lunes, 9 de abril de 2012

Carlos Fuentealba, al maestro con cariño / Poesía y Malvinas / lecturas del Che / Cine El Impenetrable / Daniel Drexler / Soema Montenegro y Lulacruza‏‏

 martes, 3 de abril de 2012, 15:39                     Ya salió Revista  de Abril

 

 

Carlos Fuentealba
Al maestro, con cariño
Hace cinco años asesinaban a un docente en una ruta. Pero más allá del epílogo trágico, surge una historia que integra la vocación, la dignidad y los sueños.

 

30 años de Malvinas
Poesía y guerra
La guerra en las islas del Atlántico Sur dejó un tendal de heridas abiertas y polémicas actualizadas, pero también un mundo poético nunca antes revisitado.

Néstor Kohan y su nuevo libro, En la selva
Las lecturas de un hereje
Un riguroso estudio a partir de las lecturas y apuntes del Che durante su campaña en Bolivia permite indagar en una variante americana del marxismo.

 

Entrevista con los realizadores de Campo Grande, documental sobre el Impenetrable chaqueño
"Tuvimos que filmar lo que El Impenetrable y su gente nos imponían"
Un equipo de documentalistas cuenta la difícil tarea de atravesar El Impenetrable para narrar la historia de dos familias, sus sueños y su resistencia.

Musiqueros: Soema Montenegro y el dúo Lulacruza
"Algo se materializa a través de la voz"
Protagonistas de un nuevo tiempo, abren otros caminos sonoros y expanden los límites de un continente que va del electrofolk a los ritmos ancestrales.

 

Entrevista con el cantautor Daniel Drexler
"Mi diario de viaje son las canciones"
Una conversación con el cantautor uruguayo donde las melodías lo llaman de cara al mar y las canciones caen como frutas maduras.

 

Malditos: Kurt Lutman
Un rebelde colgado del alambrado
Un futbolista diferente rebelde que militó en HIJOS, ligó un cuchillazo por defender a un compañero y que hoy, retirado del fútbol, labura de albañil.

 

Cinestada: Entrevista con el documentalista Mario Piazza
El Superochista
Un recorrido por la visión del documentalista rosarino que cuenta con varios filmes en súper ocho y que se aleja de los modelos establecidos del éxito para denunciarlos.

 

Editorial I

Un país sin laburantes
Sobre el discurso de la presidenta y su abierto ataque a los docentes


Los empresarios no se suben al Sarmiento. Los funcionarios nunca cuentan las monedas para sacar 1,10 en el colectivo. Jamás se ha visto a un periodista de las grandes corporaciones hacer la cola para sacar su tarjeta Sube. Nadie presenció el fusilamiento de algún patrón agrosojero por el "gatillo fácil" policial. Los que viajan durante horas hacinados en un vagón, los que se trasladan a las corridas de un punto a otro del Conurbano, los que pierden su tiempo en trámites interminables, los que caen baleados en las barriadas, son los mismos de siempre. Los laburantes, también son las víctimas de tragedias como la de la estación Once. También son el objetivo de programas de espionaje político como los implementados por Gendarmería bajo el nombre "Proyecto X". Es curioso; el Estado no persigue a evasores fiscales, ni controla el cumplimiento del contrato de las empresas de servicio, ni investiga a los conspiradores reunidos en las oficinas de los monopolios de prensa, ni se preocupa por hurgar en el gigantesco entramado mafioso de la banda delictiva más poderosa del país: la policía. No, el Estado tiene otras tareas.

Durante el extenso discurso de la máxima autoridad política nacional en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, el único sector fustigado no fue el de los patrones que transan para gambetear las cuotas impositivas, ni el de los comerciantes de la contaminación y el saqueo que rapiñan riquezas no renovables a cambio de favores para sus aliados provinciales, ni el de los dirigentes sindicales millonarios garantes de la "paz social" y bomberos del poder ante cualquier conflicto impulsado por díscolas comisiones internas. No, no fueron ellos los apuntados en su ofensiva retórica. Fueron los docentes. Sí, otra vez, los laburantes. Naufragando entre el desprecio y la ignorancia, la máxima autoridad política dirigió su dedo acusador contra quienes, según estima, son beneficiarios de "jornadas laborales de cuatro horas y tres meses de vacaciones". Para aquellos que utilizan su legítimo derecho a exigir un salario digno, ya no se reclama "sensibilidad"; ahora directamente se los fustiga ante todo el aparato político; el mismo auditorio que apenas un par de semanas atrás se regaló un aumento en sus dietas del cien por ciento.

