martes, 15 de junio de 2010

Tres madres cubanas por Adys Cupull continuación





aopen                                                       Página 1                                               14/12/2010

Adys M. Cupull es una bella e inteligente mujer cubana hermana de quienes aman y construyen.    toto

 

continuación .  (Tres Madres) Seminario del Pensamiento Iberoamericano de Mujeres Ilustres. Por Adys M. Cupull

 

 

ENTEREZA Y REBELDÍA

 Leonor Pérez Cabrera

      

…Pues mi madre, Sres., aunque por su heroica entereza y clarísimo  juicio, la tenga yo por más que princesa y más que reina, es una mujer humilde”.1

 

“Y de quién aprendí yo mi entereza y rebeldía, o de quien pude heredarlas, sino de mi padre y de mi madre”.

 

Hablar de  Leonor Pérez Cabrera, es  referirse a la entereza y rebeldía de José Martí Pérez, el Héroe Nacional de Cuba, El Autor Intelectual del Moncada, cuyo pensamiento es  guía de la Revolución Cubana.

Estudiar su vida es adentrarse en la transformación de la conciencia de una mujer que nacida en Canarias, se enamoró en Cuba de un  militar, valenciano, Mariano Martí, y fundó su hogar, parió ocho hijos cubanos. Por diferentes razones viajó a  Valencia, Canarias, México, Nueva York, Tampa, Cayo Hueso, y  siempre  regresó a la tierra que nunca sintió extraña: La Habana, ciudad donde decidió   morir, donde yacen sus restos y los de Mariano, su esposo, y el de seis de  sus hijas, con excepción de Ana que murió en México.  Su hijo,  está en toda Cuba. Leonor es una  cubana por  derecho propio.

                          Nació el 17 de diciembre de 1828.                         Fue bautizada al día siguiente de su nacimiento en la parroquia matriz de la villa de Santa Cruz de Santiago en Tenerife. Hija de Antonio y Rita, naturales igualmente de Canarias quienes habían formado una  familia de cinco descendientes, tres mujeres y dos hombres.

Antonio era  militar, condecorado con la Cruz Honorífica de Doña Isabel Luisa, recibió premios en metálico por su desempeño en la Brigada de Artillería de Santa Cruz de Santiago en Tenerife. 

Por los testimonios familiares se conoce que Leonor fue una niña de genio vivo e inteligencia clara, aprendió a leer y a escribir en la adolescencia, a escondidas de sus padres, pues, como era costumbre entonces, se evitaba que las muchachas estudiaran, para que no pudieran cartearse con los pretendientes. Por lo demás, asistía regularmente a misa, y aprendió el catecismo, se formó dentro de los conceptos militares y religiosos.

Los padres de Leonor se trasladaron a Cuba en 1843, desde entonces hasta 1907, año en que fallece en la calle Consulado en Centro Habana, residió en Cuba, menos en los pocos años  en que viajó a otros países.   

 En  1852 contrajo matrimonio con Mariano Martí, de origen campesino, nacido en Valencia en 1815. Lejos estaba la hija del militar Antonio Pérez, que con esas raíces familiares, forjaría en su hijo la  rebeldía  contra las injusticias de la Corona española.

Sus hijos se llamaban de José Julián, Pepe. el primogénito, después las niñas: Leonor Petrona, Mariana Matilde Salustiana, María del Carmen, La Valenciana, María del Pilar Eduardo, Rita Amelia, Antonia Bruna, Dolores Eustaquia.

En Cuba, experimentó la  felicidad pero también los sufrimientos y tristezas que se generan ante  el desamparo social, la pobreza, las contradicciones en el trabajo de  Mariano, quien no admitía la corrupción de los funcionarios de la Corona, como consecuencia sufrió la inestabilidad laboral y  económica y se vieron precisados a continuos cambios de residencia en su querida ciudad de La Habana.

