miércoles, 10 de octubre de 2012

Che Guevara en Cuba hoy mas vigente que nunca Museo Che Guevara Caballito Irene Toto Chaubloqueo ca2

 

 

Por Cuba con emisiones periódicas le lleva la información del acontecer internacional relacionado con nuestro país y las batallas que libra por su pueblo y su soberanía; contiene espacios noticiosos y de opinión, seleccionados de medios de prensa internacional o generados desde nuestro país.  ISSN 1819-4044

 

 

 

Año 10 Número 84 | Fecha 2012-10-09

TITULARES

Opinión

NUEVE DE OCTUBRE por Carlos Manuel Álvarez

ESTADOS UNIDOS Y EL ASESINATO DEL CHE por Adys Cupull y Froilán González

"ASESINOS, ACABEN DE ENTERARSE: CAYÓ PERO NO ES DEFINITIVO" por Iroel Sánchez

MI HOMENAJE AL GUERRILLERO HEROICO por Vincenzo Basile

Noticias

EL CHE SIGUE SIENDO FARO Y GUÍA por Nelson García Santos

Opinión

NUEVE DE OCTUBRE

por Carlos Manuel Álvarez

Cuando yo nací, el Che Guevara ya estaba muerto y su retrato había aparecido en la portada de la revista Life. Hay, ciertamente, pocos rostros tan impresionantes como los rostros de este hombre. Contadas imágenes o palabras provocan una compresión y un sobrecogimiento semejantes a los que sobrevienen con esas fotografías en las que siempre, sea en una posición u otra, en este o en aquel país, como un secreto que no resiste más, se deja ver la estampa misma de la sugestión.

Perdonen la confidencia, pero yo he llegado a su persona desde los terrenos más pueriles, desde las situaciones menos épicas. En caso de que quieran decir algo, ¿qué es lo que dicen los rostros del Che? ¿Hacia dónde, por ejemplo, miraba aquella tarde de 1960 en que Korda lo tomó desprevenido y lo incrustó con fiereza en todas las banderas y todos los pulóveres del mundo?

Los sucesos de La Coubre complementan las connotaciones dramáticas que por sí solas se desprenden de su cara, y hacen que olvidemos algo. El Che observaba los cadáveres, el mar de cubanos rabiosos, el hecho consumado y sin retroceso, el hombre envuelto en el vertiginoso remolino de la historia, el paso del tiempo, las víctimas como causa, pero también como azar, y así, sin que hayamos reparado nunca, la inmanencia le viene porque no mira la guerra con la gravedad o la cercanía de los estadistas, sino con la gravedad o la cercanía de los poetas. El Che era el Che, y era, además, Byron.

Hoy no. Hoy es otra cosa. Y esa condición oblicua no es exactamente la que prende en los eternos rebeldes, en las descafeinadas barricadas contemporáneas, en los adolescentes incendiarios. Los héroes corren dos riesgos gravísimos, siempre latentes. Primero: el hecho de sobrevivir a su propia heroicidad. Segundo: el hecho de no sobrevivirla. Primero: el hecho de que se les mitifique en vida. Segundo: el hecho de que se les mitifique en muerte. Todos los mitos son malos arquetipos de mitos anteriores, los cuales, a su vez, fueron reproducidos sobre el mito de Prometeo, tan falaz.

Los grandes hombres no son grandes hombres. Sus actos íntimos son comunes. Sus actos públicos y sus actos históricos también. Pero tampoco son sujetos de esquina. (No dejen, estudiantes, que los engañen con ninguna de estas farsas.) El Che recorre el continente en moto, y no podía sospechar, tan muchacho como era, que ese viaje era un viaje sin retroceso, un trayecto sin fin. En primera instancia, recorrer Latinoamérica es una acción natural que muchos otros han hecho antes y después.

