domingo, 12 de febrero de 2012

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La usurpación británica en las islas Malvinas cumplió 179 años

La soberanía argentina sobre Malvinas goza de una abrumadora mayoría de opinión favorable. Sin embargo, Londres sigue cerrada a toda negociación. ¿Y si se prueba con sanciones a sus grandes empresas aquí?

EMILIO MARIN

"Hermanita perdida vuelve a casa", cantaba Atahualpa Yupanqui en un tema de su autoría y Ariel Ramírez. No estaba perdida sino robada, porque Malvinas, de ella se trata, fue ocupada por el colonialismo inglés el 3 de enero de 1833.

Esos primeros piratas pusieron a bordo los residentes y los trasladaron de prepo a Buenos Aires. Soledad y Gran Malvina serían suyas. No importaba que Londres quedara a 14.000 kilómetros y no pudiera invocar título legal de propiedad. El viejo imperio se hizo grande invadiendo, robando, pirateando y guerreando. ¡Cuántos títulos nobiliarios se habrán comprado de ese modo, goteando sangre apenas disimulada!

Los títulos de la Confederación Argentina, en cambio, eran perfectos. Continuaba jurídicamente al Virreinato del Río de la Plata y en las islas había un delegado del gobernador de Buenos Aires. Los británicos no habían objetado esa continuidad legal y política, cuando en 1825 reconocieron a la nación que sería la Argentina.

Reclamo va, reclamo viene, las islas siguieron bajo dominio británico hasta el 2 de abril de 1982, cuando el Operativo Rosario de las Fuerzas Armadas argentinas. El 14 de junio, tras bombardeos y desembarcos, los ingleses retomaron el control y Puerto Argentino volvió a su denominación de Port Stanley. Las Malvinas perdieron otra vez la identidad con el nunca bien ponderado "Falklands".

 

Euforia y derrota.

El desembarco del 2 de abril generó euforia en el pueblo argentino, pero el 14 de junio reabrió los reproches contra "la guerra de Malvinas". Volver a nuestras islas estuvo bien, luego de 149 años de ocupación sin cambios a la vista. Los pueblos latinoamericanos apoyaron esa gesta, sin importar que se llevara los aplausos un general tan poco majestuoso como Leopoldo Galtieri. El resultado de la guerra bien pudo ser otro si los militares argentinos peleaban con la bravura de los pilotos de la Fuerza Aérea o de algunos infantes de Marina.

Fidel Castro le preguntó en La Habana al canciller Nicanor Costa Méndez cómo era el general Mario B. Menéndez, gobernador. El ministro empezó a contestar: "es un hombre morocho, bajito, de familia militar". "No -aclaró el cubano- le pregunto si sabe pelear".

Ese fue el problema. Menéndez y otros de su familia, como el genocida Luciano Benjamín, sabían de operativos nocturnos contra militantes populares, en mayoría de 200 a 1. Sabían secuestrar, torturar y matar, robar chicos y violar mujeres. Eso sabían. De pelear contra un ejército profesional en un teatro aero-naval, ni noticias. Para colmo sus padrinos, los militares norteamericanos de West Point, las escuelas del Canal de Panamá, el Plan Cóndor, etc, estaban totalmente del lado inglés, como correspondía a dos aliados de la OTAN. Pésima conducción de la guerra al margen, a Argentina aún le duelen sus 649 muertos, entre ellos muchos del ARA "General Belgrano". También los centenares que se suicidaron al volver. De eso no se debería renegar como sí lo hizo un amplio espectro de políticos, militares y medios desmalvinizadores. Para éstos el 2 de abril no debió existir. Pero existe.

 

"Vieja Raposa".

El imperio británico había mostrado su condición de "Vieja Raposa" antes de 1982 y su conducta posterior fue idéntica. No había aceptado la resolución 2065 de las Naciones Unidas, que instaba a conversar entre las dos partes sobre la soberanía. Y obturó esa vía diplomática a pesar de nueve resoluciones similares posteriores.

Tuvo razón la presidenta Cristina Fernández cuando en la Cumbre de la Unión Europea y Latinoamérica, en mayo de 2010, le reprochó al premier David Cameron que aquella conducta "es un mal ejemplo para la multilateralidad".

Londres fue adoptando una actitud de más en más provocadora. No se sienta a hablar en los términos solicitados por la ONU y aceptados por Buenos Aires. También hizo emitir a los Kelpers licencias de pesca en forma unilateral; la mayoría de esas autorizaciones fueron para barcos españoles (¿dónde está entonces la "solidaridad" de los Borbones?).

 

Violaciones.

