Año 10 Número 22 | Fecha 2012-03-16 |
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FE DE ERRATAS: EDUARDO GALEANO EN CUBA | por Yinett Polanco | Donde decía lejos, volvió a decir cerca. Y Galeano regresó a La Habana, a encontrarse con sus amigos, en su casa de siempre, su Casa de las Américas. Apenas pisó el suelo del aeropuerto comentó: “ Estoy muy contento de volver a la Casa y a Cuba. A la Casa de las Américas que es mi casa, y a Cuba porque, aunque hace años que no vengo, siento como que vuelvo sin haberme ido. Cuba siguió siempre viva dentro de mí, en mis palabras, en mis actos y en mi memoria: todo lo que de aquí recibí, en una relación en la que yo jamás oculté ninguna de mis discrepancias o mis dudas; pero tampoco oculté mi admiración por esta Revolución que es un ejemplo de dignidad nacional, en un mundo donde el patriotismo es el obligado privilegio de los países ricos y poderosos, pero negado a los pequeños y pobres. No conocí en mi vida otro país tan solidario como este, ninguna Revolución tan ofrecida a los demás como ha sido y es la Revolución Cubana. Con el tiempo, nuevos hogares le han nacido en la Isla a Eduardo. Se llegó también hasta esa casa de las primeras décadas del siglo XX donde un amigo de igual nombre, Heras León, enseña técnicas narrativas a quienes pretenden recorrer el arduo camino del escritor. Jóvenes ávidos de literatura le escucharon hablar en el Centro Onelio Jorge Cardoso del compromiso personal con la historia, con la escritura. Salió a andar La Habana, la misma que le inspirara aquella crónica de El libro de los abrazos, donde un conductor enamorado abandona su guagua por una mujer y los pasajeros van conduciéndola, por tramos, hasta llegar al final del recorrido. A La Habana Vieja se fue entonces, porque recorrerla es un placer aparte. Ya lo había hecho antes, en compañía de Eusebio, ‘El Creador’ y esta vez pude confirmar que se merece un capítulo del Génesis para sustituir al de la Biblia, porque Dios hizo al mundo en una semana, pero este en pocos años ha hecho La Habana Vieja, que no es ‘moco de pavo. Se merece un texto sagrado que reconozca la labor creadora de ese loco lindo que con tropical locura ha hecho el hermosísimo barrio de La Habana, que parecía condenada a la ruina, y que él la levantó y con ese impulso creador que tiene logró multiplicarla, descubriendo la energía que yo no sabía que contenía. Regresó a la Casa de las Américas, donde antes estuvieron Haydée Santamaríay Mariano Rodríguez y hoy lo recibía Roberto Fernández Retamar. Inauguró el Premio Literario del que en otras ocasiones fue jurado, y premiado, él mismo: la Casa de las Américas, nacida de la Revolución Cubana, lleva más de medio siglo ayudándonos a vernos con nuestros propios ojos, desde abajo y desde adentro, y no con las miradas que desde arriba y desde afuera nos han humillado desde siempre. Volvió al día siguiente. Y su lectura detuvo el tiempo, y desbordó los espacios de la sala Che Guevara, la Manuel Galich, la esquina de G y 3ra. No solo les habló a los lectores de su generación, también les resulta cercano a los jóvenes, que fueron a mirarse en sus Espejos, a reconocerse como Los hijos de los días. Y los días se echaron a caminar, y nos hicieron a nosotros, que así fuimos nacidos, nosotros, los hijos de los días, los averiguadores, los buscadores de la vida. Galeano regresó a Cuba. Y los cubanos le hemos abrazado. | Fuente: La Jiribilla | Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí | ir a titulares | | |
PASIÓN DE ABRIR PUERTAS | por Liset García Rodríguez | Entrevista a Miriam Ofelia Ortega, presidenta del Consejo Mundial de Iglesias para América Latina y el Caribe y diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular Un canto en Brasil asegura que si las mujeres no pueden entrar por las puertas, lo hacen por las ventanas. Miriam Ofelia Ortega Suárez no solo da fe de esa voluntad, sino que la reafirma cada día de su vida. Además de presidir el Consejo Mundial de Iglesias para América Latina y el Caribe y ser diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular, es la primera mujer ordenada como pastora de la Iglesia Presbiteriana en Cuba. Fue rectora del Seminario Evangélico de Matanzas durante varios años y ha participado en no pocas batallas políticas dentro y fuera del país, trayectoria que hace evidente que ella sabe por dónde camina y cómo hacerlo. No se ha detenido ante ninguno de los obstáculos que tuvo ante sí, desde la infancia en su natal Cárdenas. Confiesa que cada uno le dio oportunidad