miércoles, 6 de junio de 2007

Autonomía capitalina abuso a la Nación

¡¡ABAJO LOS AUTONOMISTAS!!

En las elecciones del 3 de Junio: elija cualquier candidato que no se haya pronunciado a favor del autonomismo.

En la consulta: vote NO a la Policía Porteña.

En una eventual segunda vuelta: vote al candidato más cercano al presidente de la Nación.

Las elecciones porteñas del 3 de junio, según los medios, tienen solamente tres candidatos. Para éstos la prensa y la televisión han destinado generosos espacios que niegan a las demás candidaturas, obligando al resto de la grilla electoral a limitarse a la difusión callejera de sus respectivas propuestas. Es el mecanismo habitual al que apela el sistema para pasar por encima la verdadera democracia, que consiste en que el elector conozca mínimamente todas las posiciones y elija entre ellas con libertad. En el orden nacional, este sistema suele estar al servicio de la dependencia. Pero en esta oportunidad hay –además- un hecho puntual gravísimo y de consecuencias históricas incalculables.

El gran caballito de batalla de los candidatos “permitidos” por los medios es la profundización de la autonomía porteña. Autonomía que ya es bastante extensa, pero que nunca parece suficiente para ellos. La última novedad al respecto es la exigencia de contar con una “Policía Porteña”.

No es malo que se lleve a cabo una consulta como la que se lanzará el 24 de junio al respecto, junto a la segunda vuelta electoral. Lo malo es que no se consulte a los verdaderos propietarios de la Ciudad de Buenos Aires, que son TODOS LOS ARGENTINOS. ¿Estarán de acuerdo los argentinos con que su ciudad capital cuente con fuerza armada propia? ¿Qué contestarían ellos a la pregunta sobre si quieren que el Presidente de la República gobierne desde un territorio cuasi independiente, al que no dominará en absoluto? ¿Les gustará que el jefe de Gobierno porteño le haga sentir en todo momento al Presidente que es un huésped apenas tolerado, vigilado de cerca por los relucientes fusiles de la Policía Porteña?

En cambio, sin duda una parte importante de la población de la Capital Federal contestará afirmativamente. Se trata de aquellos individuos para los cuales el país es una especie de pólipo pegado del lado de afuera de la Avenida General Paz. Quisieran no ya autonomía, sino separación absoluta. Consideran que la economía de la ciudad portuaria depende del vínculo con el exterior, y ven al país como una molestia sólo útil a la hora del saqueo. Es el signo distintivo de algunos porteños tratar de diferenciarse del resto de la Nación; lo cual no sería en sí mismo bueno ni malo, a no ser porque: ¿realmente el patrimonio de la ciudad de Buenos Aires pertenece a sus habitantes?

Buenos Aires es un distrito con características especiales. No está formado con capitales físicos ni humanos “autónomos”, sino con el aporte mayoritariamente involuntario de todo el país a lo largo de toda su existencia. El proceso de saqueo que le fue impuesto a la Nación durante la mayor parte de su vida independiente tuvo a Buenos Aires como su “cabina de comando” subalterna. No es que la riqueza de todos los argentinos haya sido absorbida por Buenos Aires; sino que esos bienes se fueron al exterior para no volver, pero siempre dejando caer algunas monedas en la Capital antes de salir del territorio nacional. La acumulación de esas comisiones ha formado la deslumbrante masa de dinero que exhibe invertida Buenos Aires, y es por eso que su riqueza pertenece por derecho a todo el país y no solamente a los habitantes de la Ciudad. Cuando la gente de provincias viene a trabajar y vivir en Buenos Aires no acude para pedir nada: en realidad viene a por los restos de su propia riqueza, que le fue extraída durante dos siglos.

En definitiva la tan meneada autonomía porteña no es otra cosa que un paso más hacia la legitimación jurídica de la apropiación de facto, por parte de los habitantes de una ciudad, de riquezas que circulan por su pequeño territorio y pertenecen en rigor a la totalidad del país. Para evitar justamente esto es que en 1880 Buenos Aires fue convertida en Capital Federal.

El nuevo autonomismo porteño es una típica política de los ’90, en tiempos en que el neoliberalismo hizo retroceder a nuestra sociedad, en varios aspectos, al siglo XIX. Así, se eliminaron numerosos derechos laborales, para dejarnos como en esa centuria; así, la propiedad de los servicios públicos pasó a manos del capital extranjero, como entonces; así, la apertura económica (el viejo “librecambio”) se enseñoreó de la vida nacional. Y así reapareció este proto Estado de Buenos Aires, regido por las mismas fuerzas antinacionales que hace 150 años.

De eso son particularmente conscientes las fuerzas socioeconómicas que se nuclean detrás de la candidatura de Mauricio Macri. Una política constante de los sectores vinculados al capital extranjero consiste en buscar la mayor independencia posible para los territorios que gobiernan cuando las riendas del Ejecutivo nacional no le responden. Los recientes avances hacia el “federalismo petrolero” en los distritos gobernados por los Sobisch y los Romero van en este sentido. ¡Imaginen al presidente de la Nación, “inquilino” de la familia Macri y los apóstoles de la Patria Contratista, que ahora contará con armamento de última generación para respaldar cualquier propuesta reaccionaria y eventualmente separatista! Por cierto, la peor pesadilla es que Mauricio Macri se convierta en Jefe de Gobierno y le haga sentir, en su calidad de “anfitrión” armado, el desacuerdo con distintas medidas a su “huésped”, el presidente de la Nación. Porque el país elige a un mandatario para que haga lo que prometió, y no lo que quieran los habitantes de un distrito.

