miércoles, 20 de junio de 2007
Roma condena Genocidio en Argentina Desaparecidos Italianos Juicio a Militares Papa y Obispos acusados de Cómplices en desapariciones y torturas
TESTIMONIO DEL CANDIDATO A GOBERNADOR POR LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, JULIO CESAR URIEN, POSIBILITA CONDENA A REPRESORES
Tuesday, June 19, 2007 8:41 PM
Un tribunal italiano sentencia que la dictadura argentina fue un genocidio
La dictadura militar argentina (1976-1983) fue 'un verdadero genocidio' que se produjo con el pretexto de la 'Guerra Fría', promovido por Estados Unidos, y el silencio de la Iglesia Católica, según una sentencia hecha pública hoy en Roma.
La sentencia recoge los fundamentos jurídicos de la condena en rebeldía de los ex oficiales argentinos Jorge Eduardo Acosta, Alfredo Ignacio Astiz, Jorge Raúl Vildoza, Antonio Vañek y Héctor Antonio Febrés.
Los cinco fueron sentenciados a cadena perpetua el pasado 14 de marzo por la desaparición de los italianos Angela María Aietta Gullo, Giovanni Pecorato y su hija Susana.
'La abundante instrucción ha permitido acreditar judicialmente lo que, por otra parte, era ya bien conocido históricamente: que entre 1976 y 1983 se instauró en Argentina una feroz dictadura militar que, con el pretexto de contrarrestar la guerrilla y de frenar la difusión de las ideas marxistas, llevó a término con métodos inhumanos un verdadero genocidio', se dice al empezar la sentencia.
Establece, por ejemplo, las diferencias entre la 'ostentosa' dictadura chilena, que comenzó tres años antes con el 'inútil y espectacular bombardeo de La Moneda', y la 'silenciosa, escondida y científica' dictadura argentina.
También narra cómo, ante la división del mundo en dos bloques, Estados Unidos estableció el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, 'una especie de OTAN que preveía la obligación de la intervención en todos los países si uno era atacado'.
Según los jueces, 'era evidente' que la única nación que podía encontrarse en tal situación era Estados Unidos.
Sin embargo, los países sudamericanos interpretaron el peligro de ataque como 'un peligro interno'.
Los jueces recogen el testimonio de Julio Urien, compañero de curso del condenado Astiz, quien explica cómo en los años 1970 cambia la instrucción militar y en lugar de enseñar a combatir los enemigos se enseña a reprimir al pueblo.
La narración también revela cómo Italia se desentendió de la dictadura argentina, sin permitir 'un sólo refugiado político en su embajada' y cómo la Iglesia Católica guardó silencio.
'Graves fueron también las decisiones del Vaticano y de la jerarquía eclesiástica argentina', señala el texto.
Los magistrados recogen la experiencia de Angela Boitano, testigo en el juicio y 'ferviente católica', que se entrevistó en México con el nuncio en Buenos Aires, Pio Laghi, en 1979, tres años después de la desaparición de sus hijos.
'La respuesta del prelado, además de mostrar que el Vaticano sabía bien lo que sucedía, fue de una crudeza tal, según la testigo, que quizá los militares habrían tenido palabras más piadosas si se hubieran encontrado frente a una madre', se lee en la sentencia.
El nuncio le dijo que 'tres años era un periodo muy largo y si sus hijos habían sido muy torturados, ciertamente los militares no los liberarían'.
Después se dirigió a Roma con otras madres para ver al papa Juan Pablo II, que no las recibió, aunque tras varias acciones, incluida una huelga de hambre, logró que en octubre de 1979 el Pontífice declarase 'estar cercano' a su dolor.
En cuanto a la jerarquía eclesial argentina, los jueces señalan que de los ochenta obispos de la Conferencia Episcopal, sólo cuatro, 'uno de ellos muerto en un extraño accidente de carretera', se expresaron contra la dictadura.
Terra Actualidad - EFE
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