eliminado instancias estatales en la
distribución de productos del agro y facilitado las ventas directas. Se
estimula la producción y comercialización de alimentos a escala local y se
les dan facilidades de compra de equipos y otros enseres a los agricultores
particulares.

El número de trabajadores por cuenta propia ha crecido a 350 000, más del
doble que cuando se amplió la posibilidad de serlo, hace año y medio. Las
formas de empleo no estatal se amplían con las cooperativas y el arriendo de
los locales en numerosos oficios y servicios urbanos. La fuerza de trabajo
no estatal, que fue una proporción ínfima durante más de 30 años, crece y se
espera que alcance un 40% del total en 2015. Se les han reducido las
prohibiciones y los gravámenes, y el impuesto avanza como instrumento de
captación de ingreso por el Estado en el caso de esos trabajadores. En
alguna medida se otorgan créditos a los nuevos empresarios pequeños, y se
dan subsidios a personas de bajos ingresos para reparar sus viviendas. Se ha
autorizado la compra y venta de viviendas y de automóviles de uso entre
particulares.

Se avanza en los cambios en el sistema de empresas. Los esquemas llamados
"cerrados" de financiamiento permiten un acceso descentralizado y más fluido
al dinero que se necesita para costear inversiones y producciones. Entre
otras áreas, funcionan en la industria médico-farmacéutica, la producción
petrolera, la agroindustria azucarera, las aerolíneas, el turismo y el
tabaco. La idea general es otorgar a las empresas más autoridad y control
sobre sus actividades y sobre una parte de sus ganancias, al mismo tiempo
que se les reclama dar prioridad a inversiones que puedan amortizarse y
rendir ganancias en breve plazo.

Aunque con fuertes dificultades y rémoras, se avanza en la desconcentración
que fortalece las instancias locales y espera de su desarrollo un dinamismo
y una multiplicación de fuerzas. Ya hay experiencias en curso de separación
clara de funciones, y se pretende aumentar el control de provincias y
municipios sobre empresas públicas de sus territorios.

Los resultados económicos son muy variados. Hay sectores agrícolas que
crecen en sus producciones, mientras otros no cumplen sus planes. Se han
incrementado las ventas al exterior de níquel, combustibles, azúcar y
tabaco, con precios más favorables. También crece el turismo. La exportación
de servicios de alto valor agregado es una fuente muy sólida de ingresos
para el país. Las remesas enviadas a sus familiares por cubanos que viven en
el exterior constituyen una importante fuente de divisas. Se mantiene una
tendencia positiva al equilibrio fiscal, relacionada con ahorros logrados en
algunos sectores, mayores aportes de diversas ramas, crecimiento de los
ingresos por impuestos al sector privado y a la circulación. Pero los
subsidios para enfrentar pérdidas del sector empresarial siguen siendo una
carga pesada.

Si vamos más allá de las relaciones de hechos acerca de los cambios
económicos en curso, pudiéramos sintetizar varias características generales:

1- la posición firme de la máxima dirección del país en cuanto a mantener el
rumbo socialista ante cualquier disyuntiva, que se comunica a todos y
preside lo que se ejecuta;
2- la capacidad y el poder que tiene esa máxima dirección sobre las
decisiones políticas y económicas y sobre los recursos y su asignación;
3- los ideales y la ideología socialista y de defensa de la soberanía
nacional que mantiene una gran parte de la población. En muchos se hace
expresa, en otros es tácita, mediante su identificación con la manera de
vivir socialista y con la patria;
4- la política social revolucionaria que se sigue aplicando y recibiendo los
recursos necesarios, y los principios que la rigen;
5- la centralización por el poder revolucionario del control de los
recursos, de la propiedad o el dominio sobre las empresas grandes y
medianas, sobre la inversión, la macroeconomía y sus planes.

En la situación actual, la estrategia del país y sus tácticas están
condicionadas por el carácter limitado de sus fuerzas y por numerosos
factores externos.