de avanzar. La búsqueda de soluciones, de alternativas, de espacios, siguiendo el principio de cooperación con quienes tiene alrededor, han sido las claves de su vida para abrir puertas, sin descanso. Liset García Rodriguez -¿Cómo llegó a la teología y por qué? Miriam Ofelia Ortega- “Estudié desde los cuatro años en La Progresiva, un colegio presbiteriano que daba becas a los hijos de familias pobres, a cambio de que los padres trabajaran allí. Mi mamá fue lavandera de esa escuela, donde cursé desde el preescolar hasta el bachillerato. Le debo mucho, pues nos educaban para ser buenos ciudadanos. Toda mi formación fue religiosa desde entonces. “Recuerdo con especial simpatía y admiración a Emilio Rodríguez Busto, quien fue director de esa institución. Allí estudiaron Marcelo Salado, Renato Guitart, Esteban Hernández, Alfredo Massip y otros revolucionarios asesinados durante la dictadura de Batista. Algunos de ellos se escondían en la casa de Blanca Ojeda, directora de la primaria. Recuerdo el día en que a la escuela llegó Pilar García, conocido verdugo y asesino, a buscar a los estudiantes que distribuían proclamas del 26 de Julio en la ciudad de Cárdenas. El Dr. Emilio lo impidió. Dijo que para sacar a los estudiantes del dormitorio había que matarlo a él. “Era un colegio muy famoso en Cárdenas. Había otro similar, El Cristo, de la Iglesia Bautista, en Santiago de Cuba, donde dio clases Frank País. Mi esposo fue alumno de él. Se estudiaba a Félix Varela; también la asignatura de Moral y Cívica, con mucho énfasis en José Martí. Luego fue cuando ingresé en el Seminario Evangélico, para estudiar Educación Cristiana y, más tarde, Teología”. LG -¿Cómo concibe la unidad entre Iglesia y Revolución? ¿Hubo o hay lucha de contrarios? MOO -Cuando triunfó la Revolución muchas personas, conociendo mi religiosidad, preguntaban: “¿No te vas a ir?” Yo respondía: “¿Me voy a ir, a dónde? Si para nosotros la Revolución es una bendición. Mi papá era obrero de una fábrica y mi mamá, criada. ¡No será cuando más oportunidades se nos abren, que vamos a renunciar a Cuba!”, les decía. “Eso lo comprendí mejor cuando estuve donde uno de mis hermanos alfabetizó, en Minas de Bueyecito, en la Sierra Maestra. Entendimos que había gente con más miseria que la que habíamos padecido nosotros, y para quienes se dieron todas las posibilidades a partir de entonces. “Disfruté mucho esas primeras décadas. Sentimos la necesidad de cambiar cosas, pues el impacto de la Revolución era grande. Nos benefició, además, el Concilio Vaticano de 1964, que radicalizó el pensamiento religioso con la opción por los pobres. No veíamos diferencias con lo que postulaba el Gobierno Revolucionario“. Miriam Ofelia prefiere dejar atrás los años de confrontación entre los creyentes y el naciente Estado revolucionario, especialmente con la jerarquía de la iglesia católica. Pero, una mirada a la época le permite ver que tanto los líderes como los creyentes que se sentían vinculados al proceso ocurrido en el país sufrieron una doble incomprensión, pues quienes estaban fuera de la Iglesia los acusaban de no definirse abiertamente a favor de la Revolución, mientras que los de adentro les criticaban estar transgrediendo sus principios teológicos. “Cuando Sergio Arce escribió Teología en Revolución. La misión de la Iglesia en la sociedad socialista, aportó un libro muy valioso que traza cuál es nuestra misión. A quienes vivíamos insertados en la Revolución y en la parte revolucionaria de la Iglesia, también nos ayudó la Teología de la Liberación, que aunque impulsada por católicos, influyó en nosotros. “También fueron años de vínculos con todos los líderes religiosos que vivían en países latinoamericanos bajo dictaduras. Con ellos hicimos reuniones de todo tipo, y el intercambio nos enriqueció más. Hicimos las Jornadas Camilo Torres y otras actividades. Los contactos frecuentes con representantes de las iglesias de los países socialistas interesados en dar su solidaridad con la realidad cubana, nos aportaron igualmente. “Aquí también llegó el momento en que empezó a cambiar la imagen que se tenía de la gente de la Iglesia. Cuando íbamos a cortar caña, recoger boniato… quienes estaban, siempre nos preguntaban: "y ustedes ¿qué hacen aquí?". Lo mismo que ustedes, respondíamos. "No vinimos a hablar de Dios, sino a trabajar”. En esa época Miriam Ofelia se incorporó a laborar en el Centro de Documentación de Salud Pública de la ciudad de Matanzas. Rememorar aquellos días la hacen recordar algunos tropiezos, pero enseguida sonríe, porque