Lo de Jorge Telerman es en cambio mucho más limitado, al menos en la visión histórica que preside su propuesta. Su planteo, ante la evidencia de que el separatismo cala hondo en muchos “vecinos”, es: “Mirá, nene; ¿te gusta el chupetín que te muestra Macri? Bueno, yo te ofrezco exactamente ESE MISMO chupetín, pero en tamaño más grande. ¿Con quién te vas a quedar..?” De hecho, fue Mauricio Macri quien lanzó originalmente la propuesta de convocar a los porteños a una consulta para ver si deseaban contar con una Policía que no respondiera a las autoridades nacionales, en una solemne declaración del día 19/07/04. Telerman, con el desprejuicio tecnocrático que comparten los políticos surgidos de la “renovación” peronista de los ’80, se ha limitado a copiarlo. Y con la mayor inconsciencia y cortoplacismo electoral se lanza a competir con el representante de la oligarquía para ver quién reabre más rápido una herida nacional que había sido suturada hace más de un siglo. Empapela la Ciudad con enormes y apremiantes afiches convocando a votar por el Sí en la consulta sobre la creación de la Policía Porteña, dándole a este paso una característica de exigencia impostergable y desesperada que muchos miramos con asombro.

Alguien puede pensar que hay exageración en este análisis, y que en definitiva la Policía Porteña será un cuerpo menor, equiparable a la actual Guardia Urbana... ¿Menor? Veamos las propias palabras de Telerman, del día 30/03/07: “Será la policía de la Ciudad, formada en la Ciudad con la idiosincrasia y los valores de la Ciudad. Una policía propia, armada, con uniforme, manejada por nosotros”, afirmó, recordándonos de paso que el autonomismo no ha entregado personalidades de talento a la política argentina después de Adolfo Alsina y de Eduardo Gutiérrez.

Podría presumirse con lógica que el representante directo del Presidente de la Nación, Daniel Filmus, se habría de oponer a esta delirante propuesta de autonomismo blindado. Pero, ah, el chupetín, el chupetín... Todo sea por un voto más: Filmus ha afirmado reiteradamente que será él el que derogará efectivamente todo límite a la autonomía porteña. Y lo mismo pasa con varios de los candidatos de difusión casi prohibida en los medios: el día 12/04/07 le fue entregada a Telerman una “Agenda de Consenso por la Autonomía Porteña”, en la cual figuran diversos puntos en los que la Capital de la Nación debería –según ellos- independizarse: el transporte público de pasajeros, la fiscalización de los subterráneos, la transferencia del puerto, el saneamiento del Riachuelo, la concesión del servicio de agua potable, el juego, la coparticipación y el traspaso o la creación de una policía, un registro de la propiedad inmueble y entes judiciales propios (que de hecho ya hay). Suscriben estas pretensiones Silvana Giudici (UCR), Cristian Ritondo (ex menemista, ex duhaldista, ex todo, actual macrista), Delia Bisutti (ARI), María América González, Claudio Lozano (Movimiento por Buenos Aires), Federico Pinedo, Nora Ginzburg, Jorge Vanossi, Paula Bertol, Hugo Martini, Luis Galvalisi y Esteban Bullrich (PRO), Lucrecia Monti (Peronismo Federal), Rafael Bielsa (FPV-PJ) y Miguel Bonasso (Confluencia Argentina). Como puede verse, el chupetín definitivamente no tiene dueño, pero sí muchos candidatos a agitarlo.

Sólo quien no haya leído o escuchado en la escuela una sola línea de historia argentina puede dejar de sentir un escalofrío ante la demanda de posesión del Puerto. Setenta años de sangrientísima guerra civil costó liquidar este reclamo, que ahora vuelve como otros fantasmas insepultos convocados por el más rancio liberalismo. Del reclamo por el Puerto a la exigencia de posesión de las rentas de Aduana hay un paso, y es un paso muy corto.

Hay quienes afirman, desde el campo nacional, que ya no tiene sentido oponerse a esta feroz marcha hacia un conflicto que puede llegar a manchar todo el siglo XXI. Que “los nacionales perdimos la batalla en 1994, cuando los separatistas lograron incluir el concepto de autonomía porteña en la reforma constitucional...”. Pero el mismo hecho de que los principales candidatos la levanten como máxima bandera indica que ellos no consideran que su batalla está ganada todavía. Y si ellos no la consideran ganada, ¿por qué nosotros habremos de darla por perdida?

Nadie obliga al porteño a ser separatista. Podemos ser porteños y federales, como lo fueron Manuel Dorrego y José Hernández (nacido en la localidad de San Martín, pero porteño por formación). Dejemos de lado la vetusta Ciudad Autónoma, con su olor a siglo XIX y a enaguas de vieja, para abrazar al país. Y recuperemos la moderna Capital Federal de todos los argentinos.

¡¡ABAJO LOS AUTONOMISTAS!!

Buenos Aires, 28 de mayo de 2007

D.N.I. DEFENDAMOS NUESTRA INDEPENDENCIA
Junta Promotora Nacional
Facundo Cano
Presidente
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