Documento de los martes. Walt Withman. (reenvio) La panrreligiosidad de un poeta Walt Withman, 1819-1892, es como el padre de la poesía norteamericana. Ha tenido y tiene una proyección en la literatura universal como astro de primera magnitud. En la de toda América, en la europea, en la de habla castellana o portuguesa. Ha inspirado a Rubén Darío, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Federico García Lorca, Fernando Pessoa… Cabalgando entre el trascendentalismo y el realismo filosófico, ha construido un universo religioso en el que se confunden rasgos panteístas, el viejo culto a Gaia, versos místicos a lo San Juan de la Cruz, pluralismo religioso, un abigarrado cruce de interpretaciones del fenómeno religioso que, si se puede no compartir, sí da qué pensar. Todo un mundo en que a las afirmaciones, dogmas o creencias sustituyen preguntas, hipótesis de trabajo, pistas a seguir, y un humanismo a prueba de bomba…En todo caso, es difícil entender la mentalidad y la religiosidad de los norteamericanos si no se conoce a Walt Withman. Tal vez está un poco en el origen de esa identificación que sienten todos los norteamericanos con la religión como componente esencial de su espíritu nacional, como primer artículo de su Constitución; eso sí, una religión que admite todas las formulaciones, todos los credos, todas las iglesias y confesiones. Que ese es también otro elemento del pensamiento de Withman. Su obra fundamental se titula Hojas de Hierba, un poemario de verso libre, del que quizá Whithman es el padre y promotor. Presentamos aquí una selección de textos de este poeta y de sus "Hojas de Hierba", como un pequeño homenaje a Cristina W. y a todos los norteamericanos que quieran asomarse a Atrio. Una nueva religión. Declaro que en verdad no existe la maldad. (O si existe, declaro que es tan importante para vosotros, para el país o para mí como cualquier otra cosa.) Predico una nueva religión; la tierra toda y cada estrella del cielo existen por la religión… Digo que la verdadera y permanente grandeza de los Estados Unidos habrá de centrarse en su religión. Ni personalidad ni vida merece tal nombre sin una religión; ni país, ni hombre o mujer, sin religión… Mil gracias derramando… ¿Qué es la hierba? Es el pañuelo del Señor, regalo perfumado y recuerdo deliberadamente desechado que lleva el nombre de su dueño en alguna de sus esquinas para que lo veamos y, notándolo, preguntemos: ¿De quién? Oigo y contemplo a Dios en todos los objetos, aunque no lo entiendo en absoluto, ni entiendo cómo puede haber alguien más encantador que yo. ¿Por qué habría de desear ver a Dios mejor de lo que le veo ahora? Veo algo de Dios a cada hora de las 24: en los rostros de hombres y mujeres veo a Dios, en mi propia cara reflejada en el espejo. Encuentro cartas de Dios tiradas por las calles y cada una de ellas está firmada por la mano de Dios; y las dejo donde estaban, porque sé que, vaya donde vaya, otras me llegarán puntualmente siempre y siempre. Sufre con los que sufren. Quienquiera que degrade a alguien, a mí me degrada, y todo cuanto se haga o diga vuelve a mí finalmente… A través de mí, muchas voces mudas durante largo tiempo. Voces de interminables generaciones de prisioneros y esclavos. Voces de enfermos y de desesperados y de ladrones y enanos… Ningún maniatado marcha maniatado a la cárcel sin que vaya yo con él, marchando a su lado. Ningún joven es cogido por robar sin que también vaya yo con él y juntos seamos juzgados y sentenciados. Ningún enfermo de cólera exhala su último suspiro sin que también yo yazga y exhale mi último suspiro… Los pordioseros se encarnan en mí y yo me encarno en ellos. Tiendo ni sombrero y me siento, como rostro avergonzado, a