esa fue otra puerta que logró abrir. “Había necesidad de traductores de inglés y me ofrecí. Éramos un colectivo de 19 mujeres. Entonces, yo era pastora del templo del barrio de Versalles. Algunas no entendían qué hacía una religiosa allí. Después de un tiempo trabajando juntas, les hablé en estos términos: "¿Ustedes tienen alguna queja de mí?, ¿he sido una mala trabajadora?, ¿por qué esa animosidad conmigo?" Siempre tuve el apoyo del director del centro y del administrador, y después de aquel diálogo la situación cambió. Fueron cinco años útiles para todas pues disfrutamos el compañerismo. “En otra oportunidad, a inicios de la Revolución, la Iglesia Presbiteriana compró una finca para hacer un campamento para la labor de educación cristiana. El doctor Rafael Cepeda, el reverendo Francisco Norniella y yo fuimos de oficina en oficina en el Partido, el Gobierno, explicando nuestros propósitos. Queríamos hacer cosas en bien de la sociedad. “Era una tarea difícil, que como otras muchas que asumimos en la Iglesia, me obligaban a pensar, a reflexionar y argumentar, para hallar una solución. Pero hasta conseguir la aprobación y el apoyo necesario no me detuve”. Ahora está envuelta en el desarrollo sostenible de otra finca en la provincia de Matanzas. “Estamos tratando de que sirva a la comunidad. Sembramos viandas, producimos leche. Hicimos allí un centro ecológico diaconal, con financiamiento del Instituto de Estudios de Género, programa del Centro de Estudios del Consejo de Iglesias de Cuba. Apoyamos a la cooperativa cercana en la instalación de biogás, molinos de viento y la transformación de los suelos y siembras para el ganado. El Centro de Reflexión de Cárdenas y Naciones Unidas nos apoyan y hemos logrado una formidable participación de las mujeres campesinas. Actualmente se puede afirmar que entre Iglesia y Estado tenemos armonía. No niego que sufrimos incomprensiones también dentro de nuestra Iglesia por las posiciones revolucionarias que mantuvimos, pero más allá de aquellos desacuerdos, lo más valioso fueron los retos que la realidad nos impuso vencer y el reconocimiento de la diversidad de pareceres". LG -Como pedagoga tiene una copiosa hoja de servicios. ¿Llegó por casualidad a esa profesión? MOO -A los 13 años mis padres decidieron que no siguiera estudiando. Querían que labrara mi futuro como ama de casa. Me quedé tres años ayudando a mi mamá. Pero cuando cumplí los 16, fui a La Progresiva y le dije al subdirector: “Vengo a matricularme de nuevo”. Él preguntó: “Con qué cuentas”. “Con nada”, le respondí. “No tengo dinero para los uniformes, ni los libros, ni los zapatos”. “Como había sido una buena alumna, el profesor me propuso trabajar en la biblioteca y con eso pagar la beca. Y cuando avanzara un poquito, podría dar clases a los alumnos de primer año que tuvieran dificultades. “Me compraron un uniforme, zapatos y libros de uso. Empecé donde había niños de 13. Iba a las casas de aquellos con más dificultades, para ayudarlos. Ese fue mi debut como maestra. Mientras, continuaba el bachillerato en Letras, que terminé en 1956. Ese año decidí estudiar Educación Cristiana en el Seminario de Matanzas, y me gradué en 1959. “Como los misioneros se fueron al triunfo de la Revolución, en el 60 me pidieron que empezara a dar clases en el Seminario. Fue un salto cualitativo que marcó mi vida. Pronto me di cuenta de que necesitaba prepararme mejor. Matriculé el curso de Teología en el Seminario, que terminé en 1966 y, más tarde, en la década de los 80, estuve en el Instituto Superior de Pedagogía donde hice la Licenciatura en Lengua Inglesa. “Fui profesora en el Instituto Ecuménico del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), ubicado en Bossey, en las afueras de Ginebra, durante tres años. En 1988 fui nombrada por el CMI como Secretaria Ejecutiva del Programa de Educación Teológica Ecuménica para América Latina y el Caribe. Allí estuve hasta 1997 cuando la Iglesia Presbiteriana-Reformada me llamó de regreso para asumir el rectorado del Seminario, donde aún doy clases de Ética, y de Teología y Género. Creo que a la docencia entré por las puertas y por las ventanas. Y no quiero salir de ahí”. LG -Por ser mujer ¿tuvo que vencer obstáculos adicionales? MOO -El primero lo vencí en la niñez, al no sentirme completamente aceptada por mi madre. Yo tenía dos hermanos varones. El mayor era el preferido de papá y el menor el de mi mamá. Yo era la del medio. Cuando ellos entraron al colegio La Progresiva, yo lloraba porque quería ir también. Una de las