 

 

En 1865 falleció una de sus pequeñas, Pilar.  En esta década crecieron sus virtudes como esposa y madre, para entender a Mariano, ayudarlo, sostener   el equilibrio del hogar, la alegría de las niñas, la atención al hijo adolescente, por los que también se preocupaba Mariano. Pepe, respondía a los requerimientos de estudios pero al mismo tiempo comenzaba a mostrar sus inquietudes contra las injusticias de la esclavitud y el coloniaje cruel que imponía España. Era la mujer española sacrificada y valiente, que sufría la disyuntiva de responder a un Gobierno que se iba alejando de sus nobles  sentimientos de justicia.

Su hijo la admiraba, y lo dejó escrito en cartas, relatos, descripciones, dramas y  poemas, como este fragmento escogido de un poema que le dedicó el 17 de diciembre de 1868 cuando Leonor cumplió 40 años de edad. El tenía 15.

      «A mi madre»

         Madre del alma, madre querida,

         Son tus natales, quiero cantar;

         Porque mi alma, de amor henchida,

        Aunque muy joven, nunca se olvida

        De la que vida me hubo de dar.

        Pasan los años, vuelan las horas

        Que yo a tu lado no siento ir,

        Por tus caricias arrobadoras

        Y las miradas tan seductoras

        Que hacen mi pecho fuerte latir.

 

 

 

El 10 de Octubre de 1868, estalló la insurrección en Cuba, y la ciudad de La Habana era una fragua ardiente, Leonor presentía  los patrióticos ideales de su hijo. Junto al alzamiento, se incrementó la reacción contra los criollos. Repercutieron los sucesos políticos ocurridos en el teatro de Villanueva,  en el Payret,  en la Acera del Louvre. 

Bajo las balas salió Leonor una noche a buscar a su hijo, él la describe posteriormente, como  la matrona fuerte que tocó a la puerta de la casa del señor Rafael María de Mendive, el maestro..

 1968 y 1969 fueron años convulsos. Pepe escribió un artículo político  en El Diablo Cojuelo, también el drama Abdala y en el periódico La  Patria Libre, se publicó su poema 10 de Ooctubre, dedicado al Grito dado por Carlos Manuel de Céspedes. ¿De quien ha sacado Pepe esa entereza?

La madre siente temor, angustias, ella aún aparece como Espirta, Abdala no escucha sus ruegos. Para Leonor su deber era con España, cuyos funcionarios lastimaban cada vez más  sus sentimientos.

El injusto y cruel Presidio Político al que fue condenado  José Martí, la acercó a los horrores del Sistema Colonial Español.

El PRESIDIO cruel,  hizo llorar a la familia toda, Mariano de rodillas frente a las llagas que los grilletes ocasionaron a su hijo, lloró. Las niñas  ante el Gobernador General pidieron clemencia por Pepe.

Leonor hizo una carta en la que prometió  no separarse de su hijo para que con sus consejos y su indulgencia pueda ser un hombre útil a la “patria” y de lo contrario, dice podría ser un  malvado si se le trata con demasiado dureza. Leonor junto a Mariano muestran su entereza, su  equilibrio y espíritu tenaz  hasta lograr la excarcelación y luego la deportación de su hijo, a España.

Las niñas cosían, tejían, bordaban y después de la muerte de otra niña, Lolita, por un castigo de exagerada penitencia   en la escuela, hizo  que  tomara la decisión de   impartir las clases a las otras niñas, en la casa.

 En 1875, México fue el sitio de reencuentro con su hijo que culminó los estudios universitarios en Zaragoza, España. En México derramó lágrimas, creció  ante la miseria. Allí murió Ana.

 

En Leonor se destacan virtudes que le acompañaron hasta el final de su vida, una de ellas era mantener la unidad de la familia,  hijos y nietos.  Se manifiesta en las cartas.

Igual la exigencia para el estudio y superación de su hijo varón, a pesar de existir la discriminación a la mujer en el siglo X!X, logró que sus hijas aprendieran a leer y  escribir.  Ana escribió poemas, versos, prosas.

