Domingo, 23 de junio de 2013
"A Cuba no volverá el latifundio"
(Por
Eduardo Valverde / La Capital). _ El ex ministro y actual asesor del presidente Raúl Castro destacó la
vigencia que tiene en el presente de las democracias de avanzada en
Latinoamérica el pensamiento de Ernesto "Che" Guevara.
El precursor. Abel Prieto Jiménez consideró que el prócer
cubano José Martí fue "gramsciano antes de Gramsci".
Por
Eduardo Valverde / La Capital (evalverde@lacapital.com.ar)
Abel Prieto Jiménez (Pinar del Río, Cuba, 1950) es un funcionario de aspecto atípico. Con su largos cabellos negros, su voz clara y profunda y sus casi dos metros de altura, este ex ministro de Cultura y actual asesor del presidente cubano, Raúl Castro, se caracteriza por su estilo frontal y visceral. Prieto es representante de la generación que no luchó en la guerrilla ni hizo la Revolución, pero vivió la intensidad de sus primeros cambios y los plasmó en su obra.
De visita en Rosario para asistir a la conmemoración del 85º aniversario del nacimiento de Ernesto "Che" Guevara, en una entrevista con Señales este ex miembro del Buró Político del Partido Comunista hizo una encendida defensa del actual proceso revolucionario en la isla caribeña, y afirmó de manera contundente que "a Cuba no volverá el latifundio".
—¿Qué vigencia tiene el pensamiento del Che en la Latinoamérica del siglo XXI?
—En el nuevo escenario que ofrece esta América latina, que está integrándose; donde ha nacido la Celac, donde surgió el Alba y donde la Unasur significó sin duda un paso importantísimo, en ese escenario el pensamiento del Che siempre tuvo en cuenta que el combate debe ser global. Uno de sus principios fundamentales es que, aunque hayamos obtenido la victoria en una pequeña isla caribeña, había que concebir la batalla como global. Esto lo expresó mediante aquella idea clave de "crear, dos tres, muchos Vietnam". El pensaba que la batalla contra el imperialismo no podíamos ganarla en un solo país. Intentó hacer la revolución en el Congo y luego se embarcó en la experiencia boliviana, que terminó trágicamente pero dejó un ejemplo notable. Y ese país está ahora lleno de médicos cubanos, con un plan de salud notable.
—Lo mismo ocurre en la Venezuela bolivariana...
—Sí, donde fueron agredidos por los fascistas en el último proceso electoral. Esas son las ideas del Che. Hugo Chávez de algún modo también fue un representante del avance de su ideario, así como Evo Morales.
—¿Cuál es su visión de estas democracias plebiscitarias de avanzada que se dan en Latinoamérica?
—América latina hoy es soberana. Debemos pensar que a Cuba se la expulsó de la OEA. El Che fue a Punta del Este a defender nuestra soberanía. Nos expulsaron de nuestra familia espiritual, de nuestro ámbito, para acusarnos después de tener colaboración con los países socialistas de Europa. El único gobierno que no rompió ralaciones con Cuba fue México. (El intelectual y diplomático cubano) Raúl Roa García le llamaba a la OEA el "Ministerio de Colonias yanqui". Y hoy tenemos una organización donde los yanquis no están invitados. Eso significa que algo esencial cambió en este continente. Al mismo tiempo, no se puede bajar la guardia. Van a poner muchas trampas al presidente Nicolás Maduro y su equipo. Cuando el presidente hondureño Manuel Zelaya se integró al Alba, lo fueron a buscar a su casa y se lo llevaron en pijama. Luego reprimieron la sublevación popular sin piedad. También «destituyeron» a Fernando Lugo en Paraguay.
—¿Qué resultado está dando la decisión del gobierno de Raúl Castro de instrumentar reformas para ir a una economía mixta, en un intento de mejorar la situación socioeconómica?
