lunes, 13 de junio de 2011

El Tit Bits y Borges Argentina Anibal Sicardi biblio1

 

El Tit Bits y Borges.

Por Aníbal Sicardi.

Bahía Blanca.

 

En el cuarto de la tía Victoria depositaba la osamenta sobre la pila de revistas. Al igual que los montículos del trigo esparcidos en los campos, listos para embolsarlos y llevarlos hacia el puerto, las revistas estaban allí ofreciéndose para el alimento del niño ya mayorcito. 

 

Era la época de la adolescencia. Ese momento de cambios donde la búsqueda por lo nuevo lo impulsaba a desgranar las revistas una por una. Billiken, Figuritas, suplementos literarios de La Nación, Selecciones del Reader´s Digest, Intervalo, Para Ti.  También las ediciones del  Tit Bits, la revista del tío Negro.

 

Las "Selecciones" le facilitó el  primer paso hacia  la lectura de grandes libros  movilizado por los resúmenes de ese mensuario. Los suplementos literarios de La Nación sirvieron para la  adquisición de conocimientos  ilustrados. El Tit Bits, el gran desafío a la voluntad lectora.

 

El Tit Bits era una revista de aventuras casi sin "figuritas". Solía publicar una tira de historietas como las de Brescia, el co-autor del El Eternauta, cuyos argumentos eran densos, no  como en las otras de "figuritas".

 

El resto del Tit Bits, puro texto. Extensos. Sostenidos esfuerzos de voluntad requería navegar por ella  para el lector de historietas ilustradas. No obtuvieron respuestas los interrogantes sobre  los porque no aparecían algunas figuras, cuadritos, dibujos pero no aflojó. El tesón de días y días se compensó cuando avistó las tramas de las narraciones y  los estilos de cada autor.

 

Muchos años después, adulto,  luego de haber juntado bastante juventud y que muchos textos pasaran por los puentes de su vida, concluyó que  la resistencia para leer el Tit Bits fue similar a la que tuvo  para leer a Borges.

 

El símil no es  comparar una revista con un escritor sino interrogarse sobre el sentido de la resistencia para leer la una y el otro. Soltar las riendas de la  pasión para indagar las causales por las cuales se rechazan distintas situaciones. Descubrir las  hondas motivaciones de los movimientos de la interioridad.

 

Devorador de las revistas con "figuritas" como el Pif Paf, El Tony, Intervalo no puede precisar ni el cuándo ni el cómo se coló por la ventana de su vida  la revista de su Tío, a la cual le venía cerrando las puertas desde hacía un tiempo no corto.

 

Leer el  Tit Bits significaba enfrentar una revista sin "figuritas". No era un libro que se justificaba no tener cuadritos ilustrativos. Se trataba de pasar a otra categoría lectora. Introducirse en un espacio diferente, muy distinto, al de la  barra del barrio de la cual él era un buen compinche y en ocasiones el manda más. 

 

Además,  sentía que esa dimensión no le correspondía, que era para otros.

 

Algo similar ocurrió  con Borges.

 

Comenzó a leerlo luego de haber viajado con  gente como Dostowiesky, Tolstoy, Miguel de Unamuno, Ezequiel Martínez Estrada, Kierkegaard, Cortázar, Ortega y Gasset. También con revistas  literarias y de arte.

 

Al decidir "ver qué pasaba con Borges" poseía un adecuado entrenamiento de lectura y comprensión. Sin embargo tenía sus reservas para con Borges. Va, no eran reservas sino grandes reservas.

 

Una de ellas la categorización de Borges como reaccionario y perteneciente  a la clase social "bienuda". La otra cuestión que rondaba por su corazón residía en que  Borges no era bien visto  entre los militantes "populares" de los cuales él se consideraba incluido.

 

Leer al autor del Aleph era saltar a otra categoría y correr el riesgo de que la militancia lo mirara de reojo. Componentes similares a la resistencia hacia el  Tit Bits. No le correspondía y se diferenciaba de la barra de ese tiempo.