misioneras dijo: “Esta niña tiene deseos de estudiar. Déjenla entrar”. Fue la primera puerta que abrí. “Durante mi infancia, vi a mi madre sufrir mucho las desventajas de la mujer. Como limpiaba casas, los dueños abusaban de ella”. Aquella realidad social que padeció la madre, contribuyó a que Miriam Ofelia abrazara entre sus tareas la de enfrentar la desigualdad que sufren las mujeres. Fue una de las razones que la llevaron a convertirse en teóloga feminista. “Así llegué a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Fui propuesta por la Federación de Mujeres Cubanas. Me relacioné mucho con el trabajo de esta organización cuando comenzó la década de la mujer en las iglesias, siguiente a la declarada por Naciones Unidas -hasta el 1995- que concluyó con la cumbre de Beijing, a la que fui invitada. Uno de los asuntos muy debatidos allí fue la participación de las mujeres en la toma de decisiones. Es un tema muy serio en el que debemos avanzar hombres y mujeres juntos”. Tuvo otros obstáculos por ser mujer, pero los venció poco a poco. Dos personas la ayudaron, según cuenta: Sergio Arce, secretario general de la Iglesia y rector del Seminario durante 15 años, y Francisco Norniella. “Muy revolucionarios los dos, con mucha voluntad de hacer. “Fue bajo el mandato de Arce, en 1967, que me ordenaron como pastora. Recuerdo que le pregunté: ¿Qué exámenes debo pasar?. Él me respondió simplemente: "Te compras un vestido bien bonito". Ellos sabían que yo llevaba una vida de compromiso y ya había superado todos los escalones teológicos previos. “El año de 1967 fue, por cierto, muy importante para la Iglesia Presbiteriana cubana, porque se separó del Sínodo de New Jersey. Nuestra Iglesia se convirtió en autónoma. Mi ordenación y esa ceremonia tuvieron lugar el mismo día. “Otra barrera la vencí junto al hombre con quien formé familia, Daniel Montoya, para poder casarnos. Desde que estaba en el Seminario, muchos pensaron que sería la esposa ideal de un pastor. Pero no acepté ese destino: siempre pensé ser pastora. Fue una lucha tremenda. Él pertenecía entonces a la Iglesia Bautista, vino para Matanzas y aquí nos casamos en 1970”. Fue la primera mujer en obtener licencia de maternidad en la Iglesia Presbiteriana, y ofreció los sacramentos en la iglesia de Versalles hasta los ocho meses de embarazo. LG -¿Una cubana en el Consejo Mundial de Iglesias? MOO -Estuve casi 12 años en el CMI. Fue etapa de muchos aprendizajes. Llegué allí para ser profesora. Una institución internacional con una cubana era importante. Por eso acepté. Fue una etapa inolvidable, pero tuve que trabajar intensamente para que se valorara mi labor como educadora en un medio muy europeo. En el 2004 fue electa vicepresidenta de la Alianza Mundial de Iglesias Reformadas, también con sede en Ginebra. Luego fue elegida presidenta del CMI. Explica que ahora, de los ocho presidentes, tres son mujeres. “Estoy por América Latina y el Caribe, electa en 2006 y hasta 2013; otra está por Europa y, la tercera, por los Estados Unidos. Hacemos un trío de respeto. El año pasado acordamos seguir apoyando la lucha de las mujeres para su participación en esas estructuras de dirección. Presentamos un documento en el Comité Central del CMI, y causó un gran impacto en la prensa y en las iglesias pertenecientes a ese consejo”. LG -Si tuviera que hacerle reproches a su vida, ¿cuáles serían? MOO -No quisiera haber vivido de otro modo. Mi vida no la cambio por nada. Lo que soy se lo debo a la Iglesia, y a lo que aprendí en ella, y también a la Revolución porque llegó justo cuando yo empezaba a brotar como persona. No me arrepiento ni siquiera de lo que pasé cuando no había la comprensión que existe ahora. Siempre vi las cosas difíciles como oportunidades para la lucha y el avance. “Hay algo que haría mejor: la Miriam madre. Falté mucho de la casa. Estuve haciendo labores por todo el país durante varios períodos. Realmente, no fui la madre ideal, según los patrones tradicionales. Suerte que nuestra hija tuvo un magnífico papá. Él hizo muchas veces la función de madre y padre, con una ternura inmensa. “A los seis años Greta se puso tartamuda. El psicólogo dijo que no tenía ninguna dificultad, que ella hablaba muy bien. "Su problema es que usted nunca está en la casa, pero lo va a rebasar", afirmó. Así fue. Cuando ella se casó me escribió una carta diciendo lo orgullosa que se sentía de mí”. LG -Usted fue la única representante de Cuba en el sepelio de Lucius Walker en Estados Unidos. ¿Qué palabras escribiría sobre él? MOO -Su temprana