El trabajo se consideraba necesario para toda la familia de acuerdo a la época, las niñas, ya adolescentes apoyaban en la economía del hogar cosiendo junto a ella.

La describen como madre y abuela amorosa y exigente. Era ágil y atinada, para solicitar el apoyo que necesitaba del hijo amado. Perdía la capacidad visual paulatinamente, sin embargo, escribía detallando las circunstancias, buenas y malas por las que atravesaban.

 En 1887 después del fallecimiento de Mariano, su hijo la invitó a Nueva York, donde él se encontraba exiliado, y preparando la Guerra Necesaria para la independencia de Cuba. Muestra firmeza en sus cartas que denomina: reflexiones. Le gustaba leer.

 Llevó consigo  el anillo que su hijo  mandó a hacer de uno de los grilletes que le pusieron en la prisión, el anillo decía CUBA.

En carta a sus hijas afirmó que sentía pena por su hijo,  y afirmó que la vida en Nueva York era terrible para Pepe, que para ella sería terrible si tuviera que vivir allí, consideraba que a pesar de la grandeza de Estados Unidos, era tierra antipática, así la calificó.

Se refirió a los sacrificios de su hijo, su trabajo mental y mal retribuido,  y afirmó que conocía lo que sufría por no poder lo que desea.

 En la última carta su hijo le afirma. 25 de marzo

 “…Ud. se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y ¿por qué nací de Ud. con una vida que ama el sacrificio? Palabras, no puedo.”

 

“No son inútiles la verdad y la ternura. No padezca”.

 

Leonor padeció mucho porque entre ella y  “Nubia” la Patria de Abdala, se interponía España. Y sin descubrirlo, sintió la agonía de  su hijo, por Cuba. De La Habana, esa ciudad que la enamoraba.

 Después de la muerte de José Martí, en combate, dos de sus nietos fueron a Estados Unidos y regresaron en una expedición para continuar la lucha y liberar a Cuba. Fueron  sus nietos Alfredo García Martí,  José Martí Zayas Bazán,  el Ismaelillo, quienes continuaron la lucha  de su hijo  por la independencia. Leonor se vio obligada a salir al exilio, a Tampa, junto a su hija Leonor.

En 1900, libraría una nueva batalla contra la pobreza, con estoicismo, se enfrentó a la realidad de perder tres hijas en el mismo año.

Estaba casi ciega, pero  no dudó  en participar en la batalla  que los compañeros de su hijo y cubanos  dignos libraban con las autoridades cubanas y norteamericanas que gobernaban en Cuba, para que fuese declarada histórica la casita de la calle Paula No 41,  el 28 de enero de  1899,   se le colocó la lápida a la Casita de Paula, fue otra victoria en la que intervino el deseo  y perseverancia  de Leonor.

Ella conservaba su facilidad de palabra, su memoria precisa, su viva inteligencia y su original cultura. Según su nieto Raúl García MARTÍ. Las personas que la visitaban se extasiaban con su conversación.  

 

Leonor Pérez Cabrera es una de las madres cubanas que dieron hijos y nietos que lucharon por la independencia de Cuba. Ocupa un destacado sitio en  la tierra de Mariana Grajales Coello, Madre de  la Patria.

Leonor es un lazo indestructible entre los más nobles españoles y cubanos.

Gracias, demos a su honradez y entereza

Gracias  al amor forjador de las virtudes de sus hijos y especialmente de José Martí

Héroe Nacional de Cuba, Autor intelectual del Moncada, cuyo pensamiento es guía en la construcción de la Revolución Socialista de Cuba. Es una cubana por derecho propio y se le recuerda con cariño y respeto-

 

   Fuente:

Adys Cupull,_Froilán González. Creciente agonía, Editora Gorki, España 2003

                                          Idem    Editora, José Martí, Cuba, 2007   

                                        Idem     Sureditores Quito, Ecuador 2010