martes, 31 de agosto de 2010

Argentina Papel Prensa Graiver Clarin Emilio Marin traduce

LA SEMANA POLÍTICA

El gobierno pierde parte del rédito de prédica antimonopolios en el Consejo de las Américas 

El gobierno adoptó medidas contra el monopolio Clarín. Lástima que el efecto beneficioso de eso se pierda parcialmente en las veladas conjuntas del Consejo de las Américas.

EMILIO MARÍN 

El escenario de los actos políticos contribuye o no a darles más contenido. Y el martes 24 la presidenta optó una vez más por el Salón de los Patriotas Latinoamericanos para la presentación del informe “Papel Prensa: la Verdad”. Ese ámbito parece ser su preferido para comunicar medidas importantes o discursos trascendentes, caso del mensaje del Bicentenario.

El informe de más de 20.000 fojas, apilado sobre un escritorio, era el testimonio mudo de una investigación que recoge datos de muchos años, coincidentes en el despojo sufrido por la familia Graiver durante la dictadura militar-cívica. Y no se trató sólo de un robo de una firma clave por el insumo que fabrica para diarios, sino también por la metodología del terrorismo de Estado empleada por los militares y el grupo Clarín, más su aliado “La Nación”. Esto dejó en 1977 un tendal de secuestrados, torturados, vejados y violados entre los Graiver.

El robo de las bobinas de papel fue un gravísimo delito, pero la violación de los derechos humanos por la asociación ilícita de generales de uniforme y generales mediáticos fue algo peor.

La presentación de la presidenta resultó creíble y asentada en hechos. Toda la vocinglería de los presuntos delincuentes ya aludidos y el eco de la oposición, en cambio, se basó en meras especulaciones sobre el supuesto avance K contra la “libertad de expresión”. Y en dos costosas solicitadas de Isidoro Graiver, que el 11 de junio pasado había declarado todo lo contrario a Tiempo Argentino (ver edición del 26/8). La única explicación de esa voltereta del hermano de David Graiver sería la proporcionada por Lidia Papaleo y su hermano Osvaldo, en el sentido de que el diablo metió la cola. Bah, que esas solicitadas las podía haber pagado Héctor Magnetto.

Esa pelea política está planteada con total claridad. De un lado se alinean los que condenan el despojo perpetrado por el monopolio y piden se investigue este asunto y los delitos de lesa humanidad que estarían en íntima conexión. Y del otro se amontonan los que dicen “aquí no pasó nada” y “todo es legal”, existiendo un supuesto operativo kirchnerista para atacar a Clarín y la “prensa libre”.

Los acusados tendrán que levantar tales sospechas en la justicia, porque todo el material involucrado irá a parar al despacho del juez Corazza de La Plata, quien supo elevar a juicio la causa Camps. Allí hubo hace cuatro años una condena severísima para el comisario Miguel Etchecolatz y el cura represor Christian von Wernich. La defensa de Clarinete y Gaceta Ganadera deberá hacer milagros para demostrar la inocencia de sus clientes. Es que éstos no hicieron efectivo siquiera el adelanto de 7.000 dólares que depositaron ante escribano, pues Lidia Papaleo fue a parar a Puesto Vasco y Pozo de Banfield. Papel Prensa (PP) valía varios millones de verdes billetes pero Magnetto, Mitre y Peralta Ramos no pagaron un peso.

 

Un coro

Tal como venían los acontecimientos, era muy previsible que los políticos de la oposición conservadora se alinearan con los dueños de Clarín. Juntos con éstos, consideran al gobierno su enemigo principal, al que hay que atacar todos los días, con la frecuencia del matutino y la uniformidad de voces que caracterizan a ese medio y sus 260 frecuencias radiales y televisivas.

Esos opositores también defienden su carrera política, muy ligada a los espacios que ese monopolio les dispensa en sus múltiples programas. Esos políticos no tienen casi trabajos propios en la sociedad y dependen en gran parte en sus apariciones mediáticas. Esto explica cierto plus de veneno que destilan contra el gobierno nacional. Una sobreactuación, piensan, va a ser bien apreciada.

El coro de Elisa Carrió, Oscar Aguad, Federico Pinedo, Felipe Solá, Francisco de Narváez, Eduardo Duhalde y Mauricio Macri viene interpretando las letras dictadas por Magnetto, cenas de por medio. Resulta penoso verlos gritar, como si compitieran para ver quién es el más olfa del monopolio.

El ex presidente Néstor Kirchner, desde una reunión del PJ y luego en un acto en San Juan, aprovechó esa dependencia de la oposición para marcar el sentido antidemocrático de tal asociación.

Por su parte Cristina Fernández, en la misma dirección, cuestionó a las corporaciones y su mala influencia en la actividad política. Fue su forma de reafirmar que el informe sobre Papel Prensa seguirá su camino en Tribunales, le pese a quien le pese.