El Che no sabrá nunca que terminará en México y, por más que se lo haya pensado madrugadas enteras, no sabrá tampoco cómo es que cae en la Sierra Maestra, y después en La Habana, y luego en la ONU, y más tarde en el Congo, y Europa del Este, y de nuevo La Habana, y casi finalmente Bolivia, y por último la muerte, y con la muerte el símbolo que es. Así como otros entran al ruedo del crimen, o de la diplomacia, o del aburrimiento, en algún momento el Che Guevara entró al ruedo de las epopeyas. Un ruedo, en esencia, igual a los demás. Si el crimen cambia la vida de unos pocos, la diplomacia la vida de nadie, y el aburrimiento la vida personal, las epopeyas cambian la vida de millones de personas, y esa es, visto así, la única diferencia, puramente cuantitativa.

Sin embargo, hay otro rasgo distintivo: el rasgo poético. Que no se define en los hechos, sino en el pensamiento. No se define en subir al Granma, sino en la decisión de subir al Granma. No se define en irse a Bolivia, sino en convencerse de que es imprescindible irse a Bolivia, y que para ello tan solo se cuenta con lo que cuenta el resto. Es decir, un cuerpo y un ideal (todos tenemos un ideal, por mezquino que sea). Que tus actos individuales tengan una finalidad colectiva es la verdadera distinción de estos hombres. Entender el destino de la humanidad como tu destino. O darle, en suma, esa explicación.

Lo que hace héroe al héroe es la completa disposición hacia empresas que rebasan sus límites físicos de sujetos normales. Lo que los hace sujetos normales es que a pesar de subordinar la realidad a pretensiones impensadas por el resto, no pueden hacer otra cosa que iniciar las revoluciones de cero, paso a paso, casi inconscientemente, con la misma inexplicable y ordinaria secuencia que alguien comienza un libro, o planifica un atraco, o termina una casa. ¿En qué momento justo los héroes se convierten en héroes? En ninguno. No hay, a pesar de las efemérides, momentos justos. Los héroes se convierten en héroes en el momento que se explican poéticamente. ¿Qué hay, pues, más épico que un poeta? Pero también, ¿qué hay más absurdo?

El asesinato del Che marca el fin de una época, y no deja de ser un acto ejecutado por un rapaz subalterno, un gatillo llevado hacia atrás por un don nadie. Cuando se mitifiquen las ideas, siempre tan férreas, y no los hechos, siempre tan manipulables, entenderemos a plenitud esa aparente contradicción.

La retórica pública establece un orden falso, lleno de imprecisiones y alarmantemente vacío de luminosos detalles. Tres mínimas escenas hacen que para mí el resto de la vida del Che adquiera las connotaciones que supuestamente se pide que tenga. Las tres son en los meses finales de su vida.

La primera cuando le dice a Aleida March, antes de irse para Bolivia, que eso es lo único que le puede dejar, lo único íntimamente suyo. ¿Qué? Una cinta con su voz, donde se escucha un poema de Vallejo y otro de Neruda. Pensemos en todo lo que el Che ha vivido, pensemos en el hombre que se ha ido convirtiendo, en todo lo que ha viajado y en toda la política internacional que ha hecho. Y pensemos luego en cómo lo único íntimamente suyo son esos versos escritos por otros, a esas alturas escritos por nadie.

La segunda ya en Bolivia, en plena guerrilla, cuando se aparta y trepa en un árbol y se roba tiempo para revisar un libro.

Y la tercera, escena que no aparece en ningún lugar, y que no es la fotografía bíblica con ojos entrecerrados de la revista Life, son esos segundos finales en los que el Che yace amarrado en un piso de tierra, de una casa presumiblemente de adobe, sucio, barbudo, en el corazón de la selva sudamericana, definitivamente por el suelo sus utopías, segundos en los que el mundo lo ha dejado solo, segundos en los que no recibe los aplausos de la Asamblea General, segundos durante los cuales nadie marcha por ninguna ciudad con su rostro en ninguna bandera, segundos en los que nadie llega y paga unos dólares y dice hágame el favor de tatuarme al Che Guevara, segundos en los que adelgaza considerablemente, pero no sufre hambre, segundos en los que sueña, en los que se vuelve intermitente y duro como una roca, en los que ni siquiera descubren sus huesos, en los que su guerrilla ya no existe, en los que piensa en Rosario o en sus hijos o, tal como aseguró, en Cuba, aun cuando no sepamos si en verdad lo hizo, segundos en los que sabe que va a morir a manos de vulgares soldados y sabe además que no existe ninguna escapatoria.

