martes, 22 de mayo de 2007
Locura, Giordano Bruno, Galileo, Juana de Arco, Guevara, Mahatma Gandhi
Del blog de Xavi L.
¿Dónde acaba la personalidad y empieza la locura? La frontera, creo yo,
está en la riqueza y en el talento. Si eres rico nunca estás loco: como
mucho serás un excéntrico. Y si tienes talento, te conviertes en un genio.
Dalí tenía las cuatro cosas. Personalidad, locura, riqueza, talento. En
este mundo, cuanto más cosas tengas, más largos te puedes dejar los bigotes.
A través de la historia se ha considerado "locos" a personajes que no lo
eran (Galileo, Jesús, Juana de Arco), y también se han tomado muy en serio
a sujetos que estaban para la camisa de fuerza (Napoleón, Hitler, Franco).
El mundo siempre ha sido un sitio de cobardes, y en un mundo así la locura
está muy mal vista, si no viene acompañada por la fuerza bruta.
A la mayoría de la gente le parece mucho más loco un señor que se planta
frente a un tanque militar para que éste no avance, que el señor que está
dentro del tanque.
Pero la verdad es que todos estamos locos. Desde que nacemos y hasta que
nos vamos de este mundo. Algunos disimulan para no ser encerrados en
hospitales psiquiátricos, y otros (nosotros) no tenemos la estrategia
suficiente, o la picardía necesaria, o la hipocresía que se requiere.
Es decir: no estamos dentro del tanque.
A veces me siento con fuerzas para fingir, porque quizás el precio sea la
libertad. Puedo fingir que no tengo miedo, que no quiero gritar, que no
estoy loco. Puedo hacerlo. Hubo días enteros que me mordí la lengua para no
decir una sola locura, y aguanté. Es como meter la cabeza debajo del agua y
ver cuánto tiempo puedes estarte sin respirar.
No es imposible fingir cordura. Lo complicado es mantener ese disfraz a
través del tiempo: como los políticos. Los políticos pueden hacerlo,
algunos mejor que otros. Los que más duran, llegan a presidentes.
Por eso siempre los presidentes (de cualquier país) son malas personas en
realidad. Tienen que serlo. Fingir durante mucho tiempo otra personalidad
te hace malvado. Y no fingir ni un minuto te hace loco.
En el medio están los que miran desde afuera al loco que se para delante
del tanque y lo enfrenta. En el medio están los espectadores, los votantes,
los televidentes, los mirones, los que responde las encuestas, los que
compran champú anticaspa, los que bostezan en el entretiempo del fútbol,
los que se casan enamorados, los que pagan hipotecas a cuarenta años.
Los locos menores. Los que no se atreven a ser Jesús ni a ser Franco, ni se
dejan los bigotes largos como Dalí.