No es tan difícil comprender la lógica de una gestión que, en el caso de una tragedia como la del Sarmiento, responsabiliza a las víctimas y protege a los victimarios y, ante el reclamo docente, critica a los trabajadores y los culpa por los problemas de la educación pública, sin reparar en sus propias obligaciones. Por eso, una minoría goza hoy de todos los privilegios y no tiene idea de lo que significa tomarse un tren en hora pico en el Conurbano. Por eso, esa misma minoría se muestra intolerante ante el reclamo de cientos de miles que, de vez en cuando, se indignan y hacen levantar su voz contra la injusticia, la corrupción o la impunidad. No los entienden, claro. En sus reuniones formales hay lugar para empresarios aliados, funcionarios ineptos y sindicalistas disciplinados. Para todos ellos, el trabajador es masa maleable a la que apelar para obtener riquezas, para ganar votos o para perpetuar el negocio de las obras sociales. Pero cuando molestan y se movilizan, cuando exigen lo que les pertenece, cuando se cansan de esperar o de confiar, los laburantes perturban. Después de todo, ellos son los que parecen no comprender la dimensión de un proyecto que propone persistir en una dinámica que no es nueva. Mientras tanto, el abismo social que divide la realidad de los funcionarios y la realidad de los laburantes crece todos los días.

Editorial II

Moebius
Nuestra despedida al artista plástico

 


Nunca pudo agradecerle a su madre por haberlo llevado a México. Allí experimentó una suerte de iniciación, entre la cultura chamánica y la marihuana. Un historietista franco-belga entre los aztecas. Por eso fue dos personajes: Jean Giraud (su verdadero nombre), más clásico, y Moebius (su seudónimo), una explosión de fantasía. Después, ya que no era un tipo lineal, se le mezclaron un poco. Conocemos a Moebius no a través de él, sino de los que lo copiaron, los que se apropiaron de su línea y de su mundo, con total complacencia del autor. Entre ellos estamos nosotros. Un mundo en otro mundo, repleto de detalles en apariencia inútiles pero que sirven para hacernos pensar: "si el autor reproduce hasta la más pequeña mancha de óxido entonces ese lugar debe existir". Cierto, Moebius anduvo por ahí. Su realismo fantástico es nuestro sueño ideal. No aspiramos a otro mundo, otra sociedad, en concepto, sino en materia, con todos sus pliegues y todas sus manchas. Moebius dibujó y decoró la neurosis del sujeto. Un dibujo freudiano y anti-freudiano, reproducido después por todos los creadores de ciencia ficción, tanto en el cómic como en el cine. Sus personajes, como militantes de un sueño lúcido, andan por ahí con el único fin de invitarnos a compartir su experiencia. ¿Cuándo se animarán los editores locales, aunque sea por simple sublimación del deseo que nos despierta su obra, a construir la merecida puerta de entrada al mundo moebiano? Mientras tanto, a poner su nombre en el buscador y ya no poder volver nunca más.
 

 

Ya salió el Cuaderno Nº 8
De Nicaragua a La Tablada
La historia del Movimiento Todos por la Patria  

¿Qué era el Movimiento Todos por la Patria ? ¿Cuál era su estructura interna, su metodología militante, su proyecto político, su visión de poder? ¿Por qué confluyeron allí guerrilleros de organizaciones armadas de los setenta, trabajadores con antecedentes de lucha sindical, jóvenes activistas barriales y cristianos, intelectuales, religiosos y luchadores por los derechos humanos? ¿Por qué eligió definirse como un movimiento amplio y antisectario, construido a imagen y semejanza del modelo insurreccional que había impulsado al sandinismo en Nicaragua? ¿Por qué se había marcado como prioridad la defensa de la democracia participativa y qué razones motivaron la apuesta fugaz por la vía electoral, sin soslayar el trabajo de base que le valió un considerable crecimiento? ¿Qué concepción político-militar se impuso para que sus principales cuadros encabezaran una columna de 46 compañeros que el 23 de enero de 1989 ingresó al cuartel de La Tablada para intentar generar una insurrección popular? ¿Cuál era la estrategia general que contaba con La Tablada como primer eslabón? ¿Dónde se situaron los errores políticos y por qué fracasó el plan en términos operativos? ¿Por qué nunca pudieron los sobrevivientes juntarse para realizar un balance crítico y qué motivaciones provocaron que la realidad fuera reemplazada por un discurso construido sobre la base de eufemismos y medias verdades, que protege tanto como distorsiona? ¿Por qué, más de dos décadas después, las sombras aún tiñen de gris la crónica de los acontecimientos?

Desde este punto de partida iniciamos este viaje en procura de una verdad que, después de tantos años de versiones cruzadas, pretendemos develar.  

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