 

Recordó la emoción censurada cuando aceptó que el Tit Bits le gustaba, que le apasionaba anotar las palabras que no conocía para luego buscarlas en el diccionario. También volvió del olvido el asombro reprimido cuando aprendió –solo- a distinguir los distintos estilos literarios de la revista sin figuritas.

 

¿Con que pibe podía charlar sobre ese nuevo amor? Ergo,  se cerró sobre sí mismo practicando aquello  "de eso no se habla".  No era tan tonto como para  proclamar a los amigos que le gustaba el Tit Bits.

 

Ese ejercicio de la paciencia titbitsiana estuvo presente con Borges. Otro lenguaje. Otra redacción. El uso creativo de la palabra le pareció  una forma de ilustrar el texto como las figuritas en la de historietas.

 

El Larrousse, fiel aliado para comprender el Tit Bits, resultó limitado  al zambullirse en  ese personaje ciego que manejaba tan bien el blanco bastón para guiarse en el laberinto de los textos.

 

El clásico diccionario de la niñez/adolescencia servía, sí, pero ahí nomás. Ahora tenía que auscultar sobre mitología, filosofía, el mundo arrabalero del antiguo Buenos Aires. Comprobó que sin esas herramientas los cuentos, poesías  y reflexiones de Borges quedaban en la sección de los incomprendidos.

 

Borges  desnudó sus carencias y le abrió puertas hacia nuevos mundos. Dos dimensiones que había experimentado con el  Tit Bits.

 

En esa revista aparecían  lugares ignotos. Países  europeos o africanos que no tenía ni idea de sus existencias. Las descripciones de los personajes, sus conductas, sus proposiciones, lo deslumbraban. Increíble como sin figuritas podían imprimirse textos revisteriles  tan deslumbrantes.

 

Cuando se es niño no se perciben las carencias. Todo lo nuevo se recibe como algo natural. Se está para aprender sin conciencia de que lo que se aprende es algo que no tenía.

 

 "Darse cuenta que no se lo conocía" es una señal  de adultez. Aceptar que ahora  conoce lo que antes no sabía. Esa toma de conciencia se transformó en un barco que enfilaba hacia el sí o el no en el mar de la vida. Si se continúa navegando hacia las demás circunstancias  que no conoce para aventurarse en lo ignoto o no sigue y retrocede para refugiarse en lo ya adquirido, en la seguridad de la costa o de las aguas poco profundas.

 

El avanzó sin renegar de las revistas de historietas. Hubo un tiempo en que se aplicó en  revisar esos textos y dibujos. Se maravilló de la concisión de las frases para describir una escena. Una emoción. Una circunstancia de la historia que narraban. Todo un arte describir en pocas palabras las sensaciones de un personaje o los incidentes que rodean  una situación.

 

La  avidez para leerlas y encontrarse con el final hace que se escapen los detalles. Igual  que con las películas. Las vemos y se nos escurren innumerables detalles  que descubrimos si la miramos más de una vez.  El detenerse y mirar con tranquilidad produce el asombro ver lo que no veía cuando  creía conocer.

 

Desde ese conocimiento inclusivo dio gracias al Tío Negro que compraba el Tit Bits, revista  que lo impulsó a superar los resúmenes literarios de Selecciones. Valorizo más a Borges especialista en la creatividad del texto, artista para imaginar imágenes –figuritas- mediante la palabra. Recreador mitológico.

 

Ahora sabe distinguir entre la resistencia a lo nefasto de sistemas que despersonalizan y la resistencia que obnubila el crecimiento personal. De la primera, un activo militante. De las segunda, un diligente detractor.

 

Venció otras resistencias que le brindaron la hermosura de viajar con escritoras y escritores audaces, creadores, profundos. De ese cúmulo de guías de caminos el Tit Bits y Borges, Borges y el Tit Bits fueron  claves.+ (PE)

 

Nota. Jorge Borges, nacido en Buenos Aires  el 14 de agosto de 1899 falleció en Ginebra el 14 de junio de 1986. El Tit-Bits se publicó en Buenos Aires por Editorial Manuel Laínez desde el 3 de julio de 1909 hasta el 31 de diciembre de 1957 con la edición 2526. 

 

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