martes, 27 de septiembre de 2011

Cuba Bernabe Ordaz Ida Garberi muero como viví Cubarte Roberto Chile polit1

 

 

 

Por Cuba con emisiones periódicas le lleva la información del acontecer internacional relacionado con nuestro país y las batallas que libra por su pueblo y su soberanía; contiene espacios noticiosos y de opinión, seleccionados de medios de prensa internacional o generados desde nuestro país.  ISSN 1819-4044

 

 

 

Año 9 Número 77 | Fecha 2011-09-27

TITULARES

Opinión

ENTREVISTA A ROBERTO CHILE por Mónica López Ocón

CUBA: EL PLAN EN MARCHA PARA UNA "PRIMAVERA" MADE IN USA por Iroel Sánchez

EL SINGULAR CAMINO DE CUBA por Manuel E. Yepe

EDUARDO BERNABÉ ORDAZ DUCUNGÉ: UN HÉROE EN LA MEMORIA por Luis Toledo Sande

"YO ME MUERO COMO VIVÍ" por Ida Garberi

Opinión

ENTREVISTA A ROBERTO CHILE

por Mónica López Ocón

El cronista de la Revolución Cubana

Se enroló de adolescente en las filas de la Revolución y se conviritó en el documentalista de Fidel Castro. Lo acompañó dentro del país y en sus viajes al exterior. En 2003 vino con él a la Argentina para la asunción del mando de Néstor Kirchner y registró el fervor de ese momento y el recibimiento del pueblo argentino al mandatario cubano. Gran parte de la historia de Cuba y del resto de América Latina se escribirá en base a su material documental.
 
Soy un hijo de Cuba que nació en una familia humilde. Crecí casi al calor de la Revolución porque nací en 1954. Uno de los primeros recuerdos que tengo es el de asomarme al balcón y ver el revuelo popular. Me contaban que los rebeldes estaban pasando por el Malecón habanero. Creo que fui hasta ahí, pero eso no lo recuerdo bien. ”Las palabras de Roberto Chile prueban que aquellos recuerdos de infancia tuvieron una importancia decisiva en su vida, ya que, casi sin darse cuenta, se transformó en el documentalista de Fidel Castro. Gran parte de la historia de Cuba se escribe y se escribirá a partir de sus documentos fílmicos, de las innumerables horas de registro de las actividades de Fidel dentro de la isla y de sus visitas al exterior. Su último trabajo en el extranjero fue en ocasión el viaje del mandatario cubano a la Argentina para asistir a la asunción de mando de Néstor Kirchner. Asegura que pocas veces fue testigo de un acontecimiento tan conmovedor a pesar de tener en su haber profesional muchos otros de la misma naturaleza. Esta vez viajó a la Argentina por un motivo muy diferente: cerrar la muestra de fotos de su autoría, Afrodescendientes, que se realizó en la Casa Patria Grande Néstor Kirchner. Cineasta, fotógrafo y curador de arte, puede decirse que Chile es el gran cronista de la Revolución encarnada en Fidel.

Mönica López Ocón –¿Cómo repercutió en usted la Revolución Cubana?

Roberto Chile –Crecí en el fulgor de aquellos días de la victoria revolucionaria y de los primeros enemigos que se acercaron a Cuba, la crisis de octubre, la invasión de Playa Girón. En el año ’65, siendo un adolescente, me incorporo a la Revolución ya como activo y voy a la primera escuela al campo. Los jóvenes por un período de 30 o 45 días íbamos al campo a trabajar. Aunque eso tiene sus detractores creo que en mí contribuyó muchísimo a crear un espíritu de trabajo, un conocimiento de lo que es el sacrificio. Empiezo a salir de la protección de la manta doméstica, a trabajar en el campo, a conocer obreros, campesinos, niños de todas las edades y a tener incluso una relación más íntima con profesores y alumnos. Seguí creciendo y estudiando en ese sentimiento. Comencé a trabajar en el mundo audiovisual en 1977, quizás por azar, porque lo que yo iba a ser era ingeniero eléctrico naval. Había intentado cursar esa carrera pero no tuve éxito y me alegro mucho de eso porque hoy no me veo en un astillero, me parece algo como surrealista. Creo que nací para la imagen, aunque lo descubrí tarde, entrando a los veintitantos años.

MLO –¿Cómo fue ese descubrimiento?

