martes, 30 de noviembre de 2010

Armando Hart Dávalos cubano ¿Qué es el socialismo?

¿Qué es el socialismo?

08/09/2007
Por Armando Hart Dávalos

A propósito del debate acerca del contenido del
socialismo del siglo XXI se impone como una
necesidad teórica y práctica articular la
tradición intelectual latinoamericana y caribeña,
el ALBA, símbolo de la alianza entre Martí y
Bolívar, con las ideas socialistas tal y como las
interpretan Hugo Chávez y Fidel Castro.
Durante el siglo XX se produjo tanta
tergiversación del pensamiento de Marx, Engels y
Lenin y sus ideas sobre lo que debía ser el
socialismo que hoy se impone como una exigencia
práctica ir directamente a sus textos originales.
Veamos lo que señalaron Marx y Engels, así como
ideas de Martí y Juárez sobre este tema:
En el trabajo titulado Feuerbach. Oposición entre
las concepciones materialista e idealista, Marx y
Engels dicen: «Para nosotros, el comunismo no es
un estado que debe implantarse, un ideal que ha
de sujetarse a la realidad. Nosotros llamamos
comunismo al movimiento real que anula y supera
el estado de cosas actual (...)».
Federico Engels, en carta a Otto Von Boenigk de
21 de agosto de 1890, plantea: «La llamada
"sociedad socialista", según creo yo, no es una
cosa hecha de una vez y para siempre, sino que
cabe considerarla, como todos los demás regímenes
históricos, una sociedad en constante cambio y
transformación. Su diferencia crítica respecto
del régimen actual consiste, naturalmente, en la
organización de la producción sobre la base de la
propiedad común».
En carta que dirige Federico Engels a José Bloch
en septiembre de 1890, plantea: «(...) la
historia se hace de tal modo, que el resultado
final siempre deriva de los conflictos entre
muchas voluntades individuales, cada una de las
cuales, a su vez, es lo que es por efecto de una
multitud de condiciones especiales de vida; son,
pues innumerables fuerzas que se entrecruzan las
unas con las otras, un grupo infinito de
paralelogramos de fuerzas, de las que surge una
resultante -el acontecimiento histórico-, que a
su vez, puede considerarse producto de una fuerza
única, que, como un todo, actúa sin conciencia y
sin voluntad. Pues lo que uno quiere tropieza con
la resistencia que le opone el otro, y lo que
resulta de todo ello es algo que nadie ha querido.
En carta dirigida por Engels a Carlos Kautsky en
septiembre de 1882, expone: «Las fases sociales y
económicas que estos países -se refiere a los que
hoy llamamos subdesarrollados- tendrán que pasar
antes de llegar también a la organización
socialista, no pueden, creo yo, ser sino objeto
de hipótesis bastante ociosas. Una cosa es
segura: el proletariado victorioso no puede
imponer la felicidad a ningún pueblo extranjero
sin comprometer su propia victoria».
En su carta a la Redacción de Anales de la
Patria, Carlos Marx expone: «A todo trance quiere
convertir mi esbozo histórico sobre los orígenes
del capitalismo en la Europa occidental en una
teoría filosófico-histórica sobre la trayectoria
general a que se hallan sometidos fatalmente
todos los pueblos, cualesquiera que sean las
circunstancias históricas que en ella concurra,
para plasmarse por fin en aquella formación
económica que, (...) asegura el desarrollo del
hombre en todos y cada uno de sus aspectos. (Esto
es hacerme demasiado honor y al mismo tiempo,
demasiado escarnio) [...]
«Estudiando cada uno de estos procesos históricos
por separado y comparándolos luego entre sí,
encontraremos fácilmente la clave para explicar
estos fenómenos, resultado que jamás lograríamos,
en cambio con la clave universal de una teoría
general filosófica de la historia, cuya mayor
ventaja reside precisamente en el hecho de ser
una teoría suprahistórica».
Por su parte, Federico Engels escribe a José
Bloch en septiembre de 1890, lo siguiente:
«...Según la concepción materialista de la
historia, el factor que en última instancia
determina la historia es la producción y la
reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos
afirmado nunca más que esto. Si alguien lo
tergiversa diciendo que el factor económico es el
único determinante, convertirá aquella tesis en
una frase vacua, abstracta, absurda.
En el primer punto de la Tesis sobre Feuerbach,
Carlos Marx plantea: «El defecto fundamental de
todo el materialismo anterior -incluido el de
Feuerbach- es que solo concibe las cosas, la
realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto
o de contemplación, pero no como actividad
sensorial humana, no como práctica, no de un modo
subjetivo. De aquí que el lado activo fuese
desarrollado por el idealismo, por oposición al
materialismo, pero solo de un modo abstracto, ya
que el idealismo, naturalmente, no conoce la
actividad real, sensorial, como tal.
En carta a Werner Sombart de 11 de marzo de 1895,
Federico Engels escribe: «Pero toda la concepción
de Marx no es una doctrina, sino un método. No
ofrece dogmas hechos, sino puntos de partida para
la ulterior investigación y el método para dicha
investigación».
Del mismo modo, solicito al lector estudie este
párrafo de José Martí: «Una cosa te tengo que
celebrar mucho, y es el cariño con que tratas y
tu respeto de hombre, a los cubanos que por ahí
buscan sinceramente, con este nombre o aquél, un
poco más de orden cordial, y de equilibrio
indispensable, en la administración de las cosas
de este mundo. Por lo noble se ha de juzgar una
aspiración: y no por esta o aquella verruga que
le ponga la pasión humana. Dos peligros tiene la
idea socialista, como tantas otras: -el de las
lecturas extranjerizas, confusas e incompletas- y
el de la soberbia y rabia disimulada de los
ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo
empiezan por fingirse, para tener hombros en que
alzarse, frenéticos defensores de los
desamparados».
Más adelante agrega: «Pero en nuestro pueblo no
es tanto el riesgo, como en sociedades más
iracundas, y de menos claridad natural: explicar
será nuestro trabajo, y liso y hondo, como tú lo
sabrás hacer: el caso es no comprometer la
excelsa justicia por los modos equivocados o
excesivos de pedirla. Y siempre con la justicia,
tú y yo, porque los errores de su forma no
autorizan a las almas de buena cuna a desertar de
su defensa.
Estúdiese asimismo el siguiente párrafo de Carlos
Marx y relaciónese con uno de Benito Juárez que
también reproduzco. Dice Marx en la Crítica del
Programa de Gotha escrita a fines de abril
principios de mayo de 1875: «En la fase superior
de la sociedad comunista, cuando haya
desaparecido la subordinación esclavizadora, de
los individuos a la división del trabajo, y con
ella, la oposición entre el trabajo intelectual y
el trabajo manual; cuando el trabajo no sea
solamente un medio de vida, sino la primera
necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los
individuos en todos sus aspectos, crezcan a
chorro lleno los manantiales de la riqueza
colectiva, solo entonces podrá rebasarse
totalmente el estrecho horizonte del derecho
burgués, y la sociedad podrá escribir en su
bandera. ¡De cada cual, según su capacidad; a
cada cual, según sus necesidades!
El 11 de enero 1861, 14 años antes, Benito Juárez
escribió un texto recuperado posteriormente por
los historiadores. Señaló entonces:
«A cada cual, según su capacidad y a cada
capacidad según sus obras y su educación. Así no
habrá clases privilegiadas ni preferencias
injustas (...)
«Socialismo es la tendencia natural a mejorar la
condición o el libre desarrollo de las facultades
físicas y morales».
Engels expresó, como subrayamos anteriormente,
que el marxismo es un método de investigación y
de estudio, y Lenin, por su parte, afirmó que era
una guía para la acción. Con este método y esta
guía podemos abordar los problemas concretos de
nuestro tiempo pero como ellos mismos señalaron
no existe una fórmula de aplicación general para
todas las situaciones y países. Nos corresponde a
nosotros, a partir del desarrollo concreto de
nuestras sociedades y de la tradición intelectual
y política de nuestra región, encontrar de manera
creadora las vías y formas más adecuadas que
abran cauce a ese socialismo verdadero del siglo
XXI al que aspiran nuestros pueblos.
Cualquier análisis que realicemos debe partir de
nuestra historia y de los vínculos que a lo largo
de los siglos se han forjado entre los países
latinoamericanos y caribeños y que hacen de
nuestra región la de mayor vocación hacia la
integración poseedora de un patrimonio espiritual
de una riqueza impresionante.
En el siglo XXI, debemos inspirarnos en el
pensamiento luminoso de Marx, Engels y Lenin
expresado en sus textos originales, y
relacionarlo en lo que tenga validez con el de
Bolívar, Martí y los próceres y pensadores de
nuestra América.

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