domingo, 10 de agosto de 2008

Churchill Enola Gay crimen genocida norteamericano contra Japón Nagasaki e Hiroshima la bomba atómica



















1945 - 6 DE AGOSTO - 2008

La ciudad de Hiroshima tenía una población de 450.000 habitantes el 6 de agosto de 1945.



A las 8,15 de ese día un bombardero B29 dejó caer la bomba atómica sobre el puente Aioi, centro geográfico de la ciudad. Sus habitantes, acostumbrados a ver pasar los B29 sin descargar sus bombas sobre ellos, se vieron sorprendidos por aquella gran explosión que en escasos segundos arrasó la ciudad en un radio de tres kilómetros.

ESTADOS UNIDOS EXPERIMENTO CON LOS JAPONESES COMO SI FUERAN CONEJOS DE INDIAS.

8:15:17, el B-29 Enola Gay abrió su compuerta ventral y dejó caer la bomba atómica. Para aumentar su alcance letal, la bomba estaba programada para iniciar la reacción nuclear a unos 640 m de altura. Era la hora pico, toda la población en plena actividad.

HASTA LA ETERNIDAD DEBEMOS HABLAR DE ESTE CRIMEN MONSTRUOSO DE ESTADOS UNIDOS.

8:16:43, la bomba estalló a la altura convenida, con una explosión de la magnitud de 20.000 t de TNT aproximadamente.



16 milésimas de segundo más tarde, se desplegó una bola de fuego primero violácea, luego de color blanco intenso y brillante como un flash fotográfico, con una temperatura de 50 millones de grados. Quienes vieron esa luz y vivieron para contarlo, quedaron ciegos permanentemente (muriendo meses después debido a la radiación).

ES INHUMANO DEJAR EN EL OLVIDO TAMAÑO GENOCIDIO. TRANSMÍTANLO A HIJOS Y NIETOS.

25 milésimas de segundo más tarde, la bola alcanzó un diámetro de 300 m, que vaporizó instantáneamente a miles de personas que circulaban directamente debajo del estallido. La presión ejercida por la onda expansiva inicial fue de varias ton/cm2 y comprimió, por ejemplo, enterrando varios metros las columnas de concreto de algunos edificios. En algunos instantes se creó una columna invisible cuya compresión resultó enorme, el calor y la presión instantánea vaporizaron a más de 60.000 personas. De ellos, solo quedaron impresas sus sombras sobre el cemento vitrificado.

NO DEBEMOS OLVIDAR ESTA TRAGEDIA DE LA HUMANIDAD. PIDAMOS JUSTICIA.

60 milésimas de segundo, la bola se expandió abrasando todo alrededor, a más de 500 m de radio y carbonizando con radiación infrarroja todo ser viviente a 1,5 km del hipocentro.

2 segundos después de la detonación de la bomba , la onda expansiva comprimida, denominada «soplo de la explosión», había destruido todo alrededor de 2,5 km de distancia, incinerando a quienes se encontraban en ese sector. La onda expansiva de alta temperatura devastó con vientos de 800 km/h, destruyendo totalmente las construcciones ligeras del resto de la ciudad, haciendo que los pedazos de las construcciones ligeras de madera y similares, sirvieran como verdaderos proyectiles. La bola de fuego comenzó a ascender, consumiendo miles de m3 de oxígeno. Las corrientes ascendentes crearon una columna de vacío que succionó contravientos hacia el hipocentro, se percibía un sabor a plomo en el aire. En ese momento, observadores ubicados hasta a 20 km de distancia de Hiroshima pudieron ver el hongo atómico ascendiendo de manera completamente silenciosa (el bramido de la explosión los alcanzaría un minuto después, debido a que el sonido se mueve a 340,46 m/s).



5 segundos después del estallido, todo el daño estaba consumado. El área inmediatamente afectada fue de 5 km² densamente poblados. La onda expansiva transportó vientos recalentados a más de 500 °C hacia toda la ciudad. Hubo miles de casos de incineración súbita, carbonizaciones parciales y quemaduras de personas expuestas hacia el hipocentro del estallido, a más de 10 km del punto cero.



Pasados varios minutos después se vieron masas de gente quemada totalmente pero viva con jirones de piel colgando, mutilados por los escombros, algunos quemados parcialmente sólo por el lado expuesto a la explosión. Los incendios se sucedían uno tras otro.



Media hora más tarde empezó a suceder un efecto extraño: empezó a caer una lluvia de color negro. Esta lluvia traía las cenizas condensadas de todo material orgánico quemado (incluidas las víctimas humanas), y del material radiactivo de la bola de humo que se había levantado. Esta lluvia causó muchas más víctimas días después por anemia, espasmos y convulsiones de origen hasta entonces desconocido. El caos, el desconcierto y la ruina fueron totales. El paisaje calcinado adquirió un tono gris uniforme, como si el color se hubiera extinguido, el pasto se volvió rojo grisáceo, el 92% de las edificaciones sólidas de Hiroshima fue arrasado.

Varias horas después, Tokio comenzó a organizar y a enviar ayuda. En esa época no se sabía que nadie debe acercarse a la zona de una explosión nuclear, ya que la radiación continúa durante varios días o meses, generando cánceres de distinto tipo (intestino, pulmón, etc.). Los miles de médicos, soldados y enfermeros voluntarios que llegaron a Hiroshima en los siguientes días, murieron todos de cáncer en los años que siguieron.