RCH –Se produjo por azar, como ha sido casi todo en mi vida. Un día me veo con una cámara en el hombro y, años más tarde, me encuentro con una cámara en el hombro enfocando a Fidel. Eso surgió casi por casualidad. En el año ’84 yo trabajaba ya en el Consejo de Estado como uno más, con una cámara. Hacíamos trabajo de diversa índole. Entonces acompaño a Fidel en uno de los ciclones que devastó el país e hicimos un trabajo que a él le atrajo. Así empezaron a llamarme a menudo y empecé a frecuentar con la cámara algunas actividades de él. Pero recuerdo que el bautizo fue en una ocasión en la que él pide que un camarógrafo vaya a cubrir la construcción de un pedraplén que se estaba haciendo en una zona norte de la callería de Ciego de Ávila, en la parte oriental del país. Entonces me llamaron a mí para que fuera a registrar el proceso del trabajo de aquel pedraplén. Como tengo todos mis equipos listos y hay una actividad donde está él, voy a cubrirla. Al final, cuando eso termina, Fidel viene caminando con dos dirigentes y les pregunta: “¿Ya tienen el camarógrafo que va a filmar el pedraplén?”. Entonces se para delante de mí y dice: “Pero a él no me lo manden, él anda conmigo". Hubo que salir a buscar a otro camarógrafo. Eso me dio una señal de que mi destino estaba marcado para seguirlo a él, como diría Máximo Gómez de su escolta, “sin reparo y sin miedo a todas partes”. Yo tenía exactamente 30 años y empezó una larga carrera que ha llegado hasta el día de hoy. Caminé la isla de punta a cabo con él y recorrí medio mundo, más de 50 viajes al exterior.

MLO –¿Cómo describiría a Fidel?

RCH –Como un soñador que pone toda su vida para hacer realidad sus sueños. Es un hombre al que no vi descansar un solo minuto, no registré un solo minuto en el que él pudiera estar 100% distendido. No tengo siquiera registrado ningún momento en que se vea en que él está haciendo algo que no tenga que ver con el presente o el futuro del país. Es un hombre de una tenacidad increíble y, sobre todo, de una valentía muy grande; un hombre que no abandonó jamás a su pueblo a su suerte, sino que siempre estuvo al lado de él. En uno de los momentos más difíciles de nuestro país dijo en un discurso que no es público que mientras hubiera un solo cubano que creyera en la Revolución, él no lo abandonaría. Él tiene una inteligencia envidiable y, sobre todo, esa persistencia, esa capacidad del estratega de decidir en los momentos más difíciles cuál debe ser la decisión correcta para mantener viva la llama de un país que ha tenido que luchar contra las agresiones de las potencias más poderosas del mundo y contra otros enemigos que se han sumado a ellas.

MLO –Usted vino a la Argentina en 2003 acompañando a Fidel cuando asumió la presidencia Néstor Kirchner. ¿Qué recuerda de ese acto? ¿Qué fue lo que registró su cámara?

RCH –Fue el último documental que realicé acompañando a Fidel fuera del país. Y puedo decir también que es uno de los que más me gusta. Creo que esto se debe, sobre todo, a la efervescencia popular que vivió la Argentina en esos días. Te digo honestamente que donde quiera que ha ido Fidel he visto la respuesta solidaria de los países. La respuesta siempre ha sido tremenda, pero la respuesta de la Argentina fue de las mayores. Quizás se le pueda parecer un poco la que recibió en Uruguay y en algún otro país de Latinoamérica, pero la de Argentina fue tremenda. Hubo una expresividad muy fuerte de parte de los jóvenes. En el hotel nunca estuvo solo. Todo el tiempo había manifestaciones y recibió el aplauso y el calor de los argentinos dondequiera que fue. Era increíble, además, cómo respondía el pueblo argentino frente a un presidente que les proponía un sueño, les proponía cambiar el país, buscar una identidad nueva, andar por un camino de prosperidad para todos. Se notaba la confianza de ese pueblo en el presidente que tomaba el mando en ese momento, después de tantos otros que habían sometido al país a un decaimiento económico, a un decaimiento de la esperanza.

Lo que  más me impresionó fue la visita de Fidel a la universidad. Había un entusiasmo popular tan grande que había quienes proponían que se suspendiera el acto. Y ahí fue cuando Fidel tuvo más deseos de que se hiciera. Dijo que no podía dejar a esos muchachos esperando y su discurso fue realmente encendido, un discurso que tiene una trascendencia en el tiempo muy grande, porque lo que él dijo en ese tiempo, hace unos ocho años, hoy está más vigente que nunca. Él anunciaba la posibilidad de que los Estados Unidos y la OTAN bombardearan ciudades. Bueno, eso está sucediendo hoy en Libia, sucedió en Irak, en Afganistán y en muchos otros sitios. Tuve la suerte esa vez de que mi auto llegara tarde. Yo generalmente iba a los eventos con un camarógrafo de un noticiero de televisión.  Yo me ocupaba de Fidel y los camarógrafos se ocupaban de filmar al público, lo que pasaba alrededor. Pero el auto mío llega tarde y yo descubrí en el público una belleza tan grande que preferí quedarme en esa ocasión a filmar a la gente. El documental, que tiene como hilo conductor el discurso de Fidel, en muchos momentos no muestra a Fidel, sino al pueblo reunido.

MLO –¿Fue testigo de la relación personal entre Fidel y Kirchner?

RCH –Fui testigo de su primer encuentro en la Casa de Gobierno donde Fidel lo fue a ver. Fue un encuentro breve, pero realmente muy amistoso. Las imágenes muestran a dos hombres entre los que había empatía y estoy seguro de que en todo momento la opinión que pudo tener Fidel de Kirchner fue la mejor aunque no tenga ninguna prueba que lo acredite. Estoy seguro, además, de que vio en Cristina a una futura dirigente del país. Ella fue a verlo durante su convalecencia y su opinión sobre ella es maravillosa.