partida nos ocasionó las lágrimas y el dolor que dejan los buenos amigos cuando se van. Lucius nos dio tantas bendiciones, tuvo tantos gestos hacia Cuba, que no podremos olvidarlo nunca. “Reflejó la solidaridad en los ómnibus amarillos y los carteles de Pastores por la Paz, a su paso por las calles y caminos cubanos, abriendo continuamente sendas de amistad entre su pueblo y el nuestro, que fueron modos de quebrar el bloqueo. Con las Caravanas creó una campaña de ternura que nos unió a todas y todos con infinito cariño. Nuestra gratitud hacia él será eterna”. LG -Háblenos de sus experiencias como diputada a la Asamblea Nacional. MOO -Calimete es el municipio que represento ante el máximo órgano del poder cubano. Siempre estoy pendiente de lo que pasa allí, y es motivo de orgullo estar vinculada a ese quehacer en la base. He aprendido de los delegados y delegadas de circunscripción, quienes con mucho esfuerzo, modestia y sacrificio, hacen cosas a veces por encima de sus fuerzas. “He encontrado una zona rural donde se produce arroz, leche y azúcar, tres producciones tremendas. Por primera vez entré a un ingenio azucarero a hablar con los obreros, he estado en policlínicos, en escuelas. He aprendido del pueblo y ayudo en todo lo que puedo. “En el extranjero todos creen que por ser diputado en Cuba se percibe un salario. Cuando cuento cómo funciona nuestro Parlamento, las personas se asombran. Las tareas que cumplo las debo solventar yo. Eso es muy cristiano. Hermoso. Da mucho placer, porque lo que hago es servir, intentar “En el extranjero todos creen que por ser diputado en Cuba se percibe un salario. Cuando cuento cómo funciona nuestro Parlamento, las personas se asombran. Las tareas que cumplo las debo solventar yo. Eso es muy cristiano. Hermoso. Da mucho placer, porque lo que hago es servir, intentar ser útil. No es para escalar al poder”. De las sesiones ordinarias de la Asamblea Nacional del Poder Popular, narra un momento muy emocionante: cuando el presidente Ricardo Alarcón la invitó a contar las acciones que ha realizado en reclamo de justicia para los Cinco. “Le habíamos escrito a Obama pidiéndole que los liberara el Día de Acción de Gracias. Relaté las actividades desplegadas a través de nuestras relaciones con las iglesias, para que luchen por los Cinco. Tenemos una red en el Consejo Mundial, con el Consejo Nacional de Iglesias de Cristo de Estados Unidos, con América Latina, con los Derechos Humanos, con otros. “Cuando escucharon mis palabras, Fidel exclamó: ‘Eso que está haciendo Ofelia es lo que hay que hacer’”. El Consejo de Iglesias de Cuba, del cual Miriam Ofelia Ortega fue su vicepresidenta, está integrado por 38 organizaciones religiosas entre iglesias, centros y movimientos ecuménicos; otras son miembros observadores y son asociados fraternales de otras confesiones religiosas, la Comunidad Hebrea de Cuba y la Asociación de Autorrealización Yoga. Fue fundado el 28 de mayo de 1941 en la Primera Iglesia Presbiteriana Reformada en Cuba bajo el nombre de Concilio Cubano de Iglesias Evangélicas, como resultado de la labor de las distintas iglesias evangélicas y protestantes de Cuba, quienes se propusieron entre otros objetivos dar mayor representatividad y validez a los pronunciamientos de carácter nacional o general de las iglesias, y hacer posible la relación y cooperación con otras organizaciones religiosas de carácter internacional y ecuménico. La obra evangelística y misionera de la Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba se inició en 1890 por la visión y los esfuerzos del cubano Evaristo P. Collazo, obrero tabaquero que trabajó en las ciudades de La Habana y Santa Clara. A partir de 1898 pasó a ser atendida como misión por iglesias presbiterianas del norte y el sur de los Estados Unidos. Los énfasis característicos de la Iglesia Presbiteriana del norte fueron imponiéndose sobre los sureños, más conservadores, y marcaron el empeño teológico y social del presbiterianismo cubano. En 1967 obtuvo la autonomía de la Iglesia madre de los Estados Unidos. | | Fuente: Bohemia | Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí | ir a titulares | | |