Nada de esto lo he aprendido en los oradores de devoción gratuita. El Che es el único muerto que no me parece muerto, pero que duele como si lo acabaran de rematar.

Fuente: Cubadebate

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares

ESTADOS UNIDOS Y EL ASESINATO DEL CHE

por Adys Cupull y Froilán González

Han pasado cuarenta y cinco años del asesinato del comandante Ernesto Che Guevara, del peruano Juan Pablo Chang-Navarro Lébano, el Chino, el boliviano Simeón Cuba Sanabria, Willy, la muerte a causa de graves heridas en el combate de la Quebrada del Yuro del cubano Alberto Fernández Montes de Oca, Pacho o Pachungo, y del traslado de los cadáveres de los cubanos René Martínez Tamayo, Arturo, Orlando Pantoja Tamayo, Antonio u Olo, y del boliviano Aniceto Reynaga Gordillo, Aniceto, pero  informaciones obtenidas por su hermano Modesto aclaran que fue herido en la Quebrada del Yuro y asesinado en La Higuera el día 9 de octubre.

Cometido el crimen y ante la repulsa mundial, el gobierno de Estados Unidos y la CIA,  su aparato de manipulación y sus incondicionales servidores   han tratado de  hacerles creer a la opinión pública que fue una decisión de los militares bolivianos y que ellos nada tuvieron que ver con el crimen.

Las investigaciones históricas demuestran que el 8 de octubre de 1967 en la ciudad de La Paz, aproximadamente a las seis de la tarde, se efectuó una reunión entre los generales René Barrientos, Alfredo Ovando y Juan José Torres, con el propósito de analizar los mensajes recibidos desde La Higuera y Vallegrande; ellos no sabían qué hacer y no se tomó ninguna decisión. Solo se evaluaron los acontecimientos y las informaciones obtenidas hasta ese momento y solicitaron que las mismas se ampliaran, así como conocer nuevos detalles de lo que estaba pasando.

Barrientos se dirigió a la residencia del embajador norteamericano y desde allí se comunicaron con Washington. A las nueve de la noche fue interrumpido para entregarle un mensaje desde Vallegrande, donde le solicitaron instrucciones de cómo proceder con los prisioneros, pero él no tenía aún decidido qué hacer y la respuesta fue que debían mantenerlos vivos hasta esperar nuevas instrucciones.

Aproximadamente a las once de la noche, el presidente boliviano, a través de Douglas Henderson, embajador norteamericano en Bolivia, recibió un mensaje desde Washington, donde indicaron que el Che debía ser eliminado.

La decisión de asesinar al Che estaba tomada en Washington desde 1960. Después del fracaso de la invasión por Playa Girón, asumió la jefatura de la CIA Richard Helms, quien continuó el Proyecto Cuba, que contemplaba el asesinato de Fidel, Raúl y el Che, y la imposición, mediante la fuerza militar, de un gobierno en La Habana afín con los intereses de Estados Unidos. Ellos aseguraban, sistemáticamente, que la Revolución Cubana sería derrotada en cuestión de meses. Dentro de sus planes se propusieron eliminar a sus principales líderes.

En 1962 se creó en Washington un grupo especial ampliado, integrado por George Mc Bundy, asesor presidencial sobre Seguridad Nacional; Alexis Johnson, por el Departamento de Estado; Roswell Gillpatrick, por el Pentágono; John Mc Cone, por la CIA, y Lyman Lemnitzer, por el Estado Mayor Conjunto. Todos tenían la misión de dar cumplimiento al Proyecto Cuba.

El 19 de enero de 1962 se reunieron en las oficinas del Secretario de Justicia norteamericano, donde se les informó que el asunto de Cuba tenía la primera prioridad para el gobierno de Estados Unidos y debía resolverse sin economizar tiempo, dinero, esfuerzo ni recursos humanos.

En el encuentro también se aprobaron varias acciones encaminadas a destruir la Revolución Cubana y, en especial, la eliminación física de sus dirigentes.