Predomina la estrategia de:

a) mantener y desarrollar polos de producción y servicios capaces de operar
bien, regirse por normas y controles, obtener buenos rendimientos y atraer
inversiones, para exportar y para resolver necesidades nacionales;
b) importar alimentos y otros bienes necesarios a la población, a unos
precios muy altos;
c) reducir importaciones, sea por el nivel del comercio o el de la
producción nacional;
d) aumentar la producción nacional, buscando como palanca principal las
transformaciones de la política hacia el sector agropecuario;
e) redistribuir paulatinamente la fuerza de trabajo, en evitación del
desempleo masivo y al mismo tiempo de errores por precipitación;
f) aumentar las micro y pequeñas empresas privadas que ofrezcan servicios y
bienes al consumo interno, y en alguna medida a turistas;
g) impulsar otras medidas para darle más espacio a las actividades
económicas privadas;
h) inversiones y una actuación enérgica en obras de infraestructura que son
importantes para el desarrollo del país.

Las relaciones económicas internacionales son controladas totalmente por el
Estado o sus órganos. La dirección del país conduce las relaciones con
contrapartes preferidas, como Venezuela, China, Brasil y otros países. Cuba
sostiene relaciones económicas con toda América Latina. Algunas empresas y
negocios conjuntos tienen una gran envergadura, como la refinería de
Cienfuegos y el área portuaria e industrial de El Mariel; la extracción de
petróleo al norte de la isla comienza a hacerse realidad. Estas relaciones
económicas guardan fuertes relaciones con el conjunto de la política
exterior cubana, que tiene una actividad y un prestigio muy superiores a las
dimensiones del país, y que combina muy bien su riguroso apego a los
principios con la flexibilidad, la capacidad de negociación y la presencia
en innumerables terrenos.

Como ha reiterado el compañero Raúl, se han hecho y se harán las
modificaciones legales que sean necesarias, pero hay una frontera: el
sistema socialista es intocable. Mecanismos de amortiguación como los
impuestos y el pago de Seguridad Social, entre otros, sirven para contener
las lógicas desigualdades que generan los altos ingresos de algunos
segmentos de la sociedad. Lo esencial es que nadie quede desamparado, que
todos queden dentro del sistema de justicia social que podamos garantizar, y
que los ingresos, no importa su cuantía, sean solamente frutos del trabajo
honrado.

El Presidente ha denunciado a la corrupción administrativa como un enemigo
principal de la Revolución, y ha impulsado una campaña decidida de
enfrentamiento contra ella, que utiliza todos los instrumentos de la
legalidad y no se detiene ante el rango de los que resulten culpables. Como
ha hecho Fidel a lo largo de nuestro proceso, Raúl denuncia a los que
pretenden formar grupos en el seno del propio aparato estatal, qe acumulen
riquezas y esperen desde sus posiciones un eventual regreso al capitalismo.

El trabajo consciente sobre el Estado y el mercado es fundamental para la
transición socialista, y debe divulgarse, sumar esfuerzos e iniciativas,
convertirlo en una tarea priorizada que tendrá que durar muchos años. Es uno
de los aspectos principales de la Revolución. Todavía son insuficientes las
clarificaciones y los debates acerca de lo que es deseable, permisible o
inevitable en cada momento discernible del proceso, y por consiguiente lo de
que se debe impedir, criticar o denunciar.

Los Lineamientos aprobados en el 6º Congreso del PCC dejan claro que deben
prevalecer la distribución socialista, la empresa como unidad fundamental y
la planificación. Pero en la práctica pesa mucho el pragmatismo. El
socialismo entendido solamente como la distribución justa de la riqueza
social es insuficiente, pero ha hecho aportes maravillosos a favor de las
mayorías, primero a partir de las grandes medidas y leyes, después a través
de su sistematización en la segunda y tercera décadas de la Revolución. Las
personas, las familias y las comunidades mejoraron radicalmente sus vidas y
sus relaciones, y lograron cambiar en muchos aspectos positivos. Si bien no
ha sido posible asegurar un desarrollo económico totalmente autónomo, se ha
producido un desarrollo económico muy notable y, sobre todo, una
modificación radical de la economía y de sus objetivos. Eso no sucedió por
la aplicación de la norma de a cada cual según su trabajo. Fue porque la
gran mayoría trabajó y se esforzó como cubanas y cubanos. Así se obtuvieron
y se distribuyeron los logros, los bienes y las oportunidades, y esto ha
sido un adelanto humano y social inmenso, frente a la situación terrible a
la que somete a las mayorías el capitalismo allí donde domina.