Esa alianza entre oposición conservadora y el multimedios viene de varios años atrás; para ponerle una fecha, desde el lock out de la Mesa de Enlace sojera de marzo-julio de 2008. En las semanas previas a la denuncia sobre PP, hubo otra pelea de semifondo cuando el gobierno dispuso el término de la autorización a Fibertel para prestar servicios de Internet. Fue otra señal para que el grupo Clarín lanzara a todos sus efectivos a la batalla, incluyendo a su estado mayor de abogados especializados en defender lo indefendible.

En el lote de legisladores amigos fue Carrió la que proclamó en forma más abierta su fidelidad a la compañía de Magnetto y Ernestina Herrera de Noble. Vistas las pifias de la chaqueña ex funcionaria de la dictadura, no se sabe si tal apoyo a los empresarios les significará un beneficio o un perjuicio.

Otro que adoptó una postura similar fue Pino Solanas, quien el 26/8 le declaró a Clarín.com que el informe del gobierno sobre Papel Prensa le parecía un mamarracho, algo patético y lamentable, un bluff. Peor aún, citó al ex fiscal Ricardo Molinas, ya fallecido, como si le hubiera asegurado que en el traspaso de la empresa no se habían cometido delitos. El hijo del fiscal, que era su secretario, desmintió a Solanas y a Clarín, que en este punto vendrían a ser casi lo mismo.

 

Verde o colorada

Cumpliendo su adelanto, la presidenta envió el viernes al Congreso un proyecto de ley que declara al papel un bien de interés público y propone una Comisión Bicameral. Esta controlará la distribución de ese insumo a igual precio para los 170 diarios de todo el país, que integrarán un Consejo Consultivo Federal. Con el aporte de estos sectores habrá posteriormente una ley que precise el marco regulatorio de la actividad.

Aunque la mandataria no avanzó en la estatización o intervención a PP, de todas maneras con su denuncia, más la promoción de acciones legales y el proyecto de ley mencionado se ganó todas las críticas del monopolio y sus aliados.

Ocurre todo lo contrario con una buena parte de la población, que ve con buenos ojos el esclarecimiento de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, la democratización de los medios audiovisuales y la provisión de insumos sin privilegios para los medios gráficos. Los diarios chicos y medianos, sobre todo del interior, agradecidos.

Sin embargo, una parte –no todo- de esa cosecha progresista del gobierno se dilapida en intentos de componenda con el mundillo empresario y de los inversores foráneos. Uno de los ámbitos por excelencia donde se nuclean esos intereses monopolistas es el Consejo de las Américas, un lobby estadounidense fundado por el grupo Rockefeller y que año a año realiza su seminario en Buenos Aires con la presencia de su titular, la banquera Susan Segal.

El escenario de esa reunión fue una vez más el Alvear Palace Hotel y concurrieron unos 300 empresarios y políticos del centro a la derecha. Que Segal le tome asistencia a Carlos de la Vega, de la Cámara Argentina de Comercio; Hugo Biolcati, de la Sociedad Rural; Cristiano Rattazzi, de Fiat; Juan Brochou, del Citibank; Jorge Brito, de Adeba, etc, es algo perfectamente lógico. Al fin de cuentas allí se ven las caras el socio mayor y varios de sus socios menores en los programas antinacionales y antipopulares de muchas décadas.

La preocupación comienza cuando el cronista lee que –como en las últimas ediciones- asisten a la cita varios ministros, como a rendir examen. Esta vez fueron Aníbal Fernández, Amado Boudou, Débora Giorgi y Héctor Timerman. No es sólo la concurrencia y el reconocimiento de hecho del gobierno de ese desprestigiado lobby como punto de referencia económica, como cuando la presidenta asiste a las cumbres del G-20. El contenido de los discursos también deja que desear.

Caso de Giorgi, quien puso de resalto “un trato igualitario a inversores extranjeros y nacionales a través de un Estado que asegura un entorno macroeconómico estable”. ¿Alguien podrá informarle a esa ministra que la equiparación de inversores extranjeros con los nacionales fue justamente una disposición de la dictadura militar y José A. Martínez de Hoz?

La presidenta busca el apoyo de empresarios como Brito, Eduardo Eurnekian, Marcelo Midlin y otros, presentes en el Alvear Hotel. Aún cuando logre mantener esos aliados, está visto que en el Consejo, como en la UIA y AEA, la mayoría juega para Clarín. Una alianza Nac & Pop amplia debería basarse en otros sectores y clases sociales, hasta la burguesía nacional, excluyendo a los monopolios, so riesgo de incurrir en una esquizofrenia política. No sólo Rattazzi se equivoca al tomar la pastilla verde en vez de la colorada.