SIN CUBA, AMÉRICA NO ESTÁ COMPLETA | por Raúl Menchaca | Desde que en 1507 el cartógrafo alemán Martin Walldseemuller utilizara por primera vez la palabra América para designar al Hemisferio Occidental, esa masa continental ha sido vista como un todo indisoluble formado por un variopinto conglomerado de naciones. Europeos, africanos y hasta asiáticos, se mezclaron aquí para dar paso a un grupo humano que tiene más semejanzas que diferencias. Un desarrollo histórico casi similar, con algunas naciones más apuradas que otras, confirmó la unidad de una región que durante varios siglos las potencias coloniales europeas se disputaron con saña, pero al final sin éxito. Sólo razones políticas dividieron a un continente convertido en crisol de culturas y razas, y que en el último medio siglo tuvo que desafiar la hegemonía de uno de sus miembros para volver a abrazar a una Cuba injustamente marginada. Más de un siglo ha durado la supremacía continental de Estados Unidos, que ha empleado todo su formidable poderío económico, y hasta militar, para alejar a Cuba de su natural entorno geográfico. América vivió así el aislamiento del primer país que decidió abrir un camino diferente y que, contradictoriamente, poco a poco se convirtió en referente para los demás. Vendría primero el gradual restablecimiento de relaciones, que sin dudas resquebrajó el apretado cerco estadounidense, y más tarde el florecimiento de un ramillete de naciones que decidieron adoptar un rumbo cercano al cubano. Pero Washington no se quedaría cruzado de brazos y mientras impulsaba el Área de Libre Comercio para Las Américas, la nefasta ALCA que escondía el sueño de tragarse a la región, convocó a la Cumbre de Las Américas, cuya primera edición tuvo por sede nada menos que a Miami. Como antes en la Organización de Estados Americanos (OEA), por voluntad expresa norteamericana, Cuba quedó fuera esas reuniones, cuyo mayor logro fue haber enterrado el ALCA en 2005, en Mar del Plata. La entrada de Obama en la Casa Blanca abrió una falsa expectativa, pues el flamante mandatario estadounidense prometió en abril del 2009, en Puerto España, el establecimiento de una nueva política hacia América Latina y el Caribe, algo que quedó sólo en declaraciones. Las Cumbres de Las Américas, desde Clinton hasta Obama, sólo han servido para que Estados Unidos haga valer su predominio continental, algo que intentan desde la I Conferencia Panamericana, en 1890, cuando desvirtuaron el sueño continental de Bolívar. Martí, que era adelantado en todo, apreció entonces lo que pasaba en aquella reunión y escribió que “...después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia”. La exclusión de Cuba es la señal más evidente de que esas reuniones han sido organizadas por el gobierno estadounidense como instrumento para intentar ejercer la dominación hemisférica pasando por encima de la voluntad un haz de naciones soberanas, muchas de las cuales ahora se reviran ante tan injusto desatino. Por eso, cuando hoy los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), a los que ya se han sumado algunas otras voces, reclaman la presencia cubana realizan un acto de desafiante soberanía ante quienes se pretenden dueños. Ya este no es el traspatio de Estados Unidos que tendrá que admitir que Cuba regresó a un ámbito del que nunca debió estar excluida, porque, y eso se sabía desde aquella “Introducción a la cosmografía”, elaborada por Walldseemuller en el siglo XVI, si falta un país, América no está completa. | Fuente: Cuba Ahora | Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí | ir a titulares | | |
LA IRA EN CONTRA DE LOS CINCO | por Andrés Gómez | La tortura que el gobierno, o los gobiernos, de Estados Unidos han impuesto a nuestros Cinco hermanos: Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René por más de trece años y medio sólo es comparable –ya que es la razón de ser de ésta— con los tormentos que las sistemáticas políticas de genocidio, terrorismo y subversión de esos mismos gobiernos le han impuesto por más de medio siglo al pueblo cubano. Por más de trece años esos gobiernos les han privado a los Cinco de sus más elementales derechos a la vida. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define tortura de la siguiente manera, “Grave dolor físico o psicológico infligido a alguien, con métodos y utensilios diversos con el propósito de obtener una confesión o como medio de castigo”. Parte integral de esa sistematicidad de tortura mantenida por más de trece años son los infructuosos intentos por parte de diferentes autoridades de esos gobiernos para que los Cinco traicionen sus ideales patrióticos e ideológicos. Y como no lo han logrado, y es evidente que no lo lograrán, mantienen e incrementan el suplicio al que los someten. Y así lo han hecho flagrantemente violando sus propias leyes y más caros principios y procedimientos jurídicos. Violando su propia profesa humanidad. ¿Y por qué