CULTURA.EDGARDO ESTEBAN A DIEZ AÑOS DE ILUMINADOS POR EL FUEGO
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LA PELÍCULA "ILUMINADOS POR EL FUEGO", BASADA EN UN LIBRO DEL PERIODISTA Y EX COMBATIENTE EDGARDO ESTEBAN, FUE DIRIGIDA POR TRISTÁN BAUER Y PROTAGONIZADA POR GASTÓN PAULS. MOLDEÓ OTRA FORMA DE VER EL CONFLICTO.
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ENTREVISTA A EDGARDO ESTEBAN
"La película apareció dentro de un contexto especial -recuerda Edgardo Esteban-, marcado por la contra cumbre de Mar del Plata en repudio al ALCA. Y en un momento donde Néstor y Cristina Kirchner se jugaron a abrirnos las puertas, cuando muchos las cerraban. Lo que rescato fue la generación de debate, no sólo acerca de la cúpula militar y los ex combatientes, sino también vinculado al papel de la sociedad en general durante el conflicto. No olvidemos que la misma gente que salió a aclamar a Galtieri ese 2 de abril fue la misma que el 14 de junio de 1982, con la rendición, quiso incendiar la Casa de Gobierno. Después de aquel episodio, todos trataron de tapar Malvinas, se olvidaron del tema. Y ese silencio nos perjudicó mucho."
Después de los días que pasó en las Islas, rescata una sensación: "Lo terrible que es ver de cerca la muerte en una edad en la que te sentís inmortal. Porque a los 18 años te querés comer el mundo, creés que está todo por delante. Esa experiencia significó un golpe tremendo." En 1991 probó con terapia, y se fue dando cuenta, como decía Antonin Artaud, que el único camino para poder liberarse de ciertas presiones era crear desde el alma, como salía, sin importar el estilo ni la prolijidad. Dos años después, la publicación de su libro Iluminados por el fuego, que ya arrastra diez ediciones, sirvió para calmar esa ansiedad. Y cerrar una etapa que había arrancado en 1985, cuando garabateó los primeros bocetos y de la guerra no se hablaba. Los generales habían amenazado a los pibes que denunciaran torturas y apremios ocurridos en el sur. Y el apriete funcionó, porque las nacientes investigaciones de la época sobre violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura esquivaron temas como los estaqueos en pleno conflicto, los castigos corporales a la tropa, y las maniobras de los tenientes de esconder la comida que estaba destinada a los soldados. -¿Cómo surge la idea de hacer un guión para cine? -El primero que me habló de filmar fue León Gieco. Después de hacerle una nota, le regalé un ejemplar, y a las dos semanas me llamó para verme. Me dijo que el libro era muy bueno, y que estaría bárbaro llevarlo al cine. Eran días especiales: en esa misma semana, Juan Carlos Rousselot, que era el intendente de Morón, había inaugurado una calle con el nombre del asesino de mi papá. -¿Había vuelto al sur? -En agosto de 1999 viajé junto a otros colegas para una serie de informes periodísticos, y fui el primer soldado argentino en regresar a las Islas después de casi dos décadas. Los kelpers me insultaban, pero de a poco les hice entender que el momento era otro, que la guerra había quedado en el 82. Todavía primaba la imagen castrense del conflicto, la versión heroica. La que resaltaba "la gesta", pero se olvidaba de los pibes suicidados por no aguantar las consecuencias, o del estrés pos traumático que te queda para siempre. En medio de ese discurso, escribir sobre la paz sonaba como marginal. Pero el tiempo me dio la razón. La mirada de ex combatientes -¿Y la llegada de Tristán Bauer? -Lo de Tristán se dio de una manera especial. En 1999 lo entrevisté cuando hizo La tumba sin paz, el documental sobre la historia del cadáver de Eva Perón, y un poco en broma le dije que Iluminados sería su próxima película. El estaba pensando hacer algo sobre el tema, basado en testimonios, pero cuando vio el libro y charlamos algunas cosas, fuimos para el lado de la ficción. Ahí recordé mi encuentro con León, y le puse como "única condición" que la música la compusiera Gieco (se ríe). Un gran momento fue cuando León viajó al sur a filmar el video clip. Recuerdo que fui a buscarlo a Río Gallegos, después llegamos a San Julián, cruzando 400 kilómetros, y finalmente, a Comodoro Rivadavia. Otro motor clave para la película fue el trabajo de Ana de Skalon, una gran directora y productora de cine y televisión. -¿A qué se refiere cuando habla del apoyo de Néstor y Cristina Kirchner, frente a otras puertas que se cerraban? -Hoy, la causa Malvinas de manera integral es política de Estado, pero como decíamos antes, eso no fue siempre de la misma manera. Néstor, primero como gobernador de Santa Cruz y después como presidente de la Nación, fue el primero que colaboró con la idea, y sin esa ayuda, que después siguió Cristina, Iluminados no