—Nosotros no usamos la palabra reforma, porque se ha contaminado mucho con los procesos de restauración capitalista que ocurrieron en países ex socialistas. Hablamos de actualización del modelo. En primer lugar, no estamos privatizando nada. Este proceso nuestro se ha caricaturizado fuera de Cuba. Incluso por personas posicionadas en la ultraizquierda, que hablan de una especie de modelo neoliberal. No tiene nada que ver con eso. Estamos arrendando tierras no a nuevas corporaciones, a pequeños propietarios, sino a familias, a cooperativas de agricultores para que hagan producir esas tierras. Pero éstas son propiedad de todo el pueblo, es decir del Estado cubano. Ahora estamos arrendando locales (una pizzería estatal, por ejemplo), donde lo que hacen es robarse lo que está en los almacenes y funcionan de la peor manera. Entonces, se los arrienda a cooperativas de trabajo. Los locales no se venden. No estamos privatizando el país, sino cumpliendo el principio de la ortodoxia marxista más pura de que los medios fundamentales de producción deben estar en manos del Estado. Y la principal célula económica en Cuba es la empresa estatal socialista. Sin ninguna duda, hemos escogido una vía socialista para tener un socialismo más productivo y eficiente. Está en los Lineamientos: ni individuos ni cooperativas pueden acumular propiedades; sólo el Estado. A Cuba no volverá el latifundio.
—¿Ni siquiera puede hablarse de una NEP (Nueva Política Económica), al estilo de la aplicada por Lenin en la URSS?
—No. El Che fue muy duro con Lenin por la NEP. Aunque él dijo: "Aunque parezca subjetivo creo que, de haber sobrevivido, Lenin hubiera rectificado esto".
—¿En qué situación se produjo la disidencia entre el Che y la conducción del Movimiento 26 de Julio respecto de la injerencia de la URSS en la revolución cubana?
—El Che promovió un gran debate económico, donde intervinieron Carlos Rafael Rodríguez y Bruno Bettelheim. El Che estaba por la idea de un financiamiento presupuestario central. Incluso temía que en la empresa estatal socialista (a partir de convertirse en competitiva y que sus trabajadores ganaran más) pudiera haber un germen de capitalismo. El hablaba siempre del estímulo moral, sin abandonar el estímulo material. La idea de que descartó el estímulo material es caricaturesca. El Che lo acompañó de matices. Decía: "Podemos premiar al obrero mandándolo a un curso de capacitación y después ponerlo en un cargo donde va a ganar más". Es decir, buscaba que el estúmulo material fuera más indirecto.
—¿Tuvo el Che influencias de Antonio Gramsci?
—Realmente mencionó a Gramsci, que yo sepa, sólo una vez. Incluso cuando Armando Hart Dávalos era el secretario organizador del partido, le dijo, como en broma: "Ya que vas a ser Dios por un tiempo, te propongo que hagamos una colección de filosofía". Entonces incluyó a Marx, Engels, Stalin, Lenin y Trotsky; le habló incluso de la Historia de la Filosofía de M.A. Dinnyk, pero no le mencionó a Gramsci. Una cosa curiosa, siendo el Che tan gramsciano en su concepto de lo cultural como cuestión hegemónica. Este aspecto del Che tiene una vigencia creo yo estremecedora. En Cuba se da una cosa muy peculiar. Fidel Castro nunca ha mencionado a Gramsci, ni siquiera estoy seguro de que lo haya leído. Sin embargo, Fidel es profundamente gramsciano. Pero creo que lo gramsciano les llega a Fidel y a la Revolución Cubana a través de José Martí, quien sin duda fue un gramsciano «avant la lettre». Martí es gramsciano antes de Gramsci, cuando dice: "Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra". Esta es una frase que parece del revolucionario italiano. Martí habla continuamente de cómo lo cultural es un poder esencial. Y como sostiene Roberto Fernández Retamar, "Fidel tiene incorporado a Martí orgánicamente, casi como cuando respira".