Operativo Condor: El testimonio de Anatiole Julian que apareció en una plaza de Valparaiso, Chile
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La historia de Anatole
Publicado el 25 de Octubre de 2011
Luego del testimonio de Macarena Gelman fue el turno de Anatole Julien Grisonas, quien con cuatro años fue secuestrado junto a su hermana menor en un operativo en Buenos Aires donde su padre, Mario Julien, fue asesinado y su madre, Victoria Grisonas, desaparecida. Ambos eran uruguayos. Luego de su secuestro en la Argentina, los niños fueron llevados a Montevideo y desde allí a Chile, donde fueron abandonados. “Con cuatro años todavía hay recuerdos que mantengo hasta el día de hoy”, señaló Anatole por videoconferencia. El primero es el ataque a su casa: “Mi madre estaba con mi hermana en brazos y me tenía de la mano. Mi padre iba de un lado al otro con un revólver. Desde el costado veo un fuego azulado, el cañón de un arma y cómo ingresa un soldado. Nos apuntan y nos llevan a mi hermana y a mí”, detalló el joven.
El siguiente recuerdo es de una bomba de combustible y de su hermana en un mesón mientras la bañaban. Según otros testimonios, ese lugar sería Automotores Orletti, donde fueron llevados ambos niños antes de partir a Uruguay. Allí compartieron cautiverio con la madre de Macarena Gelman, María Claudia García Iruretagoyena, quien los habría cuidado durante unos días en el SID. “Allí nos visitaba José Gavazzo (jefe del SID), nos regalaba dulces”, indicó. Desde el centro de detención uruguayo habrían viajado nuevamente a Buenos Aires y desde allí en un avión a Chile. “Nos dejaron en un vehículo en la Plaza O’Higgins de Valparaíso. Los carabineros nos llevaron a la justicia, pasamos un tiempo en orfanatos y nos dieron en adopción”, recordó. En 1979 los niños fueron localizados por una de sus abuelas y a partir de ese momento estuvieron en permanente contacto con su familia biológica en Uruguay. “Hubiese sido más normal si no me hubiesen encontrado pero la verdad va por delante y me dio fuerzas para enfrentar la vida”, finalizó el testigo.
Fuente: Tiempo Argentino
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“Le sorprendió que no aparecían padres”
En la audiencia también declaró Anatole Julien, el niño que a los cuatro años vio el operativo contra sus padres, que pasó con su hermana Victoria de Automotores Orletti a Uruguay y luego a una plaza de Valparaíso en Chile en la que fueron abandonados con un cartel, en el marco del Plan Cóndor. “Me acuerdo que había una calesita, una pequeña montaña rusa, un caballito y el dueño de esos juegos nos ve cuando nos dejan abandonados y se van en un vehículo. Le sorprendió que no aparecían padres de nadie. Que estábamos bien vestidos, no parecíamos niños de la calle y teníamos acento argentino. Yo vi los reportajes de la época, hay notas de la prensa chilena y los títulos dicen: ‘Niños tupamaros dejados abandonados en Plaza de Valparaíso’: asumían que podían ser hijos de una pareja de de-saparecidos tupamaros, yo era muy contestario y dicen que no dejaba sola a mi hermana.” Anatole habló de lo que pasó más tarde. El dueño de la feria que terminó llamando a la policía. Ellos pasaron a un orfanato y a cargo de una jueza a la que volvieron a ver seis o siete años atrás para un documental. Ella los entregó en adopción al único de tres candidatos posibles que quería a los dos. En 1979, la abuela biológica los encontró a través de la vicaría de Chile. “Mi abuela lo único que quería era traernos de vuelta con la familia sanguínea, estuve más de un año yendo y viniendo, tenía arranques muy violentos y en determinado momento (una persona que lo trataba) le dijo a mi abuela que un segundo desarraigo para mí a nivel paterno sería irreparable: que yo sabía, que tenía recuerdos reales y sabía que había una trasposición de los segundos y por lo tanto no era bueno el desarraigo, ella con una nobleza por mi bienestar lo aceptó: y llegaron a un acuerdo para que viaje seguido a Uruguay.”