No podemos esperar que se obtenga la eficiencia económica mediante las
supuestas leyes ciegas que porta ella misma, ni por el auge del "sentido
común" o por virtudes de la iniciativa privada puestas al servicio del
socialismo, como sería, por ejemplo, el imperio sin regulaciones de la
llamada relación entre la oferta y la demanda. Es necesario barrer la
ineficiencia, el burocratismo y la inercia, y desarrollar las motivaciones y
la capacidad de utilizar bien los esfuerzos desde el tipo de sociedad que
hemos ido creando. "Advierto que toda resistencia burocrática al estricto
cumplimiento de los acuerdos del Congreso (…) será inútil", dijo Raúl en la
Asamblea Nacional en agosto pasado.

En la actualidad se despliega en Cuba una situación compleja, donde conviven
los disímiles en paralelo. Entre otros cambios, la obtención de ingresos y
la satisfacción de necesidades y deseos se han vuelto más directas que en
las décadas anteriores, en las que las agencias sociales eran las
mediaciones principales. También ha crecido el papel de lo internacional en
la vida económica personal y familiar de muchos, a través de remesas,
misiones, turismo, trabajo en "firmas" o venta de servicios.

La gran insuficiencia del socialismo que ha existido a escala mundial es que
no ha logrado todavía acumular fuerzas culturales suficientes a su favor,
eficaces y atractivas en la lucha contra el capitalismo, y sobre todo para
el combate por las transformaciones liberadoras de las personas, de las
relaciones interpersonales y sociales, y nuevas relaciones con la
naturaleza. Mientras tanto, el capitalismo ha llegado a un callejón sin
salida, por su propia naturaleza actual, que es excluyente para las
mayorías, parasitaria en economía, colonialista, antidemocrática,
militarista agresiva y depredadora del planeta. Pero el capitalismo le sigue
sacando un inmenso provecho al modelo cultural a escala mundial que
desarrolló y a las enormes fuerzas y conocimientos con los que cuenta. Con
ellos les hace a todos los pueblos, incluido el nuestro, una formidable
guerra cultural mediante la cual aspira a convertirse en el controlador de
todo horizonte de vida cotidiana, de realización personal y de convivencia
social.

Como sucede en todo país que tiene un poder revolucionario y realiza una
transición socialista, en Cuba existe una pugna permanente entre las
relaciones y los valores del socialismo y las relaciones y los valores del
capitalismo. Pero, además del poder revolucionario y la decisión popular de
defender nuestro tipo de sociedad, en Cuba funciona una extraordinaria
pacificación de la existencia, desde la persona y las familias hasta las
comunidades y la nación. Esta es una de las mayores conquistas de la
Revolución, aunque casi nunca se habla de ella, y está en la base de un
hecho que es crucial: en Cuba no hay pleitos políticos. Pero sí existe una
gran lucha cultural entre las relaciones y los valores de ambas maneras de
vivir y sentir, y esa lucha señala los lugares de disyuntiva y las tensiones
que marcan la vida de los cubanos en la actualidad y ante el futuro
previsible. En el curso de las dos últimas décadas, el capitalismo ha
recibido refuerzos, pero el socialismo se sabe y se siente superior como
forma de vida humana, y mantiene su predominio en lo esencial.