este malsano ensañamiento contra estos cinco hombres por parte de los gobiernos de Estados Unidos? ¿Por qué esta campaña en contra de los Cinco continuamente intenta demonizarlos? La fiscalía federal que los procesó y procesa, y los tribunales federales que los han juzgado en diferentes instancias, y que los continúa juzgando en esta etapa de apelación extraordinaria, jamás han podido hacerlo por cometer espionaje en contra de los Estados Unidos, delito no cometido por ellos, del cual nunca han sido encausados. Aún así se les califica continuamente como espías, queriendo conjurar una imagen perversa, de que los Cinco representan un gran peligro para este país. ¿Por qué, si nunca pusieron en riesgo la seguridad nacional de Estados Unidos se les sigue acusando de haberlo hecho y de continuar teniendo la posibilidad de poder hacerlo? En días recientes al oponerse a la petición de René de poder viajar a Cuba para estar por dos semanas con su hermano Roberto gravemente enfermo de una condición terminal, la fiscalía federal argumentó: “Los Estados Unidos reconoce el carácter humanitario de la solicitud hecha por René González, pero se opone a esta solicitud basándose en preocupaciones de seguridad del FBI”. Y más recientemente aún, la fiera de Ileana Ros, orgullosa defensora y protectora de terroristas, y además presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara federal de Representantes, declaró: “No hay ningún conjunto de condiciones bajo las cuales podríamos permitir a González volver a Cuba sin poner en peligro la seguridad de Estados Unidos. (…) Urjo al Departamento de Justicia a proteger la seguridad de Estados Unidos y también a honrar a las víctimas de Hermanos al Rescate, declarando explícitamente que no se permitirá a René González viajar a Cuba, de ninguna manera, de ninguna forma, de ningún modo”. ¡Ah!, además de reincidir en la perversa acusación de peligro, no pudo resistir la congresista Ros en esta declaración defender lo suyo: los planes subversivos y terroristas contra el pueblo cubano, y enaltecer, como siempre lo hace, a los terroristas que han llevado a cabo esas infames campañas. Y ahí, precisamente, está el fundamento de esta campaña de tortura de más de trece años y medio en contra de nuestros Cinco hermanos por parte de todos ellos en este país, los gobiernos federales y sus aliados en contra de Cuba; que es el también la raíz de los tormentos que las sistemáticas políticas de genocidio, terrorismo y subversión de esos mismos gobiernos le han impuesto por más de medio siglo al pueblo cubano: la soberana, justa e inalterable decisión del pueblo cubano de ser libre. Andrés Gómez periodista cubano residente en EE.UU. y director de Areítodigital | Fuente: martianos.ning.com | Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí | ir a titulares | | |
CUBA, EJEMPLO DE SOLIDARIDAD INTERNACIONALISTA | por Enric Llopis | Pocas personas en Cuba no han participado –ellos personalmente o sus allegados- en alguna misión solidaria en otro país. Es una realidad que habitualmente se silencia, sobre la que hay un “cerco mediático”. Con el fin de romperlo, la Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí” ha realizado el documental “Esencia de Revolución. Solidaridad internacionalista”, presentado esta semana coincidiendo con el 25 aniversario de la organización. En el trabajo ha colaborado el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP). Con dirección y guión de David Rodríguez y Pau Romero, dos miembros de la Asociación José Martí, el audiovisual de 50 minutos recoge 7 testimonios de internacionalistas cubanos, a partir de entrevistas realizadas en La Habana y San Antonio de los Baños. “Hemos intentado poner de manifiesto los motivos que había el 1 de enero de 1959, cuando triunfó la revolución, y los que hay en el presente para practicar la solidaridad internacionalista”, subrayan los autores del documental. Desde primera hora, la Revolución Cubana sitúa como prioridad la solidaridad con otros pueblos. En la década de los 60, 70 y 80 del siglo pasado, el objetivo es compartir la experiencia de una revolución victoriosa con otros países de África, Asia y América Latina. En los 90, con motivo del desastre provocado por el huracán Mitch en América Central, arranca un segundo impulso solidario. Hoy, “más de la mitad de la cooperación entre países del sur la desarrolla Cuba”, recuerdan David Rodríguez y Pau Romero. “Pero esto nunca se dice”. Gaspar Hernández recuerda en el documental su experiencia de dos años en Nicaragua, donde