domingo, 10 de agosto de 2008
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Venezuela y Bolivia
Frei Betto
ALAI AMLATINA, 08/08/2008, Sao Paulo.- Anduve, en julio, por Venezuela y
Bolivia. Dos países gobernados por figuras singulares en búsqueda de
alternativas al neoliberalismo: Hugo Chávez y Evo Morales. Los dos,
elegidos democráticamente (Chávez reelegido).
Una primavera política sopla sobre América Latina. Tras décadas de
dictaduras militares (made in USA) y gobiernos neoliberales corruptos
(made in Consenso de Washington) –Collor en Brasil, Menem en Argentina,
Fujimori en Perú, Andrés Pérez en Venezuela y Sánchez de Losada en
Bolivia– los electores optan por elegir políticos de extracción social
popular y/o identificados con movimientos sociales progresistas.
Estuve en Barquisimeto, capital musical de Venezuela, invitado por la
Universidad Politécnica. Participé del seminario sobre extensión
universitaria como forma de solidaridad con los sectores de la población
marginados o excluidos.
Encontré una nación dividida. Chávez encarna, para unos, el Mesías, para
otros, el diablo. El primer grupo habla entusiasmado de las
organizaciones “comunales” (versión venezolana del presupuesto
participativo) y de la creciente interacción entre sociedad civil y
poder público. Reconoce la mejoría en los salarios, en el consumo de
bienes durables (sobre todo carros) y en los servicios de salud,
educación y construcción de viviendas populares.
Montado en sus barriles de petróleo (Venezuela es el segundo exportador
para EEUU, después de Arabia Saudita), el país se da el derecho de
promover grandes inversiones en su infraestructura.
El repudio Chávez viene de la oligarquía que, gracias a los petrodólares
y a la corrupción, hacía de Miami su capital. Y también de sectores de
la clase media, descontentos con el frecuente desabastecimiento de
productos de primera necesidad y la inflación anual que llega al 21%.
La oposición, respaldada por los obispos católicos, acusa a Chávez de
“cubanizar” el país, debido al gran número de médicos y profesores
cubanos activos en programas sociales dirigidos a los más pobres. Se
molesta también con la retórica presidencial centrada en la Revolución
Bolivariana “rumbo al socialismo del siglo XXI”.
En La Paz, participé en el encuentro de intelectuales y artistas, de
varios países, por la unidad y soberanía de Bolivia. Estuvieron
presentes algunos ministros de Cultura de países latinoamericanos,
incluído Juca Ferreira (Brasil), que ahora ocupa el lugar dejado por
Gilberto Gil. Tuvimos oportunidad de estar con Evo Morales. Se aprobó
una declaración de apoyo a su gobierno que, el 10 de agosto, será
sometido al plebiscito revocatorio.
El plebiscito revocatorio es un recurso sumamente democrático (adoptado
también en Venezuela) que obliga al presidente, en pleno mandato, a
someterse a la valoración del electorado. Toda la nación se transforma
en un gran escenario de debates respeto del gobierno. ..
Morales es una figura singular. Oriundo de la etnia aymara, de líder
indígena se volvió dirigente sindical. En un país de 9 millones de
habitantes, de los cuales un tercio vive en el exterior en búsqueda de
mejores condiciones de vida, él trata de que Bolivia se apropie de sus
fuentes energéticas, como el gas, y de los minerales preciosos, hasta
ahora explotados por transnacionales, inclusive Petrobras.
Chávez y Morales enfrentan el gran desafío histórico de promover
reformas estructurales en sus países por la vía democrática y pacífica.
Los dos sufren presiones constantes de la Casa Blanca y de la oligarquía
nativa. En Bolivia hay un fuerte movimiento por la autonomía de algunas
regiones, con nítidas tendencias separatistas (apoyadas por el gobierno
estadounidense).
Tanto a Chávez como a Morales se les impone la exigencia –urgente– de
dar consistencia a la organización y movilización populares, a sus
partidos políticos y, sobre todo, al proyecto de nación que pretenden
implantar –lo que, hoy, se presenta confusamente con una retórica
izquierdista que los pobres no entienden, la clase media teme y la rica
repudia-.
En Brasil, el gobierno Lula optó por un desarrollo sin inflación
descontrolada y con fuerte inclinación social, a través de políticas
compensatorias (y no emancipatorias) como la “Bolsa Familia” –todo
dentro de los marcos del neoliberalismo-. En Venezuela y en Bolivia, la
opción es romper esos marcos y promover reformas estructurales de modo
de construir un modelo de sociedad con menos desigualdad y más
participación popular.
El futuro es imprevisible. Una cosa, sin embargo, es obvia: en ninguna
otra parte del mundo hay tanta esperanza, tanta búsqueda de
alternativas, tanta utopía como, hoy, en América Latina. Ojalá que el
sueño se transforme en realidad. (Traducción ALAI)
- Frei Betto es escritor, autor de “Calendário do Poder” (Rocco), entre
otras obras.
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