MLO –¿Cómo es Fidel frente a la cámara?

RCH –Realmente Fidel nos ignora, en el mejor sentido de la palabra. Lo decía un fotógrafo amigo mío, Roberto Salas, me decía que quizá la fotografía más difundida de todos los tiempos fuera la que Alberto Korda le hiciera al Che el 5 de marzo de 1960 en 23 y 12 en Cuba, pero que si se hiciera un conteo seguramente se comprobaría que la persona más retratada era Fidel. Ya lo asediaban desde que estaba en la Sierra Maestra y hay miles de trabajos sobre él tanto, por lo que no le quedó otro remedio que ignorarnos.

MLO –¿Tiene alguna predilección respecto a las imágenes que se toman de él?

RCH –Nunca se metió con nosotros, nunca nos pidió una imagen posada ni que hiciéramos algo desde un lugar o de otro y tampoco nos pidió jamás que apagáramos una cámara para no filmar lo que estuviera sucediendo. Por eso, había que tomarlo en la dinámica de la vida, no se le podía decir: “Comandante, quédese ahí para hacerle un retrato.” Yo empecé a hacer algunas fotografías cuando me lo permitía mi trabajo, que era de camarógrafo, sobre todo a partir de 2005 con el uso de las cámaras digitales que son más manuables. Después de que él se enferma, casi no hago videos y comienzo a hacerle más fotografías.

MLO –¿La relación con él es cercana o distante?

RCH –Fue siempre una relación de muchísimo respeto, pero hablamos en muchas ocasiones y tuve la suerte de que en muchos casos me diera órdenes directas, me encargara determinados trabajos o incluso que escuchara mi opinión respecto de cómo debería hacerse un trabajo específico. Es una persona que escucha, no es que da una orden y hay que cumplirla sin opinar. También hemos bromeado en ciertas oportunidades, porque tiene un sentido del humor muy grande.

MLO –¿Usted es consciente de que sobre su trabajo se escribirá gran parte de la historia de su país?

RCH –Al principio sólo hacíamos lo que había que hacer, hoy, sobre todo desde que Fidel no está tan activo, nos damos cuenta de que tiene un gran valor. Uno de nuestros esfuerzos mayores es tratar de salvar ese archivo del deterioro del tiempo, la humedad, el calor y muchos otros agentes, porque son miles de horas de material, mucho del cual aún está inédito porque por muchos documentales que se hagan, no se han utilizado más de 200 0 300 horas de ese material. A partir de las nuevas generaciones estamos tratando de salvar ese archivo para la posteridad.

MLO –En todos estos años supongo que desarrolló una determinada forma de mirar, sobre todo de mirar a Fidel.

RCH –Mi amigo Alberto Korda siempre decía una frase de El Principito: “Sólo se ve con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.” Creo que ahí está el quid de un fotógrafo. Hay que mirar con el corazón, hay que estar en el lugar y ver lo que no ve todo el mundo. En los últimos tiempos yo hice lo que no haría nadie. Fidel sobrepasa los 80 años y estuvo convaleciente de una operación. Cualquiera se alejaría y lo que yo hice fue entrarle aun más a su rostro. Creo que esas fotos que casi nadie hizo en estos tiempos van a tener un gran valor, porque vamos a poder verle hasta los poros de la piel a Fidel. Nadie me pidió que no lo hiciera, nadie mutiló mi deseo. Traté de buscar las manos, los perfiles, hasta tengo fotos sólo de los ojos. También tengo otras fotos que no son Fidel pero que son Fidel, fotos de la reacción del pueblo viéndolo. Yo retraté lo épico y lo humano.

Fuente: Tiempo Argentino

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CUBA: EL PLAN EN MARCHA PARA UNA "PRIMAVERA" MADE IN USA

por Iroel Sánchez

La opinión pública cubana observó hace pocos días un reportaje transmitido por el Noticiero Nacional de Televisión las imágenes en que Ileana Ros-Lehtinen, presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de EE.UU.- reclamaba a Barack Obama acciones contra Cuba como las que se han producido contra Libia.

Pero esas declaraciones no son las únicas en esa dirección. Desde hace algunas semanas congresistas de lobby anticubano y representantes de los sectores más reaccionarios de los EE.UU.  vienen pidiendo a Obama que se ejecuten sanciones contra Cuba similares a las que se establecieron contra Libia, basados en una supuesta “ola de represión” contra la llamada “oposición”.

Se está aplicando un diseño de guerra psicológica a escala internacional, similar a los que inundaron medios de prensa, radial y escrita, antes y durante la invasión de Playa Girón. Algo que concuerda con las ideas que asesores del presidente norteamericano han proclamado sobre el “nuevo método” de intervención a partir del modo en que ha actuado su administración en el Norte de África.

Con ese propósito, también han difundido calumnias sobre la supuesta presencia en Cuba de organizaciones terroristas y han divulgado todo tipo de especulaciones dirigidas a fabricar una imagen de inestabilidad en el país. Los falsos rumores sobre la salud del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro,  fueron una de las más recientes desde que el pasado febrero empezara a convocarse desde Internet un fracasado “Levantamiento popular en Cuba”, que no obstante resultar desierto concitó la atención de grandes medios de comunicación, como CNN, el pasado febrero.

