El Periodismo
Con esperanza y memoria
que más temprano que tarde
el diario El Clarín del Pueblo chileno
pueda estar de nuevo en manos
de la clase trabajadora, la mujer y los jóvenes
que no quieren ver a su Patria transformada en una factoría
del imperialismo yankee globalizado
Ante la complejidad de los problemas políticos y económicos a resolver, en el largo tiempo de una mal llamada “crisis económica” en la que los politicastros se echan unos a otros la culpa. Estos individuos de vía estrecha no están, ni han estado, a la altura de sus obligaciones.
El Chile de hoy, de la oligarquía empresarial/ SOFOFA y de su testaferra clase política, parafraseando a un ser humano inteligente, sufre dos desgracias “arriba las tinieblas del poder y abajo el poder de las tinieblas”. En el marco de esta patética realidad le hace falta al Pueblo chileno su diario El Clarín para luchar por su Dignidad, su soberanía y su cultura.
Con la globalización de los medios mediáticos de incomunicación, impuesta por los dueños de la celestina universal, el dinero, el andar de la Humanidad es un equilibrio inestable sobre el filo mismo de la navaja, sin que haya una prensa libre que le ayude a entender a los Pueblos que mientras éstos no sean verdaderamente libres y cultos no puede afirmarse que vivan una verdadera democracia. Es inmoral, afirmar que se vive en libertad y en democracia con una Constitución y un sistema binominal de elecciones impuestos por la dictadura de marras.
La condición sine quanon para que un Pueblo viva en libertad y democracia es la igualdad. Un genio griego afirmó, “si la igualdad se aplica a los que están en desigual situación, lo único que se logra es profundizar la desigualdad”, como ocurre hoy en Chile. ¿Por qué a diario se habla de la igualdad de los ciudadanos y la realidad orweliana nos muestra sectores marginados –los mapuches, los ayseninos, los trabajadores cesantes, etc.-, ajenos a esta igualdad?
En el Chile de hoy, del 1% de los satisfechos y cibaritas oligarcas empresariales, exitistas y autocomplacientes, las opiniones al alcance del Pueblo están controladas por el oráculo mercurial de Agustín Dunny Edwards E., ideólogo de la dictadura de marras, de los régimenes de la Concertación y del cesarista actual, hasta la uniformidad. Quien no cuenta con el visto bueno del sumo sacerdote Edwards, no sale en la foto y no tiene ninguna posibilidad de conseguir avisos publicitarios. ¡Es lo que hay!. Cuando la verdad se deforma a estos maquiavélicos extremos, casi todo está perdido, porque quienes infringen la norma mercurial corren riesgo, en su libertad personal y se exponen a todas las formas de persecución de las que Agustín Dunny Edwards es un especialista. Además, la Dignidad humana y profesional brilla por su flagrante ausencia y, de hecho, la vida democrática está negada. Acentúo, que sin prensa libre, no puede afirmarse rotundamente que exista la democracia. Más aún con un sistema binominal de elecciones que asegura que siempre ganarán los politicastros testaferros de vía estrecha de la oligarquía empresarial/SOFOFA.
Pero, cuidado, cuando yo hablo de libertad de prensa, esto nada tiene que ver con la de los buitres de la SIP (Sociedad internacional de la prensa), financiada por el imperialismo yankee a través de la CIA.
La libertad de prensa dice relación con un problema de límites y no a lo que podría darse: “allá lejos y hace tiempo”, sino en el ahora y en el aquí, en la Patria continente, Latinoamérica en general y en Chile en particular, para tratar de mejorar las cosas y ser útil aportando nuestra sinceridad y honestidad a la solución de los problemas que afligen a la gente.
Cualquier ciudadano digno, honesto, tiene derecho para hablar y escribir dando su opinión y para que se le escuche con respeto y buena voluntad, como ocurría en nuestro Clarín, en aquellos años hermosos en que pretendíamos construir un Chile para todos sin las actuales odiosas marginaciones.
Con la globalización del capital los medios mediáticos de incomunicación pasaron a ser parte de empresas privadas comerciales que engañan, manipulan y enajenan al ciudadano escamoteándole su pensamiento…
El periodista, en el otro Chile, el que yo conocí, se caracterizaba por el respeto al ciudadano cuando opinaba de los problemas que preocupaban a la comunidad, orientaba al público lector sobre los problemas para que la ciudadanía no se equivocara en su juicio. Es evidente que el periodista como ser humano puede equivocarse, pero ello no le exime del deber de la honestidad y la sinceridad en su trabajo informativo. Preciso, que existe el derecho de informar y el deber de opinar. Inalienable derecho, inclaudicable deber, desconocidos en la arcadia chilena de la alegría, sin pasado ni memoria.