Por ello, cuando se recibió en la capital norteamericana la información de que el comandante Ernesto Che Guevara se encontraba prisionero y herido en la escuelita de La Higuera, no fue necesario discutirlo. La CIA, el Departamento de Estado, el Pentágono y el Presidente norteamericano tenían tomada la decisión desde mucho antes.

La decisión de eliminar a Fidel Castro, Raúl Castro, Ernesto Guevara y otros dirigentes de la Revolución Cubana fue adoptada durante el mandato del presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower, y se mantuvo en los planes de la CIA durante las administraciones de John F. Kennedy (1961 a 1963) y su sucesor Lyndon B. Johnson (1963 a 1969). La participación de la CIA en planes y asesinatos políticos de dirigentes extranjeros fue reconocida en la investigación congresional encabezada por el senador Frank Church en 1975.

Ninguna persona sensata puede creer que si el gobierno de los Estados Unidos, la embajada norteamericana en La Paz o la CIA querían al Che vivo para interrogarlo, llevarlo a una base militar en Panamá o lo que estimaran conveniente, como sostienen desde 1997, alguien en Bolivia se hubiera atrevido a matarlo.

Pensar que fue una decisión enteramente boliviana es desconocer la realidad del país andino en aquellos años y el papel de la CIA y de la embajada de Estados Unidos en los países de América Latina. Es como decir que la Operación Cóndor es una ficción y que Estados Unidos no tiene nada que ver con los crímenes, secuestros, desaparecidos y torturados en esa etapa de la historia de América Latina. Sería como afirmar dentro de 20 años que la invasión, los crímenes y torturas en Afganistán, Iraq, Libia, Palestina o en la ilegal Base Naval de Guantánamo es un invento de los revolucionarios y fue decisión de los militares locales, sin que Washington tuviera participación. Es como sostener que las cárceles secretas de la CIA o los vuelos con prisioneros utilizando aeropuertos europeos es una falsedad.

El Che y los asesinados en La Higuera no fueron una excepción en la ola de represión, crímenes y desaparecidos que se vivieron en esos años y constituye un deber ético señalar a los  culpables, cómplices, encubridores, manipuladores, tergiversadores  y justificadores.  Ese sería un homenaje más, en el cual muchos honestos militares bolivianos estarían del lado de la verdad y la justicia, porque a partir de los acontecimientos de la guerrilla, dentro de las fuerzas armadas de Bolivia se generó una corriente de toma de conciencia sobre las realidades de su país y el sometimiento a Estados Unidos.

En ocasión del XX aniversario del asesinato del Che se organizaron varios homenajes en ese país, que fueron criticados acremente por un diputado reaccionario. Le respondió públicamente el capitán de corbeta Jaime Paredes Sempértegui, con cédula de identidad 2015115, quien después de considerar al Che como a un héroe, le preguntó al diputado:

“1. ¿Sabía usted que en la campaña del Chaco después del cerco de Boquerón nuestros ‘Enemigos Paraguayos’ recibieron como a verdaderos héroes y les rindieron homenaje como a tales al Gral. Marzana y los pocos hombres que resistieron el cerco? Algunos de ellos viven aún, pregúnteles si en nuestro propio país les rendimos ese tipo de homenajes.

”2. ¿Sabía usted quiénes fueron los que nos entregaron la urna con las cenizas del Coronel Eduardo Abaroa que descansan en la Iglesia de San Francisco? Nada más ni nada menos que nuestros ‘Enemigos Chilenos’ con la siguiente frase en letras de bronce ‘Homenaje del Ejército de Chile al héroe de Calama Don Eduardo Abaroa’.

”Honorable Diputado: Por estos hechos y actos históricos tanto Fuerzas Enemigas como amigas tributan homenajes de respeto a los héroes cuando son considerados como tales.

”Finalmente debe usted saber que la guerra no es cuestión privativa de los soldados. A lo largo de la historia, siempre la guerra ha afectado a la vida civil, y en los tiempos modernos, la Suprema dirección de la guerra ha venido a ser incumbencia de los políticos, que son civiles y no militares, por otra parte, en la guerra total, la industria y las energías civiles quedan absorbidas en el esfuerzo bélico.