Como parte de este plan, las llamadas “Damas de blanco” que -como ha reconocido la agencia de prensa norteamericana AP- “se han quedado sin causa”  al ser excarcelados sus esposos y otros elementos que también reciben financiamiento del gobierno norteamericano, han declarado a los medios de prensa, sus intenciones de realizar acciones provocativas, en especial durante la celebración de actividades religiosas, tras recibir nuevas instrucciones de la Sección de Intereses de EE.UU en la capital cubana para  reciclar su causa.

La planificación de esta nueva escalada de provocaciones pretende establecer analogías con lo sucedido en países del Oriente Medio, con el objetivo de crear artificialmente disturbios que puedan generar acciones represivas para trasladar, a través de campañas mediáticas, previamente concertadas con algunos medios de prensa, la imagen de víctimas de la Revolución. No es una denuncia del gobierno cubano,  en el Capitolio de Washington congresistas y miembros de la “disidencia” cubana anunciaron una “primavera árabe” en Cuba, según reporta la agencia EFE, mientras que el diario mexicano Milenio recoge unas declaraciones de la “líder” de las “Damas de blanco”, Laura Pollán, a medios en Miami diciendo que ellas podrían convertirse en “la llamita que encienda” la rebelión en la Isla. Se trata de la misma persona que aparece en un cable recién publicado por Wikileaks recibiendo la asignación de 5000 dólares del gobierno de Estados Unidos.

El objetivo principal es reproducir artificialmente un escenario similar al que se ha utilizado como pretexto para intervenir en países como Libia y Siria. Dinero no faltará. Recientemente, el gobierno norteamericano asignó un nuevo presupuesto de 20 millones de dólares para sufragar la Guerra Sucia contra la Revolución cubana.

A los cubanos, que no son la raquítica minoría que se vende al dinero de Washington,  le sobran inteligencia y firmeza para impedir que estos planes se lleven a cabo. Estaría muy bien recordárselo al gobierno que paga esas provocaciones, en vísperas del 51 aniversario de la creación de  los Comités de Defensa de la Revolución, la organización que el pueblo de la Isla fundó para enfrentar las actividades terroristas organizadas desde Estados Unidos que han costado a Cuba miles de vidas.

Fuente: La pupila insomne

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EL SINGULAR CAMINO DE CUBA

por Manuel E. Yepe

“Las reformas emprendidas por el Partido Comunista de Cuba que fueran refrendadas por el Sexto Congreso difieren de las reformas soviéticas tanto como la playa de Varadero de la tundra siberiana”. Así lo valoran los profesores estadounidenses Roger Keeran y Thomas Kenny, autores de un importante libro titulado “Socialism Betrayed” (Socialismo traicionado) en el que analizaron en 2010 las razones del colapso del Estado socialista, el desmembramiento de la Unión Soviética y el proceso de imposición del capitalismo “desde arriba” en los inicios de la última década del pasado siglo.

Keeran y Kenny comparan, desde la óptica marxista de ambos, la debacle soviética con el actual proceso de actualización del socialismo cubano y rechazan contundentemente a quienes han sugerido que el socialismo cubano está en problemas y que Cuba va por el camino de la URSS bajo Mikhail Gorbachev. En artículo titulado “Whither Cuba? “(¿A dónde va Cuba?), publicado en varios medios alternativos de izquierda en lengua inglesa, los profesores Roger Keeran y Thomas Kenny explican que parten de los resultados de sus investigaciones para el libro que ambos escribieron acerca del socialismo traicionado en la URSS, así como de las experiencias de Keeran en dos viajes a Rusia bajo Gorbachov y las observaciones de ambos autores durante una reciente estancia en Cuba.

Consideran que “las reformas cubanas expresan una política de lucha, no oportunista, contra las condiciones económicas existentes y el enfrentamiento con el imperialismo, el bloqueo y los efectos de la recesión mundial. “Los cubanos muestran clara comprensión de las trampas en las que cayó la Unión Soviética y cómo evitarlas. Sin poner en peligro los logros tan duramente obtenidos. Sin sacrificar la unidad y la participación popular, ni los fundamentos del socialismo, están decididos a encontrar la nueva ruta de Cuba”. Ellos afirman que la traición a la Unión Soviética consistió en el derrocamiento del socialismo y la fragmentación del Estado como resultado de cinco fenómenos concretos que no están presentes en el proceso cubano: 1) liquidación del Partido Comunista, 2) entrega de los medios de comunicación a fuerzas anti socialistas, 3) mayor privatización y orientación hacia el mercado de la economía planificada y la propiedad pública, 4) desencadenamiento del separatismo nacionalista y 5) capitulación ante el imperialismo norteamericano.

En opinión de los autores, “aunque se trate de dos países de muy diferentes contextos, historias, tamaños y peculiaridades nacionales, la construcción del socialismo está conformada por tendencias generales. Así como el capitalismo tiene problemas endémicos a través del tiempo y las fronteras, el socialismo en diferentes países enfrenta problemas similares. Las comparaciones, por tanto, son posibles”.