Asimismo, con la venia de la corona británica, Rockhopper y Desiré Petroleum han comenzado a explorar en busca de petróleo alrededor de las islas. Habrían encontrado reservas de crudo al norte, por 242 millones de barriles, empleando la plataforma Ocean Venture. El petróleo y la pesca, huelga decirlo, son argentinos, pero los usurpadores se comportan como si fueran suyos.

No conformes con esas violaciones de la legalidad internacional, Cameron ordenó en octubre de 2010 ejercicios militares en las islas y emplear misiles tierra aire, que fueron disparados desde la isla Soledad.

Lo que los ingleses tienen a la vista es una dotación militar de 1.200 hombres, más el buque HMS Clythe, 4 aviones Typhoon y abundante artillería y misiles. Provocadores, los efectivos declararon que si los argentinos querían llegar a las islas serían abatidos son ningún inconveniente. "Sería como cazar pavos" dijo uno, pavoneándose el pavote.

La parte que no se ve, pero que en cualquier momento podría mostrar el mástil, es un submarino nuclear que estaría recorriendo el Atlántico Sur en "defensa" del archipiélago. Los súbditos más colonialistas claman a Cameron y su ministro de Defensa Philip Hammond que ese submarino muestre al fin su nariz. Se lo pedían al antecesor de Hammond, Liam Fox, pero debió renunciar en octubre de 2011 fulminado por denuncias de corrupción.

 

Sancionar monopolios británicos.

Por lo antedicho, el camino recorrido por Argentina en 179 años de sufrir una amputación de su territorio nacional ha sido el de la diplomacia, exceptuados esos casi 75 días de desembarco con armas.

Los frutos de esa labor diplomática continuada han sido bien escasos según el balance concreto. Las autoridades argentinas podrán esgrimir que Londres es un hueso duro de roer, al punto que de las 16 posesiones coloniales que perviven vergonzosamente en mundo, 10 son presas que los ingleses se resisten a soltar.

Pero también ese ejemplo se puede leer de otro modo. Entre los territorios que la reina Isabel II debió devolver estuvo Hong Kong. China la apuró, con fuerza económica, unidad nacional y soldados, en una combinación exitosa para que la diplomacia de Beijing se anotara esa victoria monumental. No es que el país de ojos rasgados estuviera a punto de invadir la perla financiera del Este, pero metían miedo el ruido de las maniobras del EPL. No es lo que sucede con las Fuerzas Armadas argentinas: no tienen hipótesis de conflicto aero-naval, ni misiles ni siquiera un balance a fondo de la experiencia de 1982.

 

Prohibiciones.

El otro error capital argentino, de tiempos menemistas pero no rectificado por Cristina Fernández (ni antes por su marido), fue sacar la cuestión Malvinas de la órbita de la Asamblea General y derivarlo a un organismo inferior, el Comité de Descolonización.

El Palacio San Martín debería aprender de Cuba, que todos los años presenta su moción contra el bloqueo estadounidense ante la Asamblea General y obliga a un debate internacional completo, que desnuda al imperio. En vez de discutir en aquella gran caja de resonancia, las islas se consideran en una comisión de segunda categoría. ¿Para cuándo a la Asamblea General, canciller Héctor Timerman?

El último comunicado de la cancillería argentina detalla los pronunciamientos solidarios con Argentina: "Cumbre de América del Sur y Países Arabes (ASPA) del 31 de marzo de 2009; Cumbre de América del Sur y Africa del 27 de septiembre de 2009; Cumbre de Unasur del 29 de octubre de 2011; Cumbre Iberoamericana del 29 de octubre de 2011; Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), del 5 de diciembre de 2011, y Grupo de los 77 más China". La serie culmina con la decisión del Mercosur, del pasado 20 de diciembre, "prohibiendo el uso de sus puertos a barcos que ostenten la ilegal bandera que Gran Bretaña ha inventado para su colonia".

 

Multas.

Todas estas gestiones y declaraciones son útiles pero no decisivas para obligar a Londres a poner el trasero en una silla dentro de una negociación sobre soberanía. Si se multa a sus multinacionales que ganan fortunas en Buenos Aires, como el banco HSBC, Shell y British Petroleum, Unilever, Bridgestone, Nobleza Piccardo, el laboratorio anglo-estadounidense Glaxo, etc, las cosas pueden variar.

Si el Foreing Office no responde ante esas multas se podría confiscar alguna empresa, comenzando por Glaxo, ya multada por un proceso irregular de investigación de vacunas en el que han muerto 14 niños, pobres. En vez de tantos documentos diplomáticos, y sin arrojar misiles a Puerto Argentino, se podría entrar con orden judicial y la Gendarmería en ese laboratorio.

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Actividad reciente:

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Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba
www.amigosdecuba.com.ar

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