”Por estas razones, la historia Militar es inseparable del contexto histórico general y vale la pena que todo el mundo tanto civiles como miembros de las Fuerzas Armadas estudien la historia de las guerras.

”En base a estas simples consideraciones creo personalmente que el ‘Che’ merece ser respetado como el ‘Comandante de América’.”

Fuente: Museo Ernesto Che Guevara

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares

"ASESINOS, ACABEN DE ENTERARSE: CAYÓ PERO NO ES DEFINITIVO"

por Iroel Sánchez

El próximo 9 de octubre se cumplirán 45 años de que fuera asesinado en una escuelita del poblado boliviano de La Higuera el Comandante Ernesto Che Guevara. Un asesinato que no ha hecho sino multiplicar su influencia.

Poco antes del inicio de los Juegos Olímpicos de Londres las autoridades británicas comunicaban que estaba prohibido entrar a las instalaciones deportivas portando imágenes del Che Guevara. En 2007, en ocasión del 40 aniversario de su caída en combate el diario español El País debió retractarse ante la protesta de sus redactores de un insultante editorial contra su figura.

El 13 de abril de este año la presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, abrazaba en el Capitolio de Washington a Félix Rodríguez Mendigutía, agente de la CIA responsable directo del asesinato del Che Guevara.

PERO no han transcurrido cinco meses y la señora Ros-Lehtinen, la ha emprendido contra la Agencia de Protección del Ambiente de ese país por haber incluido una foto de un mural donde aparece el Che y su frase de despedida al líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, “Hasta la victoria siempre” en un mensaje de correo electrónico en ocasión del Mes de la Cultura Hispana en EE. UU.

“Estoy horrorizada y disgustada de que una agencia federal envíe un correo electrónico que muestra la imagen del Che Guevara en la celebración del Mes de la Cultura Hispana”, dijo Ros-Lehtinen en un tono histérico que de inmediato acompañaron sus correligionarios David Rivera y Mario Díaz-Balart.

Cuán muerto está el asesinado cuando 45 años después ni prohibiciones, ni ataques de histeria, ni homenajes a sus asesinos pueden impedir su retorno creciente e indetenible en un mundo que cada vez más comprende lo injusto del sistema contra el que él luchó.

“Cayó PERO no es definitivo”, escribió sobre el Ché el poeta Luis Rogelio Nogueras. Lo único definitivo es la derrota amarga e inevitable de sus enemigos, porque como poetizó Nogueras “Su vida murió PERO el Che venció la muerte”. Él no es un símbolo de la cultura hispana en EE.UU., es demasiado grande para caber allí; el Ché significa aquello que el teniente Sarría dijo al capturar a Fidel Castro luego del asalto al cuartel Moncada: “las ideas no se matan”, y por eso, como Fidel, el Comandante Ernesto Che Guevara es un símbolo de justicia y esperanza para toda la humanidad, aunque Ros-Lehtinen, Rivera y Díaz Balart -miserables seres que la historia olvidará- no puedan comprenderlo.

Fuente: La pupila insomne

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares

MI HOMENAJE AL GUERRILLERO HEROICO

por Vincenzo Basile

En esos días se cumple el aniversario 45 del asesinato de un hombre, el Comandante Ernesto Guevara, pero a la vez se celebra también el nacimiento del Che, el grandioso héroe latinoamericano y mundial quien, sin límites de tiempo y de espacio, guió miles de banderas, movilizó masas gigantes, inspiró millones de personas en su lucha por la verdadera emancipación y contra la miseria y la enajenación.

El Che hay que vivirlo paso a paso, lentamente durante toda nuestra vida para que nos inspire en cualquier momento y nos guíe en cualquier acción que queremos cumplir. El fantastico viaje por América Latina con Alberto Granado, la triste experiencia en la Guatemala de Arbenz, el exilio en México, el encuentro con Fidel Castro y los otros revolucionarios cubanos, el viaje en el Granma, la Sierra Maestra, la lucha guerrillera, la histórica victoria ese enero de 1959, su magnifica idea del socialismo y del hombre en Cuba, la misión en Congo y la caída en Bolivia, son tantos grandes trozos de una épica existencia que todos los hombres y mujeres honrados del mundo deben tomar como ejemplo de conducta, como hito para evaluar minuciosamente cada actuación, desde la más importante hasta la más cotidiana.