En los países socialistas la planificación y el control estatal pueden conducir a la burocracia; proporcionar empleo a todos puede contribuir a la ineficiencia; garantizar a todas las personas los fundamentos de una vida digna - educación, salud, alimentación, vivienda, ropa y cultura - puede conducir al racionamiento y a limitaciones en la calidad y la variedad de los bienes de consumo, lo que a su vez puede llevar al mercado negro.

Todos estos problemas existían en la Unión Soviética, y existen en la actualidad en Cuba, exacerbados en el último caso por el cincuentenario bloqueo de Estados Unidos, el derrumbe del bloque socialista en la Unión Soviética y Europa oriental y, recientemente, por las consecuencias de la recesión mundial de 2008. En la superficie, las iniciativas de Cuba para enfrentar estos problemas pueden parecerse a algunas de Gorbachov en 1985-86. Pero, debajo de esa superficie, las diferencias en los problemas y enfoques se muestran mayores que las similitudes.

Cuando Yuri Andropov y Gorbachov comenzaron a abordar en la década de 1980 los problemas acumulados del socialismo soviético, lo hicieron contra un telón de fondo histórico de sesenta años mucho más estresante y polémico que el financiamiento de los "disidentes", el patrocinio de los movimientos por la "democracia" y la incesante campaña ideológica que afecta a Cuba. Esas tribulaciones nunca alcanzaron en la Isla la escala destructiva que sufrió la URSS, ni dejaron el grado de división interna que los cubanos han sido capaces de evitar mediante la preservación de la moral revolucionaria y la unidad nacional.

Cuba ve la construcción del socialismo como el cumplimiento del llamado de José Martí a la independencia nacional, en lucha contra el imperialismo colonial de España y de Estados Unidos. Con irrebatibles argumentos, Keeran y Kenny destacan cómo los cubanos “están conscientes de la singularidad de su historia, de su situación actual y de lo que salió mal en la Unión Soviética”.

Fuente: Rebelión

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EDUARDO BERNABÉ ORDAZ DUCUNGÉ: UN HÉROE EN LA MEMORIA

por Luis Toledo Sande

Bernabé Ordaz —como habitualmente sigue siendo nombrado— se ganó un sitio afectivo y firme en la historia y en la vida del país: fue uno de los más altos exponentes de la obra de la Revolución Cubana en materia de salud. El año 2011 marca 90 de su nacimiento (Bauta, 13 de octubre de 1921) y cinco de su muerte (La Habana, 21 de mayo de 2006).

De familia humilde, vendió periódicos, lustró zapatos y fue empleado de bodega para costearse los estudios, y participó en la lucha revolucionaria. Así se graduó de médico en la Universidad de La Habana, en 1951. Conservó la sed de justicia, y en enero de 1958 se incorporó al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. No tardó en alcanzar el grado de capitán, en la Columna 1, encabezada por el Comandante en Jefe Fidel Castro.

Regresó a la ciudad para organizar un hospital clandestino en función de la huelga general planeada para el 9 de abril de aquel año. Perseguido por la tiranía, cuyos cuerpos represivos lo apresaron en varias ocasiones, tuvo que volver a la montaña.

En la historia, en la vida

Su entrada definitiva en la historia y en la leyenda se consumó a raíz del triunfo alcanzado por el pueblo cubano el 1 de enero de 1959. El 8 de ese mes llegó a la capital la caravana victoriosa del Ejército Rebelde, y muy pronto el líder de la Revolución nombró a Ordaz —ya entonces comandante— director del Hospital Siquiátrico de La Habana, o de Mazorra, como suele llamársele por estar enclavado en esa localidad.

Transformar aquel antro dantesco en un modelo de atención humana y profesional fue una de las más ostensibles muestras del significado de la Revolución Cubana. En diferentes entregas la revista Bohemia ha plasmado cómo era aquella institución cuando se le confió a Ordaz dirigirla.

Hasta seis mil enfermos se hacinaban, mezclados a veces con delincuentes peligrosos, y apenas había dos mil camas, en pésimo estado. Faltaban la luz, el alcantarillado y el agua, y muchos pacientes, desnudos y abandonados, morían por enfermedades comunes como la diarrea, y de hambre. Alcanzaba a comer el más fuerte, el que podía luchar por un mendrugo. Es fácil imaginar la violencia generada en tales condiciones, las que halló Ordaz al hacerse cargo del centro.

En otras publicaciones, y en testimonios fílmicos, también abundan imágenes de la degradación que sufrían los enfermos, quienes en general se agravaban, lejos de mejorar. Del cambio que experimentó el hospital a partir de 1959, fueron testigos los mismos pacientes, y el pueblo en su conjunto, al igual que numerosos visitantes de distintas latitudes.

El cambio fue posible gracias a una Revolución hecha por los humildes y para los humildes, y al esfuerzo de médicos, técnicos y trabajadores administrativos y de servicio, encabezados por un revolucionario decidido a que allí triunfaran la ciencia y la condición humana que debe distinguirla. Pronto la participación de los pacientes en manifestaciones artísticas y en los deportes, así como en tareas productivas, empezó a desempeñar su función terapéutica y formadora.

