De: Nuria Barbosa [mailto:nuriabar@rhc.cu]
Enviado el: Martes, 11 de Octubre de 2011 11:39 p.m.
El punto medio
Por Nuria Barbosa León, periodista de Radio Habana Cuba y Radio Progreso
Para Denis Garcell Martín hubo un antes y un después de 1959, su vida transcurrió en la ciudad de Holguín y recuerda la casa de su primera infancia construida de tablas con techo de yagua, piso de tierra, letrina por fuera y sin luz eléctrica.
Vivían en la periferia, en un lugar llamado Salida de San Andrés, porque ese era el camino para acercarse al poblado del mismo nombre aledaño a la ciudad.
Su memoria detalla un barrio sin calles asfaltadas, con casas improvisadas y colocadas sin orden, los pobladores no tenían otros recursos que brindarse solidaridad porque la marginalidad los consumía en la miseria y la exclusión.
Su madre se dedicaba a la costura, cobraba centavos por cada pieza, su padre en tiempo de zafra cortaba caña y en tiempo muerto fabricaba carbón que luego vendía en el pueblo, todo para alimentar a cinco hijos: cuatro hembras y un varón.
Asistió a la escuela primaria conocida por la Pública No. 13, ubicada en Garayalde y Morales Lemus, por lo cual transitaba por el centro de la ciudad caracterizada por muchos anuncios lumínicos, comercios destellando mercancías que obsesionaban al consumo, pueblo deambulando en busca de trabajo y campañas electorales promocionando a un político comprometido con planes para no cumplir.
La década del 50 fue muy convulsa porque se conoció el golpe de estado ejecutado por Fulgencio Batista, la popularidad del Partido Ortodoxo y la muerte de su líder Eduardo Chivás, el asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, la represión desatada contra cualquier foco revolucionario, el juicio a los moncadistas, la amnistía y la excarcelación de Fidel, la llegada del yate Granma a Las Coloradas y por último la presencia de los rebeldes en la Sierra Maestra.
La historia corría de boca en boca, y en los últimos días del mes de diciembre de 1958 la parte de la ciudad que gozaba de energía eléctrica sufrió un apagón proporcionado por un sabotaje llevado a cabo por una célula del Movimiento 26 de Julio.
A pesar de ello, el 1ro de enero la gente conoció la noticia de la partida de Batista y el pueblo recorrió las calles en una gran fiesta popular espontánea para festejar el triunfo, no hubo convocatoria y nadie la organizó.
Luego llegó el momento del alistamiento en las Milicias, Denis Garcell Martín vio la posibilidad de realizar un bien colectivo y saldar una deuda luego de escuchar el discurso de Fidel pronunciado el 26 de octubre de 1959 para armar a todo el pueblo en la lucha contra las bandas contrarrevolucionarias.
Recuerda con nitidez la partida del tren en diciembre de 1960 hacia el centro del país luego de una breve preparación militar consistente en marchas, cavar trincheras, caminar, arme y desarme, guardias y charlas políticas.
Llegaron al Escambray con un gran cansancio provocado por una caminata en terreno montañoso portando una mochila en la espalda con el avituallamiento de la supervivencia, el peso de un arma, los pies llenos de yagas por las pesadas botas, hambre en el estómago por la comida escasa y un frío tremendo que no los dejaba dormir en paz a la intemperie.
Así se distribuyeron las primeras misiones consistentes en cuidar la casa de los campesinos que fueron trasladados a Pinar del Río para protegerlos de los combates, la vigilancia las 24 horas ante la cercanía de bandidos, las emboscadas a cualquier hora del día y las largas andanzas para cerrar el cerco contra las bandas de alzados.
Hasta el mes de abril duró esa movilización, donde sólo el recuerdo de la familia y una mesa servida eran las imágenes alucinantes que se guardaban para no perecer o desistir, la voluntad de no volver a un pasado de miseria y los gestos de solidaridad brindado por el resto de la tropa fueron los motivos suficientes para no claudicar.
El saldo resultó una proeza, en sólo cuatro meses se capturaron a 56 alzados, y a Denis Garcell Martín le valió para comprender que en su vida hubo un antes y un después.