Fuente: Pagina 12
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Juicio por los delitos cometidos en el llamado “circuito camps”
Testigo ofrece más pruebas que niegan la muerte de la nieta de “Chicha” Mariani
Publicado el 25 de Octubre de 2011
Por Laureano Barrera y Milva Benítez para Tiempo Argentino
Fotografías publicadas tras el ataque a la casa de la calle 30 muestran que no hubo ningún incendio tal como adujeron los represores.
Elsa Pavón se sentó al estrado y detalló las pruebas que llevaba consigo. “Hay fotos que fueron sacadas por el diario El Día, al otro día del ataque a la casa, donde muestra que el dormitorio tiene escombros por la pared que tiraron pero está la cama, están las mesitas de luz, está la ropa de los dueños de casa (…) y no hay nada quemado”, enumeró ante los jueces. “Me gustaría aportar esas fotos para que quede claro que nada se destruyó por fuego, se destruyó por balas y se destruyó por los hombres, pero no por fuego”, insistió la testigo. Y pidió que esas fotos, que acompañan esta nota, sean incorporadas al juicio para desarmar la versión que pretenden instalar Etchecoltaz, Cozzani y Tarela, de que Clara Anahí, la hija de tres meses de edad de Daniel Mariani y Diana Teruggi, murió calcinada durante el ataque.
Elsa y Chicha Mariani se conocieron un día de 1978 en los pasillos de un juzgado: son sobrevivientes de la misma catástrofe. A partir de ese día, fueron inseparables. Su hija Mónica Grinspón y su yerno Ernesto Logares fueron secuestrados en Uruguay y permanecen desaparecidos. Su nieta, Paula Eva, fue apropiada por Rubén Luis Lavallén, un comisario que se hacía llamar “El Coronel” por sus subordinados en la Brigada de San Justo. En 1982, por la confidencia de una vecina, la localizó. Tuvo que esperar a la democracia y varios jueces que aún la despreciaban para que su denuncia prosperara. En 1984, la justicia estableció que era Paula Logares: fue la primera vez que los análisis genéticos se usaron como prueba de filiación, aunque los vericuetos legales la privaron de abrazarla hasta diciembre de 1987.
Además de aportar las fotografías, Pavón evocó los documentos secretos de la policía, que están en el expediente, como el Legajo de la DIPPBA Sección CNº 4388, abierto cinco días después del ataque, en el que el Batallón de Inteligencia 601 requiere información sobre la ginecóloga Esperanza Gurevich, que atendió el parto y el tratamiento posterior de Clara Anahí, y del dentista Tomás Fusini, con quien se atendía Diana. En ese tiempo, en que el ADN no existía, eran fichas vitales para comprobar un vínculo biológico.
El otro testimonio de la jornada fue de Rosaria Isabela Valenzi. “En el año 1991, se acerca a la filial de Abuelas de La Plata Patricia Dominicci, diciendo que es ex esposa o pareja de Del Arco”, dijo. La mujer dijo que Daniel Del Arco era agente de la DIPPBA y le había contado del operativo y de la bebé. No volvió a repetirlo hasta 2004, en un careo judicial con la propia Valenzi: “En principio quiso negarlo, después tuvo que admitir que había estado en la filial de Abuelas diciendo lo que dijo, que el marido sabía.”
Los otros tres testigos previstos, vecinos que vieron a Clara Anahí y cómo se la llevaban viva, no declararon. Eduardo Díaz, el almacenero que vio la bebé cuando fue a llevar un pedido minutos antes del infierno, habría muerto. Los otros, dos vecinos que vieron que la sacaban en una canastita y que identificaron a Carlos “el Oso” García entregándola envuelta en una mantita blanca al chofer de un carro de asalto, aludieron cuestiones de salud para evitar presentarse ante el tribunal. La querella solicitó que sus testimonios anteriores sean incorporados por lectura.
Los policías de Camps pretenden convencer que la niña murió. Pero las confesiones de comisarios y hombres de la Curia, y documentos confidenciales los refutan. Ayer, Elsa Pavón hizo lo suyo para encontrarla viva: “Desde el año 1978 que estamos juntos con Chicha, compartiendo lo bueno y lo no tan bueno (….). Espero que sirva para desdecirlos y para ponerlos en su lugar, que son asesinos y que lo único que buscaron fue hacer desaparecer la nena, que no quedara rastro ninguno.”
Fuente: Tiempo Argentino
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