pedir limosna… ¡Ojalá pudiese contemplar con visión ajena mi propia crucifixión y mi corona de espinas! ¿Pluralismo religioso? ¿Deísmo? ¿Panteismo? He adoptado las dimensiones exactas de Jehová, litografiado a Cronos, a Zeus, su hijo, y a Hércules, su nieto; comprado estampas de Osiris, Isis, Baal, Brahma y Buda. En mi carpeta coloco a Manitú solo, a Alá en una horma y al Crucifijo grabado, junto con Odín y con Mexitli, el de horrenda faz, y con todos los ídolos e imágenes, tomando a cada uno por lo que vale, sin pagar ni un céntimo más. No os desprecio, sacerdotes de todos los tiempos y de todo el mundo. Mi fe es la mayor de todas y la menor, pues engloba cultos antiguos y modernos y cuanto hay entre lo antiguo y lo moderno. Creo que volveré a la tierra pasados cinco mil años. Soy admirador de shastas y vedas, …cuido el Corán,… acepto los Evangelios; acepto a quien fue crucificado; sé positivamente que es divino; me arrodillo en la misa; me pongo de pie al oír las plegarias de los puritanos… Creo que una hoja de hierba no es menos que la trayectoria de las estrellas, y que la hormiga es igualmente perfecta, y el grano de arena, y el huevo del reyezuelo, y que el sapo es un chef oeuvre de las mayores, y que la zarzamora podría adornar los salones celestiales, y que la más insignificante articulación de mi mano pone en ridículo a cualquier maquinaria, y que la vaca que pace con la cabeza baja supera a cualquier estatua, y que un ratón es suficientemente milagroso como para dar mareos a sextillones de incrédulos. La persona divinizada. Divino soy por dentro y por fuera, y sacralizo todo cuanto toco y me toca. El aroma de estas axilas es mejor que la plegaria. Esta cabeza, mejor que iglesias, biblias y todos los credos…. Estoy enamorado de mí mismo. Hay muchas cosas en mí y todas son deliciosas. Yo he dicho que el alma no es superior al cuerpo; y he dicho que el cuerpo no es superior al alma; y que nada, ni Dios, es superior a uno mismo; y yo o tú, que no tenemos ni un céntimo, podríamos comprar lo mejor de la tierra… La muerte. En cuanto a ti, Muerte, y a ti, amargo brazo de la mortalidad, es inútil que intentéis alarmarme. A su trabajo, sin desalentarse, llega el accoucheur… En cuanto a ti, Cadáver, pienso que eres buen fertilizante; pero eso no me fastidia. Huelo las rosas blancas de dulce aroma que se alimentan de ti. Tiendo la mano hacia los labios como pétalos; tiendo la mano hacia los melones de pulidos pechos. En cuanto a ti, Vida, advierto que eres lo que queda de muchas muertes. (Sin duda yo mismo he muerto antes de diez mil veces. Asciendo desde la luna, asciendo desde la noche; advierto que el lúgubre responder es fruto de los rayos solares del medio día reflejados, y desemboco en lo constante y viniendo del manantial, grande o pequeño… algo hay en mí; no sé lo que es, pero sé que está en mí….. ¿Veis, hermanos y hermanas mías? No es el caos ni la muerte. Es forma, unión, proyecto. Es vida eterna. Es la Felicidad.+ (PE/Atrio) Por María Paz Jovellanos. La religiosidad o mejor diría la espiritualidad en Walt Whitman tiene sus raíces en la diversidad de creencias, aunque tiene muy presente su tradición cristiana, pero tiene como prioridad a la persona que es la protagonista de su poesía, "Divino soy por dentro y por fuera". Para él el cuerpo y el espíritu se alternan, de esa dualidad entre la materia y el espíritu basa su poesía desde su concepto de espiritualidad. Una espiritualidad que canta a las personas y a su país, en donde confluyen todas las experiencias vividas en parte y en conjunto. "Creo en ti, alma mía. Pero el otro que soy, no debe humillarse ante ti ni tú debes humillarte ante él. Deja las palabras, la música y el ritmo; apaga tus