lunes, 6 de agosto de 2007

Che Guevara sus manos cortadas y el regreso a Cuba primero ellas y decadas después la osamenta Argentina Bolivia Cuba Jaime Horta Díaz




Las manos del Che

Por Jaime Horta Díaz
Después de que lo mataron no sabían qué hacer con el cuerpo. Durante dos largos años el exministro cubano Ernesto Guevara de la Serna estaba literalmente en todas partes. Lo buscaron por cielo, mar y tierra los mejores agentes de la mayor potencia militar de la historia y ahora dudaban qué hacer con un cadáver que los miraba con indiferencia. Lo asesinaron sin fórmula de juicio por orden de la cúpula militar que dirigía el general René Barrientos, Presidente de Bolivia, a la 1:10 de la tarde del lunes 9 de octubre de 1967.

Las propuestas que barajaron los militares bolivianos, con la dirección de la CIA de Estados Unidos, iban desde incinerarlo hasta simplemente hacerlo desaparecer. Barrientos pensó en cobrarle a Cuba un rescate de 40 millones de dólares, como le declaró al periodista colombiano Carlos J. Villar Borda (1), pero cedió a las presiones superiores. Alguien sugirió incinerarlo aunque luego se difuminaría la responsabilidad de la iniciativa. El general Alfredo Ovando Candia abogó por decapitarlo y conservar la cabeza (2) pero el agente de la CIA que lo había perseguido toda la vida, Felix Rodríguez, ha dicho que se opuso y descalificó de "bárbara" esa propuesta. En cambio, llegado el momento de su ejecución y cuando ya se había transformado en otro admirador a su manera, Rodríguez sugirió que no le dispararan a la cara sino "solamente del cuello para abajo". Ovando fue luego presidente golpista de Bolivia.

La primera dificultad para reducirlo a cenizas era que Bolivia no contaba con un horno crematorio, como se discutiría en cualquier país tercermundista. El cadáver estuvo a punto de ser enviado a Panamá donde había uno. Optaron por sepultarlo lejos de todo el mundo aterrados por la idea de que su tumba se convirtiera en un lugar de peregrinación. Ya empezaban a recibirse manifestaciones de admiración y respeto de todo el mundo, empezando por los campesinos indígenas bolivianos que antes le habían negado cualquier auxilio y ahora lo veneraban como un santo milagroso.

Solo su hermano Roberto Guevara de la Serna intentó eficiente pero infructuosamente recuperar los restos. El abogado Guevara viajó desde Buenos Aires en una avioneta de periodistas (3). Intentó aterrizar en Santacruz pero le negaron el permiso y llegó apenas el jueves pero tampoco le dejaron seguir a Vallegrande. Se dirigió a La Paz. Volvió a Vallegrande y tuvo que regresar a Buenos Aires. En todas partes se inventaban un motivo administrativo para desorientarlo. El periodista Villar Borda, enviado especial de la agencia de noticias UPI, confrontaba la multiplicidad de versiones. Ovando, por delegación del general Barrientos, insistía que lo habían incinerado. "Usted –dijo a Roberto Guevara- tiene toda la libertad de viajar a Vallegrande si lo desea, pero creo que ha llegado un poco tarde, porque el cadáver del Che fue incinerado anoche". No se ponían de acuerdo porque el general Juan José Torres había declarado que ya lo habían sepultado. Con su increíble adaptación no tuvo inconveniente en aclarar que primero fue incinerado y luego sepultado. Torres, aunque conceptúo favorablemente por la ejecución, fue el militar de más alta graduación convertido a la causa del Che. En 1976 lo asesinaron en Buenos Aires pistoleros de la anticomunista triple A.

