lunes, 28 de marzo de 2011

Madres de la Plaza Placido Domingo Virginia Tola - Adriana Vega ag2

 PÁJAROS  DE  LA´ DUDA    

 

Escenarios,  Avenida  Nueve de Julio  y  Plaza de Mayo.

 

En un sitio Plácido Domingo y en el otro la Marcha de  Madres,  eventos importantísimos que crearon  dicotomía entre arte y política para algunas  personas.   ¿A dónde ir?

 

El jueves  24 de Marzo de 2011 se cumplían treinta y cinco años del terrorífico golpazo militar De Videla y Cía, de los más tenebrosos golpes que  sufrió la Patria  provocado por fuerzas armadas que diciéndose “sanmartinianas”, tiñeron  de sangre  una generación  que  dio su vida por  la verdadera independencia.

 

Los preparativos eran  marchar con  Madres y Abuelas a Plaza de Mayo cuando  apareció, embriagando, un evento artístico que había   solucionado temporalmente el problema sindical  del primer coliseo, un Teatro Colón  enlodado por las  manos de Macri. 

 

Resultó muy digna la medida lograda por el famoso cantante y su acuerdo con  músicos en justa huelga.

 

Las ausencias pueden acosar  como llagas y la solución fue conseguir  los ingresos   para  dar oídos al tenor y  trasladarse desde la Plaza  para acompañar el concierto. 

 

Las primeras filas fueron reservadas para  invitados  funcionales a la derecha vernácula,  las gratuitas puestas a disposición por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para el público en general, sponsor del acto que al  mencionárselo como tal, recibió una de las más grandes rechiflas que deben haberse escuchado en la vida musical.

 

Detrás del vallado, presenciando el espectáculo y de pie asistían millares de personas.

 

Tranquilizó la conciencia  observar  que no se era el único que resignaba a  hora prudente la Plaza por el concierto, donde  el músico y tenor español brindaría su acuerdo emotivo sin lluvia, durante la misma jornada en que   se conmemoraba el Día de la Memoria.

 

A  pesar del conflicto del gobierno de la ciudad  con los trabajadores del Teatro Colón,  el intérprete español tuvo  su gran noche en Buenos Aires.

 "Estamos emocionados viendo la respuesta que ha habido. No se ve dónde termina el público", dijo el  estremecido cantante en el escenario montado al aire libre sobre la céntrica avenida 9 de Julio,  olvidándose en ese momento de una  mención al Día de la Memoria.

 

El concierto duró más de tres horas con Plácido dirigiendo e interpretando ópera, zarzuela, boleros y tango, acompañado por su exquisita partenaire, la intérprete femenina.

 

Como dijo  Estela Carlotto, una abuelaza que repetidamente acierta en acciones y palabras, se obtuvo una fiesta de pueblo, aunque algunos desearan, como  se escuchó de boca de una  señorita hermosamente preparada por un  periodista, que ese día se “ festejaban” 35 años del Golpe de Estado.

Dice la prensa hoy : “Debido a que la función coincidió con el Día de la Memoria, Domingo se mostró también, en ese plano, preciso y entonado: aplaudió al público cuando vitoreó una mención a la jornada y estuvo acompañado, en primera fila, por un grupo de Madres de Plaza de Mayo.

Quienes estaban  lejos y con algo de culpa por haber  permanecido poco en la marcha patriótica, no llegaron a distinguir sus pañuelos blancos pero escucharon emocionados a quienes exigían  señalar la importante fecha.

 

 Y así como la alusión al patrocinio del Gobierno de la Ciudad obtuvo   chiflidos tan abundantes como aplausos  recibidos por la orquesta, la gran ovación del público, de pie, fue para la referencia  por parte del locutor sobre que el concierto se estaba realizando en el mismo  día que se conmemoraba  el  de la Memoria solicitada  antes del anteúltimo bis por un artista  que no descuidó notas en falso. 

 

Cuarenta años de carrera para el cantante y treinta y cinco del comienzo de la peor dictadura militar argentina.  El día que me quieras cerró el acto  con poca correspondencia entre  bandoneones y  orquesta,  remató Plácido con su Granada dejando al público huérfano del brindis de la Traviata, espacio  que colmó con  dos hermosos nietos sobre el escenario, metáfora que, disimulando lágrimas, se percibió como el símbolo de los nietos recuperados.

 

Para el gran músico español  que  cantó junto a la excelente soprano argentina Virginia Tola, la grandeza de la Orquesta Estable y la Filarmónica del Teatro Colón, hubo un doble mérito: logró realizar el concierto y  entrar en la historia argentina.

 

Las palabras pueden crear dudas,  pero no llevan antifaz.

 

ADRIANA VEGA

 

Bs. As. 25 de marzo del 2011