AL - JUMHURIYA AL - LUBNANIYA
Veo el múrex y el vidrio
y la púrpura tiria
vuelta sangre inocente.
¡Ay, Phoniké de los ancestros,
qué ríos de dolor te han alcanzado!
Veo a Tiro y Sidón
populosas e ingrávidas
ya lejos en el tiempo,
y en el mar de sus días
las barcazas fenicias
cargadas de esperanza
y al viejo cananeo
que almuerza con sus hijos
queso de cabra, higos,
regado con el vino
que entonces no era sangre.
¡Ay, Phoniké de los ancestros
qué ríos de dolor te han alcanzado!
Veo al muchacho inquieto
que anota en su recuerdo
la ruta secretísima grabada en el oleaje
y los prósperos vientos
de un mare nostrum suyo
allí donde el velámen
se parece a un escudo
que vela por las vidas
del viejo y del muchacho.
¡Ay, Phoniké de los ancestros
qué ríos de dolor te han alcanzado!
Veo, porque lo veo ahora,
que el Orontes solloza
ante tanta ignominia
al prolijo fenicio
que anota con paciencia
su propio devenir y su riqueza
con signos que legara
para tantas historias.
¡Ay, Phoniké de los ancestros
qué ríos de dolor te han alcanzado!
Escucho a Salomón rogándole a su Dios
castigo al extranjero
y piedad a Israel, el elegido,
y así hititas, heveos, jebuseos
padecieron la marca y el estigma
como hoy con misiles inauditos.
A juicio de Israel, no eran hijos del Padre,
pero Hiram, el paciente,
enviaba las naves cargadas de talentos
y eruditos del mar
en busca de una paz
para los hijos deplorados
de la tierra del cedro.
¡Ay, Phoniké de los ancestros
qué ríos de dolor te han alcanzado!
No sé si el cananeo
pensó su propia historia,
pero allí no hubo un Dios
que le hiciera promesas
aun cuando es el hijo
de las mismas entrañas,
orfebre silencioso de la misma palabra
con que escriben el Nombre
tantos otros humanos.
Yo pido que tus plátanos y vides,
que tus razas de tantas ascendencias,
que tu valor de pueblo, de madres y de niños
reciba la tibieza de la mano
de Aquél que con justicia
te dio Vida.
Long-Ohni