hubiera existido. En el set montado en San Julián, por ejemplo, los militares se hacían los distraídos y no facilitaban los móviles que les habíamos pedido para las escenas. Hasta que a Kirchner se le ocurrió prestarnos los camiones recolectores de basura, que con un poco de pintura se convirtieron en unidades del Ejército. -¿Qué escenarios usaron? -Además de San Julián, viajamos a las Islas dos veces, una para sacar fotos, y otra para filmar. También trabajamos en Buenos Aires y en el Valle de Pancata, una geografía de San Luis muy parecida al terreno de Malvinas. Hubo ocho versiones del guion final, y todo estuvo financiado por una universidad pública, la de San Martín, algo que para nosotros es un orgullo. La película fue difícil en todo sentido. -¿Por qué? -Más allá de esa falta de apoyo, era jodido hacer cine bélico en un país donde eso no es común. Y además, conseguir un equilibrio para lograr lo que plantea el film, que no se limita sólo al "enemigo externo", sino que bucea en el otro, el interno, en los fantasmas de la soledad, esos que aparecen cuando te mirás para adentro. Cuando digo difícil me refiero a todo: la logística, la comida para los extras, lo que mueve el armado de una batalla, los efectos especiales. Nos adaptábamos a lo que teníamos, y entre las escenas hay baches importantes. Hicimos la primera, y después montamos la tercera, pero en el medio de las dos pasaron casi 12 meses. El tiempo total de filmación fue de cinco años. Increíblemente, cada vez que aparecía un problema, la película ganaba algún premio. Llevábamos cortes, y la mención nos daba un nuevo empujón. Conseguimos mejor guion en La Habana, y otro importante fue el de Cine en Construcción de San Sebastián. Un dato curioso fue haber rodado la batalla de Monte Longdon: se trata de la última ocurrida cuerpo a cuerpo de las guerras modernas. -¿Cómo se dio la elección de Gastón Pauls para el protagónico? -Había varias alternativas, y Gastón fue la mejor. Antes de empezar le dije que si quería hacer un buen soldado, debía lograr la mirada de los ex combatientes. Nosotros podemos ser distintos, pensar cosas diferentes, pero hay algo que une a todos los que fuimos a Malvinas: la mirada. El personaje tenía18 años y Gastón era mucho más grande, pero era imposible que un papel con la profundidad de ese lo pudiera conseguir un pibe joven. Me recordaba al Teobaldo de Romeo y Julieta, que siempre fue personificado por alguien mayor. -¿Logró reproducir esa mirada? -Llamé y le dije que fuéramos a Mar del Plata. Viajamos los dos a las 6 de la mañana de un sábado, y lo llevé a los acantilados, a mi lugar en el mundo. Es un pequeño rincón donde siempre me siento a ver el mar. Ahí tiré las cenizas de mi madre, y me gustaría que tiraran las mías. Me concentro en un punto fijo, directo a las Islas. "Allá están las Malvinas", le dije. Gastón probó un rato, solo. Después me vino a buscar al auto, emocionado. Sí, reprodujo la mirada. En la película hizo un trabajo excelente, y hoy somos grandes amigos. Piedritas incandescentes -La película tuvo una gran particularidad, y es que durante su proceso contó con el aporte de muchos ex combatientes... -Claro, porque desde el comienzo concebimos el proyecto como un trabajo colectivo. Recorrimos el país, e hicimos encuentros en centros de ex combatientes de La Plata, Morón, Mar del Plata, Corrientes, San Justo, Chaco. Sentíamos que cada compañero podía aconsejar algo, ofrecernos su visión. Sobre todo por lo que decíamos antes, de querer generar un producto que nos ayudara a analizarnos como sociedad, y entender cómo llegamos a algo tan límite como una guerra. Nos decían que eso, no seguir con la "gesta" y profundizar la cuestión humana, iba a "desmalvinizar" a la sociedad. Pero fue a la inversa, hoy la sociedad está más malvinizada que nunca. -¿Hubo modificaciones de escenas a partir de esas charlas? -Sí, porque también contribuyó que entre nosotros habláramos constantemente, cruzáramos impresiones. Una tarde se hacía una secuencia en un estudio de Buenos Aires, con 35 grados de calor. Gastón estaba en el pozo de zorro, y jugaba con unas piedritas en la mano. Cuando llegué a la noche, Tristán me mostró la escena, y pidió mi opinión. Le dije que estaba bien, pero había algo que no me convencía. Yo no quería joder, los técnicos habían laburado todo el día y eran como las 12 de la noche, pero como Tristán insistía, le conté. Cuando uno estaba en las Islas, con 10 grados bajo cero, hambre, frío, llovizna helada que te partía los huesos, tener algo tan simple como unas piedritas en la mano te cortaba la palma, te quemaba. La sensibilidad en la piel era terrible, como agarrar piedritas incandescentes. Para qué lo dije. Tristán ordenó