El imperialismo norteamericano, por su parte, no ha cejado nunca, durante
más de medio siglo, en su designio de destruir a la Revolución cubana y
volver a dominar a nuestra patria. Ha habido y hay matices y diferencias
tácticas entre ellos, es natural; pero su denominador común es dictado por
su naturaleza criminal: destruir la sociedad que hemos creado; reimplantar
el capitalismo; neocolonizarnos; y borrar nuestro ejemplo, al que temen
tanto, porque es tan subversivo para su orden. Es necesario mantener el
conocimiento de los modos actuales de operar que utiliza el imperialismo
contra Cuba, con sus novedades que quieren ser sutiles y su vieja soberbia,
su raigal inmoralidad y su entraña reaccionaria. Permítanme citar a un
intelectual cubano que tuvo que convivir años con ellos para servir mejor a
la Revolución, y se convirtió en un héroe: Raúl Antonio Capote, que fue el
agente Pablo para la CIA, pero era Daniel para sus hermanos cubanos. Dice,
en su libro Enemigo, que acaba de publicarse en Cuba: "La Agencia Central de
Inteligencia de los Estados Unidos de América elaboró un complejo plan de
subversión político-ideológica, dirigido a convertir a los jóvenes cubanos
en enemigos de la Revolución. Para lograr sus objetivos invirtieron
cuantiosos recursos humanos y materiales."

La tarea cubana es difícil, los cubanos estamos conscientes de ello y el
Gobierno Revolucionario da pasos paulatinos para enfrentar los problemas, al
mismo tiempo que preserva el valor supremo, que es la conservación del
carácter socialista del proceso. El compañero Raúl ha reiterado la necesidad
de que la población opine libremente y se contrapongan criterios, para
encontrar los mejores caminos y obtener los consensos imprescindibles para
que sea la participación de un pueblo revolucionario en las decisiones la
que garantice la multiplicación de los esfuerzos y de los logros, la
creatividad y también los sacrificios, y que esa unión organice y viabilice
la fuerza necesaria para vencer los obstáculos y triunfar. No olvidamos que
hay muchos defectos acumulados, que cierran el paso a la satisfacción de
esas necesidades. La materia misma del problema está pidiendo que se debatan
a fondo los problemas centrales de la concepción revolucionaria socialista,
no alrededor de cualquier sucedáneo fugaz o peligroso, sino en y para la
revolución socialista, y tras sus objetivos más trascendentes.

Ante las duras carencias de recursos materiales, resulta meridianamente
claro que el factor subjetivo tiene que ser el determinante en la transición
socialista cubana. Sería criminal no utilizar el inmenso potencial que el
país ha acumulado en el campo de los conocimientos, del manejo de las
técnicas, de la politización, la conciencia y la cultura del pueblo. El
número y la calidad de personas capaces y conscientes es superior a los
demás recursos disponibles, pero su utilización efectiva constituye todavía
una fracción de lo esperable: trabas enormes y muchas veces absurdas lo
impiden. Si conseguimos viabilizar la utilización de nuestras fuerzas,
podremos aumentar sensiblemente la producción, los servicios, la eficiencia,
el buen gobierno, la resolución de los problemas, el enfrentamiento de las
carencias, y optimizar el empleo de los recursos con que contamos.

No es necesario ningún recurso material para ser solidario y ser fraterno,
para aprender a no vivir del esfuerzo ajeno o de espaldas a lo que el país
necesita. Exigir laboriosidad y retribuir el trabajo son dos tareas que
pueden hacerse desde posiciones muy diferentes, incluso opuestas. El
capitalismo ha experimentado todos los usos de la coacción y del dinero para
lograr que las mayorías trabajen con eficacia, y también todas sus
combinaciones, en beneficio de su ganancia y del poder de la burguesía. La
transición socialista –y eso lo ha explicado muy bien el Che en El
socialismo y el hombre en Cuba-- tiene puntos de partida muy diferentes para
hacer cumplir esas exigencias sociales, porque sus objetivos son opuestos, y
al mismo tiempo diferentes. El socialismo utiliza el salario y otras
categorías provenientes del capitalismo, pero no se somete a ellas. Y jamás
debe utilizarlas sin el seguro que brinda el mando que ejerce el poder
popular revolucionario sobre la economía.

Los aprendizajes del mundo del trabajo y de la eficiencia en Cuba están
tratando de articularse íntimamente con los de la educación de los niños y
los jóvenes, con la formación moral de todos; por ejemplo, para qué
trabajar, por qué debemos servir a los demás como nos sirven a nosotros,
cómo la producción de bienes y servicios es un requisito indispensable para
mantener y hacer avanzar la justicia social. Trabajamos para lograr que los
medios de comunicación social estén realmente a favor de la formación
socialista y presten ese servicio al pueblo, que el medio político sea el
vehículo eficaz de la participación popular y se plasme una unión de
gobierno y servicio, un lugar donde sean bienvenidas las iniciativas y las
creaciones. La economía y la política son demasiado importantes para que el
pueblo no participe decisivamente en sus decisiones.

