Accidente infantil Bombilla de mate perforante y lesiva
Argentina
Museo Che Guevara Chaubloqueo Irene y Toto Eladio González
En familia, felices,
compartiendo el calor del mate, el sabor de la yerba alrededor de la mesa
familiar.
El pequeño de la familia de
añito y medio paradito en la silla bracitos sobre la mesa pide participar.
Sentimos que negarle lo que nos
ve hacer y que nos produce placer sería cruel. Pero……
Pero sí,…. hay un pero.
Hagámoslo, pero sosteniendo con sumo cuidado al niño mientras
nosotros
mismos le mantenemos el mate
cerca de su boquita. Ha ocurrido, me consta que el niñito con el
mate en la mano y bombilla en
boca ha resbalado de la silla y su caída fue contra la mesa y la bombilla
se le clavó en el paladar.
Le ocurrió a uno de mis nietos. Evitemos a los niños accidentes
evitables.
La pava de agua caliente debe
estar lejísimos de nuestros niños. Estar alerta media hora ahorra
marcas de por vida y autoreproches para toda la
vida.
Eladio González toto (abuelo de nueve príncipes)
Eladio González toto (abuelo de nueve príncipes)
p.d. En premio a la
paciencia que tuviste al leer el consejo y a lo amargo (aunque positivo) del
mensaje
te obsequio algo hermoso sobre
el mate. Chau. Eladio González
. toto director museo
Digo el mate
PORQUE
sábado es hoy y la mañana
como
una fruta desde el tala cae,
y
soy joven y sano, y me navegan
tradiciones
y música en la sangre,
quiero
ser otra vez entre vosotros
para
decir y celebrar el Mate:
De
Guarania nos vino con la Yerba
que
resume fragancias tropicales,
y
ese barro de América que un día
vió
que llegaban sigilosas naves,
con
cadenas, y perros, y arcabuces,
y
duras voces vulnerando el aire;
Verde
Yerba de América, divina
como
todas las cosas naturales;
Santa
Yerba de América, sembrada
por
quien hizo los ríos y las aves,
y
tendió la llanura hacia naciente,
y
hacia poniente levantó los Andes,
y
la Coca sembró para los Quichuas,
y
el Algarrobo para pan del Huarpe.
Yo
era niño -recuerdo- y la primera
memoria
verde se remonta al Mate,
en
mi casa de Merlo, donde el día
comenzaba
a girar cuando mi Madre
sorprendía
el hervor de la tetera
entre
volutas de vapor quemante.
Y
era luego la lenta ceremonia,
vieja
suma de gestos y ademanes,
aquel
ir y venir de la cuchara,
la
visión del azúcar, el fragante
esplendor
de la Yerba, la bombilla
con
doradas virolas y espirales,
y
el porongo de plata que tenía
curva
de seno adolescente y grácil,
y
cobraba, de pronto, en la penumbra
nítida
luz de religioso cáliz;
Ubre
dulce me fue, mi vino verde,
mi
pan primero, mi nodriza amante.
Yo
recuerdo sus íntimos sabores,
Y
también sus diversas variedades:
Dulce
Mate del alba que se bebe
amorosamente
al emprender un viaje,
en
la puerta de casa mientras miro
entre
neblinas despertar el valle;
Y
aquel Mate primero del retorno
por
la sombra con grillos de la tarde,
que
nos vuelve liviana la fatiga
sobre
los hombros como un ala de ave;
Y
ese Mate que beben los Troperos
Cuando
regresan de Salinas Grandes;
Y
aquel Mate nocturno que me diera
Una
muchacha cuya boca suave
Daba
un beso primero a la bombilla
Como
manera de poder besarme;
Y
aquel Mate gustado en la cocina,
Escuchando
al viejito Magallanes,
Dibujar
sobre el humo las historias
Del
Niño Ladino y Urdemales;
¿Y
aquel Mate que sabe a beramota?
Y
el que a mastuerzo y mejorana sabe;
Y
el que guarda memoria del husillo;
Y
el que una gota de aguardiente trae;
Y
ese Mate gustado en la penumbra
Que
conforman higueras y nogales,
Mientras
crece la siesta, y la cigarra
El
masculino corazón me tañe;
Y
aquel Mate de bodas, con un gusto
A
rama nueva, a porvenir, a encaje;
Y
ese Mate bebido en Carolina;
Y
el que bebí en la Sierra del Gigante;
Y
el que un día me dieron en Trapiche;
Y
el que supe gustar en Rumi-Huasi,
Y
aquel fúnebre Mate que bebimos
en
el velorio de Adelaida Chávez,
lamentando
su muerte y admirando
su
juventud de porcelana frágil….
Pueblo
somos, por El ; desde centurias
su
costumbre nos forma, como sabe
modelar
un cacharro el alfarero
con
la destreza de su mano suave;
El
nos dio, generoso, las virtudes
que
entrelazan raíces esenciales
en
el nudo del ser, y nos perfilan
un
idéntico rostro innumerable;
Porque
en El se juntaba la Familia,
como
el agua diversa sobre el cauce,
y
al juntarse quebraba el egoísmo,
el
monólogo torpe, las cobardes
galerías
del odio, y frutecía
sobre
mazorcas de granar afable;
Y
nos fue profesor de democracia,
a
pesar de los hierros coloniales,
porque
supo igualar en la bombilla
la
sed del Hijo con la sed del Padre,
el
dolor de la criada y la señora,
la
hartura del rico con el hambre
milenaria
del pobre, de tal modo,
que
supimos medir en lo que vale
la
celeste razón que nos convierte
en
ciudadanos civilmente iguales.
Y
por qué no decir las Cebadoras,
que
vestidas de sedas o percales,
o
calzadas de tímida alpargata,
o
con zapatos de charol brillante,
bajo
el sol y la luna de la Vida
supieron
darme los mejores mates;
viejas
eran algunas, con el rostro
a
corteza del molle semejante,
lindas
eran algunas, otras feas,
desgarbadas,
coquetas, elegantes,
con
cabello retinto como el ala
voladora
de tordos y zorzales,
o
teñido por leve plenilunio,
o
lo mismo que sombra de trigales,
pero
en todas igual se prodigaba
la
gracia criolla como miel amable.
Sólo
nombres conservo, como guarda
de
las flores su olor el caminante:
Doña
Mercho Cornejo, Lola López,
Francisca
Cuello, Evangelina Páez,
Reginalda
Lucero, Pancha Orozco,
Adelina
Yanzón, Rosario Baez,
Clara
Chirino, Petronila Gómez,
Minerva
Leyes – prima de mi padre –
Doña
Delia Baigorria, Doña Isaura,
Sara
Bedoya, Encarnación Morales,
y
una anónima joven de Punilla,
y
la por siempre recordada Carmen.
¿Por
dónde andarán ahora que las digo,
Y
las vuelvo una esencia para el Arte?
¿Cuál
cocina gobiernan? ¿Qué alacena
Acomodan
y limpian? ¿Qué zaguanes
Las
contemplan barrer por la mañana
Con
las escobas de pichana? ¿Cuáles
Los
arcones que ordenan en domingo?
¿Qué
chirigua las oye entre los sauces?
¿Dónde
sueñan, o lloran? ¿Dónde ríen?
¿Bajo
cuál piedra con su nombre yacen?
De
repente me callo porque siento
Una
voz que me nombra, y acercarse,
Sobre
un tímido andar y una mirada,
Cálido,
y dulce, y nacional, el Mate….
Antonio Esteban Agüero
Argentino,
puntano, de la Provincia de San Luis. (fallecido
hace 40 años)
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