martes, 12 de junio de 2007

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CONCIENCIA Y VOLUNTAD Iª Parte
Rodolfo G. Módena

De nadie como del Che se ha dicho y se dirá tanto, son innumerables las publicaciones de ensayos, biografias y artículos sobre él, como variadas las interpretaciones que de su vida y obra se hacen en las mismas. Nos preguntamos, entonces, con Germán Sánchez: “¿Cuál Che?”, ya que como bien apunta el autor cubano, “la bibliografía referente al Che es escasa en trabajos iluminadores y vasta en torceduras y confusiones”1.

Un símbolo permanente

Al evocar la figura del Comandante Ernesto Che Guevara, o al mencionar simplemente su nombre, nos aparece al instante la imagen viril del guerrillero heroico
Con su boina, su estrella y su limpia mirada proyectada al porvenir, vistiendo su uniforme verde olivo y disparando su fusil liberador desde las abruptas laderas de la Sierra Maestra a la victoriosa Santa Clara, enarbolándola triunfal junto a Fidel, Camilo y Raúl en las alturas de la conquista del poder revolucionario en La Habana; instruyendo a los combatientes antiimperialistas del Congo dolido y mártir de Patrice Lumunba; o combatiendo nuevamente por la liberación latinoamericana en las selvas de Bolivia, cayendo herido en la Quebrada de Yuro, tendido su cuerpo inerte, con la mirada luminosa y desafiante en La Higuera, escenario de su muerte física y del nacimiento de su definitiva inmortalidad histórica.
Desde entonces, como lo señalara Fidel, el Che es “un símbolo de todas las personas oprimidas, de todas las personas explotadas, de todos los patriotas, de todos los demócratas, de todos los revolucionarios: es un símbolo permanente e invencible”2.. La vigencia del Che Guevara como símbolo encierra una enorme fuerza revolucionaria, un poderoso factor subjetivo para las fuerzas que luchan contra la dominación imperialista y el podrido régimen capitalista. El ejemplo imperecedero de su conducta, del decir lo que se piensa y hacer lo que se dice, su firmeza de principios y su convicción en los ideales del socialismo y el comunismo, representan un poderosísimo estimulo moral y una permanente exhortación a la conciencia revolucionaria.
De esto, sin embargo, también se apresuró a tomar debida cuenta la burguesía, lanzándose con todos sus medios a una gigantesca campaña de reciclaje de la figura del Che, tratando de vaciarla de contenido para transformarla en una mera imagen de novela de aventuras, en un objeto adorable y seductor de su decadente sociedad de consumo: una postal, una película de acción, y hasta una marca de cerveza. El operativo aparece claro: neutralizar y asimilar al símbolo del Che en los marcos del sistema y que, de yapa, produzca ganancias capitalistas. Ante semejante ultraje ideológico y moral, levantar la figura del Che y el verdadero símbolo de su querida presencia, exige el estudio del pensamiento político, económico y filosófico, así como la consecuencia con el ejemplo ético de su vida. El rescate integral de su pensamiento y su acción, de su contenido y su vigencia revolucionaria; polemizando y luchando-también-por la auténtica significación del símbolo revolucionario que representa el Comandante Ernesto Che Guevara; tal es la principal motivación ideológica de estos apuntes sobre su inmenso legado a la conciencia revolucionaria de nuestra época.

Un revolucionario integral

Médico, guerrillero, dirigente político ejemplar, disciplinado jefe militar, ministro de la Revolución, trabajador incansable y pensador teórico brillante, el Che es todo eso y mucho más. La estatura de su personalidad, sus ideas y su conducta son un todo inescindible, producto de su desarrollo teórico y práctico como humanista revolucionario, patriota antiimperialista e internacionalista proletario, en definitiva, como militante y dirigente marxista-leninista, como comunista cabal. El Che es, indiscutiblemente, uno de de los más grandes exponentes del marxismo-leninismo o de la filosofía de la praxis, como brillantemente lo definiera Antonio Gramsci para resaltar el carácter teórico-práctico de la ideología de la clase obrera; y su ejemplo radica, fundamentalmente, en este aspecto de su personalidad las más de las veces olvidadas o tergiversadas: síntesis de su pensamiento y acción transformadora, de conciencia y voluntad revolucionaria hilvanadas por su condición de comunista, su pasión militante, su espíritu rebelde y una conducta irreductible, propia de los grandes hombres de la Historia. Basta con recordar las hermosas líneas con que se despidió de él Haydee Santamaría al confirmarse la noticia de su muerte, para encontrar la definición más apasionadamente precisa de su dimensión humana y revolucionaria: “Fidel lo dijo. Tiene que ser verdad. Qué tristeza. No podía decir Che. Tomaba fuerzas y decía Ernesto Guevara. Así se lo comunicaba al pueblo, a tu pueblo…Este gran pueblo no sabía que grados te pondría Fidel. Te los puso: artista…Hiciste una creación única: te hiciste a ti mismo. Demostraste como es posible ese “hombre nuevo”. Todos veríamos así que ese hombre nuevo es una realidad porque existe: eres tú”3; o las emocionadas palabras de Fidel Castro cuando, al anunciar oficialmente al pueblo cubano y al mundo la noticia de su caída en Bolivia, sentenciaba que el Che “constituyó el caso singular de un hombre rarísimo capaz de conjugar en su personalidad no sólo las características de hombre de acción, sino también las de hombre de pensamiento, de hombre de inmaculadas virtudes revolucionarias y de extraordinaria sensibilidad humana, unidas a un carácter de hierro, a una voluntad de acero, a una tenacidad indomable”4

1 – Germán Sánchez: “Che: su otra imagen”, en Pensar al Che
2 – Fidel Castro: “Discurso ante el 20º Aniversario de la caída en combate
3 – Haydee Santamaría, citada en Ernesto Che Guevara. Escritos y Discursos.
4 – Fidel Castro. Discurso pronunciado en la velada solemne en memoria del Comandante Ernesto Che Guevara- 19/10/67.


¡Brindo por las alianzas fraternales
de pueblos continentes y destinos!
¡Brindo por una América capáz
de abatir a las bandas imperiales!
Raúl Gonzalez Tuñon