La batalla cubana actual tiene una importancia trascendental. Otra vez se
juega allí una parte del destino de este continente. En los hogares cubanos
es cotidiana la referencia al familiar que está cumpliendo alguna misión de
trabajo solidario en otro país de América Latina y el Caribe, porque son
decenas de miles. En Cuba, en las actividades y organizaciones estudiantiles
comparten las cubanas y cubanos con más de treinta mil estudiantes no
cubanos, que en su gran mayoría son latinoamericanos. En la contienda de las
imágenes, que es crucial en el enfrentamiento cultural mundial entre el
imperialismo y los pueblos, vemos a la gente de abajo, a los más humildes
del continente, explicando cómo viven y resisten, y cómo ahora se movilizan
y tienen esperanzas. La gente en Cuba está pendiente de lo que se sucede en
todos los países hermanos, del Río Bravo a la Patagonia. Vive con emoción
las luchas populares, y los procesos populares de Venezuela, Bolivia o
Ecuador.

Nuestro país desempeña un papel muy notable en la nueva etapa que se ha
abierto en América Latina, y puede hacerlo por la grandeza de la revolución
que supo resistir impávida sin ceder sus principios, formar un pueblo con
cualidades, capacidades y conciencia política incomparablemente superiores a
sus medios materiales, y cambiar la vida y la sociedad en el sentido de
liberaciones, bienestar y dignidad. El ejemplo que ha dado Cuba a los
pueblos colonizados y oprimidos del mundo es excepcional, y su prestigio le
da un lugar privilegiado de potencia moral, pero también cuenta con fuerzas
palpables que son capaces de actuar a favor de los humildes de este
continente de manera eficaz –como son sus contribuciones en salud y en
educación--, y de actuar políticamente a favor de las alianzas de poderes
revolucionarios y las concertaciones de quienes reclaman autodeterminación
para sus países y avances en la distribución de la riqueza social para sus
pueblos.

Las grandes revoluciones contraen enormes obligaciones. José Martí subtituló
"El alma de la revolución y el deber de Cuba en América" a un artículo suyo
que publicó con motivo del tercer aniversario de la fundación del Partido
Revolucionario Cubano. No me referiré a la lección extraordinaria de teoría
para la praxis desde el anticolonialismo que nos dejó en aquellas pocas
páginas, dedicadas a las tareas sumamente complejas que siempre conllevan
las revoluciones. Me limito a citar unas frases suyas: "Hay que prever, y
marchar con el mundo (…) Un error en Cuba es un error en América, es un
error en la humanidad moderna. Quien se levanta hoy con Cuba, se levanta
para todos los tiempos (…) la independencia de Cuba y Puerto Rico no es sólo
el medio único de asegurar el bienestar decoroso del hombre libre en el
trabajo justo a los habitantes de ambas islas, sino el suceso histórico
indispensable para salvar la independencia amenazada de las Antillas libres,
la independencia amenazada de la América libre, y la dignidad de la
república norteamericana." Aquel artículo se publicó un 17 de abril. En esa
misma fecha, 67 años después, la fuerza del pueblo y el poder
revolucionario, unidos ya en Cuba, fue a combatir en Girón la invasión
dirigida por Estados Unidos, y obtuvo la primera victoria del socialismo en
América. En el treceavo aniversario, en 1974, Fidel dijo: "Después de Girón,
todos los gobiernos de América Latina fueron un poco más libres".
Treintiocho años después, podemos parafrasearlo, diciendo que la victoria
del modo de vida socialista en Cuba contribuirá a hacer a todos los pueblos
de América Latina más libres, más socialistas.

--
Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba
correo: solidaridad.cuba@gmail.com
síguenos en twitter: @_mmsc
grupos en facebook:
facebook.com/groups/mmscuba/
facebook.com/groups/rjmsc/