Todavía estaba pendiente la plena identificación y Roberto Guevara era obviamente la persona más calificada para reconocer a su famoso hermano. Pero los bolivianos le confiaron esa diligencia a los organismos de seguridad argentinos para lo cual estimaron suficiente un dedo. La idea del dedo alcanzó a circular en medios oficiales bolivianos. "Lo último que va a hacer mi gobierno es realizar la prueba dactilar con el dedo amputado que se pondrá a disposición de los técnicos", relató Villar que dijo Barrientos. El general Torres aclaro que no era un dedo sino las yemas de todos los dedos. Finalmente se decidieron por las manos.
El martes 10 de octubre Villar observó el cuerpo de Guevara que exhibían sobre un rústico lavadero del Hospital Señor de Malta de Vallegrande, al cual había sido remitido en los patines de un helicóptero en la tarde del mismo lunes 9 de su muerte.
Todavía en diciembre el difunto Che estuvo a punto de causar un conflicto internacional cuando Ovando declaró que lo entregarían a la familia si lo reclamaban. No pasó de ahí pero le causó escozor al dictador argentino Juan Carlos Onganía. Este alcanzó a enviar dos destacamentos a combatir la guerrilla en Bolivia.

La historiografía recuerda que Guevara, herido e inmovilizado en el piso de tierra de la escuela del poblado de La Higuera, donde estaba recluido en un salón de clase, todavía tenia motivaciones pedagógicas. Llamó a la profesora Julia Cortés y discutieron de ortografía. Según Villar, le reclamó que Che no se escribía con tilde como aparecía en una frase en el tablero. Para otros la oración era ya sé leer (sé, del verbo saber, sí se escribe con acento). La profesora le contó a Pacho O´Donnell (3) que no había pizarrón y que la palabra en litigio era "Angulo". Guevara aceptó finalmente que la A mayúscula no llevaba tilde. El sacrificio del Che fue la cátedra de mayor resonancia que se dictó en la humilde escuela de la Higuera, demolida poco después a pretexto de construir una nueva.

Mientras tanto, las manos protagonizaban su propia historia. Igual que el Diario de campaña que escribieron hasta el día anterior a la captura. Las amputaron la noche del 10 de octubre. Villar las vio por primera vez, seccionadas, en una fotografía. Estaban cortadas poco más arriba de las muñecas y descansaban sobre un ejemplar del diario boliviano Presencia. Los dedos "estaban encorvados como en el gesto de tomar una pelota". ¿No sería un globo? ¿Por qué no la Tierra?

Después las pusieron en un frasco de formol y se dejaron a los técnicos argentinos para que confrontaran sus huellas digitales. Las yemas habían perdido parte de sus pulpejos pero los peritos se las ingeniaron para la experticia, aunque consignaron que el líquido en el que estaban era tan fuerte que había actuado sobre las yemas de los dedos de tal manera que fue imposible utilizar el método tradicional de impresión directa sobre el papel. Como fuera las compararon con la tarjeta decadactilar de la cédula de identidad número 3.524.272 a nombre de Ernesto Guevara en poder de la policía austral y determinaron "su perfecta identidad; es decir, que corresponden a una sola e idéntica persona".

Villar compró la fotografía de las manos y la guardó en su maleta de viaje de salida del país para regresar a su planta en Lima. Pasó la requisa de las autoridades bolivianas y creyó a salvo su pequeño tesoro. En Lima ya no la encontró y todavía sospecha que se la sacaron de la maleta sin saber quién ni por qué.

Las manos volaron y llegaron a Cuba. Estuvieron exhibidas varios años en la base del monumento a José Martí en la Plaza de la Revolución. El exministro del interior Antonio Arguedas, converso exinformante de la CIA y especie de buen ladrón en ese universo de la intriga internacional, las hizo llegar a La Habana. También remitió un microfilme del Diario por temor a las adulteraciones que pudieran hacer los agentes norteamericanos o bolivianos.

Las manos precedieron al resto de la humanidad del Che, como si fuera reintegrado a Cuba por instalamentos. Enterrado en secreto en un lote vecino al aeropuerto de Vallegrande, el cuerpo fue descubierto en 1997 gracias a la gestión personal del periodista norteamericano Jon Lee Anderson. La búsqueda fue ardua pero de alguna forma facilitó que se trataba de unos restos sin manos. Devuelto a su patria adoptiva, descansa en el monumento levantado en la ciudad de Santa Clara.