Mazorra devino logro sobresaliente en el sistema de salud que le ganó a Cuba la admiración del mundo, y la rabia de sus enemigos. El país lo consiguió cuando muchos médicos lo abandonaron para seguir cultivando la profesión como negocio lucrativo. En respuesta, dentro de la cuidadosa atención brindada al desarrollo educacional y al avance masivo del pueblo, la nación puso especial esmero en los estudios de Medicina, los que tanto sacrificio habían costado a cubanos y cubanas pobres, como Ordaz.

Tal fue la obra revolucionaria en la que ese médico, además de merecer la condición de fundador del Partido Comunista de Cuba y ser diputado a la Asamblea Nacional durante más de 15 años, presidió el Grupo Parlamentario por la Paz. Se le otorgó el título de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, y fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz: en sus manos, ese galardón habría tenido la dignidad que pierde cuando se le concede a personificaciones del Imperio belicista.

Incansable trabajador, Ordaz sabía que no bastaban la voluntad y el esfuerzo ante la misión que se le había confiado. Para cumplirla, el médico graduado de anestesiólogo se convirtió, a base de estudio y desvelo profesional, en el siquiatra que fue. En esa especialidad ganó la admiración y el cariño del pueblo, y reconocimientos internacionales de índole científica y social.

Fue miembro de la Sociedad Cubana de Siquiatría y Sicología, y de organizaciones internacionales también prestigiosas. Representó varias veces al país en foros celebrados en el exterior. En 1997 recibió de la Organización Panamericana de la Salud el Premio de Administración, y donó al sistema nacional de salud los cinco mil dólares correspondientes.

Permanencia

Como ocurre en general con el conocimiento científico, y a tono con circunstancias particulares, los conceptos y las técnicas en la atención a las enfermedades —las mentales entre ellas— pueden evolucionar y modificarse al paso de los años. Pero nada menguará el significado humano y los buenos frutos concretos que desde 1959 caracterizan lo que antes fue el infierno de Mazorra. Muerto Ordaz, se le dio merecidamente su nombre a ese hospital, al que consagró la mayor parte de su vida.

Los mecanismos económicos en general, y los salariales en particular, requieren la debida atención. Pero no fue con ellos como Cuba consiguió tan altos niveles en el afán de tener un pueblo sano. Para hablar solamente de ese sector, el triunfo lo hizo posible el esfuerzo afincado en la comprensión de un hecho: el valor profesional y humano de un desempeño que podría compararse con un sacerdocio ejercido honradamente y con denuedo al servicio de la humanidad, desde el puesto de trabajo más humilde hasta el más relevante.

Al administrar los bienes que son propiedad del pueblo, nuestro Estado prioriza los servicios de salud. Pese al bloqueo imperialista —que afecta de modo particular los servicios médicos—, esa prioridad ha permitido formar una gran cantidad de profesionales abnegados y de alta preparación, que a menudo desafían y vencen retos materiales diversos dentro y fuera de la patria. Así se ha fundado un sistema asistencial admirado en el mundo, y en lo tocante a salud mental Ordaz continúa siendo un paradigma.

Mantener en cada puesto una actitud que rinda homenaje a su ejemplo, a su obra, es responsabilidad —en primer término, pero no solamente— de los trabajadores y las trabajadoras de ese sector. Es, ante todo, opción digna para un pueblo cuyos grandes logros en esa materia no son cuestión de negocio, ni fruto de la propiedad privada. Se deben a la socialización de los recursos, de las capacidades y de los esfuerzos necesarios para hacer realidad el lema Salud para todos.

Junto a los mecanismos de control y fiscalización por parte del Estado y sus instituciones, tienen un papel que cumplir las organizaciones políticas y de masas, y, en general, la ciudadanía con su participación, base insoslayable de nuestra democracia. Sería irrespetuoso no contar de antemano con la disposición de los profesionales de la prensa, empezando por sus directivos en todas las esferas, para cumplir oportunamente, a tiempo, la doble obligación de denunciar cualquiera de los males que puedan afectar la inmensa obra, y de estimular los cuidados que esta merece y necesita.

Principios son norma

Recientemente visitamos el Hospital Siquiátrico, donde nos recibieron su director, el doctor Dalsys Torres Dávila, y otros miembros del consejo de dirección. La conversación giró acerca de la historia, el desarrollo y, principalmente, el estado actual del centro. Luego, acompañados por los anfitriones, recorrimos buena parte de la institución, haciendo énfasis en los pabellones de geriatría, que, por sus características, son de los más complejos.

No estábamos en busca del nuevo reportaje que el Hospital merece, y para el cual toda fecha será propicia. Apenas redondeábamos elementos para un artículo de homenaje a Ordaz. Pero por eso mismo queríamos ver y trasmitir el estado actual del centro. En lo relativo al período posterior a 1959 no queríamos dar la imagen concentrada en el rico archivo fotográfico de la revista, sino imágenes de lo que es hoy el hospital.