El Che era una figura compleja y poliédrica. Una personalidad histórica imposible de comprender en su totalidad. Era un médico, un revolucionario, un escritor, un guerrillero, un político, un marxista, un cubano, un argentino, un humanista, entre otras cosas. Cualquier intento de definición y de colocación en un específico ámbito, queda evidentemente estrecho para contener una personalidad tan ancha y jaspeada que -como sucede sólo con los más grandes hombres de la historia- no se presta a fáciles clasificaciones. Es prácticamente imposible captar en pocas líneas –tampoco en enormes volúmenes- todo su gigantesco pensamiento, su legado histórico y toda su incomparable obra humana. Es también imposible intentar rendir un homenaje completo. Cada uno de nosotros, en esos días, sólo puede expresar su propia consideración particular y levantar su pequeña voz para que se une con las otras y forme un inmenso grito de rescate y de revolución. Esta es mi forma particular para rendirle homenaje al guerrillero de todos los tiempos.

Fuente: Capítulo Cubano

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares

Noticias

EL CHE SIGUE SIENDO FARO Y GUÍA

por Nelson García Santos

8 de Octubre del 2012. Santa Clara, Villa Clara.— Podemos afirmar con absoluta confianza que las ideas del Che mantienen su vigencia en nuestro proceso revolucionario y, muy especialmente, en los esfuerzos para actualizar nuestro modelo económico, expresó este lunes el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, miembro del Buró Político del Partido.

El también Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros pronunció aquí las palabras centrales del acto por los aniversarios 45 de la muerte en Bolivia de Ernesto Che Guevara y 15 del regreso a la Patria de sus restos, junto a su Destacamento de Refuerzo.

Tras destacar la necesidad de cultivar el ejemplo del Che para que su legado sea imperecedero y sirva de faro y guía en la lucha por un mundo nuevo y mejor, exhortó a trabajar día a día aunando voluntades y resaltando la vigencia de sus ideas y de su vida para que llegue a cada rincón de cada aldea, a cada región de cada país, a cada continente, porque no podemos dejar que el porvenir ruede por tierra.

El Comandante de la Revolución argumentó que más allá de su genio en el orden militar, sus contribuciones fueron numerosas y abarcadoras, fundamentalmente en los temas económicos, políticos y sociales, sobre todo en aspectos esenciales para la construcción del socialismo.

Evocó sus certeras críticas a lo mal hecho; su combate contra el burocratismo y la tecnocracia; la lucha por el empleo eficiente de la jornada laboral y contra las plantillas infladas. Fue un propulsor y defensor del trabajo voluntario, cuando este realmente se justificaba y aprovechaba, puntualizó.

Se refirió, además, a cómo los asesinos del Che no imaginaron que en La Higuera nacía una bandera de combate, un gigante moral que, como ha dicho el compañero Fidel: «Crece cada día y cuya imagen, influencia y presencia se han multiplicado por toda la tierra y no podrán ser destruidas jamás».

El sencillo pero emotivo acto político-cultural comenzó cuando cinco jóvenes destacados colocaron una ofrenda floral al pie de la escultura del Guerrillero Heroico, y seguidamente se escuchó el Himno Nacional.

Con anterioridad 39 jóvenes destacados realizaron el cambio de flores en los nichos donde descansan los restos de los guerrilleros caídos en Bolivia.

Un grupo de 45 niños, en representación de todos los que ingresaron este lunes a la Organización de Pioneros José Martí, recibieron sus pañoletas azules de manos de sus familiares.

En el acto participaron también los miembros del Buró Político Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y Miguel Díaz-Canel Bermúdez, vicepresidente del Consejo de Ministros; el Comandante de la Revolución Guillermo García, integrante del Comité Central; Julio Lima Corzo, primer secretario del Partido en Villa Clara; y familiares del Che y de los compañeros caídos en Bolivia, entre otros invitados.

Fuente: Juventud Rebelde

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares