martes, 15 de junio de 2010

Fidel Castro a participantes Festival Mundial Juventud y Estudiantes Sudáfrica

Mensaje de Fidel Castro a los participantes en el XVII Festival
Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Sudáfrica


Compañeras y compañeros:

Es muy grato para mí y un gran honor acceder a la solicitud que me
hicieron llegar de transmitirles un mensaje con motivo del XVII
Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que tiene lugar en
la Patria de Nelson Mandela, símbolo viviente de la lucha contra el
odioso sistema del apartheid.

Cuba fue sede de dos festivales mundiales: el XI, en 1978; y el XIV, en
1997.

Por primera vez el Festival dejaba de realizarse en Europa para
hacerlo en un país de este hemisferio.

La decisión fue tomada por la IX Asamblea de la Federación Mundial de
Juventudes Democráticas que tuvo lugar en Varna, Bulgaria, a fines del
año 1974.

Eran tiempos diferentes: el mundo se enfrentaba a problemas serios,
pero menos dramáticos. Los jóvenes más progresistas luchaban por el
derecho de todos los seres humanos a una vida digna; el viejo sueño de
los mayores pensadores de nuestra especie cuando era evidente que la
ciencia, la tecnología, la productividad del trabajo y el desarrollo
de la conciencia lo hacían posible.

En un breve lapso de tiempo la globalización se aceleró, las
comunicaciones alcanzaron niveles insospechados, los medios para
promover la educación, la salud y la cultura se multiplicaron.
Nuestros sueños no eran infundados. En ese espíritu se llevó a cabo el
XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en el que
participó también nuestro pueblo.

En el Consejo General de la Federación Mundial de Juventudes
Democráticas, celebrado precisamente en la heroica Sudáfrica a
principios de octubre de 1995, se aprobó la realización en La Habana
del XIV Festival, en el que participaron más de 12 mil delegados de
132 países. Nuestro país llevaba entonces casi 37 años librando la
batalla política e ideológica contra el imperio y su brutal bloqueo
económico.

Hasta la década de 1980 no solo existían la República Popular China,
la República Popular Democrática de Corea, Vietnam, Laos y Kampuchea,
que habían soportado guerras genocidas y los crímenes de los yankis,
sino también el campo socialista de Europa y la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas, un enorme Estado multinacional de 22 millones
402 mil 200 kilómetros cuadrados, con enormes recursos de tierra
agrícola, bosques, petróleo, gas, minerales y otros. Frente a la
superpotencia imperialista, con más de 800 bases militares desplegadas
por todo el planeta, se erguía la superpotencia socialista.

La disolución de la URSS, fuesen cuales fueran los errores en uno u
otro momento de la historia, constituyó un duro golpe al movimiento
progresista del mundo.

Los yankis se movieron rápidamente y extendieron las bases militares y
el uso de instalaciones construidas por la URSS para cercar más
estrechamente con su maquinaria de guerra a la Federación Rusa, que
aún continúa siendo una gran potencia.

El aventurerismo militar de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN se
incrementó en Europa y Asia. Desataron la guerra de Kosovo y
desintegraron a Serbia.

En el ámbito de nuestro hemisferio, aún antes de la desintegración de
la URSS, invadieron en el año 1965 a la República Dominicana;
bombardearon e intervinieron con fuerzas mercenarias a Nicaragua;
invadieron con sus tropas regulares a Granada, Panamá y Haití;
promovieron sangrientos golpes militares en Chile, Argentina y Uruguay
y dieron apoyo a la brutal represión de Stroessner en Paraguay.

Crearon la Escuela de las Américas, donde no solo entrenaban a miles
de oficiales latinoamericanos en conspiraciones y golpes de Estado,
sino también familiarizaron a muchos con doctrinas de odio y prácticas
sofisticadas de torturas, mientras se presentaban ante el mundo como
paladines de "los derechos humanos y la democracia".

En la primera década de este siglo, la superpotencia imperialista
parece desbordarse de su propio cauce.

Los sangrientos sucesos del 11 de septiembre de 2001, en que fueron
destruidas las Torres Gemelas de Nueva York -un episodio dramático en
el que perdieron la vida alrededor de 3 000 personas-, y el ataque
posterior al Pentágono, vino como anillo al dedo al inescrupuloso
aventurero George W. Bush para instrumentar la llamada guerra contra
el terror, que constituye, simplemente, una peligrosa escalada en la
brutal política que Estados Unidos venía aplicando en nuestro planeta.

Está más que demostrada la bochornosa complicidad de los países de la
OTAN con tan repudiable guerra. Esa organización bélica acaba de
proclamar su propósito de intervenir en cualquier país del mundo donde
considere que sus intereses, es decir, los de Estados Unidos, estén
amenazados.