En las salas que visitamos, los pacientes mostraban con su ánimo y en su apariencia personal los frutos de una esmerada atención. A ratos, desde el local donde ella acostumbra ensayar, nos llegaban ecos de la Banda de Música, creada por el propio Ordaz en los comienzos de su trabajo allí.

Cuando le preguntamos al doctor Torres Dávila qué significa para él dirigir el emblemático hospital, respondió inmediatamente, mientras sus compañeros lo apoyaban con miradas y gestos: “Es el honor más grande que habría podido imaginar, y trabajaré para merecerlo. Se trata de mantener viva la obra del comandante y doctor Ordaz. Él hizo suyas las palabras del siquiatra alemán Emil Kraepelin inscritas en la primera página del sitio digital [ www.psiquiatricohph.sld.cu ] de nuestro centro: ‘ El mejor indicador para valorar la calidad humana de un pueblo es conocer la forma en que trata a sus enfermos mentales’”.

Para las aspiraciones de justicia y decoro de nuestro pueblo, el elevado reclamo que Ordaz cumplió como norma de vida es cuestión de ser o no ser. Contra todos los obstáculos, su ejemplo sigue en pie, como acicate y estímulo, no solo en el hospital que él transformó.

Fuente: Bohemia

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"YO ME MUERO COMO VIVÍ"

por Ida Garberi

“Dicen que me arrastrarán por sobre rocas
cuando la Revolución se venga abajo,
que machacarán mis manos y mi boca,
que me arrancarán los ojos y el badajo.
Será que la necedad parió conmigo,
la necedad de lo que hoy resulta necio:
la necedad de asumir al enemigo,
la necedad de vivir sin tener precio.”

Silvio Rodríguez

A veces, muchas veces, yo misma no me entiendo y creo que sería mas fácil vivir de otra manera, más cómoda y tranquila, tal vez gris y sin brillo, pero sin confrontaciones. Seguir la ola de la mayoría, rebajarse hasta esos compromisos tan “tiernos” que permiten obtener “pequeños” o “grandes” privilegios, dependiendo de cuánto, una misma, está dispuesta a pagar. Pagar, y no debe necesariamente ser con dinero, puede ser con favores más o menos turbios... o con el cuerpo... o con ideas propias. Pero, en mi caso yo no puedo hacerlo, es algo intangible que en mi interior, en lo profundo de mi ser, me obliga a rebelarme.

Y todo esto es obra de mi padre, otro gran necio, que me crió y me enseñó a no venderme nunca, como dice el trovador italiano Edordo Bennato: “Todo tiene su precio, pero nadie sabe cuánto cuesta mi libertad”.

Hoy es un día donde me siento inspirada en las canciones, primeramente, de Silvio Rodríguez, después en las de Bennato, y ahora en las de otro trovador italiano, Francesco Guccini, con su canción “Cyrano”, en cuya letra me puedo identificar: “Que vengan adelante, con su nariz corta, señores acicalados, yo ya no los soporto, pondré mi pluma bien adentro en su orgullo, con esta espada los puedo matar cuando quiera. No me importa nada si soy un equivocado, ningún placer para mí es un placer, me encanta ser odiado, por los listos y los prepotentes; siempre me deleito y al final del duelo... ¡no perdono y toco, no perdono, no perdono y toco!

La verdad ustedes la buscan en la tierra, como los cerdos, que comen las bellotas y me dejan las alas; que los enanos se quiten de mi camino, porque para mi ira necesito enormes gigantes. En los dogmas y en los prejuicios nunca voy a caer y al final del duelo, yo no perdono y toco.... ¡no perdono, no perdono y toco! Dedico esta reflexión a los que me odian, que no me entienden, precisamente porque buscan sus verdades mezquinas a un nivel muy bajo, como los mafiosos, (¡y recuerden que yo los conozco, ya que nací en el país que logró exportar la mafia hacia todo el mundo!) se protegen entre ellos mismo, marginando a quienes no piensan como ellos; se creen invencibles. Son los oportunistas que saben flotar bajo la bandera de cualquier partido político, y están dispuestos a cambiarlo, sólo por defender sus pequeños intereses personales. Son peligrosos, y mucho; son capaces de destruir, con el poder que ejercen, a la gente por envidia; abusan sin pena de las personas, de jerarquía inferior que trabajan con ellos"

Y aunque parezca imposible, estoy escribiendo esto con el amor, la ira y la preocupación de que estas personas pueden destruir este maravilloso proyecto que es la Revolución Cubana.

Fidel Castro, Comandante en Jefe, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, en su discurso del 17 de noviembre 2005 se pronunció con claridad sobre la definición de la naturaleza humana, dijo: “El hombre es un ser lleno de instintos, de egoísmos, nace egoísta, la naturaleza le impone eso; la naturaleza le impone los instintos, la educación impone las virtudes; la naturaleza le impone cosas a través de los instintos, el instinto de supervivencia es uno de ellos, que lo pueden conducir a la infamia, mientras por otro lado la conciencia lo puede conducir a los más grandes actos de heroísmo”. Y esto nos hace darnos cuenta de lo difícil que es construir el proyecto socialista, especialmente recordando otras dos frases de Fidel en el mismo discurso, donde se enfrenta a dos verdades dolorosas: “Una conclusión que he sacado al cabo de muchos años: entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo”... “Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”.

