30 de Marzo 2010
¿ Otra vez los derechos humanos ?
Por Saul Landau
El Departamento de Estado, seguido por la Unión Europea, ha planteado una vez más el tema de los derechos humanos para golpear a Cuba. En 1959, Fidel Castro declaró su independencia de Estados Unidos posiblemente sin prever que el castigo podría durar más de 51 años.
Hasta cuando los intereses nacionales de Estados Unidos están en juego Washington actúa de manera petulante, e incluso de forma infantil. Después de la sesión del mes pasado con diplomáticos cubanos acerca de cuotas de inmigración para Cuba, narcotráfico y otros intereses mutuos -Bush canceló todas las conversaciones en 2002-, la Sección de Intereses de EEUU envió sus vehículos a buscar a “disidentes” cubanos para una fiesta. El gobierno cubano respondió con indignación apenas disimulada. Los diplomáticos norteamericanos se comportaron como si las reuniones acerca de preocupaciones conjuntas ameritaran insultar a Cuba: celebrando con gente que anuncia su oposición infinita al gobierno cubano y reciben como resultado beneficios y privilegios.
Por ejemplo, la Sección de Intereses satisface un conjunto de “necesidades” de los disidentes, como teléfonos celulares y computadoras portátiles, los cuales, dicen los disidentes, la Seguridad del Estado de Cuba les confisca. “Tenemos fotos de ellos vendiendo estos artículos”, me dijo un funcionario. “Cuando el ‘disidente’ informa de la pérdida, la Sección de Intereses, es decir, los contribuyentes norteamericanos aunque pocos lo saben les suministran otros”.
¿Pensó el Departamento de Estado acerca de las posibles consecuencias de la pequeña broma de la Sección de Intereses? Supongamos que Raúl Castro actuara de forma miserable, acorde con la imagen de tipo duro que el Departamento de Estado tiene de él. Castro anunciaría a la considerable población de desempleados de Cuba que todos aquellos que quisieran buscar trabajo en otro lugar podrían hacerlo libremente.
Imagínense las oleadas de balseros que desembarcarían en el Sur de la Florida con su alta tasa de desempleo. Agentes de la Seguridad cubana podrían arrestar y juzgar a un grupo de los “disidentes” favoritos de le Sección de Intereses. En ese juicio, los testigos en contra de
ellos provendrían a la Seguridad del Estado. La Sección de Intereses los conocerían como “disidentes” favorecidos. (“¿Están dando el dinero de nuestros contribuyentes a agentes de la Seguridad del Estado cubana?”, podría preguntar un indignado senador.) En 2003 Cuba arrestó a 75 “disidentes”. Doce testigos declararon que los acusados recibían dinero, bienes y servicios de diplomáticos norteamericanos. Los testigos eran agentes clandestinos disfrazados de “disidentes”.
La memoria parece estar ausente cuando se trata de castigar a Cuba. En 2006, un ex funcionario de la Sección de Intereses hablaba con
elocuencia acerca de las violaciones de Cuba en materia de derechos humanos, como si el historial de EE.UU. fuera inmaculado. Bajo
Eisenhower y Kennedy, cuando Washington trompeteó por primera vez sus principios “democráticos”, millones de negros norteamericanos no podían votar, la práctica de encadenar a presos para trabajos forzados florecía en las prisiones estatales, y periódicamente tenían lugar linchamientos.
Fidel Castro -se burlaban farisaicamente los cercanos a Kennedy- se niega a celebrar elecciones. Algunos cínicos pensaban que Kennedy y su padre contrabandista de licores habían rellenado las urnas de Illinois cuando Kennedy derrotó a Nixon por estrecho margen. Puede que el sistema electoral cubano tenga deficiencias, pero su Tribunal Supremo no declaró que el conteo de votos no fuera esencial para la
democracia. (Ver Gore vs. Bush.)
Mientras Washington lanzaba regularmente durante décadas sus críticas “de principios” contra La Habana, simultáneamente financió miles de ataques terroristas y asesinatos contra Cuba y sus lideres. ¿Matar a la gente no significa violar los derechos humanos?
En 2010, Washington continúa provocando a La Habana—actualmente por no salvar a un “prisionero político”, Orlando Zapata Tamayo, el cual murió como resultado de una huelga de hambre. Zapata, arrestado por acusaciones de agresión, decidió en presidio convertirse a la
disidencia. Hay videos que muestran su hospitalización por parte de autoridades cubanas. Nadie le pidió su póliza de seguros. El video
muestra cómo recibe atención médica de alto nivel. Otro “disidente”, Guillermo Fariñas, inició entonces su propia huelga de hambre en su
casa hasta que Cuba a libere a todos sus presos políticos. Cuando se desmayó, las autoridades cubanas lo llevaron urgentemente al hospital.
El abuso a prisioneros podría convertirse en un escándalo de derechos humanos en EE.UU. Una versión china acerca de los derechos humanos en EE.UU. cita “un informe presentado en 2009 a la 10ma. reunión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas por el Relator Especial acerca de la promoción y protección de los derechos humanos y libertades fundamentales durante la lucha contra el Terrorismo”. El informe demostró que “Estados Unidos ha seguido un conjunto abarcador de prácticas que incluyen la deportación especial, detenciones a largo plazo y secretas, y actos que violan la Convención de Naciones Unidas contra la Tortura”. (China Daily, 17 de marzo de 2010.)
El informe chino, que utiliza un estudio del Departamento de Agricultura, declara que actualmente 16,7 millones de “niños
(norteamericanos), la cuarta parte del total en EE.UU., no tenían suficientes alimentos en 2008”. (USA Today, 17 de noviembre de 2009).
Un informe de Feeding America agregó que “más de 3,4 millones de niños menores de cinco años sufren hambre o desnutrición”-
( www.feedingamerica.org, 7 de Mayo de 2009.)
El verdadero asunto para Washington se relaciona con la desobediencia de Cuba acerca de las políticas norteamericanas, no de los derechos humanos. En realidad los cubanos disfrutan de derechos sustanciales que los ciudadanos norteamericanos no tienen: alimentación, vivienda, atención médica y educación. Cuba se queda corta en cuanto a los derechos de procedimiento con relación a la prensa y a los partidos políticos.
Pero cuando la policía religiosa en Arabia Saudí, nuestro aceitoso socio, detiene a las mujeres que enseñan la piel, el Departamento de
Estado solo bosteza. Tampoco importa el gobierno comunista de Cuba -vean a Vietnam y China, importante socios comerciales de Estados Unidos.
Ronald Reagan privatizó la política hacia Cuba y la dejó en manos de una minoría de Miami que no desea una mejoría. Cada paso hacia
adelante, como las conversaciones migratorias de febrero, provoca un paso atrás, gracias al poder del cabildo anti cubano: muere un
huelguista de hambre; surge otro para robar los titulares de prensa.
Quizás las cosas cambien cuando comience a brotar el petróleo en las plataformas marinas cubanas.
Saul Landau es miembro del Instituto para Estudios de Política. Ha recibido el premio Bernardo O’Higgins de Chile para los derechos humanos.