El monopolio de los medios masivos de información, en manos de las
grandes transnacionales capitalistas, ha sido utilizado por el
imperialismo para sembrar mentiras, crear reflejos condicionados y
desarrollar instintos egoístas.

Mientras los jóvenes y los estudiantes viajaban hacia Sudáfrica a
luchar por un mundo de paz, dignidad y justicia, en Gran Bretaña los
estudiantes universitarios y sus profesores libraban una batalla
campal contra los fornidos y bien equipados cuerpos represivos que,
sobre briosos caballos, los atacaban. Pocas veces y tal vez ninguna
otra en la historia se vió un espectáculo semejante de la "democracia"
capitalista. Los partidos neoliberales gobernantes ejerciendo su papel
de gendarme de la oligarquía, traicionando sus promesas electorales,
aprobaron medidas en el Parlamento que elevaban a 14 mil dólares
anuales el costo de los estudios universitarios. Lo peor de todo fue
el descaro con que los parlamentarios neoliberales afirmaron que el
"mercado resolvía ese problema". Solo los ricos tenían derecho a los
títulos universitarios.

Hace pocos días, el actual Secretario de Defensa de Estados Unidos,
Robert Gates, al comentar los secretos divulgados por Wikileaks
declaró: "El hecho es que los gobiernos tratan con EE.UU. porque les
interesa, no porque les gustemos, no porque confíen en nosotros, y no
porque crean que podemos guardar secretos. Algunos gobiernos tratan
con nosotros porque nos temen, algunos porque nos respetan, la mayoría
porque nos necesita. Todavía somos esencialmente, como se ha dicho
antes, la nación indispensable".

No pocas de las personas inteligentes y bien informadas albergan la
convicción de que el imperio yanki, como todos los que lo precedieron,
ha entrado en la etapa final y que las señales son irrebatibles.

Un artículo publicado en el sitio Web TomDispatch, traducido del
inglés por el sitio Rebelión, expone cuatro hipótesis del probable
curso de los acontecimientos en Estados Unidos, y en todas ellas la
guerra mundial figura como una de las posibilidades, aunque no excluye
que pueda haber otra salida. Añade que definitivamente ese país
perderá su papel dominante en las exportaciones globales de
mercancías, y en menos de 15 años perdería su papel dominante en la
innovación tecnológica y la función privilegiada del dólar como moneda
de reserva. Cita que ya este año China alcanzó un 12% frente a Estados
Unidos 11% en la exportación mundial de mercancías, y aludió a la
presentación por el Ministro de Defensa de China en el mes de octubre
de este año del superordenador Tianhe-1A, tan poderoso que, como
expresó un experto estadounidense, "liquida la máquina Nº 1? existente
en Estados Unidos.

Nuestros queridos compatriotas, al llegar a Sudáfrica, entre las
primeras actividades rindieron merecido tributo a los combatientes
internacionalistas que dieron su vida luchando por África.

Desde hace 12 años en el vecino Haití nuestra misión médica presta su
servicio al pueblo haitiano; hoy con la cooperación de médicos
internacionalistas graduados en la ELAM (Escuela Latinoamericana de
Medicina). Allí luchan también por África combatiendo la epidemia del
cólera, que es la enfermedad de la pobreza, para impedir que se
extienda a ese continente, donde al igual que en América Latina hay
mucha pobreza. Con la experiencia adquirida, nuestros médicos han
reducido extraordinariamente la tasa de letalidad. Muy cerca de
Sudáfrica, en Zimbabwe, en agosto de 2008, de "forma explosiva"
estalló esa epidemia según el diario "Herald" de Harare. Robert Mugabe
acusó a los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña de introducir
la enfermedad.

Como prueba de la total falta de escrúpulo yanki, es necesario
recordar que el Gobierno de Estados Unidos entregó armas nucleares al
régimen del apartheid, que los racistas estuvieron a punto de usar
contra las tropas cubanas y angolanas, que después de la victoria de
Cuito Cuanavale avanzaban en la dirección Sur, donde el mando cubano,
sospechando ese peligro, adoptó las medidas y tácticas pertinentes que
le daban el dominio total del aire. Si intentaban usar tales armas, no
habrían obtenido la victoria. Pero es legítimo preguntarse: ¿qué
habría ocurrido si los racistas sudafricanos hubiesen utilizado las
armas nucleares contra fuerzas de Cuba y Angola? ¿Cuál habría sido la
reacción internacional? ¿Cómo habría podido justificarse aquel acto de
barbarie? ¿Cómo habría reaccionado la URSS? Son preguntas que debemos
hacernos.

Cuando los racistas entregaron el gobierno a Nelson Mandela, no le
dijeron una sola palabra, ni qué hicieron con aquellas armas. La
investigación y denuncia de tales hechos sería en estos instantes un
gran servicio al mundo. Los exhorto, queridos compatriotas, a
presentar este tema en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

Fidel Castro Ruz

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