Desde el 2005 han pasado muchas cosas, Fidel Castro sigue siendo el líder indiscutible de la Revolución caribeña, mientras que su hermano, el presidente Raúl Castro ha empezado una tarea hercúlea para enderezar la sociedad cubana hacia los senderos de la eficiencia y llegar a un estado mínimo de bienestar general, siempre prometido al pueblo pero varias veces pospuesto.

Cuando escuché a Raúl el año pasado, el 18 de diciembre de 2010, se me llenó el corazón de esperanza y de confianza; su fuerza y su honestidad, confirmaron sus palabras del agosto de 2009: “A mí no me eligieron Presidente para restaurar el capitalismo en Cuba ni para entregar la Revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo”.

Sigo citando a Raúl en su discurso de diciembre de 2010 porque creo que nos dio todas las claves por proceder de manera correcta: “Hay que luchar para desterrar definitivamente la mentira y el engaño de la conducta de los cuadros, de cualquier nivel. No por gusto el compañero Fidel en su brillante definición del concepto Revolución, entre otros criterios, señaló: ‘No mentir jamás ni violar principios éticos’. Conceptos que aparecen reflejados en la primera página de los lineamientos que hemos estado discutiendo”... “Si queremos salvar la Revolución hay que cumplir lo que acordemos, y no permitir después del Congreso -como ha sido hasta ahora en muchos casos muy elocuentes- que los documentos vayan a dormir el sueño eterno de las gavetas, como se estuvo explicando en estos días de discusiones, fructíferas, democráticas y verdaderamente profundas”.

El punto que, realmente, más me gustó fue cuando autorizó al pueblo a ser críticamente constructivo (una cualidad que corre por mis venas) y dijo: “no teman buscarse problemas por enfrentar lo mal hecho, porque buscarse problemas es, en estos momentos, es una de nuestras tareas principales para superar todas esas deficiencias que hemos mencionado”... “Soy un defensor de la lucha contra el secretismo, porque detrás de esa adornada alfombra es donde se ocultan las fallas que tenemos, y los interesados en que sea así y siga así. Y yo recuerdo algunas críticas; ‘sí, saquen en el periódico tal crítica’, le orienté yo mismo, antes, hace muchos años, y, naturalmente, no se habló de un organismo, sino de un producto, etcétera. Inmediatamente la gran burocracia empezó a moverse: ‘Esas cosas no ayudan, desmoralizan a los trabajadores’. ¿A qué trabajadores van a desmoralizar? El que quiera guardar secretos de sus propias deficiencias que luche y dedique ese gran esfuerzo en evitarlas (me refiero a las deficiencias)... “Vale recordar, otra vez, que el desconocimiento de la ley no exime a nadie de su cumplimiento y que, según la Constitución, todos los ciudadanos tienen iguales derechos y deberes, por lo cual quien cometa un delito en Cuba, con independencia del cargo que ocupe, sea quien sea, tendrá que enfrentar las consecuencias de sus errores y el peso de la justicia”.

Todo esto demuestra que la Revolución Cubana está atravesando un momento difícil en el cual necesita más que nunca del esfuerzo de todos y todas, del coraje de mostrar que estamos luchando por un mundo mejor posible, que es el socialismo; que sólo puede lograrse mejorando el socialismo, para que sea cada vez más radical, más diáfano; aplicar el principio de que la Revolución es permanente, una lucha continua para defender los logros profundos de Cuba en los últimos cincuenta años.

Como escribió una gran amiga fallecida (el 7 de septiembre de 2011, por desgracia, marcó el tercer año de su desaparición física), Celia Hart Santamaría, en su artículo “Cuba, en marcha revolucionaria... y sin Fidel (primera parte)”: “El futuro de la revolución socialista de Cuba debe ser uno de los desvelos de los revolucionarios de todo el orbe, pero, si es cubano, con el peso de saber que esta Revolución fue fabricada por Fidel y el Che, entonces, ese compromiso, se convierte en el mismo sentido de la propia vida”.

Yo no soy cubana, pero el hecho de vivir aquí durante casi 11 años, me compromete hasta los tuétanos a preservar esta experiencia única, dispuesta incluso a perder la vida, sin dudarlo un segundo, si es necesario.

Y, por último perdón, Presidente, pero una vez más vuelvo a sus palabras, audaces y llenas de esperanza y certeza: “Grandes han sido los retos y también los peligros desde el triunfo de la Revolución y de la proclamación de su carácter socialista y muy especialmente a partir de la victoria de Girón, mas ninguna dificultad ha podido doblegarnos. Estamos aquí y estaremos por la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica y el espíritu de sacrificio y revolucionario del pueblo de Cuba, que hace mucho tiempo hizo suyo el concepto de que el socialismo es la única garantía para seguir siendo libres e independientes”.

Hasta la victoria siempre...

Fuente: Otro Uruguay es Posible

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Cubarte, 2008.

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