ESTADO DE ISRAEL Y WASHINGTON DEPLORARON LA DECISIÓN
Por fin Argentina reconoció a Palestina como un estado Independiente
El 6 de diciembre de 2010 quedará como una fecha histórica para las relaciones entre los pueblos y gobiernos de Palestina y Argentina. Ese día Cristina Fernández reconoció al estado de Palestina.
EMILIO MARÍN
Palestina, único estado existente en esa región de Medio Oriente, fue partida por resolución 181 de Naciones Unidas, en 1948. Esa medida, más la “limpieza étnica” de los grupos sionistas más violentos, como Irgún, Hagganah y otros, que produjeron matanzas en aldeas palestinas como Deir Yassim, ampliaron la fracción de territorio que le correspondía a Israel.
Dos años después Argentina reconoció a Israel. En cambio debieron transcurrir 62 años para que el Palacio San Martín hiciera lo mismo con los palestinos.
Esa cronografía sirve para ilustrar qué parte fue la beneficiada y cuál la perjudicada por las decisiones del gobierno argentino, entre quienes tanto han lidiado en Medio Oriente, incluso hasta hoy, cuando las negociaciones de paz están estancadas y el conflicto tan virulento como siempre. Esto último, siempre atizado del mismo lado, Israel, que en estos más de 60 años se convirtió en una potencia militar incluso con armamento atómico no declarado.
Por eso la decisión de Cristina Fernández debe ser celebrada no sólo por los palestinos y comunidades árabes de Argentina, sino también por todos los argentinos democráticos que quieren la paz en esa conflictiva región.
Si de antecedentes más recientes se trata, se puede citar que a fines de noviembre de 2007, el gobierno de Néstor Kirchner, anunció que apoyaba un Estado palestino. Lo hizo saber a la agencia Télam el director de África del Norte y Medio Oriente de la cancillería, José Pedro Pico, quien abogó por la creación del mismo “mediante fronteras internacionalmente reconocidas”.
Ya estando Cristina Fernández en Balcarce 50, ordenó abrir en 2008 una representación en Ramallah, Cisjordania, donde tiene su asiento la Autoridad Nacional Palestina del presidente Mahmud Abbas.
En la calle Riobamba, de la capital argentina, funciona desde 1996 la embajada de Palestina; primero estuvo a cargo de Suhail Hani Daher Akel y actualmente del embajador Walid Muaqqat.
La jefa de Estado profundizó aquellos vínculos en noviembre de 2009 cuando recibió a Abbas, de gira por Sudamérica comenzada en Brasil, y a sus más estrechos colaboradores. Entre éstos, el jefe del Departamento de Asuntos de las Negociaciones de la Organización para la Liberación de Palestina, Saeb Erekat, y el ministro de Relaciones Exteriores, Riad Al-Malki.
Una semana antes de abrirse esas puertas para el titular de la ANP, Cristina Fernández había recibido al presidente de Israel, Shimon Peres, para mantener cierto equilibrio en los gestos políticos hacia uno y hacia otro sector.
En setiembre de este año, en la 65º Asamblea General de la ONU, la presidenta tuvo una reunión en Nueva York con Abbas. Fue la puntada final para la declaración argentina de reconocimiento a los palestinos.
Más de cien
El viernes 3 de diciembre, el gobierno de Lula da Silva también reconocía a Palestina. Y el vicecanciller uruguayo informó que el gobierno de Pepe Mujica tiene adoptada una postura similar, pero que se dará a conocer en 2011. De ese modo todo el Mercosur, con excepción de Paraguay, está en la misma sintonía.
En Buenos Aires hizo el anuncio el canciller Héctor Timerman, quien puntualizó que se reconoce a Palestina como “un Estado libre e independiente dentro de las fronteras existentes en 1967 y de acuerdo a lo que las partes determinen en el proceso de negociación”.
La precisión de las fronteras de 1967 ha indignado especialmente al gobierno de Benjamin Netanyahu, por cuanto lo obligaría a devolver Cisjordania y Jerusalén Oriental a los palestinos, y las Alturas del Golán a Siria (ya hizo otro tanto con el Sinaí de Egipto y desocupó Gaza en 2005, aunque la invade y bombardea cada tanto).
La referencia de Timerman al “proceso de negociación” es hoy una expresión de deseos, toda vez que esos diálogos están interrumpidos por culpa de Tel Aviv. Luego de 18 meses de estancamiento, los esfuerzos de la administración Obama por mostrar al menos un síntoma de conversaciones entre las partes hizo que en setiembre pasado hubiera un encuentro de Abbas y Netanyahu en Estados Unidos.