empezar de nuevo, poner todos los aires en frío, regar el pozo y repetir varias veces el momento, hasta que salió. -¿Cómo resultó aquella vuelta a Malvinas en el 99? -Un poco traumática al comienzo, porque cuando llegamos, los habitantes de las Islas me confundieron con un teniente de apellido Esteban, que estaba involucrado en la muerte de una persona. El ambiente era bastante hostil, un grupo me esperó en la puerta del hotel para golpearme, y durante un par de noches no pude dormir porque tiraban piedras a la ventana. Ahí lo conocí a Patrick Watts, que hacía radio para los isleños y en ese momento tenía una agencia de turismo. Nos fuimos "ablandando" (se ríe), y terminamos charlando de fútbol. Me contó que viajó al continente para el mundial de 1978, y que se había hecho fanático de San Lorenzo. -¿Qué impresión tuvo del sentimiento de los isleños? -La guerra les generaba odio, pero ese odio también lo experimentaron en 1982 con el oportunismo británico. Ellos sintieron que empezaban a ser importantes para el Reino Unido, pero que en eso, además, había escondida una excusa de los ingleses. El interés pasa por la posibilidad que Malvinas brinda al imperio para instalar allí una base de operaciones descomunal, y controlar no sólo el continente americano, sino el antártico. La única alternativa para recuperar Malvinas es la paz, y el respaldo popular. Y en esto, la región tiene un gran papel a cumplir. No tengo dudas que volveremos a las Islas de la mano de América Latina. « De Niro y el recuerdo del "Che, somos nosotros! Ganamos"
“¡Blessed by fire!”, gritó Robert De Niro, y todos los invitados a la entrega de los premios en el Festival de Tribeca esperaron que los ganadores de la edición 2006 se pararan, y fueran al escenario. Como nadie se movió, De Niro habló otra vez, más fuerte. Nada. Hasta que los únicos tres argentinos que estaban en el lugar se miraron. "¡Che, somos nosotros! ¡Ganamos, lo dijo en inglés!"
Gastón Pauls, Tristán Bauer y Edgardo Esteban se alzaron de la silla con disimulo, y treparon al escenario para abrazarse con el ícono. Desde su estreno, Iluminados por el Fuego ya se había alzado con más de veinte menciones en todo el mundo (Goya, San Sebastián, cuatro en La Habana), pero esa edición del Tribeca no despertaba la más mínima de las esperanzas. Cuando pisaron el aeropuerto de Nueva York, no los esperaba nadie. Tampoco tenían hotel asignado, y para colmo, a la única proyección pactada por los organizadores en el Kennedy Center, con capacidad para medio millar de espectadores, habían asistido… 12 personas: el trío, más dos representantes de la embajada, tres empleados de la organización y cuatro curiosos. En el encuentro final, el lugar era el barrio chino. Ni locos se perderían la comida, y encima, tener a Robert a metros. “Era todo muy bizarro. Al pisar la recepción nos negaron la entrada", contó. Minutos después de la entrega, De Niro les confesó que él había elegido la película, y que eso fue lo que determinó finalmente la decisión del jurado. La segunda exhibición de Iluminados… el último día del certamen, agotó las 500 localidades, con 200 asistentes afuera.
Fuente: http://tiempo.infonews.com
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OPINIÓN DE EDGARDO ESTEBAN
Este 6 de septiembre se cumplen diez años del estreno en Argentina de Iluminados por el fuego. La avant-première no fue en Buenos Aires, como otras películas. Organizada por compañeros de lucha en la causa Malvinas, entre ellos el correntino y ex combatiente Orlando Pascua, esa primera proyección se realizó en la ciudad de Corrientes. La intención fue homenajear a los soldados que combatieron en nuestras islas Malvinas y que, en su mayoría, venían de la Argentina profunda.
Qué importante fue ese momento para la causa Malvinas, estar allí junto a cientos de excombatientes, viendo otra mirada de nuestra historia, analizando y debatiendo la película y visibilizando lo que otros pretendían ocultar. Estos diez años fueron un largo camino de construcción a favor de la memoria, la verdad, la justicia, la democracia y la soberanía de Malvinas. La película demostró que no había una sola “verdadera historia” y logró sumar otras voces que tímidamente comenzaron aparecer y a multiplicarse.
Ya nadie ignora que la guerra de Malvinas cerró el ciclo de las dictaduras y que fue un factor decisivo para la instauración de la democracia. Fue el trágico extremo al que fuimos arrastrados los argentinos después de largos periodos en donde la muerte se nos había hecho una costumbre. Pero también Malvinas fue el comienzo de un doloroso vía crucis para gran cantidad de jóvenes que regresamos a una sociedad que optó por el silencio, la marginación y el olvido.
