miércoles, 19 de marzo de 2008

Horacio Sanguinetti director Teatro Colón, ex rector Colegio Nacional Buenos Aires, Consejero estudiantil facultad de Derecho,

Horacio Sanguinetti fue funcionario de dos dictaduras militares

Mi pasado me condena

El director del Teatro Colón y ex rector del Nacional Buenos Aires trabajó para Lanusse y Viola. “No figura en mi currículum porque le doy más importancia a otras cosas”, justificó.

Ariel Zak
18.03.2008

Nuevo cargo. Horacio Sanguinetti fue nombrado por Mauricio Macri como director del Teatro Colón. Antes trabajó para los dictadores Roberto Viola y Agustín Lanusse.

El currículum de Horacio Sanguinetti, actual director del Teatro Colón, narra una vida incompleta. Al ingresar su nombre en la barra de búsqueda de internet surgen vacíos curiosos entre su título de abogado en 1961, su doctorado en 1976 y su arribo al rectorado del colegio Nacional Buenos Aires en 1983. Incluso para la fundación Konex, que le entregó un premio en 2006, su carrera profesional arranca en el 83. Sin embargo, antes de iniciarse en la docencia, cuando ya era amante la ópera y coleccionista de música clásica, Sanguinetti fue funcionario de dos dictaduras.

El dato lo confirmó el propio funcionario en diálogo con Crítica de la Argentina.

–¿Qué hizo antes de llegar a ser el rector del Nacional Buenos Aires? –le preguntó este diario.

–Fui consejero estudiantil en la facultad de Derecho, dirigente universitario reformista, escribí libros –como La ópera y la sociedad argentina–, estuve en múltiples cátedras, en colegios secundarios, en universidades, ejercí mi rol de abogado.

–¿Por qué no me menciona sus pasos por el Ministerio del Interior durante la dictadura?

–Mi currículum cada día es más corto. Si uno pone todo lo que hizo es algo extenuante. Pero yo no lo niego. Estuve con el ministro del Interior Mor Roig y colaboramos intensamente en buscar la salida institucional al gobierno de turno. En el Proceso –se refiere a la última dictadura militar– fui dejado cesante en todos los cargos docentes que tenía y en los últimos días colaboré, con algunos amigos, para buscar una salida democrática que se frustró porque vino Galtieri y las Malvinas. Cada cosa que no está en mi currículum y que hice, no es porque lo oculte, sino porque le doy más importancia a otras.

Cuando cuenta su historia, le da “más importancia” al hecho de haber sido consejero estudiantil que a su colaboración con los gobiernos militares de Alejandro Lanusse y Roberto Viola, en épocas en las que se dedicó a buscar “salidas democráticas” para los sangrientos gobiernos que iniciaron Juan Carlos Onganía en 1966 y Jorge Rafael Videla 10 años más tarde. Sin embargo, en su legajo, propiedad del Ministerio del Interior, esa información está claramente consignada. Sanguinetti fue la máxima autoridad del Nacional Buenos Aires. Durante la dictadura, ese colegió registró 105 alumnos entre muertos y desaparecidos. Cuando el rector pidió licencia, entre fines del 97 y principios del 98, recién se pudo poner una placa recordatoria.

“La placa se puso cuando el director era Luis Groissman. Hasta ese momento las Madres de Plaza de Mayo no conocían el colegio” contó un ex profesor.

El primer paso de Sanguinetti por el Ministerio del Interior fue entre junio del 72 y mayo del 73, como asesor de asuntos jurídicos de ese ministerio que estaba a cargo de Arturo Mor Roig. En ese ínterin, en el que gobernó Lanusse, sucedió nada menos que la Masacre de Trelew. Luego, con el retorno de la democracia, Sanguinetti presentó su renuncia.

Su segundo paso por el Ministerio también fue durante la dictadura. Justo después de que pasara por allí Albano Harguindeguy, el ministro que hoy es juzgado por crímenes de lesa humanidad. Entre abril y octubre de 1981, Sanguinetti fue asesor de Gabinete cuando el ministro era Horacio Liendo y el presidente de facto era Roberto Viola. Luego pasó a ser “asesor de asuntos institucionales” y fue dado de baja en diciembre de ese mismo año.

Para Pedro Kesselman, ex vicepresidente del colegio público de abogados de Capital Federal, el comportamiento de su colega tiene explicación: “Los gobiernos militares eran su debilidad. Formaba parte de un equipo especializado en buscar salidas institucionales a gobiernos de facto. No era un mero técnico. Lo que buscaban era convalidar todo el proceso anterior para cubrirle las espaldas a los dictadores”.

Resuelto el agujero que presentaba su currículo, en 1983 se hizo cargo del colegio Nacional Buenos Aires. Y 24 años, el tiempo que duró su mandato, no pasaron sin cimbronazos respecto de su pasado. “Francisco Chao –secretario del Buenos Aires durante la última dictadura– le manejó el colegio. Es insostenible que haya mantenido en su cargo a un hombre que interrogaba a los alumnos en los 70”, se quejó Carlos Rodríguez Solari, ex director de Extensión Cultural del Buenos Aires. “Sanguinetti no hizo ningún daño aparente, pero tuvo el problema del sirviente. Chao era un cómplice de la dictadura y Sanguinetti un cómplice de Chao”, señaló Elvira Meyer, ex vicerrectora y profesora.

Código de Ética

Los servicios que Horacio Sanguinetti prestó a gobiernos militares habrían bastado para que quedara inhabilitado en su rol de abogado, si hubieran sucedido después de la sanción del Código de Ética en 1986 que establece que “es contrario y violatorio a los deberes fundamentales de la abogacía el prestar servicio a la usurpación del poder político aceptando cargos que impliquen funciones políticas o a la magistratura judicial”. Pero como no es retroactivo, sus facultades están intactas.
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http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=1115