discursos; túmbate conmigo en la hierba. Sólo el arrullo quiero, el susurro y las sugestiones de la voz. ¿Te acuerdas de aquella mañana transparente de verano? Estabas con la cabeza reclinada en mis rodillas y dulcemente te volviste hacia mí, abriste mi camisa y me buscaste con la lengua el corazón profundo. Después te alargaste hasta hundirte en mi barba, te estiraste y te adheriste a mí desde la cabeza hasta los pies. Conocí entonces la paz y la sabiduría que están más allá de las disputas de la tierra. Y ahora sé que la mano de Dios es la promesa de mi mano; que el espíritu de dios es hermano de mi espíritu; que todos los hombres nacidos en el mundo son mis hermanos también y que todas las mujeres son mis hermanas y mis amigas…… ¡que un solo germen de la creación es amor! Infinitas son las hojas erguidas o marchitas del bosque, las hormigas oscuras que se afanan debajo de las hojas, las costras musgosas de la cerca, las piedras amontonadas; infinito el saúco, el gordolobo, la fitolaca". El gran crítico literario norteamericano Harold Bloom sobre Walt Whitman: "El alma whitmaniana, de modo similar al alma de Norteamérica, es un enigma y, pese al armonioso abrazo que abre Canto a mí mismo, el lector nunca siente que Whitman esté cómodo con ella. Llegamos a pensar que el "mí mismo" es la parte mejor y más antigua de Whitman – que se remonta a antes de la Creación -, mientras que el alma pertenece a la naturaleza, o es el elemento desconocido de la naturaleza. Leyendo a Whitman aprendemos explícitamente lo que muchos norteamericanos parecen saber de manera implícita: que el alma norteamericana no se siente libre a menos que esté sola, o "sola con Jesús", como dicen nuestros evangelistas. Whitman, que era su propio Cristo, compartía sin embargo ese impulso del alma de su país y lo transformó en el que acaso sea el mayor de sus muchos y variados poderes: una fuerza que, al unísono con su alma, desafía la naturaleza". Yo conocí a Walt Whitman en mi adolescencia a través de su mejor representante en lengua castellana y su mejor traductor León Felipe. Y estos dos poetas, son unos de los escritores por los que descubrí mi vocación por la literatura, primero en estudiarla y después en ensañarla, y a la que me dedico desde hace algunos años. Gracias Honorio por recordarme hoy a Walt, pero también muy especialmente a nuestro León Felipe. De esta manera nos presenta León Felipe a Walt Whitman en el prólogo de Canto a mi mismo: Dios le llama Walt Se apellida Whitman. Pero Dios le llama Walt. No tiene familia. Es hijo de la tierra más que de la sangre, como todo americano legítimo. Que en esto se diferencia del europeo. Y en esto se diferencia también el pionero del conquistador. No tiene genealogía. Y en esto se diferencia del hebreo. No acarrea su sangre desde Adán, por una atarjea de nombres empalmados, pero es tan adámico como Isaías. "Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí de esta tierra y de estos vientos. Me engendraron padres que nacieron aquí, de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí, de padres, hijos de esta tierra y de estos vientos también". No dice el nombre de sus padres ni de sus ancestrales. Le basta con saber que todos fueron hijos, como él, de la tierra y el viento, de esta tierra y este viento de América. Ahora es necesario señalar esto bien. Su nombre telúrico y adámico es Walt. Walt, Walt, Walt… le dicen el gavilán, la tempestad y las olas del mar entre las rocas de la playa… Llamadle Walt vosotros también. Yo le llamo Walt… Dios le llama Walt. + (PE/Atrio) 120228 Agencia de Noticias Prensa Ecuménica 54 291 4526309. Belgrano 367. Cel. 2914191623 Bahía Blanca. 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