La posguerra y la falta de políticas de contención y asistencia social llevó a la dura problemática del stress post traumático y los más de 500 casos de suicidio. Hubo un acuerdo tácito de los que condujeron durante el conflicto bélico para olvidar y esconder una parte de la guerra: los abusos de autoridad, los estaqueos y los malos tratos.
Iluminados por el fuego, dirigida por Tristán Bauer, es un relato que rescata las experiencias de los soldados y reflexiona sobre las secuelas que dejó a los ex combatientes, la guerra vivida. La repercusión social que tuvo la película, abrió un debate necesario para entender qué nos paso como sociedad y comprender que la causa Malvinas nos pertenece a todos por igual. Fue el puntapié necesario por reflexionar sobre la guerra, sus consecuencias y la multiplicidad de sentidos que encierra Malvinas para los argentinos. Logró instalar en la sociedad interrogantes y complejizar la relación entre la guerra y la dictadura militar.
El estreno de Iluminados por el fuego se da en el contexto de un gobierno que toma esta causa como fundamental, impulsa el reclamo argentino pacífico por la soberanía de las islas Malvinas e islas del Atlántico sur e instala la cuestión como política nacional, regional e internacional.
Los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner toman la cuestión Malvinas como política de estado integrando una mirada histórica, geopolítica y económica. Es por eso que desde el año 2003, las políticas públicas en torno a Malvinas se fueron multiplicando.
Diez años después, el reclamo de soberanía de nuestras islas es respaldado por la mayoría de las naciones del mundo, por los países que integran la Celac, los estados africanos, Rusia y China y los más de 90 Comités Malvinas, sumados a las resoluciones de la ONU que reconocen la existencia de este litigio y lo incluyen como situación colonial sin resolución. Hace pocos días, en vísperas de los 50 años de la resolución 2065 de las Naciones Unidas, hasta el papa Francisco deja un señal clara, cuando se saca una foto con un mensaje de que hay que abrir el camino al diálogo entre el Reino Unido y la Argentina.
Diez años después funciona la Secretaria de Asuntos relativos a las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los Espacios Marítimos Circundantes a cargo hoy de Daniel Filmus para, entre otros temas, diseñar estrategias y coordinar acciones desde el punto de vista de la política exterior en las relaciones con todos los países para la mejor defensa de los derechos e intereses argentinos sobre las Islas Malvinas y el Atlántico Sur, para coordinar con las otras secretarías de la Cancillería, los diversos aspectos de la política exterior.
Diez años después hay una ley nacional de Educación que promueve la enseñanza de Malvinas, hay nuevos paradigmas y se debate la historia de nuestra islas a partir de las políticas implementadas por el Ministerio de Educación y la publicación para escuelas del libro Pensar Malvinas.
Diez años después se desclasifica el informe Rattembach, se reclama a través de la Cruz Roja la identificación de los 123 soldados que se encuentran en el cementerio de Darwin.
Diez años después se crea el Archivo Oral de la Memoria de Malvinas, en donde todos los que estuvimos durante el conflicto bélico y familiares puedan dejar testimonio directo de lo vivido durante aquellos días en 1982. Se hacen públicos los archivos sobre la actuación y el encubrimiento de oficiales y suboficiales y se siguen multiplicando las causas por violaciones de derechos humanos y esta semana nuevamente se presentaron nuevas denuncias en el Juzgado de Río Grande, jurisdicción que pertenece a nuestras islas Malvinas.
Y un tema que no es menor, es la importancia que tiene la creación del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, ubicado en el “Espacio para la Memoria” y que es un símbolo territorial para acercarse y conocer Malvinas.
El ex combatiente Orlando Pascua murió el 9 de julio pasado dejando su compromiso de lucha y militancia a favor de la causa. Hace pocos días, en el emotivo homenaje que se le realizo en el Museo Malvinas, se bautizó con su nombre al salón auditorio oficial, Recordamos sus palabras: “Es imprescindible reivindicar, profundizar, potenciar y retomar la Causa Malvinas, no como un hecho aislado, limitado al pasado, sino como un presente y futuro y parte de esa rica historia del pueblo argentino en su lucha emancipadora”.
Pasados diez años del estreno de Iluminados por el fuego pudimos remalvinizarnos, cambiando los paradigmas de la muerte por la vida y la guerra por la paz. Desde esa lucha por paz debemos seguir profundizando el camino en favor de la verdad, la memoria, la dignidad, la esperanza, la democracia y la soberanía de la nuestras islas Malvinas.
Por la vida.
Por Edgardo Esteban *
* Periodista, ex combatiente de Malvinas y autor del libro Iluminados por el fuego. Fuente: http://www.pagina12.com.ar |
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