El poeta y escritor argentino Julio Cortázar resumió el sentimiento universal de solidaridad al combatiente amputado y en una bella oración le ofreció sus manos para que siguiera escribiendo en

Mensaje al hermano:

"Ahora serán las palabras, las más inútiles o las más elocuentes, las que brotan de las lágrimas o de la cólera; ahora leeremos bellas imágenes sobre el fénix que renace de las cenizas, en poemas y discursos se irá fijando para siempre la imagen del Che. También estas que escribo son palabras, pero no las quiero así, no quiero ser yo quien hable de él".

"Pido lo imposible, lo más inmerecido, lo que me atreví a hacer una vez, cuando él vivía: pido que sea su voz la que se asome aquí, que sea su mano que la escriba estas líneas. Sé que es absurdo y que es imposible, y por eso mismo creo que él escribe esto conmigo, porque nadie supo mejor hasta qué punto lo absurdo y lo imposible serán un día la realidad de los hombres, el futuro por cuya conquista dio su joven, su maravillosa vida. Usa entonces mi mano una vez más, hermano mío, de nada les habrá valido cortarte los dedos, de nada les habrá valido matarte y esconderte con sus torpes astucias. Toma, escribe: lo que me quede por decir y por hacer lo diré y lo haré siempre contigo a mi lado. Solo así tendrá sentido seguir viviendo".

(1) Villar Borda, Carlos J., Los sueños sin frontera del Che Guevara, Editorial Pisando Callos, Bogotá, 2007.
(2) Anderson, Jon Lee, Che Guevara, una vida revolucionaria, Emecé Editores, Barcelona, 2ª edición, 1997.
(3) Taibo II, Paco Ignacio, Ernesto Guevara también conocido como el Che, Planeta, 1996 México.
(4) O´Donnell, Pacho, Che, la vida por un mundo mejor, Debolsillo, 1ª edición, Random House Mondadori, Barcelona, 2004.
E-mail: hortajaime@hotmail.com


Museo Che Guevara escribió:

Brilla Ernesto Che Guevara gracias a los cordobeses de ayer y de hoy.

Aquellos que de niños le brindaron amistad, compañerismo, rechazo, indiferencia para permitir a aquel niño construirse con delectación como alguna vez lo manifestó.

Altas cumbres altos hombres, gracias Alta Gracia por el ayer.

El Hoy, necesario, es un alerta fundamental para una equivocada Patria, que pretende olvidarlo, Alta Gracia hace historia del Patrimonio Intangible argentino con su Museo Ernesto Che Guevara.

Celebramos, adherimos, aplaudimos y agradecemos esa labor encomiable de quienes han hecho posible esta gloriosa semana de conmemoración merecida.

Eladio González (toto) director

Museo Che Guevara de Buenos Aires

difunden: el 1er. Museo Histórico Suramericano "Ernesto Che Guevara", la Escuela de Solidaridad con Cuba "Chaubloqueo" y el Centro de Registro de Donantes Voluntarios de Células Madre
Irene Perpiñal y Eladio González - directores calle Rojas 129 local (Caballito) Capital -AAC1405-Buenos Aires-República Argentina telefax: 4-903-3285 email: museocheguevara@fibertel.com.ar
http://museocheguevaraargentina.blogspot.com/

Colegio de Abogados de la
Universidad Nacional de Colombia-CAUN
Web: www.geocities.com/colegioabogadosun
Jaime Horta Díaz, Presidente
Celular 310-236 59 30
Telefax 530 53 41
E-mail: jhhorta@yahoo.com

A todos los que siguen al pie de la letra la consigna de temblar de indignación cada vez que se cometa una injusticia en el mundo. El escribidor.