llegó en 1986 para aportar su experiencia política a la asediada revolución sandinista. “Los cubanos formábamos una gran familia; había profesionales de la sanidad y de la educación, entre otros muchos sectores; al final nos ganamos el cariño y la admiración de los nicaragüenses”, recuerda emocionado. ¿Qué huella conserva de aquella misión? “Extrañé mucho a mi familia; también me acuerdo del día en que capturamos a un norteamericano; le dimos primeros auxilios y nos dijo que venía únicamente por la plata; que si le pagaba Fidel, trabajaría para él; era un mercenario”, concluye. “¿Quién es tu hermano? Tu vecino más cercano”, reza un dicho cubano. Por eso, y porque, como afirma Fidel Castro, “ser internacionalista es saldar nuestras deudas con la humanidad”, Felicia García se desplazó hasta Angola y Timor Oriental como docente interesada en exportar los procesos de alfabetización que en Cuba estaban implementándose. Evoca Angola como “un país muy pobre, pero donde el trabajo era gratificante y con momentos muy emotivos; por ejemplo, cuando una alumna embarazada le puso a su hija mi nombre”. Además, “muchos de los estudiantes luego vinieron a Cuba”. En Timor, “un país también muy pobre”, donde se dedicó a la alfabetización y la enseñanza del castellano, fue “estremecedor” ver cómo hacía sus primeros trazos un señor de 70 años, que no sabía leer ni escribir. El documental incluye declaraciones de diferentes generaciones de internacionalistas, con edades comprendidas entre los 30 y los 70 años. “Cuba da lo que tiene, no lo que le sobra, porque realmente no nos sobra nada”, afirma muy segura de sí María Margarita Mayor, hija de un soldado cubano embarcado en la guerra de Angola, y que viajó a Venezuela en 2006 y Bolivia en 2007 para aportar su trabajo como sanitaria. “En Venezuela al principio nos tenían miedo” por la leyenda negra que pesa sobre Cuba. “Poco a poco se abrían cuando les explicábamos nuestro objetivo; nunca antes un médico había estado en su casa”. Un año después estuvo en comunidades bolivianas “paupérrimas”, donde los niños pedían limosna en lugar de ir a la escuela. “Era algo ajeno a la realidad cubana”, matiza. Según los autores de “Esencia de Revolución. Solidaridad internacionalista”, “hemos buscado ejemplos de cómo pensar y actuar solidariamente forma parte de la esencia del pueblo cubano; estos internacionalistas forman parte de un ejército que ni roba ni mata, un ejército de batas blancas y lapiceros que, sin hablar de política, denuncian con hechos concretos las injusticias del capitalismo; son los nuevos revolucionarios”. Otro internacionalista de nueva generación que aparece en el audiovisual es Nelson Pérez, quien aterrizó en Ecuador en el año 2007 como asesor técnico de un programa de alfabetización. Este economista y docente en San Antonio de los Baños constató sobre el terreno “la herencia del neoliberalismo en América Latina durante la década de los 90”. Se encontró con una realidad desconocida en Cuba: “muchos adultos eran analfabetos funcionales; superar esta lacra constituía un gran reto”, explica. “Al principios lo vives como una aventura, luego como una obra que sabes va a beneficiar a muchos”, concluye. Pero en el documental falta un testimonio. El de una de las personas que, a sus 72 años, representa el paradigma vivo del internacionalismo cubano. Tal vez por eso, para rellenar la ausencia, Harry Villegas asistió al acto de presentación del documental, donde además intervino en una conferencia. Durante diez días ha recorrido el País Valenciano de la mano de la Asociación José Martí, explicando sus vivencias, recuerdos y opiniones. El General de Brigada Harry Villegas combatió con el Che Guevara en la Batalla de Santa Clara, en el Congo y en Bolivia; también luchó en Angola, entre otros lugares. Ahora reivindica la memoria histórica del internacionalismo cubano y recuerda, por ejemplo, la aportación de los voluntarios cubanos a la defensa de la II República española. Son ejemplos de Cuba como motor de la solidaridad internacionalista. Ejemplos que demuestran cómo, frente al rodillo neoliberal, otros valores son posibles: la solidaridad frente al individualismo, la cooperación frente al egoísmo, y lo público y colectivo en contraposición a lo privado. Fidel Castro lo expresaba con otras palabras: “Quien no sea capaz de luchar por otros, tampoco lo será de luchar por sí mismo”. | Fuente: Rebelión | Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí | ir a titulares | | |
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