jueves, 3 de julio de 2014

Smedley Butler General Norteamericano más condecorado en toda la historia, denuncia a Wall Street y Fondos Buitres Chaubloqueo Museo Che Guevara








LOS BUENOS MUCHACHOS LLEGAN EN LA CUARTA FLOTA

El General Smedley Butler fue el soldado mas condecorado de toda la historia de los Estados Unidos. Su mensaje constituye un resabio de ética y moral para un país sin moral ni ética. Prescott Bush lo contactó en 1934 para dar un golpe fascista en Estados Unidos. El, asqueado, lo denunció. Nadie hizo NADA.

“He servido durante 30 años y cuatro meses en las unidades más combativas de las fuerzas armadas norteamericanas: en la Infantería de Marina. Tengo el sentimiento de haber actuado durante todo ese tiempo de bandido altamente calificado al servicio de los grandes negocios del Wall Street y sus banqueros.

Fui premiado con honores, medallas y ascensos. Pero cuando miro hacia atrás considero que podría haber dado algunas sugerencias a Al Capone. Él, como gángster, operó en tres distritos de una ciudad. Yo, como marine, operé en tres continentes. El problema es que cuando el dólar americano gana apenas el seis por ciento, aquí se ponen impacientes y van al extranjero para ganarse el ciento por ciento. La bandera sigue al dólar y los soldados siguen a la bandera.”

A mediados del siglo XIX, un periódico de Nueva York editorializó brutalmente, con un pragmatismo típico de la época del Lejano Oeste: "Nos ha ido bastante bien con Louisiana, Florida, Texas y California, y el Tío Sam puede tragarse a México y Centroamérica, con Cuba y las islas de la India Occidental, por vía de postres y sin intoxicarse".

Quien mejor ilustró acerca de esta mentalidad no fue un politólogo, sino un militar. En 1935, el mayor general Smedley M. Butler, comandante del cuerpo de marines y dos veces condecorado con la Medalla de Honor, pronunció un memorable discurso en el Congreso de Estados Unidos:

“He servido durante 30 años y cuatro meses en las unidades más combativas de las fuerzas armadas norteamericanas: en la infantería de marina. Tengo el sentimiento de haber actuado durante todo ese tiempo de bandido altamente calificado al servicio de los grandes negocios del Wall Street y sus banqueros. En una palabra, he sido un rackeeter al servicio del capitalismo. De tal manera, en 1914 afirmé la seguridad de los intereses petroleros en México, Tampico en particular. Contribuí a transformar a Cuba en un país donde la gente del National City Bank podía birlar tranquilamente los beneficios. Participé en la "limpieza" de Nicaragua, de 1902 a 1912, por cuenta de la firma bancaria internacional Brown Brothers. En 1916, por cuenta de los grandes azucareros norteamericanos, aporté a la República Dominicana la "civilización". En 1923 "enderecé" los asuntos en Honduras en interés de las compañías fruteras norteamericanas. En 1927, en China, afiancé los intereses de la Standard Oil.

Fui premiado con honores, medallas y ascensos. Pero cuando miro hacia atrás considero que podría haber dado algunas sugerencias a Al Capone. Él, como gángster, operó en tres distritos de una ciudad. Yo, como marine, operé en tres continentes. El problema es que cuando el dólar americano gana apenas el seis por ciento, aquí se ponen impacientes y van al extranjero para ganarse el ciento por ciento. La bandera sigue al dólar y los soldados siguen a la bandera.

Al Capone (1899-1947), rey del hampa de Chicago y el más violento en un mundo donde reinaba la violencia, fue el pez que mejor nadó en el río revuelto de la Ley Seca de 1920.

Al año siguiente de la promulgación de esa graciosa ley –que sólo sirvió para que Hollywood filmara cientos de películas de pistoleros, un joven llamado George Kennan, nacido en 1904, egresó de la Academia Militar de Saint John. En 1925, se graduó en Arte e Historia en la Universidad de Princeton, y se especializó en relaciones internacionales. Un año después, ingresó en el cuerpo diplomático. En 1933, realizó su primera visita a Moscú, como ayudante del embajador norteamericano, y permaneció en la capital rusa dos años.

La carrera diplomática de Kennan continuó con estancias en Berlín (1939-41) y Lisboa (1942-43). Entre 1944 y 1946 asesoró al gobierno de los Estados Unidos sobre cuestiones de política exterior. De 1947 a 1949 fue jefe de planeamiento en el Departamento de Estado. Entre 1950 y 1952 permaneció en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, hasta que fue nombrado embajador en la Unión Soviética. Su estancia en Moscú fue corta: comparó al sistema comunista con el régimen nazi y terminó declarado "persona no grata". En 1961, el presidente John Kennedy lo designó embajador en Yugoslavia, puesto que ocupó hasta 1963. Kennan es autor de varios libros y ganador de un premio Pulitzer. El presidente George Bush (padre) le otorgó la Medalla de la Libertad, una de las más altas condecoraciones de Estados Unidos, como premio a su destacada labor en la formulación de las relaciones entre su país y la Unión Soviética.

George Kennan no estaba hecho con la misma madera que el mayor general Butler. En realidad, se aproximaba un poco más a Capone. Con otro estilo, por supuesto, y diferente lenguaje. En 1948 afirmó:

Poseemos alrededor del 50 por ciento de la riqueza mundial, aunque sólo el 6.3 por ciento de su población... En esta situación no podemos dejar de ser objeto de envidia y rencor. Nuestra verdadera tarea en el período que se avecina es diseñar un patrón de relaciones que nos permita mantener esta posición de disparidad sin daño a nuestra seguridad nacional.

Para lograrlo tenemos que prescindir de sentimentalismos y de ilusiones, y concentrar nuestra atención en nuestros intereses nacionales en el exterior. No podemos engañarnos y pensar que podemos permitirnos hoy altruismos y beneficencia mundial. Deberíamos dejar de hablar de objetivos vagos e irrealizables, como derechos humanos, ascenso del nivel de vida y democratización. Cuanto menos nos permitamos ser obstaculizados por consignas idealistas, tanto mejor.

Si de los gobiernos quitamos la justicia, ¿en qué se convierten sino en bandas de criminales a gran escala? Y esas bandas ¿qué son sino reinos en pequeño? Son un grupo de hombres, se rigen por un jefe, se comprometen en pacto mutuo, reparten el botín según la ley por ellos aceptada. Supongamos que a esta cuadrilla se le van sumando nuevos grupos de bandidos y llega a crecer hasta ocupar posiciones, establecer cuarteles, tomar ciudades y someter pueblos. Abiertamente se autodenominan entonces reino, título que a todas luces les confiere no la ambición depuesta, sino la impunidad lograda. Con toda profundidad le respondió al célebre Alejandro un pirata caído prisionero, cuando el rey en persona le preguntó:

– ¿Qué te parece tener el mar sometido a pillaje?

– Lo mismo que a ti el tener al mundo entero – le respondió. Solamente que a mí, que trabajo en una ruin galera, me llaman bandido, y a ti, por hacerlo con toda una flota, te llaman emperador.

Original Mensaje
De: Mario Lopez
Reenviado por Adriana HLVS