Pero inmediatamente venció un plazo de diez meses de moratoria que el estado judío había implementado para no construir más viviendas en el sector Este de Jerusalén. Y en consecuencia, dio luz verde para nuevas construcciones, lo que provocó el justificado enojo de la ANP, que suspendió el apenas reanudado diálogo.
Aunque Abbas parece una “paloma” en comparación con los “halcones” y rivales suyos de Hamas, que gobierna desde 2006 la Franja de Gaza, también a él se le hace intolerable dialogar mientras Netanyahu sigue con sus topadoras y construcciones ilegales en la mitad de la Ciudad Santa y en buena parte de Cisjordania.
Esta cerrazón de las autoridades israelitas a negociar de buena fe fue provocando más y más repudio internacional. Hay que recordar que en la última operación contra Gaza, en 2006, fueron asesinados 1.500 palestinos de los que la mayor parte eran civiles, y arrasadas viviendas, escuelas, hospitales y hasta locales de la ONU. En junio último fueron atacados por Israel los barcos de la “Flotilla de la Paz” que llevaba medicinas y alimentos a Gaza, con el saldo de nueve muertos. Y así de seguido. La mayor parte del mundo sabe que Israel es el culpable de que no haya diálogos de paz. Y eso parece haber gatillado la decisión de muchos gobiernos, alrededor de 100, de reconocer a Palestina; el de Argentina entre ellos.
Están enojados
En vez de revisar qué hicieron mal en su trato con los palestinos y cambiar algo, para facilitar las negociaciones, de las que saldría beneficiado en última instancia el propio Israel, sus autoridades han salido a repudiar la decisión del gobierno argentino.
El vocero de la cancillería israelí Yigal Palmor declaró en exclusiva a la Agencia Judía de Noticias de Argentina que “el reconocimiento del Estado palestino por parte de Argentina es una declaración muy contraproductiva (sic) que no contribuye en nada a la causa de la paz. Tampoco va a cambiar la situación de los palestinos. Por lo tanto, es una decisión completamente innecesaria”.
En esa misma línea interpretativa y negativa de lo actuado por nuestro país se ubicaron la AMIA, con declaraciones de Guillermo Borger, y la DAIA, de Aldo Donzis. Este último se reunió con el secretario de Estado adjunto, William Burns, de visita en Buenos Aires. La Agencia Judía de Noticias dijo que Donzis recibió a Burns porque éste le había pedido la reunión. Allí Burns reiteró que “la declaración del gobierno de Cristina Kirchner afecta directamente las negociaciones de paz en Medio Oriente”.
Expresiones similares ya había pronunciado el funcionario estadounidense desde Santiago de Chile, primera escala de su viaje sudamericano. Las mismas, y hechas desde un país extranjero, ofendieron a Timerman, quien declaró que Argentina no hace declaraciones sobre asuntos donde tiene diferencias con la administración Obama. Sin embargo, al explicitar su rechazo a la cárcel ilegal de Guantánamo, de hecho le devolvió “gentilezas”.
El vocero del Departamento de Estado, Phillip Crowley, también había buscado los micrófonos y cámaras para criticar la decisión argentina por “apresurada”.
En este combo de repudios y críticas no podía falta la palabra del embajador sionista en Buenos Aires. Daniel Gazit, el diplomático que había justificado la matanza en la “Flotilla de la Paz”, dijo que “el reconocimiento del Estado palestino que ha hecho el gobierno argentino no contribuye a la paz. Los palestinos están presionando internacionalmente, a través de la diplomacia, en lugar de sentarse a la mesa de negociaciones con nosotros”.
En esa increíble valoración de los hechos, los palestinos serían el obstáculo para negociar. Es al revés, Israel con sus 12.000 crímenes de palestinos en los últimos años, y con su continuidad de la ocupación en Cisjordania y Jerusalén Este, son los culpables de que la paz siga tan lejana en Medio Oriente. Los palestinos son las víctimas de esta situación. Los israelitas, en particular su gobierno y sus fuerzas militares, son los victimarios.
En lo que Gazit no está errado es en que muchos gobiernos del mundo, entre ellos Rusia, China, India, Brasil, Argentina y muchísimos otros de África, Asia y América Latina, han dado ese reconocimiento como una forma de apoyar a la parte más débil y ayudar a que la potencia regional con dientes atómicos se siente a negociar de una buena vez.
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Actividad reciente:
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Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba
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