La primera obligación periodística es informar de todo, sin excepción, e informar la verdad sin comentarios manipuladores, por respeto a la veracidad que se debe a los lectores. Reconozco que existe un margen en las distintas apreciaciones personales, por honestas que sean. Esto pareciera un razonamiento de perogrullo, pero la orweliana globalización de los medios mediáticos de incomunicación del capitalismo salvaje nos imponen una conspiración del silencio sistemática, ocultando con malicia noticias que son de interés político. Especialista en esta materia, por décadas, ha sido el dueño del diario El Mercurio, Agustín Dunny Edwards E. ¿Y la libertad de prensa? Terminemos con los eufemismos de la SIP, del Mercurio y de sus atlateres. La libertad de prensa es una conquista democrática y su beneficiario debe ser el Pueblo, determinado en este caso, por el público lector…
La prensa libre y el periodismo democrático, moral y responsablemente deben abrir espacio a los más encontrados puntos de vista, en busca del debate esclarecedor.
Los tartufos de los medios mediáticos mercuriales de incomunicación globalizados machacan diariamente con la pluralidad, la libertad de opinión, la tolerancia, el respeto, etc., pero imponen una censura previa a cualquier comentario que afecte al maldito sistema capitalista globalizado. Todo esto enmarcado/uniformado en un estilo objetivista, banal, neutral, rastrero, reverente, de complacencia narcisista, con una doble moral enajenante que los miserables esgrimen y los cobardes temen.
Hay otra censura más sibilina, de ciertos medios de comunicación supuestamente progresista, para quiénes está primero no molestar a la prensa reaccionaria, a la Iglesia católica, ni al imperialismo yankee, usando un lenguaje oral y escrito pragmático contemporizador y oportunista.
La línea periodística mercurial de los medios mediáticos de incomunicación globalizados, en el marco de un relativismo y determinismo orweliano, es supuestamente neutral, apolítica, objetiva, etc., que ni ellos se la creen. Aquí reina el tartufismo, mezcla de hipocresía, infamia, donde el fin justifica los medios, se adula al poderoso y se engaña a los humildes. Una persona consciente respetuosa de sí misma, por higiene mental no debe leer el diario El Mercurio.
El comunicador social, el periodista con vocación consecuente, debe rechazar cualquier forma de censura, sin miedo, por las consecuencias de sus opiniones, respetando el prestigio legítimo del ciudadano honesto e informar con exactitud y con verdad, no omitir nada de lo que el público tenga derecho a conocer, con la fuerza del pensamiento crítico, cuidando de que en las informaciones no se deslice alguna intención religiosa, porque esto último pertenece al ambiente personal privado de cada persona. Nadie debe escribir como periodista, sin tapujos ni dobleces, lo que no pueda decir como persona culta, educada y bien nacida.
Como colofón, acentúo que el comunicador social, el periodista y su trabajo creador, son la misma cosa. En este concepto múltiple se debe por entero a la responsabilidad por cambiar de raíz el orweliano sistema capitalista globalizado/globalización del capital irracional, inhumano e insolidario que nos agobia y mutila.
Los periodistas mercuriales inconscientes, pragmáticos contemporizadores, al servicio de la oligarquía empresarial/SOFOFA, se les paga por enajenar a las gentes. El comunicador social, el periodista con vocación no es testigo, sino protagonista de la historia. Su conducta de vida la marca su capacidad de distinguir entre el bien y el mal, que le dicta las normas éticas de su diario vivir. Desgraciadamente pseudos periodistas optan por la conveniencia material y la comodidad que le ofrece el perverso sistema capitalista consumista y toman el camino fácil, sin tener la capacidad de entender o lisa y llanamente por cobardía y oportunismo, que las sendas difíciles que muchas veces tiene que caminar son las que se entienden por cumplimiento del deber.
En las generaciones sin ideales se advierte una sorda confabulación de mediocridades contra el mérito. Todos los individuos incapaces de mejorar su propio destino permiten, por cobardía u oportunismo, que otros se lo destruyan, sobreviven escapando, sus impotencias inseguridades constituyen su vidorria burocrática con una doble moral rastrera, agresiva e inquisidora que los ricos imponen y los cobardes temen: el mérito está en ser y no en parecer…
Termino estas reflexiones sobre el periodismo con el maestro libertador de la Patria continente, Latinoamérica, José Martí Pérez “un periódico sin generosidad es un azote. Un periódico generoso, es una columna. Pena da, a veces, como cortejan ciertos periódicos a la muchedumbre: le halagan sus gustos, les sacrifican la propia cultura, se fingen por complacer, vulgares y brutales, se echan encima por la esperanza de la propina, el arreo servil y la sonrisa dolorosa del lacayo. No debe haber pluma sino para los periodistas que la usen con honor”.
El proyecto orweliano impuesto al Pueblo chileno, a partir del infausto 11/09/1973, el manejo de la cosa pública por casi cuatro décadas ha depauperado moral y físicamente, tanto a la Patria de Lautaro, del General Libertador Bernardo O’Higgins Riquelme, de Pablo Neruda, del Presidente Allende Gossens, etc. que dolorida gime bajo el peso insoportable de su desdicha, sin que ningún hijo acuda a su ayuda. Evidentemente esta orweliana realidad no existe para los mercachifles empresarios sofofos, sin decoro, vendepatria, que no quieren escuchar el llamado de la Patria enferma.
Prof. Moreno Peralta
Secretario Ejecutivo ADDHEE/ONG
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